Charles S. Peirce en Constantinopla
(27 de agosto-2 de septiembre 1870)





Vista de Constantinopla, 1870. Fotografía de Basile Kargopoulo [Fuente: Wikimedia]

El primer viaje europeo de Charles S. Peirce tenía como objetivo fundamental la identificación de lugares adecuados para la observación del eclipse de sol que iba a tener lugar el 22 de diciembre de 1870 sobre el Mediterráneo. El itinerario del primer viaje por Europa incluía LondresBerlínDresdePragaVienaPest, hasta llegar a Constantinopla, desde donde recorrió luego de Este a Oeste la zona de totalidad del eclipse en busca de emplazamientos adecuados como observatorios. Su viaje incluye Turquía, Grecia, Italia y España buscando los mejores asentamientos para intentar garantizar el éxito de la expedición científica dirigida por su padre. 

En la carta de Charles S. Peirce a su esposa Zina desde Constantinopla el 28 de agosto de 1870 le describe con detalle el viaje desde Viena hasta Constantinopla. Reproducimos aquí la información relativa a la llegada a Constantinopla, capital entonces del Imperio Otomano:

 


Vista de Constantinopla, 1870. Fotografía de Basile Kargopoulo
[Fuente: Wikimedia]
Llegamos a Varna [actualmente Bulgaria] cerca de las 9 y allí estaba el Mar Negro. Lo probé, y para mí no era salado, pero me aseguraron que lo era, ¡mucho! Me inclino fuertemente a pensar que no. En un bote embarcamos en el barco para Constantinopla, y después de una cena muy pobre nos acostamos bastante cómodamente. Por la mañana me asaltó un viejo turco que insistía en hablar turco conmigo, y cuando eso fallaba intentaba una pantomima y después volvía al turco y seguía con él durante un largo tiempo, hasta que perdí la paciencia. Antes de mediodía llegamos al Bósforo; y en relación a su paso solo puedo decir que fue extremadamente interesante y bello. Las orillas se elevaban por todas partes a una gran altura pero no nivelada en la cumbre, tenía sus lados espesamente salpicados de arboledas y jardines, sus puntos más dominantes coronados con fortalezas de todas las épocas, desde la romana hasta el presente, mientras que en las orillas se alineaban hermosas casas y palacios. Y cualquier punto tiene alguna historia o leyenda interesante conectada con él. Vi los acantilados cimerios desde donde Jasón navegó para encontrar el vellocino de oro, el lugar donde Darío construyó su puente, donde Simeón el Estilita se sentó, etc. Más adelante palacios magníficos de los que no sabía nada. El mismo Bósforo estaba a lo largo de todo el camino casi literalmente atestado de barcos, en su mayor parte yendo hacia Constantinopla, algunos volviendo.

 

Constantinopla se veía bellísima a medida que nos aproximábamos, pero como el sol se ponía sobre ella no la iluminaba, así que no conseguí esa vista suya que es tan célebre. Cuando llegamos a fondear, inmediatamente estábamos en un pandemonio tal como nunca había conocido de cerca. Decidí ir al Hôtel d’Angleterre con mi amigo prusiano (las dos señoras habían desembarcado en Tarabya, cerca del extremo norte del Bósforo). Llegué a tierra en un bote y me dirigí primero al edificio de la aduana. Allí di una gran moneda de cobre a los oficiales y como consecuencia el registro, que una de las dos señoras había afirmado "más que severo, absolutamente arbitrario", se hizo más relajado. Es cierto que abrieron cada pieza de equipaje y que rebuscaban, pero rebuscaban de tal manera como si temieran mucho que pudieran encontrar algo y estuvieran decididos a no hacerlo. Era tan divertido que apenas podía mostrar alguna contención, y de alguna manera me recordó a Sophocles, que a mí me parece más un turco que un griego. Pero todavía no he aprendido a distinguir las razas. Es un conocimiento importante porque los turcos son buena gente honesta y los cristianos son peores incluso que en Europa del Este. Después de esto dos maleteros tomaron mis baúles y subimos la colina de Pera hasta el hotel. Todavía no he estado en la ciudad turca y no lo haré hoy, pues he pensado que hoy descansaría y escribiría cartas. He visto tanto que a menos que vuelva sobre ello en mi mente se me escapará. Siento que ya he olvidado muchas cosas que me interesaban enormemente. [...] No encuentro que haga demasiado calor en Constantinopla aunque dicen que es un día cálido. Es muy parecido a uno de nuestros días calurosos. Las calles de Pera están absurdamente inmundas aunque se supone que están mucho más limpias que Constantinopla mismo. Mañana me levantaré temprano y tomaré un guía para que me enseñe.
Vista de la Constantinopla otomana y sus alrededores, 1870.
Fotografía de Basile Kargopoulo [Fuente: Wikimedia]


