Carta de Charles S. Peirce a su hermano James Mills Peirce
(Pest, 25.08.1870)



En esta carta a su hermano James, escrita desde Pest el 25 de agosto de 1870, Peirce se refiere a sus planes de viaje y a cuestiones relativas a su salud, afirmando que es mejor aceptar el curso regular de los eventos humanos. En el último párrafo aparecen algunos detalles sobre su estancia en Pest.
El original se conserva entre los Charles S. Peirce Papers en la Houghton Library (MS Am 1632, L 339) de la Universidad de Harvard. La reproducción digital de la carta ha sido hecha a partir de la fotocopia disponible en el Peirce Edition Project. Para la transcripción se ha tenido en cuenta la que preparó Max Fisch [VBla(4)#3], accesible también en Indianapolis.
Letter transcription
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Pest. 25 agosto 1870

Querido Jem. Tu carta1 me ha influido para retrasar por una semana mi viaje a Grecia. Se dice que Constantinopla es uno de los lugares más saludables en el Mediterráneo. Su septiembre isotérmico pasa a través de Milán y siempre hay una buena brisa del Mar Negro. Pienso que ir a Grecia no es del todo seguro, pero reduciré al mínimo mi estancia allí. No puedo evitar ir allí y como después de todo no es probable que coja la fiebre, por qué preocuparme de mí mismo en absoluto; además no habría de ser una gran pérdida socialmente2. Habrás hecho cuanto pudiste para mantenerme lejos, pero es del todo absurdo hacerse infeliz por el curso regular y normal de los eventos humanos. Si nunca volviera3, confío en que mis amigos recordarán que cuanto menos se preocupen por ello, más conforme serán a mis ideas4. No creo que para el momento en que llegue a Roma haya serio peligro si tomo una habitación en lo alto de mi hotel y evito

 

el sol y el aire nocturno, y no hago caso a un peligro que me parece infinitesimal. En Grecia quizá tomaré quinina5 y, si continúa el actual tiempo fresco, será suficientemente seguro. No necesitas suponer que la idea de estos riesgos es del todo nueva para mí. Ya había dado vueltas a la cuestión en mi mente antes de decidirme a navegar.

Pest es un lugar bastante agradable para estar, aunque pienso que probablemente no estoy en el mejor hotel6. Sin embargo este en el que estoy es muy agradable y lamentaré mucho al partir de aquí dejar atrás el último vestigio de Alemania. Realmente no sé qué haré cuando tenga que depender del francés. Seré un pelele entonces, una bestia muda. Hay aquí una muy bonita galería de pinturas. Pero es lento, muy lento; eso es lo que disfruto. Pero los vinos son infames7. Sí, el Ofener Adelsberger8 en Viena es infinitamente mejor que lo que puedo encontrar aquí. Lamento ser tan breve pero ahora debo hacer el equipaje; escribiré de nuevo desde Constantinopla. Gracias por tus cartas.

C. S. P.


Notas

1. No se conserva esta carta de Jem a su hermano Charles.

2. Probablemente la carta de su hermano Jem le alertó acerca del riesgo de contagio de fiebre amarilla, que por aquel entonces comenzaba a llegar a Europa y se difundía por el Mediterráneo.

3. Quizás en esta carta Peirce esté expresando un cierto destino trágico de su vida, agravado probablemente por la muerte inesperada cuatro meses antes, el 22 de abril de 1870, de su hermano Benjamin (Cf. J. Brent, Charles Sanders Peirce: A Life, Indiana University Press, Bloomington, 1993, p. 76)

4. En esta afirmación de Peirce puede encontrarse quizá un eco de un aspecto importante de su pensamiento, frecuentemente repetido a lo largo de los años: el valor relativo de la vida y de los logros de cada individuo como tal. Para Peirce es la comunidad la que avanza hacia la verdad, y solo como miembros de esa comunidad tienen nuestros logros algún valor futuro. La ciencia no es una actividad aislada, no es el producto de muchos individuos, sino por así decir un sistema social. Se busca construir un consenso genuino común basado en la realidad. Es la comunidad, cuya continuidad posibilita la experiencia, el diálogo y el razonamiento lo que permite el avance de la ciencia hacia la verdad (CP 2.654, 1877).

Escribía Peirce en 1901: "El mundo científico es como una colonia de insectos, en la que el individuo se afana para producir aquello que él por sí mismo no puede esperar disfrutar. Una generación reúne premisas para que una generación distante pueda descubrir lo que significan. Cuando un problema llega ante el mundo científico, inmediatamente cientos de hombres ponen todas sus energías a trabajar en él. Uno contribuye en esto, el otro en aquello. Otro compañero, situándose sobre los hombros del primero, alcanza un poco más alto, hasta que se alcanza el último parapeto" ("Scientific Method", Dictionary of Philosophy and Psychology, vol. II, J. M. Baldwin (ed.), p. 502; CP 7.87, 1901).

5. La quinina fue utilizada en el siglo XIX para el tratamiento profiláctico de la fiebre amarilla. Para más información sobre las epidemias de fiebre amarilla en Europa puede consultarse H. Haeser, Lehrbuch der Geschichte der Medicin und der epidemischen Krankheiten, Gustav Fischer, Jena, 1882, vol. 3, pp. 782-787. De hecho la epidemia de 1870 se concentró en la península ibérica [Fuente: J. Tuellsa, P. Massóc: "Colonialismo, trasiegos y dualidades: la fiebre amarilla", Vacunas.org (octubre 2007)].

6. Se alojó muy probablemente en el Hotel de l'Europe que en el MS 1560a califica de "v[ery] [nice]".

7. Puede resultar curioso que los vinos húngaros parecieran infames a Peirce, puesto que para la literatura especializada son vinos tradicionalmente de muy buena calidad. En su Oekonomische Encyklopädie (1773-1858), Johann Georg Krünitz escribía sobre los buenos vinos de Ofen (Buda en alemán), y decía también que algunos podían no resultar de lo mejor por su composición, por no calmar la sed, etc. (Cf. J. G. Krünitz (Hrsg.), Oekonomische Encyklopädie oder allgemeines System der Staats- Stadt-Haus- und Landwirthschaft, Pauli, Berlin, 1773-1858, Bd. 104, S. 374). Quizá fueran éstos los que probó Peirce y de ahí su impresión negativa de los vinos que encontró en Hungría.

8. En su manual para viajeros de 1850 John Murray decía a quienes visitaran Hungría: "Las colinas alrededor de Ofen están cubiertas de viñas, que producen el buen vino tinto húngaro, llamado Ofener; pueden recomendarse los tipos denominados Adelsberger y Sangre de Turco". (J. Murray, A Handbook for Travellers in Southern Germany, John Murray, London, 1850, p. 493).


Traducción de Sara Barrena (2008)
Una de las ventajas de los textos en formato electrónico respecto de los textos impresos es que pueden corregirse con gran facilidad mediante la colaboración activa de los lectores que adviertan erratas, errores o simplemente mejores traducciones. En este sentido agradeceríamos que se enviaran todas las sugerencias y correcciones a sbarrena@unav.es
Proyecto de investigación "La correspondencia europea de C. S. Peirce: creatividad y cooperación científica (Universidad de Navarra 2007-09)

Fecha del documento: 16 de abril 2008
Última actualización: 20 de abril 2022
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