PREFACIO


Giovanni Papini (1910)

Traducción castellana de Izaskun Martínez (2009)



Esta es la traducción castellana del prólogo que Giovanni Papini incluyó en una colección de ensayos de William James que él mismo tradujo en 1910 bajo el título Saggi Pragmatisti (Lanciano, R. Carabba Editore, 1910, pp. 5-8). En este libro se recogen cuatro de los ensayos más representativos de James: 1. "El método pragmatista"; 2. "La noción de conciencia"; 3. "La energía de los hombres" y 4. "La inmortalidad humana". Además, Papini incluyó una bibliografía que recoge las obras de James y tres obras en italiano sobre el filósofo norteamericano.


Tras los Estados Unidos e Inglaterra creo que Italia es el país que más lee y admira los libros del gran pensador americano. En Alemania sólo recientemente se ha traducido su libro sobre el Pragmatismo; en Francia solamente desde hace pocos años, y con dificultad, ha aparecido la traducción de su obra sobre la experiencia religiosa y antes de esto su nombre era recordado solamente por los estudiosos de la psicología —junto con el nombre de Lange— cuando se hablaba de su famosa teoría sobre el origen de las emociones. Pero ni siquiera en Francia —aunque estuvo durante un tiempo en París y fue amigo y admirador durante muchos años e su "alma gemela" Henri Bergson— se siente por él esa cálida simpatía que, sin embargo, ha encontrado en Italia, no sólo entre los filósofos sino también entre los profesionales del estudio y la enseñanza.

Desde 1897, esto es, cuando salió su libro más famoso, The Will to Believe, comenzaron a discutirse sus ideas y uno de los primeros que entendió su importancia fue nuestro inolvidable Vailati que dedicó a ese libro nada menos que tres recensiones. Pero el mayor mérito de la difusión de las obras de James en Italia se debe al Dr. G. C. Ferrari, director de la Revista de Psicología, y a su amigo y ayudante, Mario Calderoni, quienes en pocos años tradujeron los grandes Principios de psicología, Talks to Teachers y Las variedades de la experiencia religiosa, de modo que cuando James, en 1905, vino a Roma para el Congreso Internacional de Psicología, encontró entre nosotros discípulos fieles, muchísimos admiradores y una popularidad que él, como me confesó en aquellos días, no se esperaba. Después de aquello, aparecieron en revistas italianas —por ejemplo, en la Revista de Italia y en el Leonardo— artículos suyos, y se pensó en una traducción de La voluntad de creer que se ha terminado ahora y que debería salir dentro de poco en Milán.

He contado esta pequeña historia del éxito de James en Italia para poder decir que este libro, en el que se reúnen cuatro de sus mejores ensayos, no pretende ser una revelación. Todos aquellos que buscan, todos aquellos que dan lo mejor de sí por el estudio del alma, de la conciencia, de la fe, han tenido entre sus manos los libros de William James y saben que él, después de haber escrito el libro de psicología más original que tienen los anglosajones, ha pasado a problemas más generales, se ha enfrentado con la metafísica, ha penetrado en el mundo misterioso de las creencias religiosas, ha restaurado, retomando una idea y una palabra de su compatriota C. S. Peirce, aquel antiguo método inglés de reflexión y de investigación que hoy en día se llama Pragmatismo y del que ahora se ha convertido en el apóstol en América y en Inglaterra, de una filosofía voluntarista y pluralista que se opone con vehemencia a las doctrinas monistas y racionalistas que dominan hoy en día también las universidades y las revistas europeas y transatlánticas.

Por lo demás, en los siguientes ensayos, se verán casi todos los aspectos de su pensamiento. El primero, además de ser una exposición del principio fundamental del pragmatismo, James trata de la aplicación de este método al problema de la existencia de Dios y hace una crítica al monismo. En "La noción de conciencia" se encuentra un análisis, siempre desde un punto de vista pragmático, de uno de los postulados más comunes de la psicología. En el tercero, se estudiará al psicólogo que, no contento con saber, con conocer, quiere que la conciencia se transforme inmediatamente en una mejora del hombre, y se indican nuevas reservas de fuerza y actividad. En el último, por fin, James se quita de en medio dos problemas que se oponen habitualmente a la creencia en la inmortalidad del alma. Pero por todos lados se escucha al James que amamos: el hombre de las ideas claras, de las aventuras sugestivas, de las imágenes inesperadas, vivas e irreverentes, el hombre que no puede padecer cavilaciones ni abstracciones, sino que está lleno de cálida simpatía humana por la mejores aspiraciones del alma de los mejores. Aunque no convenza, gusta; y siempre que leo una página suya me siento más alegre, más fuerte, más confiado y me parece volver a ver aquella sonrisa suya de investigador honesto y de buen amigo que vi por primera vez hace cinco años, en las avenidas llenas de sombras y de muchachos de Villa Borghese.


Fecha del documento: 19 de marzo 2009
Ultima actualización: 26 de marzo 2009

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