I. Sense of Order

 
Joaquin Lorda. CLASSICAL ARCHITECTURE

I. Sense of Order

1. Introduction
2. Fairy Tales
3. A feeling of deference
4. Formality
5. Formulas, recipes, tricks
6. Expressiveness
  Reading & Texts
 

La expresión Classical Architecture ofrece tres sentidos.

El sentido más restrictivo se aplica a los edificios de tiempos de la Grecia antigua e Imperio Romano, que se datan (redondeando gruesamente) entre los siglos VI BC y VI AD.

El sentido acotado, que se aplica aquí, significa todo edificio diseñado con elementos clásicos -entre ellos los órdenes clásicos- heredados de Grecia y Roma, y que se encuentra en toda Europa hasta el siglo XV, en toda América desde inicios del siglo XVI y en todo el mundo desde finales del siglo XIX, hasta que la Classical Architecture fue sustituida a mediados del siglo XX, después de la Segunda Guerra Mundial, por la llamada Internacional Architecture.

En sentido amplio, se consideran clásicas las obras en todos los géneros creativos que han conseguido un equilibrio memorable que asociamos con la belleza serena. En este sentido, todas las grandes tradiciones arquitectónicas cuentan con etapas, elementos y edificios clásicos. Aunque hay que advertir que si todos los países presumen merecidamente de grandes tradiciones poéticas, no todos los páises han formado grandes tradiciones arquitectónicas. Es poco lo que necesita un poeta, pero levantar un gran edificio precisa muchos medios, mucho dinero y técnicas elaboradas. Una tradición arquitectónica monumental no se improvisa; solo se forma cuando se han construido muchísimos edificios grandes y caros, en las que han podido entrenarse técnicos experimentados.

Algunos logros occidentales se han impuesto en todo el mundo. La cultura occidental no es superior a ninguna otra, ni en sus aspectos morales ni en sus técnicas. Pero es evidente que algunos productos occidentales son muy eficaces. Desgraciadamente, el mejor ejemplo son las armas: desde el siglo XV hasta mediados del siglo XX el armamento occidental ha superado a todos sus contrincantes, permitiendo conquistas territoriales.

También la Classical Architecture se hizo verdaderamente multicultural. En ocasiones, no ha habido elección, pues eran las formas de los conquistadores (como en el antiguo Imperio Romano antiguo), como en el City Town de Ciudad del Cabo, o continuadas como en el Parlamento de La Habana. En otras ocasiones, bastó el prestigio y eficacia que tenía ese género de arquitectura, sin que hubiera una imposición. Del mismo modo que personas de culturas muy distintas hoy visten el traje occidental en ocasiones formales (sin que signifique nada), desde antes de 1900 magníficos edificios especialmente representativos como el Palacio Real de Haití, el Palacio del Maharaja en Calcuta, el Palacio Imperial en Tokio, el Palacio de los Sultanes turcos en Istanbul, se vistieron de arquitectura clásica.

Los elementos clásicos forman un sistema arquitectónico muy eficaz. Los elementos grecorromanos, herencias en parte asiaticas y africanas, permitían diseñar edificios representativos extremadamente solemnes y memorables. Y su eficacia es la razón por la que alcanzaron tanta extensión y tan duradera. Ese sistema está regulado por un poderoso sentido de orden, del que se tratará en este capítulo.

 

 

 

1. Introduction

 
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El título del apartado recuerda el libro Ernst H. Gombrich, The Sense of Order. A study in the psychology of decorative art, London : Phaidon, 1979. Es un homenaje a ese libro, y un intento de incorporar a la historia de la arquitectura occidenta las ideas que Gombrich desarrolló.

Antes que nada, Gombrich introdujo el sentido común, no siempre común en las grandes interpretaciones.

Además, Gombrich se refirió a las obras de ornamentación, de un modo que superaba la simple crónica. Una crónica consiste en contar: distinguir periodos y datar obras. Durante el siglo XX, gracias a tres generaciones de historiadores del arte, la datación de las obras, autores y talleres avanzó definitivamente. Gracias a publicaciones abundantes y de nivel, sabemos cuáles son las obras principales, y cuándo y quiénes las produjeron. Sin embargo, al entrar en crisis el sistema ornamental dejaron de tener interés las teorías: es decir las respuestas al "por qué" se han hecho esas obras, y se han hecho así.

