Lecciones de Harvard sobre el pragmatismo


[PREFACIO]


Charles S. Peirce


Traducción castellana de Dalmacio Negro Pavón (1978)


Los editores de los Collected Papers reunieron varios escritos breves de Peirce en torno a la noción de pragmatismo como prefacio a las "Harvard Lectures on Pragmatism" de 1903. Ocupan los números 1-13 del volumen 5. La versión castellana de las "Harvard Lectures" que llevó a cabo Dalmacio Negro Pavón en 1978, y que reproducimos aquí con su permiso, incluyó ese 'prefacio' respetando la numeración y subtítulos (entre corchetes) de los editores de los CP.




[§ 1. DEFINICIÓN DE PRAGMÁTICO Y DE PRAGMATISMO (1902)*]

1. La antropología pragmática es, según Kant, ética práctica1

El horizonte pragmático consiste en la aplicación de nuestro conocimiento general en orden a influir sobre nuestra conducta moral (morals).

2. La opinión de que la metafísica ha de ser ampliamente clarificada, mediante la aplicación de la siguiente máxima, a fin de alcanzar claridad de aprehensión: "Considérese qué efectos, que pudieran concebiblemente tener alcance práctico, concebimos que tiene el objeto de nuestra concepción. Entonces nuestra concepción de esos efectos es la totalidad de nuestra concepción del objeto"2

[La doctrina de que el "significado" total de una concepción se expresa en consecuencias prácticas, bien en la forma de conducta a recomendar o bien en la de experiencias que cabe esperar, si la concepción es verdadera; consecuencias que serían diferentes si fuese falsa, y que tienen que ser diferentes de las consecuencias por las cuales se expresa a su vez el significado de otras concepciones. Si una segunda concepción no tiene, aparentemente, otras consecuencias, entonces sólo debe tratarse realmente de la primera concepción bajo distinto nombre. En metodología resulta cierto que rastrear y comparar sus consecuencias respectivas constituye un medio admirable para establecer los diferentes significados de concepciones diferentes]3.

3. Esta máxima fue propuesta primero por C. S. Peirce en el Popular Science Monthly de enero de 1878 (XII, 287); y explicaba cómo iba a ser aplicada a la doctrina de la realidad4. El escritor fue movido a formular la máxima, reflexionando sobre la Crítica de la razón pura de Kant. La misma manera de ocuparse de la ontología parece haber sido practicada, en lo esencial, por los estoicos. Dióse cuenta el autor, posteriormente, de que el principio podía ser aplicado con facilidad erróneamente, hasta el punto de barrer la doctrina entera de los inconmensurables y, de hecho, todo el método de Weistrass de considerar el cálculo. En 1896, William James publicó su obra Will to Believe5 y, más tarde6, Philosophical Conceptions and Practical Results, que llevaron este método a tales extremos, que por fuerza ha de darnos que pensar. La doctrina parece suponer que el fin del hombre es la acción -un axioma estoico que el presente escritor, a los sesenta años de edad, no recomienda tan perentoriamente como lo hizo cuando andaba por la treintena-. Si se admite, por el contrario, que la acción necesita un fin, y que ese fin debe ser algo así como una descripción general, entonces el espíritu de la propia máxima, según el cual hemos de atender al desenlace definitivo de nuestros conceptos para aprehenderlos correctamente, nos encaminaría hacia algo diferente de los hechos prácticos, a saber, hacia ideas generales, como los verdaderos intérpretes de nuestro pensamiento. No obstante, después de muchos años de prueba, la máxima ha demostrado serle de gran utilidad al autor para llegar a un grado relativamente elevado de claridad de pensamiento. Se atrevería éste a sugerir que siempre debiera ser puesta en práctica con consciente escrupulosidad, pero que sólo cuando se ha hecho eso, y no antes, cabe alcanzar un grado de claridad de pensamiento todavía más elevado, si se recuerda que el único bien último al que pueden contribuir los hechos prácticos hacia los cuales dirige aquélla la atención consiste en promover el desenvolvimiento de la razonabilidad concreta; de suerte que el significado del concepto no radica en absoluto en ninguna reacción individual, sino en la manera como estas reacciones coadyuvan a ese desenvolvimiento. Verdaderamente, en el artículo de 1878, al que me he referido antes, el autor practicó mejor que predicó; pues aplicó la máxima estoica con escaso estoicismo7, en un sentido tal como el de insistir sobre la realidad de los objetos de las ideas generales en su generalidad.

4. Una opinión ampliamente extendida durante el último cuarto de siglo ha sido la de que la razonabilidad no constituye un bien en sí misma, sino solamente en razón de alguna otra cosa. Que sea así o no parece ser una cuestión sintética, que o cabe zanjar apelando al principio de contradicción -como si una razón a favor de la razonabilidad fuese absurda-. Casi todos nosotros convendríamos ahora en que el bien último estriba, en cierto modo, en el proceso evolutivo8. Si es así, no se trata de reacciones individuales aisladas sino de algo general o continuo. El sinequismo se funda en la noción de que la coalescencia, el hacerse continuo, el llegar a ser gobernado por leyes, el quedar imbuido de ideas generales, no son sino fases de uno y el mismo proceso de crecimiento de la razonabilidad9. Esto se demuestra que es verdadero, en primer lugar, con exactitud matemática en el campo de la lógica, y de aquí se infiere que es válido metafísicamente. No se opone al pragmatismo según al manera en que lo aplica C. S. Peirce, sino que incluye este procedimiento como un paso.


