LA BASE DEL PRAGMATICISMO EN LA 'FANEROSCOPIA'



Charles S. Peirce (1905)

Traducción castellana de Sandra Ollo (2004)


MS 908 (La última parte de este documento fue publicada en CP 1.317-21. Existen muchas versiones del texto titulado "Las bases del pragmaticismo"; fueron escritas en un periodo de unos nueve meses que comenzó a partir de agosto de 1905, y estaban concebidas para ser el tercer artículo para The Monist de Peirce. El presente texto es el quinto intento de Peirce, escrito probablemente en diciembre de 1905. Las palabras "en la faneroscopia" han sido añadidas al título de esta versión). El plan original de Peirce para esta serie de artículos requería que en el tercero presentara la prueba del pragmatismo. En este artículo y en el que sigue, "La base del pragmaticismo en las ciencias normativas", Peirce establece el fundamento sobre el que erigir su demostración (aunque más tarde decidió que su mejor argumento tenía que hacerse con los grafos existenciales [Existential Graphs]. Sus esfuerzos preliminares ofrecen una comprensión importante acerca de lo profundamente que el pragmaticismo está incrustado en su sistema de filosofía. La base del pragmaticismo que Peirce desarrolla aquí son su faneroscopia y la doctrina de la valencia de los conceptos que derivan de ella. Peirce explica por qué tiene sentido esperar que la experiencia posea sólo "tres elementos indescomponibles", y ofrece una prueba abreviada de su tesis de reducción. Este artículo muestra bien los esfuerzos de Peirce para hacer de la filosofía una ciencia, para lo que es necesario "abandonar todo esfuerzo por hacerla literaria". No obstante, Peirce concluye su borrador con una caracterización poética de la interacción crucial que existe entre el mundo de la imaginación, la rudeza de la experiencia y nuestro "ropaje de contento y costumbre".




Ya he dado las razones que me convencieron de que, si la filosofía tiene que ser una ciencia, el primer precio que debemos pagar por ello tiene que ser el abandono de todo esfuerzo por hacerla literaria. Debemos tener un vocabulario en el que cada palabra tenga un significado único, ya sea definido o vago; y para este fin no debemos evitar inventar nuevas palabras cuando realmente lo necesitemos, y si estas palabras resultan desagradables a los escritores de buen gusto, esto hará que sean aún más apropiadas para nuestros usos. Fue en la búsqueda por satisfacer esta condición cuando inventé la palabra "pragmaticismo" para denotar de una manera precisa el significado que ya había inventado anteriormente para la palabra "pragmatismo"; y puesto que ésta última había sido empleada, no sólo por los filosofistas [Philosophists] para expresar doctrinas que no quedaban cubiertas por mi definición original (me complació mucho que lo hicieran), sino también por escritores elegantes en asociaciones que, me atrevería a decir, tienen algún significado para los lectores que comparten sus hábitos mentales, pero que yo no podría comprender sin más trabajo que el que estoy dispuesto a invertir. En vista de estos hechos, pensando que posiblemente los deseos del inventor de la palabra tendrían un cierto peso, a pesar de su rechazo a obtener una patente, o incluso a reclamar que nadie debería escribirla o leerla excepto él mismo, me arriesgaría a recomendar que esta palabra se use para denotar esa opinión general sobre la naturaleza de la clara aprehensión del pensamiento que es compartida por todos aquellos a los que el mundo llama pragmatistas, y que así se llaman a sí mismos, sin importar cómo uno u otro de nosotros estableciese la sustancia de ese acuerdo. Tras un buen rato de reflexión y relectura cuidadosa1, he llegado a pensar que la opinión del pragmatista común, ya mencionado, es que cada pensamiento (salvo quizá ciertas ideas simples bastante sui generis) tiene un significado más allá del contenido inmediato del pensamiento mismo, así que es tan absurdo hablar de un pensamiento en sí mismo, como lo sería decir de un hombre que era un marido en sí mismo o un hijo en sí mismo, y no sólo porque el pensamiento siempre se refiere a un objeto real o ficticio, sino también porque se supone interpretable. Si este análisis de la opinión pragmatista fuera correcto, la amplitud lógica del término pragmatista sería de esta manera enormemente ampliada, pues llegará a ser predicable, no sólo del señor Royce (quien, aparte de su análisis, me impresiona decididamente como pragmatista), sino también para una gran parte del mundo de la lógica, -quizá para la mayoría- desde tiempos remotos. La opinión habitual de los lógicos modernos era que una gran proporción de los conceptos posee un significado más allá de sí mismos, ya que han seguido a Leibniz hasta el punto de admitir un amplio tipo de cogniciones "simbólicas", aunque sin duda han discrepado en cuanto al pensamiento no simbólico o "intuitivo". Los nominalistas, claro está, en tanto que se adhieren a la doctrina de su "venerable inceptor"2 deben clasificarse, según esta comprensión, como pragmatistas, puesto que Ockham consideraba todos los conceptos como "términos", y habló de ellos claramente como signos mentales3. Tampoco los escolásticos realistas posteriores a Aquino eran particularmente contrarios a este punto de vista. Verdaderamente, el propio Aristóteles sería un pragmatista. Si queremos excluir el grueso general de tales lógicos de las filas de esta escuela, no deberíamos describir más a esta última como compuesta de aquellos que mantienen la doctrina de que cada pensamiento tiene un significado más allá de su contenido inmediato, sino como confinada a aquéllos que insisten de manera especial en ciertas consecuencias de esta doctrina, cuando la unidad de su opinión perdería su delimitación.