Quizá desde the World Ward II (y casi desde the World Ward I) no se había escrito ningún libro importante sobre teoría del ornamento. En ese sentido, The Sense of Order es un digno sucesor de grandes obras como Der Stil in den technischen und tektonischen Künsten oder Praktische Ästhetik (El estilo: edición original en Munich, 1860-1863) de Gottfried Semper y de Stilfragen (Problemas de Estilo: edición original en Berlin, 1893) Alois Riegl y de la numerosa producción inglesa, más ligera, que culmina en el libro de Archibald H. Christie Traditional Methods of Pattern Designing (London 1910). Gombrich aprovecha sus lecciones y compone un libro más ambicioso que sus antecesores.

Me he apoyado continuamente en las ideas de esos autores anteriores interesados en la composición arquitectónica. Especialmente, en los autores (en general arquitectos) que escribieron a finales de siglo XIX. Ellos pensaban en la tradición clásica como algo vivo, y no tanto como un recuerdo histórico. Y trataban de sacar consecuencias para sus propios diseños.

 
 
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Gombrich aconsejaba el sentido del humor como un recurso académico de primera magnitud; evita creerse alguien importante haciendo algo importante; esto beneficia al historiador. El sentido del humor ameniza los relatos; esto beneficia a los lectores. Y, sobre todo, permite hacerse idea de las motivaciones: en la historia de la arquitectura no hay temas trascendentales. Es importante entender lo decisivo y comprometedor que llega a ser lo intrascendente; esto beneficia a la verdad histórica.

Comienzo este apartado con la imagen del Hobby Horse, una broma que mantuvimos Gombrich y yo durante 15 años.

Y sigue un cuento, formado de varios cuentos de Charles Perrault (1628-1703), que resume cuatro ideas que deberían aceptarse antes que ninguna otra del curso:

A. La arquitectura monumental tradicional, "clásica", consistía en lo que hoy se llama creación de imagen pública o corporativa.

B. A lo largo de la historia europea, se han descubierto maneras acuñadas, modos consolidados, fórmulas de comprobada eficacia, para lograr una imagen positiva: los "descubrimientos" de los que habla Gombrich.

C. Con el paso del tiempo, esas maneras se han acumulado, han mejorado, y ajustado entre sí. Los diseñadores se sucesivas generaciones contaban con más experiencia sintetizada, con más fórmulas para diseñar y mejor coordinadas.

D. Pero se presentan imponderables. Las transformaciones del diseño son razonables, pero imprevisibles (por eso requieren que un historiador las explique a posteriori).

The Pharaoh and the President recuerda la influencia que tienen "los medios", la difusión de imágenes sobre el diseño: las características del medio, y la capacidad de difundirlas. Una imagen vale mil palabras; no hay palabras en el mundo que sustituyan una fotografía. Internet ofrece 54 millones de ellas para la voz "architecture". La fácil difusión actual subvierte el orden tradicional; antes la White House representaba a una Presidencia remota; hoy la cara del Presidente está en primer lugar (aunque la White House es todavía más conocida -y representativa- que antes).

The Solid Gold Cadillac es un relato (todavía inacabado) sobre las motivaciones en la historia del gusto, estudiándolas en un terreno para mí especialmente atractivo porque, siendo muy diferente, resulta muy cercano al diseño arquitectónico: coches y carrozas. Las tendencias que en el curso de breves años afectan al diseño de automóviles han actuado incesantemente durante siglos sobre los diseños arquitectónicos y de todo orden.

 

2. Fairy Tales

2. 1. Meditations of a Hobby Horse
2. 2. Cinderella, the Puss, the Belle
2. 3. The Pharaoh and the President
2. 4. The Solid Gold Cadillac
2. 5. The Classic (Car) Era
 
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Empezamos con un poco de sociología. No es sociología. Los antiguos lo llamarían sabiduría, conocimiento del hombre, de la vida; una sabiduría sin biología y física nuclear; pero con una experiencia acumulada del comportamiento humano.