[§ 2. LA CONSTRUCCIÓN ARQUITECTÓNICA DEL PRAGMATISMO (c. 1905)10]

5. (...) El pragmatismo no fue una teoría a la que sus autores se vieran impulsados por circunstancias especiales. Para decirlo con la expresión de Kant11, había sido proyectado y construido arquitectónicamente. Así como un ingeniero civil antes de levantar un puente, de construir un barco o una casa, piensa en las diferentes propiedades de todos los materiales, y no emplea hierro, piedra o cemento que no haya sido sometido a prueba, y los ensambla de una manera minuciosamente calibrada, así también, al erigir la doctrina del pragmatismo, fueron examinadas las propiedades de todos los conceptos indescomponibles y las diversas formas en que podían combinarse12. Luego, tras analizar el propósito de la planteada doctrina, se construyó ésta con los conceptos apropiados para cumplir tal propósito. De esta guisa, quedó probada su verdad. Existen confirmaciones subsidiarias de esa verdad; pero se cree que no hay otro medio independiente de probarla estrictamente...

6. Pero, en primer lugar, ¿cuál es su propósito? ¿Qué es lo que se espera que lleve a cabo el pragmatismo? Se espera que ponga fin a esas prolongadas disputas de los filósofos que nunca podría zanjar la observación de los hechos, y en las cuales, sin embargo, cada facción pretende probar que es la otra quien está equivocada. El pragmatismo sostiene que, en tales casos, hay un malentendido entre los contrincantes. O bien atribuyen significados diferentes a las palabras, o bien uno de los dos bandos (o ambos) usan las palabras sin un significado definido. Lo que se necesita, por ende, es un método de averiguar la significación real de todo concepto, doctrina, proposición, palabra, o de cualquier otro signo. El objeto de un signo es una cosa; su significado es otra. Su objeto es la cosa u ocasión, por indefinida que sea, a la que se aplica. Su significado es la idea que atribuye a ese objeto, ya sea a título de mera suposición, o como mandato o como aserción.

7. Ahora bien, toda idea simple pertenece a una de tres clases posibles; y una idea compuesta, en la mayoría de los casos, está constituida predominantemente por una de esas clases. A saber, en primer lugar, puede ser una cualidad de sentimiento, que es positivamente tal como es, y es indescriptible; la cual se asigna a un solo objeto sin consideración a ningún otro; y es sui generis, no siendo susceptible, por su propio ser, de comparación con ningún otro sentimiento, porque en las comparaciones son las representaciones de los sentimientos y no los sentimientos mismos las que se comparan. O bien, en segundo lugar, la idea puede ser la de un solo acontecimiento o hecho, la cual se adjudica a la vez a dos objetos, al igual que una experiencia, por ejemplo, va ligada al experimentador y al objeto experimentado. O bien, en tercer lugar, es la idea de un signo o comunicación transmitida por una persona a otra (o a sí misma en un momento posterior), con respecto a cierto objeto conocido por ambas.... Pero el significado profundo de un signo no puede ser la idea de un signo, puesto que ese signo posterior ha de tener, a su vez, un significado, que se convertiría con ello en el significado del signo original13. Por tanto, no es lícito concluir que el significado último de cualquier signo consiste, o bien en una idea predominantemente de sentimiento, o bien en una idea predominantemente de acción y de pasión. Porque no debe haber vacilación en asentir a la opinión de que todas aquellas ideas que se aplican esencialmente a dos objetos tienen su origen en la experiencia de la volición y en la experiencia de la percepción de fenómenos que se resisten a los efectos directos de la voluntad para anularlos o modificarlos.

8. Mas el pragmatismo no pretende decir en qué consisten los significados de todos los signos, sino meramente ofrecer un método para determinar los significados de los conceptos intelectuales, esto es, de aquellos sobre los que pueden versar los razonamientos. Ahora bien, todo razonamiento que no sea absolutamente vago, todo lo que debe figurar en una discusión filosófica comporta y suscita un razonamiento preciso y necesario. Semejante razonamiento está incluido en la esfera de la matemática, tal como concibe su ciencia un matemático moderno. "La matemática", dijo Benjamin Peirce, ya en 1870, "es la ciencia que extrae conclusiones necesarias"14; y los escritores posteriores han aceptado sustancialmente esta definición, limitándola, quizá, a conclusiones precisas. En la actualidad se ha llegado a comprender bien el razonamiento matemático. Consiste en formar una imagen de las condiciones del problema, asociada con la cual hay ciertas permisiones generales para modificar la imagen, así como ciertos supuestos generales de que ciertas cosas son imposibles. De acuerdo con las permisiones, se ejecutan sobre la imagen ciertos experimentos, y las imposibilidades supuestas llevan consigo el que resulten siempre de la misma manera general. La superior certidumbre de los resultados del matemático, en comparación, por ejemplo, con los del químico, se debe a dos circunstancias. Primera, los experimentos del matemático, al efectuarse en la imaginación sobre objetos de su propia creación, no cuestan casi nada; mientras que los del químico salen caros. En segundo lugar, la seguridad del matemático se debe a que su razonamiento solamente concierne a condiciones hipotéticas, de suerte que sus resultados poseen la generalidad de sus condiciones; mientras que los experimentos del químico, al estar relacionados con lo que ocurre de hecho, se hallan siempre expuestos a la duda de si condiciones desconocidas no podrían alterarlos15. Así pues, el matemático sabe que una columna de cifras sumará lo mismo si se escribe con tinta negra o con tinta roja; porque actúa bajo el supuesto de que la suma de dos números cualesquiera, de los que uno es M y el otro es N más uno, será una unidad mayor que la suma de M y N; y este supuesto no dice nada respecto al color de la tinta. El químico da por supuesto que cuando mezcle dos líquidos en un tubo de ensayo se producirá o no un precipitado, sin que importe si a la emperatriz viuda de China se le ocurre estornudar en ese momento, porque su experiencia siempre ha sido la de que los experimentos de laboratorio no se ven afectados por situaciones tan distantes. Sin embargo, el sistema solar se mueve a través del espacio a una gran velocidad, y cabe la nuda posibilidad de que haya entrado justamente entonces en una región en la que el estornudo tenga una fuerza sorprendente.

