De: [UNAV-GEP] 301 (MAYO 2017) / Noticias del GEP


Estimados colegas,

En este boletín damos noticia del último seminario del Grupo de Estudios Peirceanos celebrado en Navarra, de la convocatoria del concurso de ensayo de la Charles S. Peirce Society para el curso 2017-2018 y del recordatorio del plazo de entrega de los trabajos para las VII Jornadas "Peirce en Argentina".

Un cordial saludo,

Izaskun Martínez
(webmastergep@unav.es)


1. NOTICIAS DESDE NAVARRA

El pasado día 4 de mayo, Ignacio Redondo (Navarra, España) impartió el último seminario del Grupo de este curso 2016-2017 bajo el título "¿Por qué deberíamos seguir leyendo ‘How to Make Our Ideas Clear’?". A continuación transcribimos unos párrafos en los que Ignacio Redondo resume su seminario:

"¿Por qué deberíamos seguir leyendo ‘How to Make Our Ideas Clear’? Esta es una pregunta que, prima facie, podríamos sentirnos tentados a responder de manera expeditiva: porque sí. Junto con ‘On a New List of Categories’ (1867), los artículos anti-cartesianos publicados en el Journal of Speculative Philosophy (1868-1869) y ‘The Fixation of Belief’ (1877), ‘How to Make Our Ideas Clear’ (HMIC) es quizá la contribución de Charles S. Peirce más unánimemente reconocible y característica a la historia de la filosofía —y, probablemente, para muchas personas la primera y única puerta de entrada al pensamiento peirceano—. Me atrevería a decir que HMIC aparece en todos los listados de lecturas recomendadas de cualquier curso universitario dedicado al pragmatismo o a la filosofía norteamericana. Asimismo, HMIC es parada obligatoria para todo aquel que pretenda estudiar seriamente a Peirce, sea cual sea su particular e idiosincrático foco de interés.

Después de todo, es aquí donde encontramos por vez primera la formulación explícita de la célebre máxima pragmática que da nombre —y para no pocos, carta de naturaleza— a la tradición pragmatista. En efecto, HMIC presenta de manera programática algunas ideas que serán más o menos compartidas por todos los pensadores pragmatistas, desde James y Dewey hasta Putnam y Rorty: a) una crítica (o al menos un severo correctivo) a ciertas concepciones tradicionales acerca del conocimiento, la verdad, la creencia y el significado; y b) la propuesta de una serie de alternativas a dichas concepciones que enfatizan el carácter práctico y experimental de nuestras aserciones y creencias, así como la intrínseca imbricación del pensamiento y la acción. Finalmente, en HMIC encontramos, si bien de forma rudimentaria, algunas doctrinas fundamentales que dibujarán con nitidez los contornos de la filosofía peirceana y que permanecerán incluso, aunque con importantes modificaciones, en su pensamiento de madurez.

Con esto en mente, plantear siquiera la pregunta de por qué deberíamos seguir leyendo HMIC parece fuera de lugar. Sin embargo, es precisamente esta actitud la que quiero poner en jaque. Como creía Emerson, la reverencia con la que abordamos el estudio de los clásicos siempre corre el peligro de convertirse en un sepulcro para los padres a los que, paradójicamente, desearíamos rendir culto y homenaje: ‘¿Por qué habríamos de tantear entre los secos huesos del pasado?’. De manera semejante, asumir por defecto la (indudable) importancia de HMIC podría llevarnos a pasar por alto algunas de las razones por las que este artículo merece seguir siendo objeto de interés y consideración. Digámoslo sin ambages: HMIC es un texto problemático, sobre todo si se enmarca en el contexto general de la evolución del pensamiento peirceano. Es precisamente este carácter problemático lo que nos invita a releerlo nuevamente, de manera que aquello que hoy sabemos pueda enriquecer retroactivamente la interpretación del texto original. Por decirlo en términos semióticos, HMIC se abre ante nosotros como un objeto dinámico refractario a interpretantes ajados y, por tanto, susceptible aún de generar nuevos signos con luminoso potencial interpretativo.