En la carta del 2 de septiembre a su esposa Zina hace una amplia descripción de su estancia en Constantinopla. La reproducimos aquí con algunas ilustraciones:

Vista de una calle de Constantinopla, c. 1875.
Fotografía de Gustave Berggren [Fuente: Mutual Art]
Constantinopla,
2 de septiembre 1870

Este es un lugar de aspecto muy extraño. Por todas partes hay ante mis ojos una marea tal de completa novedad que no tengo tiempo para acostumbrarme a ella, ni siquiera el suficiente como para describirla. ¿Por dónde empezaré? Los habitantes son principalmente turcos, griegos, armenios, judíos y francos1. Los periódicos se publican en turco, griego, francés, inglés, hebreo y armenio. Cinco alfabetos diferentes. Hay también muchos negros, persas, árabes, etc. Y he visto aquí gente de la India y de Birmania. Los trajes son por tanto muy variados y, como muchas de las calles están tan completamente atestadas de paseantes como las aceras de cualquier calle de Nueva York, el efecto es muy chocante. Los rusos también tienen aquí su traje particular y por supuesto hay toda clase de sacerdotes con trajes distintos a los del resto de sus propias nacionalidades, y hay muchos uniformes turcos diferentes.


La gente que vive aquí distingue siempre las fisonomías de turcos, griegos, armenios, persas, árabes, etc., pero yo no lo hago con certeza. El vestido de las mujeres turcas por la calle es muy decoroso y modesto. Los velos de las señoras son siempre muy finos y uno puede ver sus rasgos prestando un poco de atención. Unas pocas mujeres son extremadamente guapas, pero en general no me lo parecen. Algunas de ellas también parecen inteligentes, pero esto resulta sorprendente. Algunas de las mujeres del campo cubren sus rostros con un velo grueso. La condición psicológica de las mujeres debe ser interesante, especialmente en tanto que parecen tener poco que ver con la religión. Sospecho que están bastante cercanas a los animales2.

Personajes típicos de Constantinopla , c. 1875.
Fotografía de Gustave Berggren [Fuente: Mutual Art]


El gran bazar de Estambul, 1870. Fotografía de Gustave Berggren
[Fuente: Maison Sadullah & Cie.; Amazon]
El bazar es muy entretenido. Es un lugar grande que tiene muchas calles, una ciudad perfecta de pequeñas tiendas –todas bajo un mismo techo. Cuando deseas comprar algo, apartas todo lo que quieres, generalmente después de haber mirado todo el contenido de la tienda, y preguntas el precio. Cuando preguntas, te invitan a sentarte si todavía no lo has hecho y te traen una taza de café y un cigarrillo. Expresas el mayor asombro ante el precio que el hombre anuncia, no de forma ofensiva sino como si ¡ay! encontraras que está mucho más allá de tus posibilidades. Después de esto una larga discusión de la calidad de los bienes y finalmente ofreces quizás un tercio de lo que había pedido. Esto es por supuesto rechazado y te marchas. Mientras te vas, él ofrece probablemente una suma menor pero la rechazas y te marchas. Después de una hora o así envías a un mensajero con una pequeña mejora de tu precio original. Probablemente eso también sea rechazado. Entonces esperas hasta el día siguiente, cuando vuelves otra vez y tienes una larga charla, quizá de un par de horas o así. Dicen que nada que cueste más de un napoleón de oro debería comprarse en menos de tres días.