9. Semejantes razonamientos y todos los razonamientos descansan sobre la idea de que si uno ejerce ciertos tipos de volición, tendrá como contrapartida ciertas percepciones compulsivas. Ahora bien, una consideración de este jaez, es decir, que ciertas líneas de conducta acarrearán ciertos tipos de experiencias inevitables es lo que se llama una "consideración práctica". De aquí que esté justificada la máxima, la creencia en la cual constituye el pragmatismo; a saber:

Con el fin de averiguar el significado de una concepción intelectual, es menester considerar qué consecuencias prácticas podrían concebiblemente resultar por necesidad de la verdad de esa concepción; y la suma de estas consecuencias constituirá el significado entero de la concepción16.

10. Cabría aducir fácilmente muchos argumentos plausibles en favor de esta doctrina; pero el único camino hasta ahora descubierto para probar realmente su verdad, sin que haya de algún modo petición de principio, estriba en seguir el espinoso sendero que tan burdamente hemos esbozado aquí.


[§ 3. AFINIDADES Y GÉNESIS HISTÓRICA (c. 1906)17]

11. ... Cualquier doctrina filosófica que fuese completamente nueva, difícilmente podría dejar de ser completamente falsa; pero los arroyuelos que forman el manantial del río del pragmatismo es fácil remontarlos hasta casi la antigüedad que se desee.

Sócrates se bañó en estas aguas. Aristóteles se regocijó cuando logró encontrarlas. Discurren por donde menos se sospecharía: bajo el seco muladar de Spinoza. Las límpidas definiciones que se esparcen por las páginas del Essay concerning humane understanding (me niego a modificar la ortografía), se han lavado en esas mismas puras fuentes. Fue este medio, y no el agua de alquitrán, lo que dio salud y energía a las primeras obras de Berkeley, su Theory of Vision y lo que queda de sus Principles. De él derivan las doctrinas generales de Kant la claridad que tienen18. Auguste Comte utilizó aún más -mucho más- este elemento; tanto como le permitió su modo de emplearlo. Desgraciadamente, él igual que Kant, cada cual a su manera, que eran harto opuestas, tenían la costumbre de mezclar aguas rutilantes con un sedante mental al que muchos hombres son adictos, y que probablemente beneficia a los hombres de negocios19, pero que causa graves estragos en la constitución filosófica. Me refiero al hábito de abrigar desprecio por el estudio concienzudo de la lógica20.

12. Todo eso en cuanto al pasado. El linaje del pragmatismo resulta bastante respetable; pero una adopción más consciente del mismo como lanterna pedibus en la discusión de cuestiones oscuras, y su transformación en un método para ayudar a la indagación filosófica, vino, en primer lugar, de la souche más humilde que cabe imaginar. Fue a comienzos de la década del setenta21, cuando un grupo de jóvenes de la vieja Cambridge, que nos denominábamos, medio en broma, medio en plan de reto, "El Club Metafísico" -pues el agnosticismo andaba entonces muy arrogante, mirando por encima del hombro a toda la metafísica-, solíamos reunirnos unas veces en mi estudio, otras en el de William James. Es posible que a algunos de nuestros antiguos confederados no les agrade que se hagan públicas ahora semejantes calaveradas, aunque en rigor sólo se trataba de ingenuas bravatas. El Sr. Holmes22, juez del Supremo, no creo que tome a mal, sin embargo, que nos sintamos orgullosos de recordar su participación; y tampoco el Sr. Joseph Warner23. Nicholas St. John Green24, uno de los camaradas más interesados, era un hábil abogado y un gran erudito, discípulo de Jeremy Bentham. Su extraordinaria capacidad para despojar a la cálida y vital verdad del ropaje de las añejas fórmulas era lo que por doquier atraía la atención hacia él. En particular, insistía a menudo sobre la importancia de aplicar la definición de Bain25 de la creencia, como "aquello de acuerdo con lo cual el hombre está dispuesto a actuar". De esta definición, el pragmatismo es poco más que un corolario; de modo que me siento inclinado a calificarlo de abuelo del pragmatismo. Chauncey Wright26, que era algo así como una celebridad filosófica por aquel tiempo, nunca faltaba a nuestros conciliábulos. Estuve a punto de llamarlo nuestro corifeo; pero él prefería que lo describiéramos como nuestro entrenador de boxeo, con quien nosotros -especialmente yo- acostumbrábamos a enfrentarnos para ser severamente zurrados. Había abandonado una previa adhesión al hamiltonismo para abrazar las doctrinas de Mill, a las cuales y a su concomitante agnosticismo pretendía amalgamar las ideas realmente incompatibles de Darwin. John Fiske27 y, más raramente, Francis Ellingwood Abbot28, estaban presentes a veces, prestando su apoyo al espíritu de nuestros esfuerzos pero absteniéndose de cualquier aquiescencia a su éxito. Wright, James y yo éramos hombres de ciencia, que escudriñábamos las doctrinas de los metafísicos más por su lado científico que considerando su importancia espiritual. El carácter de nuestro planteamiento era decididamente británico. Yo era el único de nuestro grupo que había llegado al ejido de la filosofía cruzando el portalón de Kant, y hasta mis ideas estaban adquiriendo el acento inglés