En este seminario no pretendo abordar de manera exhaustiva y sistemática las razones que hacen de HMIC un clásico de la literatura pragmatista. En su lugar, se abordarán de manera sumaria algunas lagunas interpretativas que invitan al lector contemporáneo a acercarse nuevamente a este texto. En particular, me interesan fundamentalmente dos conjuntos de cuestiones: (i) el contenido y las explicaciones de la máxima pragmática —esto es, ¿qué quería decir exactamente Peirce al formular su famoso principio lógico y cómo justifica su adopción en la investigación y la práctica científica?—; y (ii) ¿cómo deberíamos encajar HMIC en el conjunto del sistema arquitectónico peirceano de madurez, sobre todo, a la luz de las fricciones que plantea con respecto a textos posteriores —de manera muy llamativa, por ejemplo, cuando se lee junto con las conferencias de Cambridge de 1898, las Harvard Lectures de 1903 y los textos sobre pragmatismo de 1905 en adelante—?

Como se verá, ambos conjuntos de cuestiones están intrínsecamente relacionadas. Peirce tuvo siempre meridianamente clara la misión que debía cumplir la máxima pragmática: se trata de una regla metodológica para obtener claridad acerca del contenido de las ideas, conceptos, proposiciones, creencias, etc., algo que consideraba como “la auténtica primera lección que tenemos derecho a pedir que nos enseñe la lógica”, pues “saber lo que pensamos, dominar nuestra propia significación, es lo que constituye el fundamento sólido de todo pensamiento grande e importante” (CP 5.393). En este sentido, Peirce jamás dudó del enorme potencial encerrado en la máxima, así como de su incuestionable utilidad práctica. Como diría más adelante en la primera de las conferencias de Harvard de 1903: “La utilidad de la máxima, suponiendo que sea verdadera, aparece con suficiente luz en el artículo original” (PPM 111, 1903 [énfasis añadido]).

En efecto, para Peirce, la adopción de la máxima pragmática ofrecía solución a una inmensa variedad de problemas, e incluso consideraba que es sencillamente aquello que los hombres y mujeres eficientes ya practican, sin saberlo, en su fructífero camino hacia el éxito (PPM 115, 1903). No obstante, Peirce también llegó a advertir con claridad que la utilidad del pragmatismo no constituye en modo alguno prueba de su verdad —de ahí la importante cualificación “suponiendo que sea verdadera”—:

No hay duda, pues, que el pragmatismo abre un camino muy fácil a la solución de una inmensa variedad de preguntas. Pero de esto no se sigue en absoluto que sea verdadero. […]

¿Cuál es la prueba de que las posibles consecuencias prácticas de un concepto constituyan la suma total del concepto? El argumento en el que apoyé la máxima en mi artículo original era que la creencia consiste principalmente en estar deliberadamente preparada para adoptar la fórmula en la que se cree como guía para la acción. Si esto fuera en verdad la naturaleza de la creencia, entonces sin lugar a dudas la proposición en la que se cree no puede ser nada más que una máxima de conducta. Yo creo que eso es bastante evidente. ¿Pero cómo sabemos que la creencia no es nada más que la preparación deliberada para actuar según la fórmula creída? (PPM 115-116, 1903)

En definitiva, Peirce no estaba interesado en la cuestión de si la máxima pragmática es útil —que claramente lo es, en su opinión—, sino en si estaba en condiciones de poder demostrar que es verdadera. Aquí comienza la revisión sistemática y exhaustiva de la máxima, tanto de su contenido preciso como de la justificación requerida para su adopción, un empeño que acompañará a Peirce hasta el final de sus días.

En ese tortuoso camino de auto-crítica y auto-corrección, Peirce irá reconfigurando de manera definitiva algunas doctrinas de su pensamiento de madurez: la importancia de las categorías y de la fenomenología, la dimensión central de las ciencias normativas, el realismo escolástico, el sentido común crítico, la abducción y, sobre todo, la conexión esencial entre la prueba del pragmatismo y la teoría de los signos, en particular, de cómo el interpretante lógico último se convierte en la prueba más sólida y consistente con sus principios lógicos —i.e., de manera no circular y carente de las implicaciones nominalistas y psicologistas de la formulación original de HMIC— de la trabazón de pensamiento y acción sobre la que gira toda la fuerza de la máxima pragmática. Solo estas consideraciones sugerirían razones más que suficientes para invitarnos a seguir leyendo HMIC. Pero, como veremos, hay más. Tal y como ocurre con frecuencia con Peirce, todas y cada una de las entradas a su laberíntico sistema filosófico constituyen un signo fragmentario de la totalidad. Así pues, la relectura de HMIC representa una oportunidad extraordinaria para explorar la manera en la que las distintas piezas acaban (o no) de encajar en la configuración de su pensamiento de madurez".