Los contenidos de la mayoría de los libros de lógica son un batiburrillo sincretístico, y es difícil detectar cualquier diferencia que no sea de detalles entre un libro y otro. Sin embargo, es cierto que ha habido, y sigue habiendo, muchos lógicos que en relación con nuestros pensamientos más primarios y simples protestarían contra la teoría de que tienen un significado exterior. "¡El significado!", exclamarían estos lógicos, "¡Eso es precisamente el concepto!". De acuerdo con mi análisis, la refutación de esta opinión hará de nosotros pragmatistas. Para establecer el pragmaticismo, será necesario mostrar más adelante que si la última interpretación de un pensamiento se refiere a algo que no sea una determinación de una conducta condicional, no puede ser de una calidad intelectual y por lo tanto no es en el más estricto sentido un concepto.

Propongo emplear el término Faneron como nombre propio para denotar el contenido total de cualquier consciencia (ya que cualquiera es sustancialmente alguna otra), la suma de todo lo que tenemos en la mente, de algún modo cualquiera sin tener en cuenta su valor cognitivo. Esto es bastante vago: lo dejo así intencionadamente. Sólo señalaré que no limito la referencia a un estado de consciencia instantáneo; puesto que la cláusula "de algún modo cualquiera" incluye la memoria y todo el conocimiento habitual. Probablemente el lector se preguntará por qué no me contenté con alguna expresión ya en uso. La razón es que la falta de cualquier asociación contigua con la nueva palabra la hará más aguda y clara que "una moneda usada".

Invito al lector a que se una a mí en esta pequeña investigación del Faneron (que será bastante idéntica tanto para él como para mí) para descubrir qué diferentes formas de elementos que no se pueden descomponer contiene. En atención al interés general de esta investigación, propongo que llevemos el asunto aún más lejos de lo que la cuestión del pragmaticismo requiere, pero podría verme forzado a condensar excesivamente el asunto. Será un trabajo de observación. Pero para que un trabajo de observación dé algún fruto considerable, debe haber una preparación de la mente, una consideración, tan definitiva como se pueda, de lo que es posible que la observación revele. Éste es un principio familiar a cualquier observador. Incluso aunque uno esté destinado a sorprenderse bastante, la preparación será de gran ayuda.

