J. C. Ballesteros (dir.): Introducción a la filosofía
Universidad Católica de Santa Fe, Santa Fe, Argentina, 2007, pp. 315-320



El pragmatismo

 

El Pragmatismo es la expresión filosófica más original elaborada en los Estados Unidos. En sus comienzos el pensamiento norteamericano mostró claras influencias de la filosofía europea, como puede advertirse en la transcripción que hizo Thomas Jefferson (1743-1826) en la Declaración de la Independencia de 1776 de un principio de John Locke: "Nosotros consideramos de manifiesta evidencia estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que han sido dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables; que entre ellos están la vida, la libertad y la busca de la felicidad". No obstante, el debate filosófico en los Estados Unidos de América estuvo marcado desde sus comienzos por dos perspectivas no filosóficas: la proporcionada por la cosmovisión religiosa y la derivada de las teorías científicas de la época. Harvard, fundada en 1636, fue el lugar donde se combinaron estos dos factores, dando como resultado la ruptura con la iglesia calvinista, surgiendo así el unitarismo, que aceptaba el poder de la razón para dominar el mundo natural y la actitud religiosa ante la vida. El trascendentalismo, por su parte, rechazaba la religión unitarista y propugnaba en su lugar un concepto de divinidad y de experiencia religiosa trascendente. En el fondo se trata de dos lecturas diferentes de Kant: Kant, realismo escocés y empirismo de Locke (unitarismo) y Kant, el idealismo de Hegel y el romanticismo de los británicos Coleridge y Carlyle (trascendentalismo). El trascendentalismo influyó mucho en la literatura, con Ralph Waldo Emerson (1803-1882), sobre todo con su conferencia The American scholar (1837) considerada la declaración de la independencia intelectual de los Estados Unidos. También es muy importante en esta época Walt Whitman (1819-1892), con Hojas de hierba (1855), quien tomó distancia del trascendentalismo y sostuvo que lo mejor de los Estados Unidos estaba "en lo común de las gentes".

Durante la presidencia de Abraham Lincoln (1809-1865) tuvo lugar la Guerra de Secesión (1861-1865), en la que se enfrentaron el Sur esclavista (confederados) con el Norte unionista. Muchos estudiantes de Harvard se alistaron en los regimientos del Norte en esta guerra. Uno de ellos fue Oliver Wendell Holmes (hijo), quien fue herido gravemente. Sobre esto escribió un relato en el que expresó: "Es curioso con qué rapidez la mente se adecua, en ciertas circunstancias, a relaciones enteramente nuevas. Por un rato pensé que me estaba muriendo, y me pareció lo más natural del mundo. En el momento en que volvió la esperanza de vida, pareció tan aborrecible para la naturaleza como siempre el hecho de que yo debiera morir". Holmes, quien con el tiempo llegaría a ser miembro del Tribunal Supremo de Justicia de su país, meditó mucho sobre esto y sacó una conclusión que ejerció mucha influencia sobre el pragmatismo: la rapidez con que la mente se adecua a las circunstancias muestra que la prueba de una creencia no es la inmutabilidad, sino la adaptabilidad. Nuestras razones para necesitar razones siempre están cambiando. Holmes aprendió de la guerra que la certeza conduce a la violencia. Le producían un profundo disgusto las personas que se representaban como un instrumento de un poder superior: "Detesto al hombre que sabe que sabe". Por eso sostiene con mucha propiedad Louis Menand en su interesante libro El club de los metafísicos que lo que tenían en común hombres como Holmes, James, Peirce y Dewey no era un conjunto de ideas, sino una idea sobre las ideas: son herramientas que la gente crea para hacer frente al mundo en que se encuentra, producidas socialmente por grupos de individuos.

En la elaboración de este pensamiento común fue importante la influencia de la filosofía alemana. Durante el siglo XIX muchos universitarios norteamericanos realizaron estudios en Europa poco antes o después de graduarse. Muchos de ellos se inclinaron por hacerlo en Gran Bretaña, pero más de nueve mil lo hicieron en Alemania.

El término pragmatismo procede de la palabra griega pragma (acción) en el sentido que le había dado Kant, y alude a la postura que sostiene que la verdad es un principio social de autorregulación del curso de la acción. Entre sus fuentes están Hegel, Kant, Blondel, Hume y Berkeley. Sus principales representantes fueron Peirce, James y Dewey.

En 1907 Charles Peirce escribió un manuscrito que nunca publicó: "Fue a comienzos de la década de 1870 [fue en 1872] cuando un grupo de nosotros, los jóvenes del viejo Cambridge, llamándonos en parte irónicamente, en parte desafiante, 'The Metaphysical Club', porque por entonces el agnosticismo, con grandes ínfulas, fruncía soberbio el ceño frente a toda metafísica, solíamos reunirnos, a veces en mi estudio, a veces en el de William James". Constituían el Club, entre otros, Charles Peirce, William James, Oliver Wendell Holmes (hijo), y Chauncey Wright, "el Sócrates de Cambridge". Este "Club metafísico" fue el que dio origen al pragmatismo.

