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¡Ay, Deán de Canterbury,
De Canterbury Deán,
Bolchevista y anglicano,
Doble y redomado mal!
Tú, cuyas filantropías
No se privaron jamás
Ni de armiños de «confort»,
Ni de pelucas de «cant»;
Tú, que si queman iglesias,
Iglesias de los demás,
Piensas que tiene la tuya
Su calefacción central,
¿Quién te mete a hablar en nombre
De toda la humanidad?
¿Quién, a rodear el tuyo
De publicitario afán?
Te hubieses quedado quieto,
En un curato rural,
«The right man in the right place»
Se te podría llamar;
En tanto que hoy nos decimos:
—La «place» para este «man».
Sería la de una estela
En coro de Catedral;
Pero no encima la silla,
Sino debajo, quizá,
Y fijado y esculpido
En un festón del nogal,
Por gótico imaginero
De fantasía bestial,
Con una mona debajo
O con el diablo detrás. |
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