Entonces, como preparación para nuestro viaje, consideremos qué formas de elementos indescomponibles es posible que encontremos. La expresión "elemento indescomponible" suena pleonástica; pero no lo es, puesto que con ella me refiero a algo que no es sólo elemental, ya que lo parece, y parecerlo es la única forma de ser que un constituyente del Faneron tiene como tal, sino que es además incapaz de ser separado en partes por un análisis lógico, ya sean partes sustanciales, esenciales, relativas o de cualquier otro tipo. Así, una vaca observada sin atención puede ser quizá un elemento del Faneron; pero lo sea o no, es cierto que puede ser analizada de forma lógica en muchas partes de diferentes tipos que no están en ella como constituyentes del Faneron, puesto que no estaban en la mente de la misma manera que lo estaba la vaca, ni en ninguna manera en la que la vaca, como una aparición en el Faneron, podría decirse que está formada por estas partes. Tenemos que considerar qué formas son posibles, más que considerar qué tipos son posibles, porque es universalmente admitido, en todo tipo de investigaciones, que las divisiones más importantes son divisiones de acuerdo con la forma, y no de acuerdo con las cualidades de la materia, en caso de que la división de acuerdo con la forma sea posible en absoluto. Verdaderamente, esto resulta necesariamente de la misma idea de la distinción entre forma y materia. Si nos contentamos con la afirmación usual sobre esta idea, la consecuencia es bastante obvia. Sin embargo, puede surgir una duda sobre si es posible establecer alguna distinción de forma entre elementos indescomponibles. Pero ya que una posibilidad queda probada tan pronto como se halla un solo caso real, será suficiente señalar que aunque los átomos químicos eran lo que hasta hace bastante poco se creía, cada uno de ellos del todo indescomponible y homogéneo, no obstante desde hace medio siglo se sabe que difieren uno de otro, no realmente en su forma interna, sino en su forma externa. Por ejemplo, el carbono es una tétrada combinada sola en la forma CH4 (gas metano)4, esto es, con cuatro enlaces con mónadas (como el H) o sus equivalentes; el boro es una triada, formada por la acción del magnesio en el anhídrido bórico, HBH, y nunca se combina con ninguna otra valencia; el glacinio es una díada formada por CLGCL, como muestra, de forma concluyente, la densidad del vapor de esta sal, corroborada por muchas otras pruebas, y ésta, tiene siempre la misma valencia; el litio forma LiH y LiI y Li3N, y es invariablemente una mónada; y finalmente el helio, neón, argón, criptón y xenón son "medadas" [medads] que no entran en ninguna combinación de átomos. Concluimos, entonces, que hay una justa razón previa para sospechar que los elementos indescomponibles del Faneron pueden igualmente tener diferencias análogas en la forma exterior. Si encontráramos que esta posibilidad se actualiza, nos suministrará, más allá de toda disputa, la división más importante con mucho de todas las divisiones de tales elementos5 .

Confío en que ningún lector me creerá capaz de razonar por analogía, comparando la constitución de las sustancias químicas con la constitución lógica del pensamiento. Sé muy bien que mucha de la sustancia del presente artículo tiene un parecido claro con cierta clase de material semi lunático del que hay tanto en el mundo como para cargar las estanterías de cualquier lógico ya mayor que no tome medidas para librarse de él. Sé además, que el mundo está lleno de mentes de tal calibre que, porque bastantes sinsentidos considerables sean de cierto tipo, no desean conocer nada más que sea de ese tipo. No lo lamento mucho, porque es improbable que una persona que juzgue de esta manera, posea la extraña facultad de mirar más allá de sus propios ojos y ver lo que es evidente, -una facultad, sin embargo, que yo deseo en mi lector, y que confío en que cada lector atento posea. Pero, aunque no ofrezco un argumento tan crudo, es cierto que toda ciencia física implica (no digo que dependa de) el postulado de una semejanza entre la ley de la naturaleza y lo que al hombre le es natural pensar, y además, el éxito de la ciencia proporciona una prueba arrolladora de que este postulado es verdadero; y en consecuencia, suena lógico recomendar claramente que la hipótesis de los elementos indescomponibles del Faneron, que son en su constitución general como los átomos químicos, sea asumida como una hipótesis con vistas a ser sometida al examen de una investigación inductiva.

Sin embargo, existen consideraciones adicionales que garantizan nuestras expectativas más confiadas de encontrar en elementos del Faneron ciertas formas más que ciertas otras. Así, a menos que el Faneron consistiera enteramente en elementos del todo desunidos mentalmente, en cuyo caso no tendríamos ninguna idea de un Faneron (puesto que ésta, si poseemos esa idea, es una idea que combina al resto), que es tanto como decir que no habría Faneron, su esse siendo percipi si alguno lo es; o a menos que el Faneron mismo fuera nuestra única idea, y fuera absolutamente indescomponible, cuando no podría haber tal cosa como una interrogación ni tal cosa como un juicio (como se verá más adelante); se sigue que si existe un Faneron (lo que sería una aserción), o incluso si podemos preguntar si lo hay o no, debe haber una idea de combinación (esto es, teniendo la combinación como objeto pensado). Pero, la idea general de una combinación debe ser una idea indivisible, puesto que de otra manera sería compuesta, y la idea de combinación entraría en ella como una parte analítica suya. Es, sin embargo, bastante absurdo suponer que una idea sea parte de sí misma, y no la totalidad. Por lo tanto, si hay un Faneron, la idea de combinación es un elemento indivisible de éste. Esta idea es una tríada pues implica las ideas de un todo y dos partes (cuestión para ser tratada más adelante). En consecuencia, necesariamente habrá una tríada en el Faneron. Además, si los metafísicos están en lo correcto cuando dicen (aquellos que lo dicen) que no hay más que una idea absolutamente necesaria, que es la de Dios trino, entonces esta idea de Dios trino debe de ser de alguna manera idéntica a la mera idea de la combinación.