Uno de las convicciones que compartimos, que merecen dar la vida, es que todos los hombres somos iguales. En la práctica, no es verdad. En teoría, las generaciones que nos han precedido sostenían la misma idea (naturaleza humana); en la práctica, era menos verdad todavía.

El nacimiento imprimía una cualidad; y esta justificaba un rango. El reconocimiento de ese rango se realizaba de continuo: era preceptivo rendir un homenaje repetido a las distintas dignidades. Las personas de rango trataban de distinguirse: y se distinguían con la elegancia, inalcanzable para quienes no habían nacido en ese rango.

La presentación social de las personas de rango necesitaba y necesita componer una cara (facies en latín): los humanos tenemos una fachada (de facies) y los objetos y los edificios tienen también cara. Los objetos parecen prolongar la cara de su dueño, y llegan a sustituirla con ventajosa. Un edificio es la cara de la familia, de la dinastía, de su dueño, si desea presentarse como un prohombre.

Las gentes importantes, los VIP, se distinguen porque tienen una imagen pública; una imagen social, una cara especialmente visible y permanente, más complicada de componer y mantener (con vestidos, objetos, edificios) que la de las non-persons. La Beautiful People necesita beautiful objects, beautiful cars, beautiful houses, beautiful cities.

 

3. A feeling of deference

3. 1. Rank and quality
3. 2. Deference and homage
3. 3. Distinction and elegance
 
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La tradición clásica no ha sido principalmente un estilo; sino el modo de vestir de gala a los edificios: el modo "formal" de presentarlos en sociedad, ante el público permanente de los ciudadanos. La arquitectura clásica ha sido el modo occidental de dignificar edificios.

Lo mismo que los VIP, solo los edificios notables han de presentarse notablemente. Y la arquitectura clásica era la arquitectura de las grandes ocasiones, de la vida pública, de los edificios públicos.

Éste es el sentido de la expresión "The Grand Manner" que figura como subtítulo de esta webpage. La acuñó el arquitecto Reginald Blomfield, hacia 1900; y recuerda la "Maniera grande" de la que habló al historiador renacentista Vasari. Blomfield mostraba que los arquitectos clásicos de los siglos 16th-18th habían sido capaces de diseñar edificios genuinamente monumentales, y grandes espacios urbanos, verdaderamente representativos de una sociedad altamente organizada. Tal arquitectura había tenido sus mejores exponentes en Italia y luego en Francia. Blomfield (con otros contemporáneos) defendía que tal arquitectura era extraordinariamente apta para crear espacios públicos, y debería aplicarse en Inglaterra.

Blomfield, como todos los autores anteriores, veía la arquitectura clásica como parte de las formalidades que he descrito en el apartado anterior. En sociedad se exige comportarse formalmente. Un edificio que no llevara los elementos clásicos, o los llevara mal, no solamente no estaba "a la moda", sino que cometía una incorrección, sería acusado de "falta de educación", de "falta de urbanidad": algo contraproducente. Todavía en el siglo 19th los teóricos de la arquitectura pensaban que componer edificio importante sin simetría externa sería una “ordinariez” (Viollet-Le-Duc), algo como salir a la calle sin sombrero o sin bastón; y si en las salas destinadas a recibir, “faltara toda simetría sería una indelicadeza con el visitante” (Charles Blanc).

Eso significa también, que las formas arquitectónicas no son símbolos que señalan a una persona superior: sino que han de resultar agradables. Y la arquitectura clásica tenía esa condición : sus dispositivos fueron desarrollados para resultar agradables (y bellos). Los edificios que se han levantado en Occidente en tiempos anteriores eran corteses y urbanos, en ese sentido amplio de la urbanidad; y lograban una amable contigüidad en los espacios.

 

4. Formality

4. 1. The Grand Manner
4. 2. Stately Architecture
4. 3. Typical, symbolical, beautiful form
4. 4. Good Manners in Architecture
 
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Los vestidos de las ocasiones formales llegan a estar claramente definidos en todas las civilizaciones; lo mismo sucede con los edificios.

Con la diferencia de que los elementos que componen la vestimenta arquitectónica han adquirido una gran coherencia entre sí. Son más que un conjunto inconexo de motivos ornamentales, elegidos por azar, y fijados convencionalmente. Su interrelación es tan patente que puede decirse que componen un sistema para dignificar, para dotar a los edificios de una imagen digna.