Por dar un ejemplo, ayer fui a ver la mezquita de Suleimán, una de las más bellas. Después de quitarme los zapatos pregunté cuánta propina quería el hombre. Quería 22 piastras o 1.10 dólares. Inmediatamente me puse mis zapatos y me alejé y dije que era una gran sorpresa para mí (sé que mucha gente paga eso en cada mezquita). Después de un rato volví a otra puerta y encontré al mismo empleado observándome, y entonces sugerí que estaría dispuesto a dar 11 piastras, y él aceptó. Justo la mitad. Puedesconseguir cualquier cosa por entre 1/5 y 2/3 de lo que la gente pide. Imagino que la gente que entiende bien la cuestión da de promedio alrededor de 1/3.

Mezquita de Suleiman , c. 1880.
Fotografía de Basile Kargopoulo [Fuente: Monoskop]



Me resultó muy difícil conseguir un buen baño turco. Suponen que un europeo no sabe nada de eso y le despachan con la mitad de él. Hoy, el tercer intento, conseguí uno bueno. Muy placentero. Los turcos son gente agradable, honesta, limpia, decente y digna, pero sus vicios son tan diferentes de los nuestros que nos despreciamos mutuamente como tipos repugnantes y viciosos. Conocí en el hotel a dos ingleses que habían viajado a Siria y que sabían árabe3. Uno de ellos, en efecto, comprendía la mayor parte de las cosas dichas en turco, sabía también muy bien persa y bastante hindi. Hablaba el árabe tan bien como el inglés y mucho mejor que nadie aquí y ¡hablaba inglés con acento árabe! Ahora bien, como el árabe no suena como nada humano es un acento peculiar.

Edward Henry Palmer
W. Besant:
The Life and Achievements
of Edward Henry Palmer
 (1883)
Me hice muy amigo de esos caballeros y andando con ellos de un sitio para otro durante dos días pude ver muy bien algunas cosas. Por supuesto conocían a fondo todo sobre las mezquitas, etc. Me animaron mucho a ir a Inglaterra en mi camino de vuelta y a visitar a uno de ellos en Cambridge. Dijo "ahora quiero decir exactamente lo que digo, y no es una cuestión meramente formal cuando digo que mi casa es suya. Puedo darle habitación y comida mientras esté allí". Este caballero tiene la perspectiva de ser profesor de árabe en Cambridge y tuve una conversación muy interesante con él acerca del sufismo y de la adoración del Sol, etc. sobre la que pienso que debo escribir a Perry4. Me resultó un hombre muy interesante y prometió enviarme un libro que había escrito5 y todo lo que escriba de aquí en adelante. Estos caballeros tenían un gran respeto por el mahometanismo y uno de ellos se acaloró bastante cuando alguien habló mal de las danzas derviches. El que acabo de mencionar (Mr. Palmer) siempre solía orientarse hacia la Meca en las mezquitas y decir una oración en árabe. Cuando estaban en Siria viajaban con el traje nativo, y lo que no soportarían y a lo que no estaban acostumbrados sería a ser considerados como "perros infieles", como los cristianos lo son en Constantinopla. Fui con ellos a la mezquita de Santa Sofía6 [] y cuando estábamos caminando en calcetines a través del vestíbulo el hombre pidió ver nuestro permiso o pase para entrar, lo que era otra manera de decir que quería su propina.

Ahora bien, estos caballeros no darían una propina hasta que salieran, así que nos echaron a todos. Entonces soltaron una retahíla tal de maldiciones en árabe como nunca se ha oído; y el árabe es un lenguaje bien sonoro para ese propósito. Continuaron juntos con eso durante aproximadamente 5 minutos, después de lo cual escupieron en el suelo y se marcharon. No sé si la gente tenía miedo de que alguna de esas maldiciones cayera realmente sobre sus cabezas o no, pero el resultado fue que vinieron detrás de nosotros y nos dijeron que podíamos entrar sin ninguna propina. En la mezquita las lápidas con escritura árabe en ellas provocaron la admiración particular de mis amigos, y afirmaron que la quirografía árabe está al mismo nivel que la pintura, y que aquellas cosas debían compararse con los cuadros de Rafael. Había una lápida que parecía algo similar a esto sólo que más regular, que yo habría supuesto que era un mero adorno, pero que ellos leyeron. Sin embargo, no era este tipo sino otro el que ellos admiraban tanto7
.

