4. 1. The Grand Manner

Hay aquí una palabra clave que vincula la estética del ornamento, con la función social del diseño, y es la palabra "formalidad."
Ernst H. Gombrich

 

"Por su belleza, era inmediatamente antigua; hoy, después de mucho tiempo, es reciente, nueva y vigorosa. Sobre la obra de Pericles florece una juventud perenne; se conserva al abrigo del tiempo, indemne, como poseyendo un hálito siempre fresco y un alma que no conoce la vejez."

 

Son las palabras más hermosas que se han escrito sobre arquitectura 1. Con ellas describió Plutarco, en sus Vidas paralelas, la renovación que había recibido Atenas, con el Parthenon y otros edificios, unos quinientos años antes. Hoy siguen siendo verdaderas; y cabría aplicarlas también a los grandes ejemplos de la arquitectura clásica, como la basílica de San Pedro (de la que nos separan casi quinientos años) y muchos otros : una belleza inmediatamente antigua, que conserva la frescura de su primer momento; una arquitectura que está por encima del tiempo, que se presenta monumental -"inmediatamente antigua"-, sin resultar abrumadora; y elegante -"una juventud perenne"-, sin parecer liviana; una arquitectura que equilibra lo solemne y lo gracioso : una arquitectura bella (fig. 1).

Ictinos, el arquitecto del Parthenon, logró esa belleza; y la logró también Miguel Ángel, en su cúpula del Vaticano. De Ictinos no sabemos casi nada 2, Miguel Ángel es el prototipo de Genio en la cultura occidental, del que se conservan sus cartas y recibos 3. Pero lo que interesa en ambos es su obra. Y para realizar su obra ni uno ni otro contaban sólo con su talento personal. La tradición arquitectónica de Grecia, como la del renacimiento, más adelante, habían experimentado un progresivo refinamiento 4. Y los arquitectos griegos y renacentistas disponían de medios eficacísimos para obtener esa elegante majestad, a la vez rica y contenida. Con la ayuda de su tradición, Ictinos, Miguel Ángel, y muchos otros arquitectos menores, supieron dotar de belleza a sus edificios, dignificando su presencia monumental al exterior, los ámbitos interiores que acogían, y también los objetos importantes que guardaban.

Llamamos arquitectura clásica a esa tradición de belleza; en primer lugar, a la arquitectura que corresponde a la civilización clásica, de los antiguos griegos y romanos; en sentido amplio, a la arquitectura occidental, cuando aprovecha las fórmulas de la antigüedad clásica, como sucede con la cúpula de San Pedro, que se sirve, evidentemente, de ellas; y, en sentido figurado, hablamos de arquitectura clásica (o de música clásica), aludiendo a obras de cualquier época que han logrado una belleza, que se define como un equilibrio difícil, entre lo inmediatamente antiguo, que proporciona un factor grave y solemne, y lo permanentemente juvenil, que requiere un ingrediente festivo y gracioso; entre la austeridad y el fasto, entre la contención y la magnificencia, entre la serenidad y la grandeza 5.

Es verdad, y siempre hay que recordarlo, que un edificio clásico no es simplemente un bello objeto, una "obra de arte", sino una construcción que cumple un cometido : según la famosa distinción de Vitruvio, además de bello (venustas), debería presentarse seguro (firmitas), y adecuado (utilitas) 6. Pero la belleza es una condición indispensable de su función. Sócrates, contemporáneo de la construcción del Parthenon, puntualizaba que una vez que se ha conseguido edificar, es necesario preguntarse si el edificio es bello o feo; y si eso sucede con los edificios privados, mucho más con los públicos 7, y especialmente con los templos 8; porque allí la belleza serviría como metáfora de otras bellezas más altas 9. En un contexto cristiano, en la memorable introducción a su propia obra arquitectónica, dedicada a Dios Óptimo Máximo, Bernardo Vittone, argumentaba que la arquitectura es el único arte "que puede atesorar los medios de hacer aparecer ante los ojos de los hombres aquella suma y siempre admirable armonía y belleza que está en Vos (en la medida en que el hombre es capaz)" 10 (fig. 2).

Es tradición antigua que esa belleza repercutiría en nosotros, pues, como aseguraba Vitruvio, la "excelencia y las bellas trazas, sabiamente concebidas, inspiran respeto en las ceremonias del culto divino" 11; y ciertamente experimentamos una respuesta instintiva a la monumentalidad, con un cierto envaramiento del cuerpo y un tono más bajo de voz 12. Algo parecido sucede con los muebles importantes, que parecen exigir rangos y actitudes : Alain, un teórico del arte que tuvo cierta fama a inicios del siglo XX, afirmaba que esos importantes objetos "... más todavía que la costumbre, regulan la actitud, y a través de ello, los pensamientos y las pasiones ... Es preciso que la sociedad sea sostenida por los muebles, como las mujeres por el corsé."13. Naturalmente, al inicio del siglo XX, las mujeres llevaban corsé. Y los objetos de decoración exigían la misma envarada consideración; y, si no la recibían, protestaban. Una silla en un cuento de Dickens protesta indignada que "esa no es manera de dirigirse a una sólida silla de caoba española"14.