13. Todas las actas de nuestras reuniones metafísicas se habían reducido a palabras aladas (y rápidas, además, en su mayor parte), hasta que al fin, por temor a que el club se disolviera sin dejar ningún souvenir material tras de sí, redacté un breve escrito en que recogía algunas de las opiniones que yo había estado sosteniendo durante todo ese período, bajo el nombre de pragmatismo. Este escrito fue acogido con tan inesperada benevolencia que me animé, unos seis años más tarde, a instancias del gran editor W. H. Appleton, a insertarlo, un tanto ampliado, en el Popular Science Monthly de noviembre de 1877 y enero de 1878, con la no demasiado calurosa aprobación del spenceriano director de la revista, Dr. Edward Youmans. El mismo artículo apareció al año siguiente en una versión francesa en la Revue Philosophique (vol. VI, 1878, p. 553; vol. VII, 1879, p. 39). En aquellos tiempos medievales no me atreví a usar en letra impresa una palabra inglesa para expresar una idea no relacionada con su significado aceptado. La autoridad del Sr. Campbell29 pesaba demasiado sobre mi conciencia. Todavía no había llegado a percibir lo que es tan claro hoy día: que si la filosofía aspira a situarse alguna vez en el rango de las ciencias, habrá de sacrificarse la elegancia literaria -como los brillantes uniformes militares de antaño- a los rígidos requisitos de la eficacia, y deberá estimularse al filósofo -e incluso apremiarlo- a que acuñe términos nuevos para expresar los nuevos conceptos científicos que descubra, al igual que se les exige a sus hermanos químico y biólogo. Ciertamente, en aquellos días, se escarnecía semejante hermandad, tanto por un bando como por el otro: un estado lamentable, pero no sorprendente, de la sensibilidad científica. Ni siquiera en 1893, fecha en la que habría podido conseguir la inclusión de la palabra pragmatismo en el Century Dictionary, me pareció que su boga fuese suficiente para justificar ese paso30

Traducción de Dalmacio Negro Pavón (1978)



Notas

* Tomado de "Pragmatic and Pragmatism", Dictionary of Philosophy and Psychology, ed. por J. M. Baldwin, The Macmillan Co., New York; vol. 2, págs. 321-322 (1902). [Nota de CP]

1. Anthropologie in pragmatischer Hinsicht, Vorrede. [Nota de CP]

2. El texto inglés de esta famosa máxima es el siguiente: Consider what effects, that might conceivably have practical bearings, we conceive the object of our conception to have. Then, our conception of these effects is the whole of our conception of the object. [Nota del T.]

3. Este parágrafo fue redactado por William James. [Nota de CP]

4. En rigor, la primera versión de la máxima pragmática apareció por primera vez en una recensión crítica a la edición de Frazer de la obra de Berkeley, publicada en 1971 en la North American Review (vol. 113, p. 469): "Una regla mejor [que la de Berkeley] para evitar los engaños del lenguaje es ésta: ¿cumplen las cosas, prácticamente, la misma función? Signifiquémoslas, en tal caso, mediante la misma palabra. ¿No la cumplen? Hagamos entonces que se distingan. Si yo he aprendido una fórmula en una jerga que de alguna manera estimula mi memoria, hasta el punto de permitirme actuar en cada caso como si tuviera una idea general, ¿qué posible utilidad existe en distinguir entre una jerga semejante y una fórmula y una idea? ¿Por qué emplear el término una idea general en tal sentido que separe cosas que son idénticas respecto a todos los fines experienciales?". Incluida en nota editorial de los Collected Papers, 5, p. V.

Cfr. en el artículo 9 de la presente traducción su formulación del "propósito" del pragmatismo.

En otro lugar del mismo (CP 5. 464) en que se recogen Unpublished Papers, afirma Peirce que el pragmatismo constituye "meramente un método para averiguar el significado de palabras concretas y de conceptos abstractos" y tres números después (467) escribe asimismo: "Entiendo que el pragmatismo es un método de indagar los significados, no de todas las ideas, sino solamente de las que yo llamo 'conceptos intelectuales', es decir, de aquellas sobre cuya estructura pueden articularse argumentos concernientes a los hechos objetivos".