Constantinopla es desde todo punto posible el lugar más bello y fascinante en el que he estado hasta ahora8.



Vista panorámica de Constantinopla [Fuente: World Digital Library]


En el diario de Charles Drake se da una explicación detallada de la visita de ese día, 31 de agosto, a las mezquitas de Constantinopla que coincide muy bien con las explicaciones de Charles S. Peirce a su esposa. Reproducimos aquí las anotaciones de Charles Drake ese día en su diario (The Literary Remains of the Late Charles F. Tyrwhitt Drake, F.R.G.S., pp. 298-299):


Interior de Santa Sofía. Fotografía de Pascal Sébah, c. 1870
[Fuente: Getty Images]
31. Fuimos con Mr. Peirce (un americano) a ver la Mezquita de Santa Sofía, que es un ejemplo magnífico de basílica bizantina. Al principio los guardianes no nos dejaron entrar, ya que no teníamos permiso y no estábamos dispuestos a dar ninguna propina antes de entrar; de modo que les dedicamos todos los insultos de los que éramos capaces en árabe, y finalmente se retractaron humildemente y nos dijeron que podíamos entrar sin pagar nada. De modo que entramos y visitamos cuanto quisimos. Todo el techo había estado alguna vez recubierto de mosaicos de oro, pero en las zonas en las que se había destruido había sido restaurado con yeso amarillo. En la bóveda central las estrellas habían sido sustituidas por las cabezas de cuatro querubines, que están en las esquinas.

En la galería de los lados, la balaustrada está formada por losas de mármol, de las que han arrancado todas las cruces. En esas losas hay algunas inscripciones griegas. El efecto del edificio en su conjunto es muy bonito, pero se echa bastante a perder por los escalones frente al Mehral, y al estar todas las esterillas ladeadas para mostrar la verdadera dirección de Kibleh.

Después de dar un franco (el precio habitual para un grupo es de 2 o 3 libras por lo menos) y unos cuantos improperios de despedida a los guardianes, fuimos a la Mezquita del Sultán Ahmed, que es bonita por su gran tamaño. Por dentro las paredes están parcialmente cubiertas de azulejos. El exterior es similar al de la basílica de Santa Sofía y evidentemente dio origen a esa arquitectura, que ha sido perfeccionada en las tumbas del Califa en El Cairo, aunque en ellas se prestó casi tanta atención a su belleza exterior como a la interior, o incluso más, mientras que en Constantinopla, en todas las antiguas mezquitas, no parece que se haya tenido en cuenta la apariencia externa.

Mezquita del Sultán Ahmed o Mezquita azul,
fotografía de Abdullah frères antes de 1895 [Fuente: Wikipedia]


Obeliscos del Hipódromo de Constantinopla, 1900
[Fuente: Alamy]
Un poco detrás de esta mezquita está el hipódromo, en el que hay dos obeliscos, uno de pequeñas piedras, antiguamente cubierto de losas y el otro un monolito de granito con jeroglíficos egipcios; se sostiene sobre cuatro cubos de cobre y el pedestal está cubierto de bajo relieves romanos, bajo los cuales hay una inscripción latina que afirma que fue colocado por el emperador Teodosio. Entre los dos hay una columna rota de bronce retorcido.


Pasando por la "torre quemada" (cercana a la tumba del Sultán Mahmúd), que está construida con seis grandes bloques, cada uno terminado en una corona, y cada uno situado sobre un pedestal de mampostería, llegamos a la "torre del fuego", donde siempre hay un centinela que vigila por si hay incendios.

