Eugenio d'Ors
GLOSARIO INÉDITO    
(ABC, 28-III-1925)

FORJA Y FUNDICIÓN(1).— ¿En qué se distingue el hierro forjado del hierro fundido?
En que el primero ostenta la señal de los martillazos. Es decir, de un esfuerzo, de una energía de hombre, aplicada allí directamente. Esto da a la materia una calidad, que es un valor.
Lo mismo, exactamente lo mismo, puede advertirse en cualquier producto de arte o de espíritu. Con independencia de las condiciones que llamaríamos estrictamente formales —con independencia de un contorno, revelable en diseño—, otras hay de materia, de sabor, de apretamiento o flacidez, de dureza o blandicie, que a primera vista ya traicionan el probo ahínco o la cómoda improvisación… Son, para seguir en el ejemplo, las huellas de los martillazos.
Traducción de una contractura tensa, que los proyectaba sobre la austeridad de la materia hostil, vencida, estos martillazos, como ennoblecen un hierro o un cobre, ennoblecen un estilo.
Hay estilos de forja y estilos de fundición. Esto se conoce en seguida.

PROSA FORJADA O FUNDIDA(2).— Visitemos dos Exposiciones de pintura. Ésta es la de un artista probo. Esta otra, la de un simulador. En la primera —independientemente de cualquier consideración de asunto y aun de las representaciones en que se figuran los objetos— la materia aparece como sólida y densa y bien trabada. En la última, nuestra impresión nos finge que, pasando un plumero o soplando, la pintura se desvanecerá.
Como el color en manos del que(3) pinta, la sintaxis para quien escriba. Existen igualmente prosas que se dirían fundidas y coladas, y otras forjadas y trabajadas a martillo. Puede haber, en éstas, un pecado: que la fatiga se deje conocer excesivamente. Pero, tal vez, peor pecado es disimularla del todo.
Me gustan los escritores en quienes(4) la sintaxis se muestra bien plasmada y a punto. Por ejemplo, Paul-Jean Toulet.

¿PRECIOSISMO?(5)— A veces, este trabajo de forja de Paul-Jean Toulet llega al preciosismo.(6) Se lo han echado en cara, como una censura. Pero también eran preciosistas los góticos forjadores del hierro.
A quien doma un duro metal, puede perdonársele que ceda a la tentación de dar al metal domado forma de lirio. Sobre todo, si este lirio —como acontece en las rejas góticas, en cuyo primor estoy pensando en este momento—, viene a coronar la verticalidad lisa y austera de un largo tallo, que cumple, además, honradamente, una misión utilitaria: la misión de cerrar.
Mucho le será perdonado, si extrema la finura, a quien ha martilleado mucho.
De esta familia, Paul-Jean Toulet. Lo que tuvo de gramático sirva para absolver lo que tuvo de esteta.
Con estas reflexiones —y esperando ver confirmado, una vez más, en sentido de apología—, he abierto el libro póstumo Les trois impostures, que acaban de publicar los amigos de Toulet(7).

DUDAS(8).— Todo el mundo sabe cuánta distancia aleja al hipérbaton francés del hipérbaton latino. El idioma francés ha ido evolucionando —en parte, bajo la influencia del cartesianismo filosófico— hacia el rigor del orden lógico, garantía de la claridad. Mas, ¿era fatal esta evolución? En otros términos, y más justos —puesto que, en el fondo, nada es fatal en el campo del Espíritu—, la índole, lo que se llama "el genio" de la lengua francesa, ¿se aviene mejor, necesariamente, con su hipérbaton de recursos limitados?
El ejemplo de Rabelais permite la duda en este punto. El ejemplo de Toulet —éste, por lo moderno, más significativo— la mantiene.
Con esta duda —y, por la misma vacilación, edificados—, termino la lectura de Les trois impostures(9).

UNA BIOGRAFÍA.— Había pasado toda su juventud leyendo la Gaceta. ¿No era justo que le dejasen consumir su madurez en redactarla?
Pero vino lo que vino, y todo se torció.

OBSERVACIÓN CALLEJERA.— Esta manera de andar que ahora tienen ellas, que, a cada tres o cuatro pasitos, han de dar un salto.

DECLARACIÓN.— Aunque el favor no esté pedido con toda gentileza, ¿por qué no otorgarlo, cuando cuesta tan poco?
"A ver…", dice a veces al viajero de la plataforma el viajero que sale del interior del tranvía. Y aquél se hace a un lado y le deja al otro que pase; lo mismo que si urbanamente le hubiese insinuado: "¿Tiene usted la bondad…?"
No hay, pues, inconveniente en traer a estas glosas la declaración, por alguien solicitada, de que la Comisión española, que lleva los trabajos de nuestra representación en la Exposición internacional de Arte decorativo, de París, no tiene la culpa de los desdichados prospectillos que, para anuncio del certamen, se han circulado. Ni antes se la echábamos, esta culpa, ni ahora nos cuesta confesar que aquella Comisión debe ser llamada tres veces benemérita, si es verdad, como nos dice, y creemos, que ha renunciado a lanzar ciertos sellitos, en que la composición ornamental del prospecto aparecía reproducida con un encarnizamiento punible.
Por otra parte, renunciamos a conocer el autor del desaguisado.
Ningún procedimiento de instrucción debe seguir a nuestra denuncia.


(1) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. II, p. 196. ad. Espejo de virtuosos artistas Nuevo Glosario.
(2) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. II, pp. 196-197.
(3) del que] de quien Nuevo Glosario, vol. II
(4) quienes] quien Nuevo Glosario, vol. II.
(5) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. II, p. 197.
(6) ad. Ello Nuevo Glosario.
(7) Con estas reflexiones… de Toulet] om. Nuevo Glosario.
(8) recogido en Nuevo Glosario, Aguilar, vol. II, pp. 197-198.
(9) Con esta duda… impostures] om. Nuevo Glosario.


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Última actualización: 19 de junio de 2008