2. 1. San Josemaria Escriva (1902-1975)

San Josemaría Escrivá fue el fundador del Opus Dei, una institución de la Iglesia Católica (una Prelatura Personal), a la que pertenecen cristianos corrientes y sacerdotes. Y también fue el fundador de la Universidad de Navarra.

Nació en 1902 en Barbastro, una ciudad muy pequeña de Huesca, una provincia algo olvidada de España; fundo el Opus Dei en 1928, murió en Roma en 1975. Durante toda su vida fue perseguido por eclesiásticos católicos: cuando era joven le acusaron de introducir novedades peligrosas en la Iglesia; cuando fue mayor, le acusaron de defender la tradición. Esa constante contradicción le hizo santo. Fue canonizado por Juan Pablo II el 10 de octubre de 2002, ante una inmensa multitud de fieles. Algunas minorías católicas, principalmente españolas, mostraron agriamente su desacuerdo (como denunciaban todo lo de los otros católicos).

QUERÍA SER ARQUITECTO

Cuando San Josemaría era joven deseaba ser arquitecto. Mostraba aptitudes : apreciaba los conjuntos y detalles, y se maravillaba ante los monumentos. Durante toda su vida conservó su afición por la arquitectura, la decoración, los objetos y los muebles.

En cierta ocasión, en Logroño, vio las huellas de los pies desnudos de un carmelita sobre la nieve y le conmovieron. Comenzó a pensar que Dios deseaba otra cosa de él : sería sacerdote. Y, como decía para sí mismo (y aconsejaba a los demás), debería ser sacerdote cien por cien: a tiempo completo.

Los viajes que realizó para atender a las nuevas fundaciones del Opus Dei le permitieron conocer algunas ciudades como Viena, París o Londres. Y, por la misma razón, en los últimos años de su vida conoció las principales ciudades de Latinoamérica. Cuando se construían o decoraban (con lo que se podía) residencias del Opus Dei por todo el mundo, se interesaba por ellas. Pero urgía dar a conocer a Jesúcristo, y nunca tuvo tiempo para esas aficiones.

En cambio, le preocupaba mucho que el culto, y especialmente la Eucaristía, se realizara con la mayor dignidad posible. Para él era una cuestión de fe y de amor. Le dolían los descuidos, por pereza o abandono. Los católicos creemos, y él lo creía firmemente, que el pan y el vino consagrados son el mismo Jesucristo, Dios. Y cuando queda custodiado en el sagrario es el mayor tesoro de la iglesia.

San Josemaría en 1936

San Josemaría con estudiantes de arquitectura
tras salvarse de la persecución de 1936

San Josemaría Escrivá

San Josemaría contemplando el interior del Santuario de Torreciudad

roma

Su vida transcurrió en Roma, a donde llegó en 1946. Amaba la ciudad, sobre todo porque allí vive el Papa; y se consideraba muy romano; la conocía bien : durante muchos años apenas salió de ella. De joven había padecido una diabetes grave; siendo ya mayor le afectó a la visión, que fue reduciéndose poco a poco.

Trabajaba en su despacho en las tareas de gobierno, impulsando el apostolado de todo el mundo. San Josemaría era vital, y de temperamento muy activo, pero sabía que debía entregarse a un trabajo monótono, como el de tantas personas. La misión que Dios le encomendó, el Opus Dei, consistía precisamente en enseñar que el trabajo más anodino puede santificar, ayudar a los demás, llegar a Dios: es algo santo que hace santo al que lo realiza, si se procura realizar bien, con amor, y como servicio a los demás.

el secreto del OPUS DEI

Un cristiano corriente no puede inhibirse y dedicarse a sus consuelos espirituales; no puede desentenderse de sus deberes como ciudadano (de una ciudad, de un país, del mundo): de tantas necesidades económicas y morales, que reclaman soluciones. Pero el cristiano debe actuar según su conciencia, optando por las soluciones que le parezcan convenientes, con plena libertad.

Lo que se le pide es que actúe con madurez, con preparación, con constancia, con solvencia profesional : haciendo las cosas extraordinarias, pero sobre todo las normales (las de todos los días a todas horas) profesionalmente bien. Y para ello se requiere amor: por Dios y por los demás (los que están alrededor, los prójimos o próximos). Trabajar sin amor, decía San Josemaría, es como "coser con una aguja sin hilo".

Pero la vida cristiana no es solo una colección de consejos de autoayuda. Nuestros errores y limitaciones producen un continuo desgaste que se repara con una ayuda especial de Dios. El amor ha de renovarse continuamente en la oración y en la Santa Misa, sabiendo que Dios es más fuerte que nuestras debilidades. Hay algo más. La pequeña experiencia del Opus Dei (como la de otras muchas instituciones y personas) enseña que la incomprensión y la persecución formarán parte de sus pasos en el futuro, como ha sido en el pasado. Cualquiera que desee ser cristiano se encontrará con esta incomprensión específica (por ser cristiano). Cuando tope con ella, debe reconocer que es una bendición de Dios: es la cruz de Jesús.

intentar TRABAJAR CON AMOR

Enseñaba este mensaje a quienes se le acercaban; también a los jóvenes arquitectos que conoció : trabajar con esfuerzo, atender a los detalles, por Dios y por servir a los demás. Hacer con amor las tareas grandes y más todavía las pequeñas, las de todos los días, desapercibidas, pero imprescindibles. Dios las ve; y los demás se benefician del sacrificio escondido que supone terminarlas bien. Cito unas palabras suyas :

"Vuestra vida y la mía han de ser así : corrientes. Procuraremos acabar bien todos los días las mismas cosas que tenemos obligación de hacer, sin chapuzas, ni complicaciones, ni tonterías de la imaginación. Dios nos espera siempre; a mí, entre los papeles; y a vosotros, donde estáis.

El Señor está en los libros, en los aparatos del laboratorio, en las máquinas del taller o de la fábrica, en el trabajo profesional de cualquier tipo que realizáis."

 
Joaquin Lorda. CLASSICAL ARCHITECTURE

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2. Dedicatory

2. 1. San Josemaria Escriva (1902-1975)
2. 2. Francisco Iñiguez (1901-1982)
2. 3. Luis Moya (1904-1990)
2. 4. Other professors
Primer Sagrario del Opus Dei
 
El primer sagrario del Opus Dei, que San Josemaría preparó con lo mejor que encontró

 

Cúpula de Vaticano
 
Las habitaciones del Papa, desde el balcón de la primera casa donde estuvo San Josemaría. Pasó la primera noche en oración por el Papa

 

Torreciudad
 
El Santuario de Torreciudad. Fue uno de sus últimos empeños, por amor a la Virgen María
 
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