Charles S. Peirce (1839-1914) fue el principal pensador americano de su época. Fue quien propuso el término "pragmatismo", aunque luego lo cambió por el de "pragmaticismo". Sostuvo que la función del pensamiento es producir creencias, y que éstas son reglas para la acción. La verdad es aquello en lo que creemos, y no hay una realidad a la cual las ideas puedan corresponder. William James (1842-1910) estudió Medicina en Harvard y se desempeñó como catedrático de Filosofía en esta Universidad desde 1874. Entre sus obras pueden mencionarse Principios de Psicología, Las variedades de la experiencia religiosa y Pragmatismo.Un nombre nuevo para viejos modos de pensar. Fue influido por Peirce, particularmente por un artículo de éste: "Cómo esclarecer nuestras ideas". En 1898 hizo la primera formulación del pragmatismo, sosteniendo que una doctrina es verdadera en la medida en que es útil y provechosa. Negó las categorías metafísicas y los principios universales. Sostuvo que el pragmatismo estaba de acuerdo con el nominalismo en su apelación constante a los casos particulares; con el utilitarismo, en poner de relieve los aspectos prácticos y con el positivismo, "en su desdén por las soluciones verbales, las cuestiones inútiles y las abstracciones metafísicas". Para James el pragmatismo no tiene dogmas ni doctrinas; solamente es un método. Al respecto escribió en Pragmatismo:

Como ha dicho muy bien el joven pragmatista italiano Papini, se encuentra en medio de nuestras teorías como el corredor de un hotel. Innumerables puertas se abren ante él. Tras una, se encuentra un hombre escribiendo un libro ateo; en la siguiente, otro, de rodillas, pide fe y fortaleza; en la tercera, un químico investiga las propiedades de un cuerpo. En la cuarta, se elabora un sistema de metafísica idealista; en la quinta se demuestra la imposibilidad de la metafísica. Pero el corredor es común a todos y todos deben pasar por él, si desean seguir un camino practicable para entrar o salir de sus habitaciones respectivas.

De esta manera James reafirmaba su decisión de apartarse de la consideración de causas o principios y de considerar solamente los aspectos metodológicos con relación a las consecuencias de las acciones.

John Dewey (1859-1952) fue profesor en la Universidad de Michigan (1884-1888), Minnesota (1888-1889), Michigan (1889-1894), Chicago (1894-1904) y Columbia, Nueva York (1905-1929). Sus fuentes principales fueron la filosofía de Hegel, el evolucionismo de Darwin y el pensamiento de William James. Definió su postura como instrumentalismo y sostuvo que el pensamiento es un producto de la evolución biológica. Sostuvo que la ciencia debe ayudar a lograr una reconstrucción racional de la vida humana, por lo que su filosofía prestó especial atención a la educación y a los problemas sociales y políticos. Sus obras son muy numerosas, entre las que se pueden mencionar La escuela y la sociedad (1900), Democracia y educación (1916), La reconstrucción de la filosofía (1920), Naturaleza humana y conducta (1922), Libertad y cultura (1939), El hombre y sus problemas (1946), etc.

Una cuestión que es importante destacar en Dewey es la relación que hay en toda acción humana entre motivos y consecuencias. Existen, sostiene, dos posiciones unilaterales que deben ser superadas. Por un lado está la de Kant, quien considera que los resultados obtenidos no cuentan para determinar la moralidad de la acción, porque no dependen de la buena voluntad. Por otro lado está la posición de Jeremías Bentham (1748-1832), que sostiene que la moral consiste en producir consecuencias que contribuyan al bienestar general y que los motivos no cuentan en absoluto. Dewey sostiene, en consonancia con los otros pragmatistas de su época, que en la acción humana lo que interesa fundamentalmente son las consecuencias previstas y deseadas. Pero si las consecuencias son deseadas los motivos también cuentan. Dewey identifica "conocimiento" con "método científico". Por eso sostiene que la "racionalidad" es una cuestión que se refiere a la relación medios y consecuencias y no a primeros principios fijos, como premisas definitivas o como contenidos de alguna certidumbre.

Rechaza que pueda haber una correspondencia exacta entre el conocimiento y lo que las cosas son. Esta certidumbre es reemplazada por Dewey por la creencia racional fundamentada, o lo que denomina en la Lógica "asertibilidad garantizada", ya que, a diferencia de Peirce, el término "creencia" le parece ambiguo. Este resultado provisorio del conocimiento dirige la conducta humana, pues su finalidad es la solución de problemas prácticos.

Precisamente, Dewey entiende por "pragmatismo" la doctrina según la cual la realidad posee un carácter práctico. La realidad carece de una entidad subsistente y solamente es para nosotros la suma de condiciones en las que se desarrolla la acción. En La influencia del darwinismo en la filosofía, de 1909, Dewey sostiene que la publicación de El origen de las especies alteró las filosofías que descansaban en el supuesto de la superioridad de lo que es fijo y final y de que el cambio y el origen son signos de lo defectuoso y lo no real. Por eso la tarea de la inteligencia no es el descubrimiento de la existencia de una realidad previamente constituida a la que deba adecuarse, porque no hay un orden de esencias fijas e intemporales dadas de una vez para siempre.