La belleza contribuye además a su conservación, pues, según Alberti, "una construcción de ningún modo quedará más segura y a salvo de la furia de los hombres, sino por el decoro y la belleza de sus formas" 15. En todo caso, nuestra civilización ha heredado de Grecia clásica la idea de que la importancia de los edificios y objetos se manifiesta en una forma bella.

an ARchITECTURe of the official representation

"Cuando haya vivido tanto como yo, verá que cada ser humano tiene su cáscara, y que esa cáscara hay que tenerla en cuenta. Al decir cáscara me refiero a toda la envoltura de las circunstancias. (...) Yo sé que una parte de mi persona está en el vestuario que elijo. !Siento un gran respeto por las cosas! El propio yo -para los demás- es la propia expresión del propio yo; y la propia casa, los muebles, la ropa, los libros que uno lee, la compañía que frecuenta..., todas esas cosas son expresivas."

Así lo afirma, con acierto, un personaje mundano, de una novela de Henry James 16. Cabe equiparar esa "cáscara", la envoltura que cubre al individuo, y que él puede hasta cierto punto componer, a lo que la ética romana llamaba "persona", acudiendo al término "personaje", que significaba la "máscara" del teatro clásico. La persona significaba al hombre, en cuanto se relacionaba con otros, acompañado de las insignias y enseres, que correspondían a su rango 17.

La sociología actual ha recuperado en parte, y desarrollado, esa noción, en lo que Erwin Goffman llama face, "fachada" : la manera como el individuo se presenta en sociedad 18; el mismo autor ha sugerido que las cosas y la arquitectura forman parte de las interacciones sociales, de las relaciones entre las personas. De todos modos es una experiencia universal. Una famosa novela barroca francesa dice de un personaje, que gozaba de estimación general "gracias a su valía y al atractivo de su persona, a la delicadeza de su mesa, a la exquisitez con que estaba puesta su casa, y a una magnificencia jamás vista en un particular" 19; es lo que antiguamente se llamaba mise en scene, puesta en escena 20; y, efectivamente, si las personas son los actores, la arquitectura y los objetos proporcionan la escenografía de la vida social.

Pero, en muchas ocasiones, las "cosas", los objetos, y muy particularmente los edificios, no son simplemente el fondo sobre el que se actúa; sino más bien el primer término, que se muestra al público en general, y que además se muestra de continuo. Los edificios proporcionan a sus propietarios en sentido estricto la "fachada" social, que los identifica como miembros de una familia, y herederos de un linaje 21. Los diccionarios reconocen esa identidad cuando, entre las primeras acepciones del término "casa", designan "edificio hecho para habitar", "conjunto de hijos y domésticos que componen una familia", y "descendencia o linaje" 22. Los habitantes de una casa se identifican con ella, de un modo profundo 23.

Los edificios proporcionan igualmente a las instituciones su "fachada" social, su sede : lo más material, tangible y expresivo de su cara social. Los edificios tienen mayor poder que cualquier otra cosa para constituir la "fachada" social. Se suele citar un párrafo famoso de un cuadernito escrito por el príncipe Eusebio de Liechtenstein 25 :

"No hay gasto en el mundo, después del de las obras pías, y de las limosnas, que sea tan necesario y glorioso. Ni el brillo de las ropas, ni la muchedumbre de servidores, ni la suntuosidad de la mesa, ni los muebles, por ser cosas perecederas y cambiantes; mientras que la obra arquitectónica apoya la reputación y la gloria." Aunque Este párrafo no es original : aparece en otros autores; no he encontrado la fuente.

En pleno entusiasmo por los estudios sobre imagen corporativa, se ha continuado insistiendo en la misma idea : "La arquitectura y el diseño interior son una expresión de la imagen corporativa como ninguna otra cosa" 24.

Siempre se ha sabido que una arquitectura grandiosa representa la dignidad del propietario 26. Porque construir un edificio exige un gasto considerable, que expresa la magnificencia del promotor 27; el resultado es muy visible, y permanece "para memoria de la posteridad" 28 : los obeliscos egipcios insisten en que "mi nombre se eternizará en estos bloques de granito," o en que "es eterno lo que el rey ha hecho; no muere un rey que es recordado por sus grandes obras" 29. Por eso, una antigua crónica musulmana, aludiendo a estos ejemplos faraónicos, asegura que los reyes deben hablar a la posteridad con la "lengua de las edificaciones"30.