Para C. Wright Mills, "la máxima pragmática representa una técnica de definición y una teoría de sentido. Dentro de cada una de estas formas de enfoque hay dos concepciones del sentido". Sociología y pragmatismo, Buenos Aires 1968, p. 187. M Scheler hace una detallada crítica de la máxima y en general del pragmatismo, si bien de una manera global atendiendo especialmente a la versión psicologista de W. James y a la subjetivista de F. C. S. Schiller y a otras versiones pragmatistas. En sustancia la crítica que el pensador alemán hace de la máxima es como sigue: "El axioma de Peirce resulta ambiguo en muchos sentidos [se refiere a la versión transcrita en el original que apareció efectivamente en la revista mencionada por Peirce en 1878 en el famoso artículo "How to Make our Ideas Clear" (trad. castellana, Buenos Aires 1971, en Mi alegato en favor del pragmatismo). En primer lugar y teniendo en cuenta el título del trabajo, cabría suponer que Peirce no quiso decir que el sentido y el significado de una idea consiste sólo en sus consecuencias prácticas. Por el contrario, parecería querer significar que mediante la evolución de esas consecuencias llegaríamos a una mejor comprensión y claridad de ese sentido y significado. Sea como sea la interpretación que Peirce quiso que se le diera a su trabajo, lo cierto es que William James y los pragmatistas le dieron la más drástica y radical. Interpretaron que las consecuencias prácticas de la idea coincidían con su sentido y significado, y que la representación de esas consecuencias prácticas coincidía con la captación y comprensión de ese significado. Sin embargo, en otro aspecto, la ambigüedad es notable. Se trata de la interpretación que debe darse a los conceptos "consecuencia" y "consecuencia práctica". También se habla de la "fertilidad lógica de una idea". [Nota del T.]

5. New World, pp. 327-347; reimpresión en 1907 en The Will to Believe and Other Essays and Reviews, ed. por R. B. Perry. [Nota de CP]

6. En 1898: University of California Chronicle; reimpreso en 1920 en Collected Essays and Reviews ed. por R. B. Perry. [Nota de CP]

7. U. Spirito, cuya actitud hacia el pragmatismo es más bien hostil y que también lo ve sobre todo en la versión de los dos anteriores y de Dewey, e insiste en que gnoseológicamente se trata de una concepción escéptica, escribe a este respecto, citando expresamente la presente comparación de Peirce que, "sin querer hacer una verdadera confrontación entre las teorías del pragmatismo y las del antiguo estoicismo, podemos, sin embargo, reconocer la semejanza de las dos posiciones filosóficas en esta desesperada afirmación de lo que, por sus premisas gnoseológicas, habría sido negado. También el estoicismo es expresión de fuerza en cuanto atenta repetidamente contra su física y su lógica para llegar a violentas afirmaciones. Y al igual que el pragmatismo, el estoicismo opone al objetivismo de la filosofía griega la exigencia del sujeto y, en la afirmación abstracta de éste, se esteriliza completamente, no sin intentar todavía un poderoso esfuerzo de salvación. Sustancialmente escépticos, el estoico y el pragmatista quieren no ser escépticos, y en el absurdo de esta posición expresan ambos el momento psicológico en que viven". El pragmatismo en la filosofía contemporánea, Buenos Aires, 1945, p. 121. [Nota del T.]

8. Peirce considera decisiva la idea de evolución, si bien no la entiende al modo darwinista. "La evolución no significa otra cosa que crecimiento, en el sentido más amplio de esa palabra. La reproducción constituye, por supuesto, meramente uno de los incidentes del crecimiento. Pero, ¿qué es crecimiento? No simple aumento". Tampoco la variante de Spencer, de evolución como diversificación, le satisface al filósofo norteamericano (Collected Papers 1, 174). Algo más adelante, remacha: "Una vez que hayan abrazado el principio de continuidad, ninguna clase de explicación de las cosas habrá de satisfacerles, excepto la de que crecen" (1. 175). Peirce expone en diversos lugares los tres modos principales de evolución que, según él, son: Evolución tychista, o modo darwiniano de evolución a través de las variaciones fortuitas; evolución anaclástica o evolución a través de la necesidad mecánica; y evolución agapística, o evolución a través del amor creador. Este último, que es al que se inclina por considerarlo propiamente humano y creador, constituye la médula de su pensamiento; su origen es claramente comteano. [Nota del T.]

9. Otro de sus tópicos favoritos es el del sinequismo, "esa tendencia del pensamiento filosófico que insiste en la idea de continuidad como algo de la mayor importancia en filosofía y, en particular, en la necesidad de hipótesis que entrañen una auténtica continuidad". Scientific Metaphysics, en CP 6. 169. [Nota del T.]

10. De "Pragmatism" [ 1 ], c. 1905. [Nota de CP]

11. Véase Kritik de reinen Vernunft, A832, B860. [Nota de CP]

12. Para el pragmatismo fiel a Augusto Comte, con conciencia de su dependencia seguramente en Peirce, y tal vez inconsciente en otros autores, la ciencia no es sino un instrumento que presupone fines dados -de ahí la importancia de la categoría acción-, que sólo significan algo en la medida en que existen hombres. Por eso el pragmatismo, dejando aparte matices, le atribuye a la ciencia un carácter arbitrario debido al cual se le juzga con frecuencia como una actitud escéptica, en la medida en que no puede ser "verdadero conocimiento" (es decir, conocimiento de esencias). Por ejemplo, el punto de vista indicado del autor antes citado U. Spirito: "el pragmatista se encuentra así en la condición del escéptico. El método corresponde a la afirmación de la absoluta negación del escéptico..." Op. cit., p. 51. [Nota del T.]