Torre quemada. Fotografía de J. Pascal Sébah, c.1870
[Fuente: The Nordic Byzantine Network]




Torre de fuego
[Fuente: Istanbul Fire Department]
Está sobre el patio del Seraskier Serai y debe tener unos 250 pies de alto. Domina una vista sobre el mar de Mármara y el Cuerno de Oro, y la entrada al Bósforo, mientras que toda la ciudad se extiende como una maqueta a los pies de uno. Es ciertamente una de las vistas más bellas de una ciudad que he visto nunca. Las de Granada y El Cairo son las dos únicas que pueden acercársele algo, y son tan diferentes que es imposible hacer una comparación entre ellas. A las cuatro de la tarde tomamos el vapor "América" y partimos hacia Varna.


El Bósforo es más como un río que como un canal.

Vista del Bósforo c. 1880.
Fotografía de Basile Kargopoulo [Fuente: Monoskop
]

Finalmente, en la carta del 4 de septiembre de 1870, ya embarcado en el vapor Neptune, le escribe a su esposa las impresiones finales de su estancia en Constantinopla. Reproducimos un extracto aquí:



Vista de Constantinopla desde la Torre Galata, c. 1870
[Fuente: Wikipedia]
Comenzamos a navegar ayer por la tarde alrededor de las cuatro y media. El sol estaba situado justo para mostrar la ciudad, pero soy de la opinión de que la vista desde el Mar de Mármara no es más bonita que muchas que tuve desde minaretes, etc. en la ciudad y en Galata9. Sin duda es muy bonita. La ciudad es preciosa, aunque las mezquitas con sus minaretes son demasiado parecidas. Sin embargo, difiero por completo de la persona que dijo que, cuando has visto Constantinopla desde las cercanías, date la vuelta y no destruyas la ilusión entrando en ella. ¡Oh, no! Es por mucho el lugar más encantador en el que he estado hasta ahora. Todo es tan oriental, aunque me he enterado de que no tanto, ni mucho menos, como en El Cairo u otras ciudades musulmanas.

Dista mucho de ser una ciudad sucia; Pera (la parte de los cristianos) es la zona sucia. Bueno, Berlín es infinitamente más sucio y huele diez veces peor10. De hecho hay muy pocos malos olores en Constantinopla; al contrario, constantemente te estás topando con aromas de áloe, sándalo o almizcle. Sobre el bazar ya me he explayado antes. No valoré lo suficientemente el café cuando escribí acerca de él anteriormente. Es por mucho —por muchísimo— mejor que cualquier café francés, que en efecto tiene un sabor infame después de él. Ya has oído acerca de los perros11 así como de muchas otras cosas. Santa Sofía [] es bonita, pero su estilo está muy por debajo del gótico, y el sarraceno me pareció un estilo arquitectónico bastante pobre en ideas12. Confieso que nunca he pasado un tiempo tan entretenido como en Constantinopla, y conocer a Mr. Palmer mereció mucho la pena.

Perros en Constantinopla, J. Pascal Sébah, c. 1870
[Fuente: Lusadaram
]


Notas

1. Era frecuente a finales del siglo XIX denominar "francos" a los europeos occidentales en el Mediterráneo oriental, independientemente de su país de origen. [Fuente: Wikipedia].

2. Este comentario tan peyorativo hacia las mujeres turcas pretende ilustrar su situación de ignorancia y sometimiento: escrito a su esposa, feminista militante, es quizás una manera de apoyar su actuación pública. Aquellas mujeres turcas, aunque llevaban símbolos religiosos en su vestuario, ni siquiera parecían ser conscientes de su significado religioso. Sobre la situación de las mujeres en el Imperio Turco puede ser muy útil la lectura del capítulo 17 "The Invention of Ottoman Women" de Reinhold Schiffer, Oriental Panorama: British Travellers in 19th Century Turkey, Rodopi, 1999, pp. 274-307.