Un sistema es algo coordinado. En ese sentido se habla a veces de "Lenguaje clásico de la arquitectura", o de "gramática". Estas expresiones tienen el riesgo de sugerir que hay un significado detrás. Y conviene insisitir en que aquí la belleza es más importante que el significado. El diseño arquitectónico es el modo sistemático de dignificar edificios, haciéndolos bellos.

La metáfora del lenguaje aplicada a la arquitectura ayuda a ver que en el diseño arquitectónico, como en el habla, uno aprende a "crear"; uno crea sistemáticamente; toda frase es una creación. La arquitectura clásica era "algo" que se podía aprender, y que cualquiera era capaz de usar. Cualquiera que lo utilizara medianamente conseguía componer un edificio (bastante) majestuoso y (pasablemente) bello.

Por supuesto, la arquitectura clásica era un sistema muy rudimentario y muy pobre en comparación con el lenguaje; en realidad era un sistema en ciernes: en formación.

Pero aventaja al lenguaje en que da lugar a formas visibles y permanentes. Las fórmulas son a la vez aciertos formales, es decir, son muy bonitas. Una de las ideas principales de The Sense of Order es que un buen motivo ornamental (o una bella combinación de masas arquitectónicas) es un descubrimiento. Gusta; y si se ajusta convenientemente (potenciando su efecto), resulta tan gustoso que llega a hacerse imprescindible: crea una necesidad, como si se tratara de una medicina, o una droga. Los elementos de la historia del diseño han sido detectados de un modo semejante a la introducción de las especias en la comida: en un empeño por buscar más sabor y más color, una mayor o renovada expresividad.

La arquitectura clásica se basaba en fórmulas. Esas fórmulas tienen un poder especial para quedar inscritas en la memoria colectiva. Y, poco a poco, se han ordenado jerárquicamente. Podemos distinguir niveles diferentes de fórmulas, convenciones o tipos.

Alguna vez se describen como tipos (edificios completos), esquemas (fachadas) y motivos (ornamentos prefijados). Funcionaban en parte como funcionan las formalidades de la vida social; y fueron acuñadas, tal y como lo han sido las maneras que se utilizan en otros muchos ámbitos: por ejemplo, las formas de presentar la mesa para comer; pero su eficacia es muy grande.

 

5. Formulas, recipes, tricks

5. 1. Three levels of formulas
5. 2. Level one : the types
5. 3. Level two: the outlines
5. 4. Level three: the motifs
 
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Habitualmente se llama "Arquitectura clásica" a varias cosas. En primer lugar, a la arquitectura de la "edad clásica", de los antiguos romanos y griegos.

También se llama "clásica" a la arquitectura que utiliza elementos de esa tradición antigua, es decir a la arquitectura de lo que se denomina renacimiento, barroco y neoclásico: a la arquitectura que ha creado las ciudades europeas (la parte de las ciudades europeas que las hace distinguirse unas de otras). Esta será la acepción que asumimos aquí: un clasicismo formal, que hace uso de las fórmulas descubiertas en la tradición.

Y finalmente se llama "clásica" al conjunto de edificios que, como otras obras "clásicas", de pintura o música pop, han quedado consagrados en la memoria colectiva. En ese sentido, hay muchas obras clásicas.

Según la manera común de pensar, los edificios monumentales son "obras de arte", productos de una creatividad artística, obtenidos del mismo modo (y a veces por los mismos sujetos) que las obras maestras de pintura o escultura.

Pero según hemos visto, los edificios son algo muy particular : son en cierto modo seres cuasi-humanos : interlocutores. Se espera de ellos no tanto una forma llamativa, un estilo, sino estar a la altura de las circunstancias : que sean capaces de responder a una interpelación. Y esto afecta no solo a los edificios sino a cualquier objeto con un mínimo de presencia, de notoriedad, de representatividad; y esas mismas actitudes aparecen más claramente todavía en objetos tan especiales como los automóviles o los coches de todas las épocas. Son sumamente expresivos (a veces descaradamente expresivos).

Frecuentemente se considera además que esas obras parecen especialmente serenas y equilibradas. Asociamos con el clasicismo una cierta expresividad contenida.

