Recuerdos de Herbert Spencer (1903)

En el MS 470 de 1903 (pp. 140-158), que corresponde a la quinta lección de las Lowell Lectures de 1903, con ocasión de la muerte de Herbert Spencer, Charles S. Peirce menciona sus encuentros personales con el filósofo británico y describe la filosofía evolucionista de Spencer.
El original se conserva entre los Charles S. Peirce Papers en la Houghton Library (MS Am 1632, MS 470) de la Universidad de Harvard. La reproducción digital de la carta ha sido hecha a partir del microfilm.
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Señoras y caballeros,

Desde nuestro último encuentro, Herbert Spencer se ha ido y han leído la semblanza1 que ha hecho de él el profesor James que no olvida ni su faceta de filósofo ni la de hombre, y que no contiene nada que no sea verdad. No sé si la inconsistencia de Spencer en materia de religión está remarcada un poco demasiado fuerte; porque me parece que ninguno de nosotros, desde el Papa2 hasta Huxley3, sería tan inconsistente en este tema como Spencer; y desde el punto de vista de la religión efectiva, las inconsistencias teóricas permiten el único modo que todavía tenemos de ver las dos

caras de la verdad. Lo que se dice del carácter personal de este hombre es una cosa muy admirable para ser verdadera. En cuanto a las muchas anécdotas auténticas que he escuchado, puedo contar dos pequeñas de mi propia experiencia. Cuando estaba yo en Londres en 18714 era un hombre joven, más oscuro aun si cabe de lo que soy ahora. Spencer se enteró de mi estancia allí y siendo de la Junta del Athenaeum Club, me recomendó como uno de los doce no-miembros que eran admitidos a la vez. No había ningún otro motivo posible para hacer esto excepto su deseo de favorecer a un sincero investigador. Por consiguiente, llegué a encontrarme con él a diario durante aquella temporada. Tuve la oportunidad de verle a él diariamente y a la mayoría de los principales hombres de la ciencia y de la literatura. Desafortunadamente no juego al billar y esto impidió que le viera tanto

 

como hubiera deseado. [borrado]. Además se opuso enérgicamente a hablar de cualquier tema que pudiera agitar su mente. Era la única manera en la que, con su constitución física, podría conseguir terminar de escribir su libro. Este mismo hecho también explica su reducida lectura de filosofía.

Diez años más tarde5, cuando vino a este país, yo era el mismo individuo oscuro. No puedo imaginar qué pudo hacerle acordarse de mí a no ser lo que yo solía decirle: que él no era [borrado: lo que le dije en el Athenaeum Club fue que mi objeción a su sistema era que él no era]

 

un evolucionista completo [borrado]: y la camarilla spenceriana más importante en Nueva York había mostrado varias veces curiosos signos de una disposición decidida a inclinarse a ignorar cualquier cosa que viniera de mí. Sin embargo, Spencer de nuevo mostró la amplitud de sus simpatías escribiéndome y pidiéndome que nos viéramos y retomáramos el contacto6. Estos dos pequeños hechos merecen ser contados para mostrar el espíritu de este hombre.

Cuando la filosofía se convierta en una ciencia adulta, como lo será antes de que se termine el siglo XX, la primera cuestión que debe plantearse al sopesar la importancia de un filósofo cualquiera será la de qué verdad importante él probó en el sentido en el que las verdades de la filosofía pueden ser

 

probadas. Pero la filosofía no es, todavía, una ciencia en esta sentido estricto. Es simplemente lo que este hombre o aquel hombre afirma pensar; y Herbert Spencer mismo al declinar el nombramiento como uno de los Asociados Extranjeros de la Academia de Ciencias de París, basó su declinación en que su trabajo no era un trabajo científico.

Actualmente, entonces, las cuestiones que debemos plantearnos en orden a estimar la grandeza de un hombre en filosofía son7: primero, ¿qué grandes concepciones ha introducido en la filosofía? Segundo, ¿qué línea de pensamiento ha llevado tan lejos y tan consistentemente como para ser muy instructiva sea para mostrar el gran poder

 

de ese modo de pensar sea [para mostrar] su fatal insuficiencia? Por el mérito de algunos grandes filósofos tales como los hedonistas y los nominalistas, se han desarrollado sus principios con una lógica tan severa que virtualmente los han reducido al absurdo.

Los seguidores de Spencer y, sin ninguna duda, Spencer mismo imaginaron que él era el padre del evolucionismo, pero casi todos los grandes filósofos han tenido una teoría de cómo se creó el Cosmos, una teoría que se encuentra en el corazón de sus sistemas. Una teoría así debe suponer o que el Cosmos es eterno e inmutable, o debe ser una teoría evolucionista. Desde siempre un sistema de emanación es similar

 

al evolucionismo. La mayoría de los grandes filósofos han sido evolucionistas y no emanacionistas. Las peculiaridades que distinguen el evolucionismo de Spencer eran dos. En primer lugar, él suponía una ley eterna e inmutable de persistencia de la fuerza, y el principio de evolución era para él un resultado meramente secundario de la acción de esa ley inmutable. En segundo lugar, la evolución para él, como afirmó en un lenguaje distinguido en un artículo publicado en Collin's Synopsis of Synthetic Philosophy8, era solo uno de los movimientos alternativos que consideró como análogos a la vibración y cómo la vibración es gobernada por un

 

único principio dominante de la persistencia de la fuerza. Una filosofía tal no pertenece a la clase de filosofías fundamentalmente evolucionistas.