13. "El contenido entero de la conciencia se compone de cualidades de sentimiento, tan exactamente (truly) como el conjunto del espacio se compone de puntos o el total del tiempo de instantes" (CP 1. 317). Por lo cual no le maravillaría "si alguien sugiriese que quizá la idea de ley resulta ser esencial para la idea de una cosa actuando sobre otra" (1. 323), lo cual está por lo menos insinuado ya en Hume y desarrollado en Comte, etc. Por otra parte es interesante recoger la observación de J. Habermas de que Peirce "en cierto modo anticipó la filosofía de las formas simbólicas de Cassirer. En la tradición del kantismo, prosigue este autor, fue Cassirer el primero que perfeccionó la aplicación de la crítica de la consciencia trascendental a la crítica del lenguaje". Erkenntnis und Interesse, Frankfurt 1968, p. 125, nota 49. El problema inmediato de la Fenomenología (de Peirce) consiste en reducir los conceptos a las categorías esenciales. Sirviéndose del modelo de la química, habla de la valencia de los conceptos y deduce la cualidad de primero, la cualidad de segundo y la cualidad de tercero. Trátase de que todas las ideas corresponden a una de esas categorías o valencias. [Nota del T.]

14. "Linear Associative Algebra" § 1, American Journal of Mathematics, vol. 4, pp. 97-229 (1881). [Nota de CP]

15. Tiene interés destacar que para Peirce el siglo XIX era "el siglo económico" (CP 6. 290), y en este sentido objeto de sus críticas. Justamente atacaba a la escuela escocesa porque consideraba que era una suerte de "filosofía de la codicia". Sus críticas hicieron mella en Th. Veblen, el sociólogo y crítico de la sociedad norteamericana quizá más importante hasta ahora. Sin embargo, existe una evidente conexión entre el pragmatismo y la economía, entendida ésta, por supuesto, como empleo de los medios racionalmente más adecuados y en ese sentido más económicos en orden al fin perseguido. En cierta manera a ello se debe el carácter científico del pensar. Como decía el propio Peirce, "la imaginación científica sueña con explicaciones y leyes" (CP 1. 48) y en la actividad económica resulta esencial, ciertamente, la imaginación. Por ejemplo, constituye un rasgo esencial del empresario de tipo schumpeteriano. El problema del pragmatismo consiste con mucho, en este aspecto, en el de los medios, pues "la ley primaria y fundamental de la acción mental consiste en una tendencia a la generalización. El sentir (feeling) tiende a expandirse; las conexiones entre sentires despiertan sentires; sentires vecinos llegan a asimilarse; las ideas se reproducen con facilidad (Scientific Metaphysics, 6, p. 21) y el pragmatismo procura que el producto no sea imaginario, mera especulación, sino que se conecte con la acción eficaz...". Peirce, vuelve a decir Habermas, "concibió la ciencia a partir del horizonte de la investigación metódica, entendiendo la investigación como un proceso vital. El análisis lógico de la investigación no se encamina, pues, hacia el resultado de una conciencia trascendental en general, sino hacia los resultados de un sujeto que lleva en su totalidad el proceso de investigación dentro de la colectividad de investigadores cuya tarea común intentan resolver comunicativamente" (Op. cit., pp. 120-21). Desde el punto de vista científico el método pragmático intenta orientar la actividad individual de la comunidad de sabios (investigadores) de Comte, del pouvoir spirituel de la era científica positiva... [Nota del T.]

16. "La lógica de la investigación despliega un concepto metodológico de la verdad; explicita las reglas según las cuales llegan a alcanzar (gewonnen) a decir la verdad sobre la realidad (Realität)". J. Habermas, Op. cit., p. 120. La obra de Popper y los popperianos está muy de acuerdo en ese sentido con Peirce. En éste como en aquéllos vale, ciertamente, lo que decía C. W. Mills: "En medio de un tremendo movimiento de aplicación de la ciencia a la industria, Peirce se alza contra cualquier intento de mezclar la filosofía, que es para él una ciencia, con la práctica. Limita la conexión entre la teoría y la práctica relacionándola con un período, el helénico" (Op. cit., p. 178). Práctica equivale para Peirce, dice el mismo autor en la siguiente página, a "problemas vitales". Para el filósofo norteamericano "la mente o la imaginación es como un laboratorio" (Ibidem. Id. 7, p. 171). Por eso, "la filosofía, escribe el propio Peirce, no es, después de todo, en su evaluación más alta, otra cosa que una rama de la ciencia, y en cuanto tal no es una materia de importancia vital" (CP 1. 662). Pues "en último término, la razón apela al sentimiento. El sentimiento siente bajo este aspecto que él mismo es el hombre. Tal es mi sencilla defensa del sentimentalismo filosófico" (1. 632). El hecho es que "son los intentos, los sentimientos, los que hacen la sustancia del alma. El conocimiento es solamente su superficie, su lugar de contacto con lo que es externo a ella" (1. 628). [Nota del T.]