No obstante, solamente a partir de estas tríadas es posible construir todas las formas externas, médadas, mónadas, díadas, tríadas, tétradas, péntadas, héxadas y el resto. La figura de abajo sugiere un modo.



Entonces, teniendo en cuenta lo que ha avanzado nuestro estudio, parece posible que todos los elementos del Faneron sean tríadas. Pero un principio obvio, que es tan puramente a priori como un principio puede ser, ya que está implicado en la misma idea del Faneron como algo que contiene constituyentes de los cuales algunos son lógicamente analizables y otros no, enseguida reduce esa posibilidad subjetiva a un absurdo. Me refiero al principio de que cualquier cosa que esté lógicamente implicada en un ingrediente del Faneron, es en sí misma un ingrediente del Faneron, pues está en la mente aunque sea sólo de forma implícita. Supongamos entonces que una Tríada está en el Faneron. Conecta tres objetos, A, B, C, por muy indefinidos que sea A, B, y C. Entonces, por lo menos debe haber uno de los tres, digamos C, que establezca una relación entre los otros dos, A y B. El resultado es que A y B están es una relación diádica, y C puede ser ignorado, incluso aunque no pueda suponerse ausente. Ahora, esta relación diádica entre A y B, sin ninguna referencia a un tercero, involucra a un Segundo [Secundan]. De este modo, para que haya un Segundo, de modo que A y B sean de alguna manera opuestos, y ninguno sea absorbido por el otro, -o incluso si sólo uno de ellos tuviera tal posición independiente, debe ser capaz de ser considerado como más o menos determinado y positivo en sí mismo, y así implica Primeridad [Primanity]. Esta Primeridad supone un elemento Primero; de modo que la sugerencia de que ningún elemento debería ser Primero es absurda, como lo es la sugerencia de que ningún elemento debería ser Segundo.

Este mismo principio puede aplicarse de igual modo a cualquier constituyente Tetrádico del Faneron. Pero si esperamos que nos lleve a alguna conclusión análoga, nos encontraremos perdidos. Supongamos una Tétrada en el Faneron. Ahora, igual que el ser de un Tercero consiste precisamente en su conexión de los miembros de un terceto, de modo que dos de ellos están unidos en el tercero, la cuarteidad de la tétrada consistirá en su conexión de los miembros de un cuarteto, digamos, A, B, C, D, y en nada más. Esta es precisamente su forma. Como la triada implica díadas, así lo hace también la tétrada. Dejemos que A y B sean objetos de tal díada. La tétrada es más que una mera díada para esos objetos. Me refiero que no sólo hace que uno de ellos determine al otro en algunos aspectos, siguiendo la manera de las díadas, o, -para emplear la palabra que habitualmente usamos sólo en referencia a los tipos de díadas más característicos, pero que extenderé por ahora a todas las díadas, para recordar mi idea al lector-, la tétrada no sólo hace que A "actúe" sobre B (o B sobre A), sino que, como una tríada, verdaderamente implicando la Tercianidad (como hemos visto que una tríada implica Secundanidad), une A y B, para que formen un tercer objeto, -para continuar con mi forma de expresión "estirando" la extensión de las palabras, podría decir, de modo que "creen" un tercero, es decir el par, entendido como implicando todo lo que la tétrada implica en relación a estas dos prescindiendo de C y D. Además la tétrada implica una díada, uno de cuyos objetos es el par A y B, mientras que el otro es C o D, digamos C. Aquí de nuevo la tétrada hace a la díada más que una mera díada, ya que une C al par de A y B, y los hace crear un nuevo objeto, su par. Y finalmente une este último par a D. Por lo tanto, la función completa de la tétrada es realizada por una serie de Tríadas; y en consecuencia, no puede existir una tétrada que no pueda ser analizada, nada que pueda ser llamado un Cuarto [quartan] elemento del Faneron. Evidentemente, el mismo proceso excluirá quintanidad [quintanity], sextanidad [sextanity], septanidad [septanity] y todas las formas superiores de elementos indescomponibles del Faneron.