La arquitectura monumental es, efectivamente, una lengua que todos entienden, y que, siglos después, llamará Victor Hugo "la escritura principal, la escritura universal" 31. Esas cualidades explican que un personaje principal sea con frecuencia, "muy amigo de mármoles" 32, alguien "cuya pasión es construir" 33; pues, con frecuencia se despierta entre esos grandes personajes una verdadera manía por edificar : la libido aedificandi 34, el fureur de batir 35, la Bauwurn 36, el "mal de piedra"; y que según el Padre Sigüenza en su historia de El Escorial, "quien no ha fabricado, no podrá entender cuán grande deseo es éste"37.

Pues bien, el diseño clásico es la parte del diseño arquitectónico occidental destinada a crear la imagen pública, la fachada social de instituciones y personas importantes; la destinada, en palabras de Alberti, "a acomodar los más nobles usos humanos" 38; o, como definiría Jacques François Blondel, una arquitectura "verdaderamente digna de nuestros Templos, de nuestros edificios públicos, como residencia de las Testas coronadas, y como habitación de los grandes hombres de primera categoría" 39.

Por eso, propiamente hablando, el diseño clásico se define en palabras del conocido arquitecto eduardiano inglés, Reginald Blomfield, como "La Gran Manera" (The Grand Manner): los recursos para dotar al edificio y su entorno de una concepción unitaria y grandiosa, que expresa altitud de miras, y una noble concepción de la vida 40.

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FIGURAS

Figura 1. Parthenon : la fama sobrevive al tiempo. Reconstrucción ingenua de una de las primeras Historias de la Arquitectura. Lübke, Wilhelm, Essai d'Histoire de l'Art.

Figura 2. Cúpula de San Pietro. La obra de Miguelangelol domina el conjunto con una grandeza serena, a una escala inimitable. Letarouilly, Paul, La Basilique de Saint-Pierre.

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NOTAS

1. PLUTARCO, Vies, III, Péricles-Fabius Maximus, Alcibiades-Coroliano, Belles Lettres, Paris, 1969, 29.

2. WINTER, F., "Tradition and innovation in doric design III : the work of Iktinos", American Journal of Archaeologie, LXXXIV (1980), 399-416.

3. POGGI, Giovanni (ed.lit.) / BAROCCHI, Paola (coed.), Il carteggio di Michelangelo, Sansoni, Firenze, 1965-1983, BARDESCHI CIULICH, Lucilla (ed.lit.) / BAROCCHI, Paola (coed.), I ricordi di Michelangelo, Sansoni, Firenze, 1970.

4. Son ideas de Gombrich, divulgadas en mucho s lugares : véase Lorda, Joaquín, Gombrich : una teoría del arte, Ediciones Internacionales Universitarias, Barcelona, 1991, III, ii.

5. GOMBRICH, Ernst H., "La Madonna della Sedia", en Norma y forma : estudios sobre el arte del Renacimiento, Alianza, Madrid, 1984, 151-183. GOMBRICH, Ernst H., El sentido de orden : estudio sobre la psicología de las artes decorativas, Gili, Barcelona, 1980, 276. Todo este escrito es un desarrollo de las ideas de Ernst H. Gombrich contenidas principalmente en El sentido de orden, en especial en el capítulo, "Cuestiones de gusto", 44-61.

6. VITRUVIO, I, vi.

7. PLATÓN, Gorgias, o de la Retórica, 513 e-515 c.

8. PLATÓN, La República, 427.

9. PLATÓN, El Banquete, 210e-212b.

10. VITTONE, Bernardo Antonio, Istruzioni elementari per indirizzo de' giovanni allo studio dell'architettura civile divise in libri tre..., Lugano, per gli Agnelli, 1766, s.n.

11. VITRUVIO, introducción libro VII.

12. PICARD, Dominique, Les rituels du savoir vivre, Seuil, Paris, 1995, 57.

13. "... más todavía que la costumbre, regulan la actitud, y a través de ello, los pensamientos y las pasiones ... Es preciso que la sociedad sea sostenida por los muebles, como las mujeres por el corsé." ALAIN, Systeme des beaux-arts, Gallimard, 1926, 190. También GIEDION, Sigfried, La mecanización toma el mando, Gili, Barcelona, 1978, 274-287, 322-327.

14. "esa no es manera de dirigirse a una sólida silla de caoba española", protesta la misma silla en un cuento de DICKENS, Charles, "La historia del viajante de comercio" en El guardavías y otras historias de fantasmas, Valdemar, Madrid, 1997, 59.