3. Se trata de Charles F. Tyrwhitt Drake (1846-1874) y de Edward H. Palmer (1840-1882) [Fuente: Max Fisch]. Palmer fue un conocido autor sobre misticismo oriental. En 1871 sería nombrado Lord Almoner's Professor de árabe en Cambridge. Fue asesinado en una emboscada de beduinos en Wady Sudr, Sinaí, el 11 de agosto de 1882 [Fuente: Encyclopedia Britannica 1911]. El acompañante de Palmer era Charles Drake, experto en naturaleza, arqueología y exploraciones en el mundo árabe, que fue autor, con Sir Richard F. Burton, de Unexplored Syria (1872).

4. Se refiere probablemente a Thomas Sergeant Perry (1845-1928), crítico literario y editor de la North American Review, amigo de la infancia de Henry y William James y también de Benjie y Jem M. Peirce con quienes convivió en París en 1867. [Cf. W. Harlow, Thomas Sergeant Perry: A Biography, Duke University Press, Durham, N.C., 1950, P. 26]. Su esposa fue Lilla Cabot que pintó un retrato suyo.

5. Se trata muy probablemente de Oriental Mysticism. A Treatise on the Sufistic and Unitarian Theosophy of the Persians, Compiled from Native Sources, by E. H. Palmer, Cambridge, Deighton, Bell, 1867.

6. Cuando Peirce visitó Santa Sofía era una mezquita. Fue utilizada como iglesia católica durante 916 años, desde su construcción en el 537 hasta la conquista de Bizancio en 1453. Desde esa fecha hasta 1934, durante 481 años, se utilizó como mezquita. Después de una restauración completa, en febrero de 1935, fue inaugurada como museo. Sobre las visitas de europeos en aquella época a Santa Sofía puede consultarse la sección 10.2 de Reinhold Schiffer, Oriental Panorama: British Travellers in 19th Century Turkey, Rodopi, 1999, pp. 177-178. En el año 2020 el Estado turco decidió la transformación de Santa Sofía de nuevo en mezquita. Los mosaicos cristianos se ocultan con cortinas durante las plegarias.

7. Probablemente se trataba de una lápida como ésta.

8. Sorprende gratamente advertir la coincidencia de la descripción de la visita a Constantinopla que hace Peirce a su esposa con la que anota Charles Drake en su diario el día 31 de agosto de 1870. Todavía no hemos podido consultar el diario de Edward H. Palmer que se conserva en el Fitzwilliam Museum de la Universidad de Cambridge.

9. Se trata del barrio de Constantinopla fundado por los genoveses, también denominado Pera, en el que Peirce estaba alojado.

10. Ya se quejó del mal olor de Berlín en sus cartas del 30 de julio y del 11 de agosto.

11. La abundancia de perros en las calles de Constantinopla era muy conocida: puede verse un artículo de 1900. La población canina que pululaba por la ciudad se estimaba en unos 350.000 perros que vivían de las basuras de la metrópoli. (Fuente: E. Wilde, Prometeo & Cía, 1899). Sobre los perros de Constantinopla puede consultarse la sección 9.2 de Cfr. Reinhold Schiffer, Oriental Panorama: British Travellers in 19th Century Turkey, Rodopi, 1999, pp. 155-157 y la ilustración de Thomas Allom, Entrance to the Divan.

12. Llama la atención el poco aprecio de Peirce hacia la arquitectura islámica en comparación con la gótica, de conformidad con el parecer habitual de los visitantes europeos (Cfr. Reinhold Schiffer, Oriental Panorama: British Travellers in 19th Century Turkey, Rodopi, 1999, p. 141). En el MS 1328 (c.1898, HP 351) escribirá, casi cuarenta años después, "la idea de que esto [el gótico] vino de los mahometanos, que nunca llevaron a cabo ni una sola pieza de arquitectura con la menor exaltación del sentimiento —que de forma muy sorprendente está ausente en la Alhambra, la Mezquita de Córdoba y en todas las mezquitas en general— es ridícula".


Autores de la página: Jaime Nubiola e Izaskun Martínez

Proyecto de Investigación "La correspondencia del tercer viaje europeo de Charles S. Peirce (septiembre-noviembre 1877)"

Fecha del documento: 14 de junio 2021
Última actualización: 19 de octubre 2021
[Página Principal]