Para muchos lectores este razonamiento será oscuro y no concluyente. Este efecto se debe a que el argumento gira en torno a un complejo de abstracciones prescisivas; puesto que un concepto abstracto es esencialmente indefinido. Ahora, el lector no sería lector de este artículo a menos que tuviera la virtud intelectual de esforzarse para dar interpretaciones definidas a los conceptos. Pero a menudo sucede que esta virtud, que va acompañada de un particular giro natural de la mente, origina un vicio intelectual: el mal hábito de saltarse todas las líneas de estudio que tratan ampliamente conceptos indefinidos, de modo que aquéllos que contraen este hábito nunca adquieren la preparación necesaria para manejar tales conceptos. Esta es, sin duda, la única dificultad de las matemáticas, que emplea estos conceptos constantemente, pero es quizá la razón principal de por qué encontramos entre hombres especialmente capacitados, e incluso entre pensadores, a tantos que están completamente cegados para las matemáticas. Pero aquellos a los que esta demostración no logra alcanzar pueden convencerse a sí mismos a través de la observación de los hechos, cuando los consideremos.

Algunos preguntarán que, si cada tétrada puede estar construida de tríadas, no debe ser igualmente cierto que cada tríada puede estar construida a base de díadas. La razón ya ha sido expuesta, a saber, que nada puede construirse a partir de otras cosas sin combinar esas otras cosas, y la propia combinación es evidentemente una tríada. Pero sería mejor que aquéllos que no ven la fuerza de este razonamiento intentasen construir una tríada química, es decir, un grupo conectado con tres enlaces libres, a partir de díadas químicas, mientras cumplen la ley de la valencia.

Podría añadirse mucho a este estudio preliminar a priori, pero incluso con la mayor de las compresiones llenaré demasiadas de las valiosas páginas de The Monist6 . Debemos apresurarnos a probar entonces si nuestras conclusiones a priori son apoyadas por el examen real de los contenidos del Faneron. ¡Empecemos inmediatamente!

¿Podemos encontrar en el Faneron algún elemento lógicamente indivisible, que sea tal y como es, de ninguna manera relativamente, sino positivamente y con independencia de cualquier otra cosa?

Respondo que hay muchos elementos. Pongo por ejemplo el color de un palito de lacre que he tenido que usar hace un momento, y que sigue sobre mi mesa y a la vista.

Este es un elemento, puesto que no lo veo como compuesto. Es también lógicamente indivisible. Es verdad que puedo coger mi rueda de color

analizar este color, y definirlo en una ecuación. Pero tal ecuación, lejos de expresar un análisis lógico, ni siquiera define la sensación del color. Pues un observador muy entrenado para reconocer sus sentimientos inmediatos en tanto que se sienten, libre de todas las concesiones que hacemos naturalmente por las circunstancias de la experiencia, percibirá que cuando el palito de lacre está prendido, la sensación es más escarlata, y bajo una luz débil se acerca a un matiz de bermellón mate; y sin embargo el análisis con la rueda de color no detectará esto en absoluto, ya que una mera mezcla de negro con el color del palito de lacre prendido encajará de una forma precisa con el lacre débilmente iluminado. La descripción corriente de un color en términos de su luminosidad, color (o grado de desviación del gris), y matiz es considerablemente más parecida a un análisis lógico; uno podría decir que el color de este lacre es moderadamente luminoso pero extremadamente colorido, casi acercándoseal rojo puro en matiz, o incluso hacia el escarlata. Pero por mucho que esto se parezca a un análisis lógico, no es lo que quiero decir con ese término cuando digo que un Primario, un Segundo o un Tercero son esencialmente indescomponibles. Pues si un hombre no poseyese ninguna otra sensación de color que no fuese la provocada por el palito de lacre bajo la buena luz de las nubes blancas de la mañana, dentro de casa cerca de una ventana, podría dedicar su vida a reflexionar sobre ello, pero nunca descubriría que había tres aspectos: la luminosidad, el color y el matiz. Estos no son vistos en el color tomado en sí mismo, sino sólo cuando el color aparece comparado con otros. Esto se ve en el hecho de que para describir el color con una precisión tolerable, es necesario experimentar situándolo en yuxtaposiciones sucesivas con otros que se le parecen bastante, uno en luminosidad, otro en tono y el tercero en matiz. Esto muestra que aunque la descripción no se refiere al fenómeno de la mezcla de experimentos, sí que se refiere a los fenómenos de los experimentos. Si me preguntan si no se puede decir lo mismo del análisis lógico, admitiré que algunos análisis a los que a veces se llama lógicos son de ese estilo, pero no los análisis lógicos a los que nos referimos cuando hablamos de que un Primero, un Segundo y un Tercero son lógicamente indescomponibles. Consideremos, por ejemplo, la palabra "rojo" ["red"]. Me refiero a la palabra "rojo" en el sentido de que es una y la misma palabra, por mucho que se pronuncie y se haga bien o no. Tiene su ser exclusivamente en regir esta articulación (dejo fuera la escritura por razones de sencillez) y la aprehensión de los Anglo-Sajones. La pronunciación varía enormemente, desde la r del sonido grassouillée que la mayoría de los franceses le dan, o le daban en mi época, hasta el sonido que se obtiene con tanto esfuerzo en la Comédie française, o hasta la r semi articulada de la mayoría de nosotros, o el "wred" nasal de algunas personas; la e posee también una variedad considerable y finalmente la d que puede ser uno de los dos sonidos que cuidadosamente se distinguen en algunas lenguas, la d dental de las razas latinas, y nuestra d alveolar, o incluso se toleraría la árabe , Dhâd, o , dhâ, si la pronunciación es explosiva. Todas estas variaciones son del ser de la palabra, pues otras desviaciones mucho más pequeñas de la pronunciación común convertirán el vocablo en totalmente ininteligible. Por lo tanto, ya se aprehenda como consistente de tres sonidos, o no, la mera atención a la palabra misma mostrará esa composición, sin ninguna comparación con otras palabras; y este análisis es lo que bastante torpemente denomino descomposición "lógica", porque está realizado de la misma manera en la que uno encontrará una definición de una palabra familiar cuyo significado nunca hubiese analizado. Es obvio que la cualidad de rojo es positiva y reside por entero en ella misma sin tener en cuenta ninguna otra cosa. Sin embargo incluso esto podría ser puesto en duda. La leyenda de la música de las esferas por lo menos parece estar basada en la noción de que las cualidades de los sentidos son relativas unas a otras. Pero incluso si todo en el mundo y en el Faneron fuese precisamente del rojo de este palito de lacre, aunque no nos daríamos cuenta de ello claramente, supongo que matizaría nuestra disposición, e incluso, de alguna manera, nuestra mente. Si no fuera así, sería únicamente un hecho psicológico: no tendría nada que ver con la cualidad de rojo en sí misma. Tampoco se puede decir que el rojo sea relativo a una superficie. Ya que, aunque no podemos abstraer el rojo de la extensión de una superficie, podemos distinguirlo fácilmente de la extensión de la superficie, gracias (por un lado) a nuestra capacidad de abstraer este último del anterior. Entonces, el rojo del palito de lacre es un Primero.