15. ALBERTI, Leon Battista, De re aedificatoria, II, ii.

16. JAMES, Henry, Historia de una dama, Cap. XIX, Madrid, Alianza Editorial, 1988, 198-199.

17. Para los conceptos de persona, dignidad, etc., puede acudirse a D’Ors, "Claves conceptuales" en Verbo, nº 345-346 (1996), 505-526, que el autor tuvo la amabilidad de facilitarme.

18. GOFFMAN, Erving, La presentación de la persona en la vida cotidiana, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1981, 33-42. También GOFFMANn, Erving, "On Face-Work", en Interaction ritual : essays on face-to-face behavior, 5-46.

19. FAYETTE, Madame de la, La Princesa de Cleves, Catedra, Madrid, 1987, 97.

20. JAMES, Henry, Los europeos, Ediciones B, Barcelona, 1991, cap. I, 18.

21. LE GOFF, Jacques, La civilización del Occidente medieval, Barcelona, 1969, 485; MARAVALL, José Antonio, "La estimación de la casa propia en el Renacimiento" en Estudios de historia del pensamiento español, II, 3ª ed., Madrid, 1983, 319-330.

22. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua española ..., 3ª ed., Viuda de don Joaquín Ibarra, 1781, voz "Casa", 197.

23. NISBET, Robert G. (Ed.lit.), M. Tulli Ciceronis De domo sua ad pontifices oratio, Clarendon Press, Oxford, 1939, 144-150.

24. IND, Nicholas, The corporate image : strategies for effective identity programmes, Kogan Page, London, 1990, 83.

25. LIECHTENSTEIN, Eusebio de, Werk von der Arquitektur; citado en TAPIE, Victor Lucien, Barroco y clasicismo, Cátedra, Madrid, 1978. Este párrafo no es original : aparece en otros autores; no he encontrado la fuente.

26. Véase, por ejemplo, para el mundo clásico, PRÉAUX, Claude, El mundo helenístico : Grecia y Oriente, desde la muerte de Alejandro hasta la conquista de Grecia por Roma (323-146 a.de C.), I, Labor, Barcelona, 1984, 24 y ss.; para el renacimiento, "El deber de la ostentación", en CHAUNU, Pierre, La España de Carlos V, I, Barcelona, 1976, 46 y ss.; para el barroco : "Introduction" y "Absolutism and architecture" en A royal passion, 1-7, 184-188.

27. ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, 1122a-1123a.

28. VITRUVIO, Dedicatoria.

29. PIJOAN, José, Summa Artis, III, Espasa-Calpe, Madrid, 1932, 252-253, 195.

30. MUÑOZ MOLINA, Antonio, Córdoba de los Omeyas, Planeta, Barcelona 1991, 115.

31. HUGO, Victor, Notre-Dame de Paris : 1482, Garnier Freres, Paris, 1966, Livre V, II.

32. SCAMOZZI, Vincenzo, L'idea della architettura universale, I (1615), Forni, Bologna, 1982, 16.

33. Apodo con el que Anicia Juliana, princesa bizantina, nieta de Gala Placidia, figura en el Dioscórides de Viena : Juliana Anicia promovió la iglesia de San Polieucto en Constantinopla, de la que se trasladaron bonitos restos a San Marcos de Venecia, Emo, Alberto (dir.), Historia universal del arte, IV : Bizancio y el Islam, Plaza Janés, Barcelona, 1978, 137.

34. ALBERTI, De re aedificatoria, Op. Cit., II, i.

35. FAUCHIER-MAGNAN, Adrien, Les petites cours d'Allemagne au XVIIIeme siecle, Flammarion, Paris, 1947, 177. La expresión es de Montesquieu.

36. PÉROUSE DE MONTCLOS, Jean-Marie, Histoire de l'architecture française, de la Renaissance à la Révolution, Menges, Paris, 1989, 349.

37. SIGÜENZA, Fray José de, La fundación del monasterio de El Escorial, Aguilar, Madrid, 1988, 162.

38. ALBERTI, De re aedificatoria, Op. Cit., VI, ii.

39. BLONDEL, Jacques François, "Noblesse des formes" en Cours d'architecture ou traité de la décoration, distribution & construction des batiments, contenant les leçons données en 1750, & les années suivantes, I, Paris, 1771-1777, 494-495.

40. BLOMFIELD, Reginald, Mistress art, London, Edward Arnold, 1908, 156-159, 190, 221-226, 237-239, 260-262, 265-295. Véase sobre este punto, FELLOWS, Richard A., Sir Reginald Blomfield : an edwardian architect, Zwemmer, London, s.a., 78-80.

 
Joaquin Lorda. CLASSICAL ARCHITECTURE

I. Sense of Order

4. Formality

4. 1. The Grand Manner
4. 2. Stately Architecture
4. 3. Typical, symbolical, beautiful form
4. 4. Good Manners in Architecture


  1. Partenón
  2. Cúpula de San Pedro
 
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