Las expresión más propia de un edificio es su monumentalidad, que implica una considerable grandeza, con cierta gravedad, estabilidad, que necesitan un peso aparente y una imagen de permanencia: en ese sentido, los descubrimientos de la arquitectura griega y romana han marcado toda la tradición. Pero desde el Renacimiento, lo propio del clasicismo es llegar a esa expresión con delicadeza: imponer sin abrumar (el tercer significado de clásico); ese es el equilibrio señorial y urbano que logran edificios como le Petit Trianon, que muestran lo mucho que se ha aprendido desde la antigüedad clásica.

Cuando las expresiones de gravedad quedaron obsoletas en la vida social, cuando desaparecieron los hombres graves, de peso, frente a estilos de gobierno y de relación social más informales, desapareció también esta arquitectura especializada en esos efectos. Fueron los nuevos materiales (que permitían vanos imposibles), las nuevas escalas urbanas (que desfiguraban las caras individuales), pero sobre todo una mala imagen las que acabaron con esta tradición. Las columnas perdieron the World Ward II: la nueva cancillería (Reichskanlei) de Berlin es uno de los últimos grandes edificios de gobierno que ejemplifican esta concepción monumental. Finalmente, sólo los regímenes dictatoriales de la segunda mitad del siglo XX siguieron haciendo uso de estas fórmulas.

 

6. Expressiveness

6. 1. Memorial and Monument
6. 2. A powerful talisman
6. 3. Classical equilibrium
6. 4. The Petit Trianon
6. 5. The Reichskanzlei. Berlin
 
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On Sense of Order:

Ernst H. Gombrich, The Sense of Order. A study in the psychology of decorative art, London : Phaidon, 1979. Hice mi tesis doctoral sobre las ideas de Gombrich: Lorda, Joaquin, Gombrich, una teoría del arte, Barcelona: Eiunsa, 1991. Aparece ahora como apéndice de esta web page: Gombrich, A Theory of Art.

Publiqué dos breves resúmenes sobre las ideas más interesantes de Gombrich en ese libro que eran aplicables a la arquitectura:

Woodfield, Richard (ed.), Gombrich on Art and Psychology, Manchester ; New York : Manchester University Press, [1996].

Lizarraga, Paula (ed.), E.H. Gombrich : in memoriam : actas del I Congreso Internacional, Pamplona : EUNSA, 2003.

On2. Fairy Tales

Estas ideas están recogidas en un estudio que intenté que fuera entretenido y fácil de leer, que escribí hace años para profesores de Segunda Enseñanza de Institutos y Colegios de todo el país. Y Gombrich, que tuvo la amabilidad de leerlo, me sugirió un cuento más.

Fue publicado en Jiménez Caballero, Inmaculada y Lorda, Joaquín (coords.), El arte como oficio : VIII Seminario Artes Plásticas Nestle, Pamplona : Universidad de Navarra, 1992.

On3. A feeling of deference:

En nuestra época el afán de la naturalidad, la imposición de la informalidad, y la pretensión de jovialidad, han disuelto el sentimiento de respeto y venerabilidad, que era machaconamente inculcado en las personas de generaciones anteriores; y que no debe confundirse con el servilismo ante los más fuertes, y que es más que un savoir faire ante los iguales.

Mis fuentes son sobre todo antiguas, clásicas; y son muchas. Son pilares básicos en la cultura occidental. Los autores recientes tienen menos interés. Cito unas pocas.

Lo primero, el decorum: y el libro fundamental es -y siempre lo será en Occidente- Marcus Tullius Cicero (Cicerón), De officiis. Aunque ahora el nombre sugiera otra cosa, es un tratado sobre los deberes que ha de cumplir un buen ciudadano (un romano del siglo I BC). Es un exponente del sentido del Decoro abarca desde los deberes morales a las costumbres. Cicero se adscribe a la corriente estoica, fundada en Grecia cinco siglos antes, que contituye también un fundamento de teología moral cristiana, que se desarrolla en la Edad Media. El tratadista de arquitectura Vitruvius era contemporáneo suyo y utilizó nociones del mismo contexto que Cicero. Muchos otros autores hablan de moral; pero Cicero también habla de costumbres; y el diseño arquitectónico y sus componentes son costumbres. Por supuesto, el decorum está unido a la idea de respetabilidad y el honor; son nociones fundamentales, que ilustra cualquier texto célebre, comenzando por las epopeyas de Homer.