Y así lo es cualquier otra cualidad de sentimiento [feeling]. Ahora, el contenido completo de la consciencia está formado por las cualidades de sentimiento, tan cierto como que la totalidad del espacio está formado por puntos, o que la totalidad del tiempo está formado por instantes. Contemplemos cualquier cosa en sí misma, -cualquier cosa que pueda ser7 , contemplémosla así. Atendamos a la unidad y dejemos las partes completamente de lado. Uno puede aproximarse casi lo suficiente a este logro, para ver que el resultado de su perfecta ejecución sería que uno en ese momento no tendría en su consciencia nada más que una cualidad de sentimiento. Esta cualidad en sí misma en tanto que así contemplada no tendría partes. Sería diferente a cualquier otra cualidad de sentimiento. En sí misma, ni siquiera se parecería a otra, porque el parecido tiene su ser sólo en comparación. Sería un auténtico Primero. Puesto que esto es cierto de cualquier cosa que contemplemos, por muy complejo que sea el objeto, se sigue que no hay nada más en la conciencia inmediata. Ser consciente no es otra cosa que sentir.

¿Qué espacio queda entonces para los Segundos y los Terceros? ¿Había algún error en nuestra demostración de que ellos también deben tener sus lugares en el Faneron? No, no había tal error. Dije que el Faneron está hecho completamente de cualidades de sentimiento, y es tan cierto como que el Espacio está hecho enteramente de puntos. Hay un cierto aspecto protoidal –invento la palabra por necesidad- bajo el que el espacio verdaderamente no está hecho más que de puntos. Sin embargo es cierto que ningún conjunto de puntos, -con la palabra conjunto me refiero solamente a un plural, sin la idea de que los objetos han sido reunidos-, ningún conjunto de puntos, no importa lo abundante que sea, puede por sí mismo constituir el Espacio. Porque el espacio es todo coricidad; su "ciclicidad" y su "circularidad" son cada una cero o uno8, esto es, si hay espacio para un filamento que no podría encogerse por ninguna deformación continua indefinidamente hasta convertirse en una partícula, una única y sencilla barrera superficial sería suficiente para no dejar sitio a un filamento tal en el resto del Espacio, y si hay sitio para cualquier membrana, o superficie deformable, que no podría encogerse indefinidamente por ninguna deformación discontinua hasta convertirse en un filamento, una simple barrera de filamento sería suficiente para que no quedase tal sitio en el resto del Espacio; y finalmente el Espacio tiene un uno apeireo [apeiry one], esto es, tiene espacio para un único sólido que no podría encogerse por ninguna deformación discontinua y convertirse en una membrana, pero la barrera de una sola partícula no dejaría sitio en el resto del Espacio para este sólido inencogible9. Ahora ninguna de estas propiedades pertenece necesariamente a un mero plural de puntos, excepto que un único punto tiene una coricidad [chorisy one]. No son los puntos, sino las relaciones entre los diferentes puntos lo que produce el punto coríceo, la ciclicidad [cyclosy], la circularidad [periphraxy] y la apeiricidad [apeiry] del Espacio, así como el hecho de ser típicamente no singulares, esto es, que no contenga ningún espacio de cualquier dimensionalidad que un objeto deformable que lo ocupara, podría abandonar en más o menos modos que en los que podría abandonar otros lugares tales todos alrededor de él. ¿Cuál es la naturaleza de todas estas relaciones así como las del tiempo? Todas resultan de las complicaciones de sólo dos elementos. Una de éstas es la relación de un objeto distributivamente general, "algún" algo, con la única recopilación individual que abarca "algún" tal y nada más. La otra es la relación de los entremedios [betweenness] geométricos, sobre los que Kempe fue el primero en hacer algún trabajo lógico considerable10, aunque yo, y sin duda cada lógico exacto que haya examinado el asunto, sabía bien que la clave de la geometría estaba ahí. Si consideramos una porción cualquiera de una