17. De "Pragmatism", c. 1906. [Nota del T.]

18. "Kant (por quien siento más que admiración) no es sino un pragmatista algo confuso" (Unpublished Papers, 5, 525, p. 367). "Él [Peirce] igual que Dilthey enlazó explícitamente con la cuestión y el uso del lenguaje de Kant. Peirce era consciente de que se ocupaba de metodología desde el punto de vista de la teoría del conocimiento. Incluso tomó literalmente prestada del alemán la expresión 'Theory of Cognition'" (Jürgen Habermas, Op. cit., 4, p. 115). [Nota del T.]

19. "Cuando nos preocupamos por formar nuestras concepciones sobre la historia y la vida, observamos tres clases de hombres. La primera consiste en la de aquellos para quienes la cosa principal son las cualidades de sentir. Esos hombres crean arte. La segunda consiste en los hombres prácticos, que llevan a cabo los asuntos del mundo. No respetan más que el poder, y lo respetan solamente en la medida que es ejercitado. La tercera clase se compone de hombres a quienes nada les parece grande salvo la razón. Si les interesa la fuerza no es por su ejercicio, sino en cuanto tiene una razón y una ley. Para los hombres del primer tipo, la naturaleza es un cuadro; para los de la segunda clase se trata de una oportunidad; para los hombres del tercer grupo, se trata de un cosmos tan admirable que penetrar sus caminos les parece la única cosa que hace la vida valiosa. Existen hombres que vemos poseídos por una pasión de aprender, exactamente igual que otros hombres tienen una pasión de enseñar y de diseminar su influencia. Si no se entregan por completo a su pasión de aprender, se debe a que se autocontrolan. Son los hombres naturalmente científicos, y son los únicos hombres que tienen algún éxito auténtico en la investigación científica" (CP 1. 43). [Nota del T.]

20. Una facultad lógica, comenta Mills, debe ocupar el lugar de los instintos, y "la única función de esta reflexión lógica, según el propio Peirce, consiste en eliminar el carácter arbitrario e individualista del pensamiento" [1. 179]. "La lógica -escribe en 2. 654- arraiga en el principio social". Es para ser lógicos por lo que el discípulo de Hegel y, sobre todo, de Comte "exige una identificación del interés propio con el de una comunidad limitada" (2. 654). O sea, eliminar el egoísmo. [Nota del T.]

21. A juzgar por las Letters of William James, vol. 2, p. 233, hubo una reunión de este club en otoño de 1874. [Nota de CP]

22. Oliver Wendell Holmes nació en 1841. Fue uno de los mejores amigos de William James, quien le reprochaba, no obstante, que "el egoísmo y el orgullo fríos y conscientes emponzoñaban sus mejores cualidades". Holmes "celebraba orgías nocturnas de filosofía", pero luego sólo eran "leyes, leyes y más leyes". Leía a Kant y a Tyndale a la vez que estudiaba derecho intensamente. Holmes frecuentaba otros lugares además del Club Metafísico y, poco a poco, la filosofía pasó a ser para él una afición. En 1902 fue nombrado miembro del Tribunal Supremo, cargo al que renunció en 1932. Por lo menos su teoría jurídica de la predicción desempeñó un papel muy importante, si no decisivo, dentro de la doctrina pragmatista. Su obra The Common Law (1881) tiene la mayor importancia en la historia del pensamiento jurídico: "La vida del Derecho no ha sido lógica: ha sido experiencia". "La sustancia del Derecho... corresponde en la práctica a lo que se entiende por conveniente... a la consideración de lo que es práctico para la comunidad implicada", factor éste que, según lo perciban los jueces, puede suponer la modificación de la ley. Tal es, en efecto, la doctrina del Common Law: Derecho son las decisiones captadas y aplicadas por los tribunales. Influyó posteriormente en Dewey, a quien por su parte, admiraba. [Nota del T.]

23. De Joseph B. Warner se sabe que se graduó en Harvard en 1869. Fue amigo de toda la vida de la familia de William James. Trabajó con Holmes en los Commentaries de Kent. [Nota del T.]

24. Green nació en Cambridge en 1830 y murió en 1876. Ejerció la abogacía, enseñó Filosofía y Economía Política en Harvard, y dio conferencias sobre Derecho. Tenía cierta cultura filosófica. Se interesó por la filosofía de Bain. [Nota del T.]

25. Alexander Bain (1818-1903). Filósofo inglés del círculo de J. Stuart Mill, cuya influencia fue grande sobre él; dedicose especialmente a la psicología asociacionista. [Nota del T.]

26. Chauncey Wright nació en 1830 falleciendo en 1875. Admirador de Darwin, se sintió profundamente atraído por Hamilton y Mill, siendo uno de los primeros norteamericanos que estudió serenamente, introduciéndolos en el país, los métodos del empirismo británico. Vivió siempre en Cambridge, interesándose, como Peirce, por la "psicología de la ilusión". Positivista a ultranza, creía en la posibilidad de una moral arreligiosa. Igual que aquél, pensaba que "la conducta es estrictamente religiosa sólo cuando está determinada por la felicidad inmediata, peculiar y suprema, que es el fruto en el carácter religioso maduro de la acción que persigue fines universales, sin miedo ni favor". "La base de la fe en las doctrinas teológicas está dada por los aspectos prácticos". Relega, asimismo, como Peirce, la religión al terreno práctico. Los temas propios de la filosofía son "los deseos, los temores y las aspiraciones humanas -las emociones humanas- que revisten forma intelectual". Aporta al grupo el probabilismo. "Durante dos años sostuve largas discusiones casi diarias con Chauncey Wright, uno de los más agudos entre los seguidores de J. S. Mill", dice Peirce en el Preface del t. 4, p. IX. [Nota del T.]