2. NOTICIAS DESDE ESTADOS UNIDOS: Concurso de ensayo de la Charles S. Peirce Society (2017-2018)

Anualmente la Charles S. Peirce Society organiza un concurso de ensayo cuyo tema puede ser cualquier cuestión relacionada con la obra de Charles Sanders Peirce. El premio consiste en 1.000 dólares y la presentación del trabajo ganador en el encuentro anual de la Sociedad que se celebra junto con el de la Eastern APA (Savannah, GA, 3-6 de enero del 2018), así como su posible publicación, tras evaluación editorial, en la revista de la Sociedad Transactions of Charles S. Peirce Society.

El plazo límite de entrega es el 1 de agosto del 2017. Como el ensayo ganador podría publicarse en la revista, su extensión debe ser la propia de un artículo científico convencional. La extensión máxima son 10.000 palabras, incluidas las notas. La presentación del trabajo ganador en el congreso anual no debe exceder los 30 minutos. El ensayo puede ser en cualquier idioma, siempre que vaya acompañado de un resumen de 1.000 palabras escrito en inglés. Pero el ganador deberá presentar el artículo en inglés y traducirlo en inglés para su publicación en Transactions.

El concurso está abierto a estudiantes de doctorado y a aquellas personas que hayan obtenido su doctorado no hace más de siete años. Los trabajos deben ser originales y ser una contribución genuina a la bibliografía dedicada a Peirce. Los trabajos deberán ser preparados para "blind evaluation" y no deben estar presentados a ninguna otra publicación.

Es preferible el envío electrónico de los trabajos que deben llevar la información completa de contacto. Los trabajos deben ser enviados adjuntos al mensaje electrónico (solo en formato de documento Word, RTF o PDF) a Richard Kenneth Atkins (Secretario-tesorero de la Charles S. Peirce Society) a la dirección peircesociety@gmail.com poniendo en el asunto del mensaje "Peirce Essay Prize Submission".


3. NOTICIAS DESDE ARGENTINA

En este boletín os recordamos, junto con los organizadores de las VII Jornadas "Peirce en Argentina", que el próximo 30 de mayo se cumple el plazo de entrega de trabajos para las Jornadas, que habrán de enviarse por correo electrónico a la dirección gepargentina@gmail.com antes de ese día para su evaluación por el Comité Científico y cuya resultado se comunicará el día 1 de julio.

Las Jornadas están organizadas por el Grupo de Estudios Peirceanos en Argentina y el Centro de Estudios Filosóficos "Eugenio Pucciarelli" de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires y se celebrarán en la sede de la Academia (Av. Alvear 1711, 3er piso) en Buenos Aires los días 24 y 25 de agosto de 2017 entre las 14h. y las 19.45h.

Las ponencias aprobadas por el Comité Científico serán publicadas en un volumen que se entregará a los inscriptos en las Jornadas en el primer día y a los pocos días se instalarán en la web del Grupo de Estudios Peirceanos de la Universidad de Navarra: http://www.unav.es/gep/ Las ponencias presentadas en las seis Jornadas precedentes "Peirce en Argentina" están accesibles en la dirección http://www.unav.es/gep/JornadasPeirceArgentina.html

 




"No llamo ciencia a los estudios solitarios de un hombre aislado. Sólo cuando un grupo de hombres, más o menos en intercomunicación, se ayudan y estimulan unos a otros al comprender un conjunto particular de estudios como ningún extraño podría comprenderlos, [sólo entonces] llamo a su vida ciencia". C. S. Peirce, "The Nature of Science", MS 1334, Adirondack Summer School Lectures, 1905.

La lista de distribución [UNAV-GEP] es un servicio del Grupo de Estudios Peirceanos, Universidad de Navarra, Pamplona, Spain: http://www.unav.es/gep/ Los números anteriores están almacenados en http://www.unav.es/gep/BoletinGEP.html Si desea cancelar la suscripción envie un mensaje webmastergep@unav.es con el texto "Cancelar suscripción".




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