línea, teniendo esta porción dos extremos A y B, entonces cualquier punto, X, de esa porción está "entre" A y B; y cualquier segundo punto, Y, de esa porción, está o bien "entre" X y A, mientras que X está "entre" éste y B, o bien está "entre" X y B, mientras que X está "entre" éste y A. De estas dos relaciones, esa entre lo distributivo y lo colectivo es "toda" diádica, la de los "entremedios" es triádica. Pero no todos estos son ejemplos característicos de la díada y la tríada. Ambas tienen un decidido tinte protoidal. El color característico de la díada, -si se me permite la metáfora-, es el de la oposición. Pero lo distributivo y lo colectivo son lo mismo dicho de formas diferentes. Decir que X está entre A y B es decir que el lugar de X, en tanto en cuanto no es el lugar de A, es el lugar de B, y en tanto en cuanto no es el lugar de B, es el lugar de A. Es una especie de acuerdo dividido.

Pero el Faneron contiene Segundos genuinos. De pie frente a la parte externa de una puerta que está ligeramente entreabierta, pones tu mano en el tirador para abrirla y entrar. Experimentas una resistencia silenciosa nunca vista. Pones tu hombro contra la puerta y reuniendo tus fuerzas haces un tremendo esfuerzo. El esfuerzo supone resistencia. Donde no hay esfuerzo, no hay resistencia; donde no hay resistencia, no hay esfuerzo, ni en este mundo ni en ninguno de los posibles. Se sigue que un esfuerzo no es un sentimiento ni algo primero o protoidal. Hay sentimientos que están conectados con él; son la suma de la consciencia durante el esfuerzo. Pero es concebible que un hombre debería tenerlo en su poder directamente para hacer acopio de todos esos sentimientos, o cualquier sentimiento. No podría en ningún mundo estar dotado del poder de requerir un esfuerzo para el que no habría una resistencia lista para existir. Pues es un absurdo suponer que un hombre pudiera directamente desear oponerse a ese mismo deseo. Un poco de reflexión nos mostrará a qué viene esto. De acuerdo con el análisis psicológico que puedo hacer, el esfuerzo es un fenómeno que sólo aparece cuando un sentimiento linda con otro en el tiempo y que entonces siempre aparece. Pero mis pretensiones psicológicas son pocas, si es que las hay, y únicamente menciono mi teoría para que ese contraste impresione al lector con la irrelevancia de la psicología para nuestro problema, lo que quiere decir de qué tipo es lo que está en nuestra mente cuando realizamos un esfuerzo y lo que constituye un esfuerzo. Vivimos en dos mundos, el mundo de los hechos y el mundo de la imaginación. Cada uno de nosotros está acostumbrado a pensar que es el creador de su propio mundo de la imaginación; que no tiene más que pronunciar su fiat y las cosan existirán, sin resistencia y sin esfuerzo; y aunque esto está tan alejado de la verdad que no dudo que la mayor parte del esfuerzo de los lectores se gaste en la imaginación, sin embargo es bastante cercano a la verdad como primera aproximación. Por este motivo llamamos al mundo de la imaginación mundo interno, y al mundo de los hechos mundo externo. En este último somos los amos, cada uno de nosotros, de nuestros propios músculos voluntarios, y de nada más. Sin embargo, el hombre es astuto, y se las ingenia para hacer esto poco más de lo que necesita. Además de eso, se defiende de los ángulos del hecho bruto recubriéndose con el ropaje del contento y la costumbre. Si no fuera por este ropaje, encontraría una y otra vez su mundo interno violentamente perturbado y sus órdenes reducidas a nada por las brutales incursiones de las ideas de fuera. Llamo a esta modificación forzosa de nuestros modos de pensar, a la influencia del mundo de los hechos, experiencia. Pero el hombre remienda su ropaje adivinando cómo es probable que sean esas incursiones y excluyendo cuidadosamente de su mundo interno cualquier idea que pueda perturbarlo. En lugar de esperar que la experiencia llegue en tiempos adversos, la provoca cuando es inofensiva, y de acuerdo con eso cambia la dirección de su mundo interno.


