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Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
GLOSARIO en La Libertad
Eugenio d'ORS, «Glosario», La Libertad, Madrid (7-I-1920—21-XII-1922)          

 
El tónico de la responsabilidad (En un libro póstumo de W. James / «Un singular período de actividad tranquila» / El tónico / Unas gotas de pesimismo / La ilusión) (5-XII-1922, p. 1)            
En un libro póstumo de W. James
¿Conocéis la colección, publicada en Londres, de los escritos póstumos de William James? Hay en ese libro muchas cosas interesantes. En especial, una serie de «semblanzas» breves de algunas personalidades famosas (Agassiz, Emerson, Davidson, Spencer, etc.). También se encuentra allí, bajo el rótulo «On some mental effects of the earthquake», un curioso análisis de las reacciones producidas en el espíritu de un pueblo por el acontecimiento de una gran catástrofe.
Catástrofe —ésta, sí— debida exclusivamente a la Fatalidad.
Se trataba de los californianos; y la catástrofe cuyos efectos estudia el psicólogo en el alma colectiva y, además, íntimamente, en el alma propia, era el terremoto de San Francisco.
«Un singular período de actividad tranquila»
James condensa el resultado tal vez imprevisto —y casi inmediato— del golpe tremendo en la siguiente fórmula: «Un singular período de actividad tranquila».
¡Hermoso espectáculo, y de admirar! Todos allí, al día siguiente de la trepidación trágica, sintieron el deber de que la nobleza serenísima de la humana voluntad se mostrara en largo contraste con la locura de la Naturaleza.
Movimientos así tienen, en cualquier ocasión, una fuente muy alta: la conciencia de la responsabilidad.
El tónico
No hay mejor tónico. A un abúlico, perdido de neurastenia, ¿sabéis por qué medio se logra, a veces, hacerle recobrar alguna energía? Confiriéndole la guarda de alquien que se encuentre peor que él … En Imola, en la Emilia, me acuerdo de haber visitado una vez una institución para jóvenes anormales y delincuentes precoces, dependiente del manicomio que llevaba Ferrari, y regida por una personalidad curiosa y genial, la signorina Francia, quien, en el desempeño de su santa misión, revelábase una manera de Ulises, «fértil en astucias». La signorina Francia, para mejorar el estado de un idiota, le encarga­ba, por ejemplo, de la custodia y responsabilidad de un epiléptico.
¿Y no hemos experimentado todos que si, en coyuntura de problemas repetidos y rápidos —sea en un viaje—, nos acompaña alguien más experto y desembarazado que nosotros, aumentan nuestros aturdimientos y nuestra incapacidad, mientras que, si el compañero es inferior a nosotros todavía, lo que pasa es, ¡qué diablo!, que crecemos un poco?
Unas gotas de pesimismo
Pasando ahora de lo pequeño a lo grande, lo cierto es que una concepción panfilista de la Naturaleza, el mirarle con constante bondad, trae un resultado deprimente: representa la confianza de que, en el viaje de la vida, llevemos al lado alguien más sabio que nosotros… Al contrario, unas gotas de pesimismo, la visión de una Naturaleza hostil, pueden convertirse en preciosos estimulantes. Se necesita de toda la blandura de un Cándido para no recibir del terremoto de Lisboa una indirecta lección de energía.
Flojos, los americanos de William James no lo eran, en verdad. Su reacción ante la catástrofe de San Francisco puede calificarse de heroica.
La ilusión
¡Si pudiera abrigarse para nosotros, para el actual momento de España, esta ilusión!
«Después de una administración vigorosa del tónico de la responsabilidad, un largo período, estimulado por la misma catástrofe, DE ACTIVIDAD TRANQUILA».

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Última actualización: 6 de abril de 2009