4. 6. Maisons-Laffitte
Official Webpage: http://www.maisonslaffitte.net/index.htm
El Chateau de Maisons-Laffitte fue diseñado por François Mansart (1598-1666) uno de los mejores arquitectos de Francia y construido entre 1640 y 1649. Se levantó para René De Longueil, un prohombre de la nueva burguesía francesa (llegó a ser ministro, Surintendant des Finances, por breve tiempo, en 1650). Se trataba de sustituir un viejo casón en Maisons sur Seine, la cabeza del señorío de la familia, a algo más de 15 km del centro de Paris, junto al río Seine, por donde se podría llegar. Laffite es el apellido del famoso banquero que lo compró en 1818 y vendió gran parte de sus terrenos, que fueron invadidos por numerosas "villas". El lugar, junto al bosque (Fôret) de Saint Germain, era idóneo para hospedar al Rey (Louis XIII: 1601-1643), de paso a sus residencias de caza.
proyecto y valoración
Es el edificio más completo y mejor conservado de François Mansart. Siempre se ha considerado una obra maestra. Jacques François Blondel, en su célebre Cours d'Architecture de 1771, asegura que "todos los años viajamos a Maisons con nuestros alumnos para convencernos de que Mansart es el dios de la Arquitectura".
En esta obra, Mansart se empléo a fondo, hasta su conclusión, y es una obra completamente suya (hasta sus bellísimas verjas). Contó con un presupuesto ilimitado, y actúó con Carte Blanche: se dijo que el gasto había ascendido a 12 millones de libras, un disparate. Mansart ajustó todo a su antojo, como le gustaba, pues su poderosa imaginación le invitaba continuamente a mejorar. Las habladurías (publicadas en panfletos llamados Mansarades) difundieron una anécdota que fue recogida en sus biografías: "Así era Mansart. Apenas construida una parte del Chateau de Maisons, la hizo derribar sin avisar al dueño. Desde luego, esta inestabilidad es inexcusable en alguien tan diestro como él en su profesión" (Daziller, Fameux, 349, Mansarade 3). No está probada; pero refleja la realidad de que el arquitecto hizo cuanto le vino en gana.
Pero finalmente, en esta obra todo manifiesta sensatez y refinamiento (y muchísimo dinero). Si se compara esta mansión con el Chateau d' Ancy le Franc se observa lo mucho que se ha aprendido en el tratamiento de volúmenes y superficies. Pero Maisons se diferencia también de los proyectos contemporáneos, como los de Lemercier por su perfecta armonía, y al mismo tiempo por su imaginación: las numerosas variantes que es capaz de introducir.
El edificio posee una cierta pomposidad sin ser pretenciosa y una elegancia graciosa sin frivolidad. El efecto se debe a pequeños tics, que imprimen cierto vigor nervioso, y alivian la sensación de absoluto equilibrio y formalidad. Son la aportación característica de Mansart.
Plan de masses
La casa es de dimensiones medias (en comparación con los chateaux nobles), como corresponde a un burgués bien situado (en la cúspide). Es mayor de lo que parece, con frecuencia, al observador no francés le confunde el tamaño de las ventanas francesas (muy grandes: compárense con las puertas: véase sección).
La casa se levanta como si fuera un objeto de exhibición al fondo de una plataforma, circundada por un foso. En este momento, disponer de un foso era una cuestión de nobleza, ya que no tenía apenas función defensiva (aunque evitaba tapias o vejas que estorbarían las vistas). La avenida delantera estaría enmarcada por los construcciones destinados a oficios y caballerizas, destruidos en el siglo XIX; por delante se situaban los muy bonitos cuerpos de guardia de la entrada. Aparecen en esta imagen.
En el frente delantero de la casa, al fondo, avanzan unos brevísimos brazos, lo mínimo para insinuar un cour d'honneur, y los pequeños cuerpos laterales de sus extremos llevan unas pequeñas pero marcadas exedras cóncavas en sus flancos (sorprendentes).
El volúmen general se compone del avantcorps central que avanza un poquito, y los pabellones laterales: sus masas destacan gracias a la combinación de tejados (silueta perfecta: ni muy movida ni uniforme).
Sobre la cornisa de remate, breves frontones, unas pocas lucarnes a eje de cada zona (no de los vanos) y unas esbeltas chimeneas conservan algo del pinteresquismo de épocas anteriores; pero sobre todo marcan muy bien los tres ejes, con su jerarquía: principal y laterales (obsérvese la diferencia entre las dos fachadas).
En la zona de atrás, se desarrollaban los jardines hasta llegar al río. Se conocen varias representaciones. Entre ellas, un proyecto de Marot.
FaCades
Están ejecutadas enteramente en piedra, lo que les otorga una particular nobleza. En lugar de la fuerte policromía que impone la combinación usual de ladrillo y piedra, la composición de las fachadas se apoya en el relieve -pequeños cambios de nivel- y una puntuación ornamental mucho más cuidada.