27. Fiske nació en 1842, muriendo en Cambridge, donde residió casi toda su vida, en 1901. Convencido discípulo de Spencer, no estaba bien visto en Harvard. Conocido por "el ateo de Cambridge", se dedicó a la filosofía y a la historia, pero sintiendo cada vez más la atracción de esta última. Estudió especialmente la sociedad norteamericana desde un punto de vista evolucionista, popularizando al mismo tiempo a Spencer. Reconcilió la religión y la ciencia mediante el expediente de hacer del progreso una ley cósmica. Junto con E. L. Youmans, fue el principal vehículo del evolucionismo inglés y de la ciencia victoriana en Norteamérica. Darwin, Spencer y Huxley, con quienes se relacionó en Inglaterra, lo consideraron un aliado en la lucha por la ciencia. Su influencia dentro del Club Metafísico fue probablemente casi nula. [Nota del T.]

28. Nació Abbot en Boston, el año 1836. Estudió Teología y fue pastor de la Iglesia Unitaria hasta 1868, debido a que el año anterior se había dedicado a organizar la Free Religious Association que trataba de sustituir a "Dios en Cristo" por "Dios en la Humanidad". Se envenenó en 1903. Peirce lo admiró siempre mucho, debido especialmente a su defensa entusiasta del "realismo lógico". "El finado Dr. Francis Ellingwood Abbot, en la muy notable introducción a su libro titulado Scientific Theism [1885], mostró, al contrario, bastante concluyentemente, que la ciencia ha sido siempre por naturaleza realística, y que siempre tiene que ser así; y si se comparan sus escritos con los míos, puede verse fácilmente que esos rasgos de nominalismo que he señalado en la ciencia son meramente superficiales y transitorios", escribió Peirce (1. 20). Éste consideraba, en efecto, a Abbot "uno de los más vigorosos pensadores que jamás hubiese conocido". En todo caso, Scientific Theism, que acepta las premisas del método científico y constituye uno de los intentos más hábiles en el campo religioso para enfrentarse a la ciencia, contrapone, por otra parte, al individualismo gnoseológico, el humanismo religioso y social. El título de la obra de Peirce Scientific Methaphysics alude, sin duda, a la de Abbot. [Nota del T.]

29. Autor de un libro de texto sobre retórica utilizado en la época de Peirce en el Harvard College. [Nota de CP]

30. Pragmatismo. Fue por un caso singular de esa supermodestia y terca subestimación que me caracteriza, y de la que estoy justamente orgulloso como mi principal título de honor, por lo que omití el término pragmatismo, creación mía, que tanta resonancia ha tenido en el mundo entero. Véase el Dictionary de Baldwin, en donde se encuentra mi definición original de 1878 y una exégesis, no muy profunda, de William James. El pragmatismo es un método de filosofía. Filosofía es esa rama de la ciencia positiva (es decir, una ciencia teórica de investigación, que inquiere lo que es el hecho, en contraposición a la matemática pura, que pretende meramente saber lo que se sigue de ciertas hipótesis) que no hace observaciones, sino que se contenta con la experiencia que afluye a todo hombre durante su vida vigil. El estudio de la filosofía consiste, pues, en la reflexión, y el pragmatismo es aquel método de reflexión cuya guía estriba en mantener constantemente a la vista su propósito y el propósito de las ideas que analiza, ya posean estos fines la naturaleza y usos de la acción o del pensamiento.

" (...) las líneas esenciales de todo el argumento subsiguiente ya han sido trazadas en nuestra discusión preliminar sobre esa Weltanschauung que el profesor James ha denominado pragmatismo". F. C. S. Schiller (en Personal Idealism, editado por Henry Cecil Stuart, 1902, p. 63).

El pasaje del profesor James aludido aquí es el siguiente: " (...) El Sr. Charles Sanders Peirce ha prestado un servicio al pensamiento al desenredar de las particularidades de su aplicación el principio por el que se guiaban instintivamente estos hombres, y al singularizarlo como fundamental y darle un nombre griego. Él lo llama principio del pragmatismo". William James, The Varieties of Religious Experience, 1902, p. 444.

Se verá [por la exposición original] que el pragmatismo no es como una Weltanschauung, sino un método de reflexión que tiene como propósito el hacer claras las ideas.

Pragmatista, [Pragmatistic] adj., que tiene el carácter del pragmatismo, en cuanto método de la filosofía.

Pragmatista, [Pragmatist] sust., en filosofía, aquel que declara practicar el pragmatismo. Así, Schiller, de Oxford, autor de Riddles of the Sphinx, es un pragmatista, aunque no comprenda muy exactamente la naturaleza del pragmatismo. De un ejemplar personal, anotado por el propio Peirce, del Century Dictionary, c. 1902. [Nota de CP]


Fin de: Lecciones de Harvard sobre el pragmatismo, "[Prefacio]". Traducción castellana de Dalmacio Negro Pavón (1978), publicada en: Negro Pavón, Dalmacio (trad., intr. y notas), Peirce. Lecciones sobre el pragmatismo, Aguilar, Buenos Aires 1978, pp. 45-63. Original en: CP 5. 1-13.

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Fecha del documento: 2 abril 2003
Última actualización: 26 de enero 2016


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