En segundo lugar, la urbanidad: el respeto, las buenas maneras. En Occidente, ha existido una tendencia paralela a lo que en China serían las corrientes confucianas. Aunque se ponía menor énfasis en los ritos, se preconizaba el respeto ante la edad, dignidad y gobierno, como base de la convivencia social. Entre otras muchas cosas, puede hojearse las pocas referencias del breve texto de Plutarch of Quaeronea, The Training of Children; mucho más ambicioso es el muy extenso Paedagogus (el maestro) de Clement of Alexandria. Es posible acercarse al mundo antiguo con alguna buena historia de la educación (en el sentido más primario) y de la familia. Las que yo he usado son ya antiguas.

Se aprende mucho en los tratados renacentistas de cortesía. Yo recomendaría, en especial, el delicioso y breve tratadito sobre urbanidad en los niños de Erasmus (De civilitate morum puerilium), y Baldassarre de Castiglione, The book of the courtier (Il Cortegiano). Hay un espléndido capítulo español para la educación de nobles y caballeros (Juan de Valdés, Antonio de Guevara, Gracian Dantisco); que se completa en el XVII con los tratados, más ambiciosos, de Baltasar Gracián. Todos los países europeos cuentan con textos basados en estas ideas. Quizá el más influyente fue Les règles de la bienséance et de la civilité chrétienne de Saint Jean-Baptiste de La Salle (1651-1719), que trataba de unir la cortesía con la idea cristiana de tratar amablemente: de la amabilidad.

Algo más especializado son los ceremoniales: aquí resultan menos importantes, pero toda una línea de investigación se apoya en ellos).

En tercer lugar, los sociólogos. A mí me ha ayudado mucho Norbert Elias (1897-1990). Hay que salvar algunos prejuicios, fruto de su azarosa vida; él veía la civilización como una organizada represión, sin reconocer que era el meollo (no había más): pero sus percepciones son geniales. Elias midió la importancia de la cortesía: véase: The civilizing process (inicialmente: Uber den Prozess der Zivilisation, 1939), especialmente Chap. II; y de la etiqueta cortesana; lo mismo que la importancia del "tiempo libre".

En cuarto luqar, los estudios sobre imagen pública, y marketing. Es un capítulo en pleno crecimiento, ya que hay mucho dinero de por medio. Se encuentra bibliografía sobre cómo presentarse para pedir trabajo hasta cómo diseñar logotipos. Lo que importa en esos libros no son tanto las recetas ocasionales que se le hayan ocurrido a sus autores, sino las aptitudes a las que se refieren: ¿cuáles son las características positivas que se espera encontrar en una persona, en una lata de guisantes, en un edificio? Apenas han cambiado.

On4. Formality

La idea de que la arquitectura clásica es la manera formal de presentar un edificio se da por supuesto en todos los autores desde el siglo XVI, hasta que fue desdibujada por una historia de estilos sucesivos preconizada por los historiadores del arte del siglo XIX.

La noción del sentido del decorum ha de leerse en Vitruvius. Con frecuencia, como de otros autores antiguos se ha hablado tanto, que se distorsiona su sentido obvio: léase directamente.

Es obligado leer algo de Leon Battista Alberti (1404-1472): Su libro es propiamente un tratado de buenas maneras arquitectónicas; y anterior a Castiglione, sobre el que influyó.

Entre los autores posteriores es más fácil encontrar estas ideas desarrolladas entre quienes no son arquitectos.

El edificio cortés: se habla también de una breve tradición teórica, que lleva desde Waldo Emerson ( ) a Trystan Edwards, que se refirieron específicamente a la necesidad de una cortesía arquitectónica.

Reginald Blomfield. Autor más esforzado que brillante: Son más interesantes sus estudios históricos que sus libros teóricos y que sus obras arquitectónicas.

Trystan Edwards es un autor un poquito demasiado humorista, a mi juicio. El desenfado con que trató sus temas ha perjudica su fama.

 

  Reading & Texts

 
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