COmo en los edificios anteriores, los alzados se definen netamente con líneas horizontales, que aquí son entablamentos completos y bien proporcionados. Los tejados también están netamente dibujados (bonito, el arranque del tejado central), y se subraya la línea de cumbrera.
Las superficies se articulan completa y suavemente con las consabidas pilastras (dobles, por lo general) y sus entablablamentos bien proporcionados, formando una retícula anodina con intercolumnios de proporción también razonable, que ha sido concebida para inscribir el ventanaje.
Sobre el avantcorps se superponen las calles centrales (recuerdo del Chateau d'Anet), con más fuerza en el cuerpo inferior, dejando un pequeño balcón; se conjugan con los frontones y pórticos laterales. Al extenderse por toda la superficie y usar elementos proporcionados debidamente, la retícula es un "sistema" o bastidor de órdenes clásicos, y mucho más rígido que en las composiciones de tiempos anteriores; y se creería un poco ingenuo: casi de receta.
Pero ahí está el ingenio de Mansart. No es posible describir estas fachadas con detalle: deben examinarse. La composición recetaria está repleta de sus pequeños trucos, que dan una jugosa variedad. La fachada de entrada es más seria, con sus frontones.
La fachada del jardín aprovecha la altura del foso, con mayor vistosidad (mira sobre los jardines adyacentes); y gracias a la introdución de nichos decorativos, recurso ya probado en obras anteriores, consigue mayor variedad. Los nichos rompen el ritmo uniforme de pilastras dobles, que solo se emplea en las esquinas; se sitúan en los centros de cada zona, y se apoderan de los ejes de la composición, reforzados por las lucarnes. A los lados asoman los pequeños pórticos, con un extraño intercolumnio menor al centro (y con intercolumnios mayores ante los vanos).
Cuando se advierte todo ello (y más), se creería imposible diseñar esta residencia de otro modo. Es perfecta en su género; y entonces se comprende que ha llevado muchas horas de diseño y exigido una perfecta ejecución en piedra. Sería el momento de mirar otras obras que, en comparación, resultan convencionales, manidas, deslabazadas, y frecuentemente torpes.
Distribution
Como la residencia no es muy grande, se resuelve en una sola crujía extendida; con ello, además de lograr un notable desarrollo de fachada (algo menos de 70 m), las estancias disfrutan de luz y vistas por ambos lados.
El edificio se compone de dos pisos equivalentes, que probablemente distinguen en origen los apartamentos de verano (abajo: más húmedos y sombríos), y los de invierno (arriba: más abrigados y soleados); pero en este caso, en el piso superior se preparó un apartamento para el Rey, que gustaba cazar en terrenos cercanos: del bosque de Saint Germain.
La distribución oficial es la única que cuenta: la secuencia ceremonial; en ella no existen dependencias auxiliares. En los bajos y altos de la casa se acomodarían las cocinas y almacenes y otros oficios y las habitaciones de criados, que también se acomodaban en dos pabellones externos, destruidos en el siglo XIX, que flanqueaban la entrada, con lugar para caballerizas y cocheras.
El vestíbulo es necesariamente central; y la caja de escalera se abre a un lado correcto (derecha). Tras ellos, se alínean los apartamentos; la secuencia se tuerce para disponer los dormitorio de gala (chambre de parade) en los ángulos, dotándolos de luz y vistas a dos fachadas; los dormitorios habituales se retraen y desde ellos se accede a unos bonitos y frescos vestíbulos elípticos, concebidos para asomarse a cubierto en las pequeñas exedras laterales, sobre el foso.
La distribución del piso superior, con chambres de parade en los ángulos, es más clara: y es la que justifica la forma general del edificio, que deseaba expresarla. Al apartamento principal precede una gran sala; los despachos o cabinets dan a terrazas, y los grandes dormitorios se asoman a balcones sobre los pequeños pórticos de la fachada del jardín.
Hay un pequeño apartamento central en la tercera planta, que disfrutaría de bonitas vistas (que pueden ampliarse si se sube a la linterna que corona la fachada de entrada).
Vestibule
Vestíbulo y escalera están resueltos en piedra vista, excelentemente aparejada, y la escalera es un pequeño alarde de cantería. El vestíbulo aprovecha (y justifica) los dos retranqueos de la calle central de las fachadas; y permite hacer un señorial juego de órdenes clásicos en piedra enmarcanado las dos puertas; y es la habitación más monumental de la casa; desde antiguo fue admiradísimo (y con razón).
eScalier d'honneur
La solemne escalera principal emula la que proyectó años antes Mansart para Blois. La escalera d'honneur sube descubierta dentro de su caja: por encima del piso noble un primer arranque de bóveda sostiene una bonita galería volada; por encima de ella, se cierran telescópicamente la cúpula y sus linternas, creando un estupendo efecto espacial. La galería volada permitiría alojar discretamente a algunos músicos cuando se quisiera dar una recepción especialmente sonada.