Traducción de Sandra Ollo (2004)



Notas

1. Pero ha habido muchas cuestiones que las circunstancias no han colocado a mi alcance, especialmente cuestiones adversas al pragmatismo, que presumiblemente es lo que más necesito leer. Estaría enormemente agradecido por una copia de cualquier refutación del pragmatismo, o cualquier supuesta refutación de éste. [Nota de CSP]

2. Summa totius logicae, parte I, capítulo 1. Guillermo de Ockham llegó a ser conocido como el "venerable inceptor" no por ser el fundador del nominalismo sino porque su carrera en Oxford fue interrumpida mientras era inceptor, es decir, un escolar que ha completado los requisitos para ser maestro en teología y tiene todavía que recibir una cátedra. [Nota de EP]

3. Peirce insertó aquí una nota al pie que ha sido omitida, ya que se refiere a una nota técnica y larga ("una defensa de la doctrina estricta de la valencia en la química") que puede ser encontrada al final del documento pero que no ha sido publicada aquí. [Nota de EP]

4. La representación "planar" de Peirce del metano ha sido mantenida, aunque la representación actual sería una variación de su forma "planar", o más a menudo la forma estereoscópica de tres dimensiones que da la verdadera forma tetraédrica de la molécula. Su representación notacional de los compuestos de litio también se ha dejado intacta. [Nota de EP]

5. Peirce insertó aquí otra nota al pie que se ha omitido por el mismo motivo antes señalado. Una parte interesante de ésta dice que "hay una innumerable multitud de compuestos de tríadas de una valencia dada, de manera que una enumeración completa de éstos no es posible". [Nota de EP]

6. Peirce intentó publicar este manuscrito (el quinto de una larga serie de varios borradores) como el tercer artículo de su "Serie pragmaticista" [Pragmaticism series], pero al final cambió de opinión. Al principio fue remplazado por "The Basis of Pragmaticism in the Normative Sciences", que fue a su vez substituida por "Prolegómenos a una apología del Pragmaticismo" publicado en The Monist. [Nota de EP]

7. Peirce no insertó aquí una coma, pero parece necesaria, y puede situarse antes o después de "así" –lo que da dos lecturas diferentes. Esta edición prefiere insertar la coma antes de "así" de acuerdo con la insistencia de Peirce (como se ve en las tres frases siguientes) en la manera en que uno necesita contemplar algo. Otra posibilidad, una que no necesita una coma, es que, en lugar de decir "contemplémosla" Peirce hubiera dicho "contemplada". [Nota de EP]

8. En el espacio de los cuartetos [quaternions] ambos son cero; en el espacio de la geometría proyectiva ambos son uno. [Nota de CSP]

9. Coricidad [chorisy], ciclicidad [cyclosy], circularidad [peripharxy] y apeiricidad [apeiry] son los nombres que Peirce asigna a los cuatro números de Listing. [Nota de EP]

10. Alfred B. Kempe habla de los entremedios geométricos [geometrical betweenensess] "Sobre la relación entre la Teoría lógica de las clases y la Teoría Geométrica de los puntos" en Procedimientos de la Sociedad matemática de Londres 21 (1891), pp. 147-182, especialmente en las pp.176-79. [Nota de EP]


Fin de "La base del pragmaticismo en la 'faneroscopia'", C. S. Peirce (1905). Traducción castellana de Sandra Ollo. Fuente textual en CP 1. 317-21 4:235-63

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Fecha del documento: 19 de enero 2005
Ultima actualización: 27 de febrero 2011

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