3. 2. Teatro di San Carlo. Napoli, 1737

El teatro de San Carlo fue iniciativa del Rey Carlos VII de Napoli (desde 1759, Carlos III de España: 1716-1788), a poco de su llegada al trono, procedente del Ducado de Parma (que contaba con un magnífico ejemplar de teatro de corte). El edificio se alzaría junto al Palazzo Vecchio, permitiendo la comunicación a cubierto desde palacio. Se inauguró en 1737. Su diseño se debió a Giovanni Antonio Medrano, formado como ingeniero militar, que fue capaz de concluirlo en muy poco tiempo.

Este primer edificio es importante en la historia de los teatros, aunque de él no queda nada a la vista. Por ser un teatro real, se concibió a una escala inasequible a los presupuestos de cualquier empresario. En su momento fue el mayor teatro de Italia (lo que equivalía a decir del mundo). Y aunque no presentaba novedades especiales, todos los componentes fueron refinados y ajustados a esa gran magnitud. Cabe considerar al viejo San Carlo como el primer teatro "racional": el primer edificio exento concebido con generosidad para funcionar como un teatro multitudinario.

Era un edificio sencillote, casi un barracón de uso militar (al gusto del rey Carlos). Los edificios civiles napolitanos se resolvían frecuentemente con una cierta desnudez mediterránea: muros enfoscados o estucados y fachadas lisas, generalmente con tejados planos. Estos casones, iluminados por el fuerte sol, causaban sensación en los visitantes venidos del norte de los Alpes. El San Carlo destacaba sobre el conjunto, con un enorme volumen compacto, techado a dos aguas, sin concesiones al exterior, salvo en las portadas de las escaleras anteriores, único lujo arquitectónico del conjunto.

Plan

Su distribución estaba muy pensada. Las circulaciones no eran, como habitualmente, espacios residuales de la sala, sino verdaderos conductos, que sugieren un pequeño hormiguero. El ingreso se hacía a través de tres cajas de escaleras dobles (en el centro estaba la venta de billetes), que subían hasta las galerías más bien estrechas (pero iluminadas) que comunicaban horizontalmente; dos cajas angulares de escaleras daban acceso a los seis órdenes de palcos. Las galerías permitían distinguir la jerarquía de las personas: el Rey tenía acceso directo a su palco desde la galería lateral en el piso superior. Pero el primer propósito era que, en caso de incendio, la sala pudiera desalojarse con rapidez.

El escenario era gigantesco, dispuesto sobre grandes arcos laterales, para permitir el paso de cualquier elemento. Al fondo se abría un patio cubierto ligeramente (en parte practicable), que permitiría dar mayor profundidad a las decoraciones. Y una puerta lateral con una escalera suave permitía el acceso de caballerías, que intervenian en las escenas más aparatosas.

La construcción era elemental y eficiente: con grandes muros de carga e inmensas armaduras. El edificio se hallaba cortado en dos por un gran muro protector, que separaba el escenario del lugar para el público, una disposición que heredarán los demás teatros; el muro subía hasta los tejados dividiendo la cubierta, para impedir que si el fuego prendía en los decorados pasara a la cubierta de la sala.

La sala

La sala tenía el contorno de una "pala" de jugar a pelota, de una "racchetta": una circunferencia con tangentes hacia la boca del escenario. Marcaría un importante precedente. Estaba revestida en toda su superficie por un número inusitado de palcos (más de 180) dispuestos en seis pisos, que daban al interior el aspecto de un panal. Cuando el teatro se llenaba de público ofrecía una vistosidad única. Por deseo del rey, una parte de ellos pertenecía a la nobleza napolitana. Eran palcos sin recámara, con lo que se pretendía evitar (inútilmente) el trasiego que estos pequeños salones generaban en otros teatros, punto de encuentro para tertulias y juegos. Era proverbial que el público apenas atendía, salvo en los momentos más señalados (entonces, con entusiasmo).

La sala era excepcionalmente larga y ancha: desde el arco del escenario al palco real había cerca de 23,5 metros, con una anchura máxima un poco menor. Este teatro señaló un neto límite: la acústica era deficiente; el defecto se atribuyó a varias causas, entre ellas la forma del techo (fig. 2); pero era evidente que intervenían las dimensiones. El teatro solo podía destinarse a música cantada (que alcanzaba mayor distancia), y se oía mal al fondo de los palcos bajos y en los palcos superiores de los ángulos. Las voces menos fuertes se perdían.

Con el tiempo, en comparación con los siguientes grandes teatros, el interior pareció pobre: se redecoró en 1767 y de nuevo en 1777, por el arquitecto real Ferdinando Fuga. Entonces adquirió un espléndido interior, en azul y oro, cuajado de candelabros, que se reflejaban en cornucopias, dando lugar a un empíreo titilante, que se hizo proverbial.

Neoclassical San Carlo

El San Carlo sufrió una drástica reconversión, que incluyó una nueva y valiente fachada neoclásica del arquitecto y escenógrafo Antonio Niccolini (1772-1850), concluida en 1811; es la que sobrevive (fig. 3). En 1816 un incendio destruyó absolutamente el interior y obligó a construir un Nuovo San Carlo, con las mismas líneas generales (fig. 4 & 5).

Este nuevo edificio también fue muy hito en la historia de la música; tuvo como primeros directores a Rossini y Donizetti; y en él se dieron estrenos señaladísimos. Es fama que el nuevo teatro poseía (posee) una acústica casi inigualable. Sin embargo, desde el punto de vista arquitectónico, el San Carlo quedaba superado por edificios más ambiciosos todavía, como l'Scala de Milan.

Con todo, la fachada es decididamente interesante; y parece mal dejarla sin comentario. Es un diseño "neoclásico", pretendidamente antiguo, y en realidad imaginativo y original. Obligado por la sección, el primer cuerpo es altísimo, y se subraya por una fuerte rusticación, donde se taladran los arcos de entrada y se incrustan relieves. Sobre él, corre una columnata más bien grácil y no muy alta, entre dos sencillos machones; y el conjunto se corona por un desnudo hastial, a modo de frontón. En bocetos, con tan fuertes contrastes, era una fachada imposible; en vivo, funciona bien. A comienzos del 19th parecería "antigua" a más no poder, aunque no hubiera ejemplos de composiciones así.

El interior es grandioso, con una decoración rica y unitaria (en un estilo pretendidamente clásico, imaginativo y elegante). Durante los dos primeros tercios del siglo 19th, conservó la multiplicidad de sus candelabros, con velas de cera, a pesar de los avances del gas y la electricidad, pues el efecto era estupendo (hoy imitado con electricidad).

Fue muy dañado en los bombardeos de la WWII, en 1943, y restaurado después. Hoy es uno de los teatros más bellos de Europa. Teatro di San Carlo. Napoli. Official webpage

 
Joaquin Lorda. CLASSICAL ARCHITECTURE

VII. Theaters

3. Baroque theaters

3. 1. European Baroque theaters
3. 2. Teatro di San Carlo. Napoli, 1737
3. 3. Teatro Regio. Torino, 1740
3. 4. French Baroque model
3. 5. Grand Theatre. Bordeaux, 1775
3. 6. Odeon de Paris. 1779
3. 7. Little magnificent theaters
3. 7. The Galli da Bibiena's designs
3. 8. The Galli da Bibiena's treatises
3. 9. Baroque stage machinery



  1. Nuovo San Carlo

  2. Nuovo San Carlo

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