Otras concepciones, sin embargo, fueron introducidas en la filosofía por Spencer, como fue la doctrina de que las ideas innatas son, en algún sentido, por algunos medios, hereditarias, y su primera aparición es empírica. Esta idea fue planteada en los cincuenta en los Principles of Psychology de Spencer, un libro muy anterior al famoso libro de Fechner; y yo debería haber supuesto que Spencer tenía alguna pretensión de ser considerado el Padre de la Psicología Moderna, pero el prof. James quien sabe cien veces

 

más que yo de esto9, dice que no es así; es claro que debo haber estado equivocado acerca de esto.

No sé qué otras grandes ideas originó Spencer, pero ciertamente tuvo una extraordinaria habilidad e ingeniosidad para plantear teorías que merecen ser examinadas. Él puede ser estudiado con aprovechamiento como un maestro del razonamiento abductivo10.

La respuesta a la segunda cuestión, cuánto enseñó al mundo desarrollando su propia línea de pensamiento, es muy difícil de asegurar porque grandes fuerzas históricas se agitaban en muchos intelectos poderosos para el estudio del

 

desarrollo social y biológico; así pues, Spencer fue solo uno de los muchos que desarrollaron líneas de investigación que dieron lugar a la idea de evolución que gobierna todas nuestras opiniones como nunca antes había sucedido.

Ciertamente Spencer comenzó esta línea de pensamiento antes de que ningún otro lo hiciera. Esto era tan completamente original en él como un pensamiento puede serlo en cualquier otro, y sus obras sin duda influyeron al principio en una colección de hombres tan notables por su intelecto, como por su gran número, y les influyó hasta tal punto que todas sus opiniones posteriores se construyeron sobre esta base.




Notas

1. C. S. Peirce se refiere al obituario que William James escribió a la muerte de Spencer, "Herbert Spencer's Dead", que se publicó originalmente en New York Evening Post del 8 de diciembre de 1903. También se publicó anónimamente de forma abreviada bajo el título "Herbert Spencer", en The Nation (vol. 77, 1903, 460-461) y también en Critic (enero 1904). Se ha recogido en las obras completas de James: Essays in Philosophy, The Works of William James, Cambridge University Press, Cambridge, MA, 1978, vol. V, pp. 96-101.

2. En agosto de 1903 fue elegido papa san Pío X.

3. Se trata de Thomas H. Huxley (1825-1895), gran defensor de Darwin y de la evolución, muy conocido por su agnosticismo. Al parecer fue el propio Huxley quien había acuñado el término "agnosticismo". Peirce citará a Huxley en su "Review of Spencer's Essays". Huxley aparece también en el estudio de las relaciones entre John H. Newman y Charles S. Peirce. Puede leerse al respecto J. Nubiola, "John Henry Newman y Charles S. Peirce: conexiones y afinidades" (Acta Philosophica, II, 23, 2014, 340-343)

4. En el texto Peirce duda entre 1870 o 1871 para datar su encuentro con Spencer en Londres. Según los datos disponibles en el Athenaeum y en la carta de Charles S. Peirce a su madre del 4 de mayo, se trataba del año 1875.

5. Se trata probablemente de la visita de Spencer a Estados Unidos en 1882. Puede leerse la crónica de su llegada en el New York Times del 22 de agosto de 1882. Las circunstancias de esta visita y los documentos que generó merecen un estudio detenido.

6. No conservamos copia de esa carta. En los Peirce Papers en la Houghton Library solo se conserva la de 5 de marzo de 1894.

7. Durante décadas Charles S. Peirce se interesó por la manera de determinar científicamente la grandeza de aquellas personas destacadas en ciencia. Puede leerse su trabajo de 1901 "Los grandes hombres de la ciencia del siglo" en el que menciona a Herbert Spencer que "ha sido proclamado como mesías científico por un grupo de seguidores más ardiente que filosófico, que no parece estar cobrando fuerza".

8. El título correcto de este libro es Epitome of The Synthetic Philosophy of Herbert Spencer (Williams and Northgate, Londres, 1901).

9. El artículo más famoso de William James de 1878 sobre Herbert Spencer es "Remarks on Spencer's Definition of Mind as Correspondence", publicado en The Journal of Speculative Philosophy vol. 12, n. 1, 1-18. Puede encontrarse también en las obras completas de James: Essays in Philosophy, The Works of William James, Cambridge University Press, Cambridge, MA, 1978, vol. V, pp. 7-22.

William James publicó también una recensión sobre la autobiografía de Spencer, que se publicó originalmente con el título "Herbert Spencer's Autobiography" en The Atlantic Monthly (julio de 1904) y se ha recogido también en el volumen V de las obras completas Essays in Philosophy (pp. 107-122), y en Memories and Studies (NuVision Publications, Sioux Falls, SD, 2008, 45-57).

10. Merece la pena destacar este elogio de Charles S. Peirce hacia Spencer como "maestro del razonamiento abductivo". A pesar de las múltiples críticas de Peirce a las tesis spencerianas, reconoce su magisterio en una cuestión clave para el desarrollo de la ciencia y para el propio sistema peirceano: la generación de nuevas hipótesis mediante la abducción.

 


Traducción de Izaskun Martínez (2015)
Una de las ventajas de los textos en formato electrónico respecto de los textos impresos es que pueden corregirse con gran facilidad mediante la colaboración activa de los lectores que adviertan erratas, errores o simplemente mejores traducciones. En este sentido agradeceríamos que se enviaran todas las sugerencias y correcciones a sbarrena@unav.es
Proyectos de investigación: "Charles S. Peirce en Europa (1875-76): comunidad científica y correspondencia" (MCI: FFI2011-24340), "Charles S. Peirce en Europa (1875-76): comunidad científica y correspondencia" (PIUNA 2012-2015)
Fecha del documento: 28 de julio 2015
Última actualización: 3 de agosto 2015
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