Dewey afirma que desde el punto de vista lógico la verdad absoluta es un ideal que no se puede realizar en la medida en que otras observaciones y experiencias sean posibles. Los conceptos tienen un carácter instrumental porque son los medios que permiten reorganizar el medio circundante. Si tienen éxito en esta tarea, son verdaderos. Dewey es muy enfático al sostener que quienes se oponen a esta concepción instrumentalista de la verdad son quienes conservan la herencia de la concepción filosófica clásica que sostiene la existencia de una Realidad Suprema como verdadero Ser, distinta de una realidad inferior e imperfecta. El concepto pragmático de la verdad, sostiene en La reconstrucción de la filosofía, rechaza radicalmente semejante punto de vista. No busca un cuerpo fijo de verdades superiores en que apoyarse; no mira hacia atrás, hacia algo que ya existe, sino hacia delante, hacia las consecuencias. La verdad solamente es lo comprobado en un momento de la investigación, que prosigue indefinidamente. Por eso sostiene que el pragmatismo se diferencia del empirismo histórico en que no insiste en el análisis de los fenómenos antecedentes sino en los consecuentes, no en los precedentes a la acción, sino en sus posibilidades. Dewey llamó instrumentalismo a su modo de concebir el pragmatismo, afirmando que tiene por principal cometido considerar cómo funciona el pensamiento en la determinación experimental de consecuencias futuras. Aquí nuevamente está la influencia de Darwin, porque Dewey afirma que tomar el futuro en consideración conduce a la concepción de un universo cuya evolución no está acabada. Pero está también la influencia de Peirce, de quien nuestro autor se reconoce deudor en distintos lugares de su Lógica.

Para Dewey la filosofía no es un conocimiento especializado reservado al ámbito académico, sino algo cuya materia y tarea surgen de las presiones y reacciones que se originan en la comunidad misma en que surge una filosofía determinada, cuya función es tratar de resolver los problemas de los seres humanos en su contexto social y cultural. El instrumentalismo de Dewey, en consecuencia, le da al pensamiento la tarea de reconstruir el presente estado de cosas y no el de contemplarlo.

Es importante tener en cuenta que si la acción se justifica por las consecuencias previstas, debe haber algún criterio para establecer qué consecuencias son "buenas" o convenientes. De lo contrario todo quedaría supeditado al parecer del sujeto actuante. Debe observarse que ni Dewey ni el pragmatismo originario en general, son relativistas. Un hombre tan confiado en el método científico como él no puede sino buscar la objetividad del conocimiento. Sin embargo, cabe preguntarse si Dewey tuvo éxito en alcanzar ese carácter objetivo, al menos en el caso de los juicios morales. Su estrategia consistió fundamentalmente en apelar a la experiencia acumulada por la comunidad y al consenso logrado en su interior sobre cómo deben ser calificadas esas acciones en virtud de sus consecuencias. Pero el problema es que en las sociedades modernas, si bien hay algunas normas comunes, suele haber opiniones encontradas sobre qué normas y qué procedimientos son los que corresponden en cuestiones morales. Dewey confiaba que aplicando el rigor del método científico al análisis de las acciones todos los hombres llegarían a las mismas conclusiones en asuntos morales. Pero en la práctica dio paso a un relativismo que él no había deseado.




Nota

1. Hay una muy buena explicación del desarrollo de la filosofía en los Estados Unidos en sus orígenes en la obra de Louis Menand: El club de los metafísicos. Historia de las ideas en los Estados Unidos. Traducción de Antonio Bonnano, Ediciones Destino, Buenos Aires, 2003. Las citas de William James están tomadas de su obra Pragmatismo. Un nombre nuevo para viejos modos de pensar. Traducción de Luis Rodríguez Aranda. Editorial Sarpe, Madrid, 1984. El importante artículo de Charles S. Peirce "Cómo esclarecer nuestras ideas", en traducción de José Vericat, puede encontrarse en http://www.unav.es/gep/HowMakeIdeas.html (El GEP es el Grupo de Estudios Peirceanos de la Universidad de Navarra, que posee una newsletter y una de las webs más amplias en Internet relacionadas con Peirce). De la numerosa producción de John Dewey puede verse La reconstrucción de la filosofía, Traducción de Amando Lázaro Ros, Editorial Planeta-Agostini, Barcelona, 1993.

 


Una de las ventajas de los textos en formato electrónico respecto de los textos impresos es que pueden corregirse con gran facilidad mediante la colaboración activa de los lectores que adviertan erratas, errores. En este sentido agradeceríamos que se enviaran todas las sugerencias y correcciones a webmastergep@unav.es


Fecha del documento: 31 de marzo 2008
Ultima actualización: 31 de marzo 2008

[Página Principal] [Sugerencias]


Universidad de Navarra