Charles Garnier

París 1825-París 1898

Jean-Louis-Charles Garnier nació el 6 de noviembre de 1825, en Paris, de una familia modesta y artesana : el negocio familiar eran los carruajes. Charles era un niño débil; y al parecer su familia creyó conveniente darle una orientación distinta que el negocio familiar; en todo caso, tuvo que trabajar para pagarse sus estudios.

Desde niño, fue un dibujante muy dotado, aprendiendo en l'École gratuite de Dessin, de l'École de Medicine; desde 1840, tras empezar con el arquitecto Léveil, pasó enseguida al importante estudio de Lebas. Desde entonces, con regularidad, obtuvo dinero como dibujante de arquitectura, por ejemplo para Viollet-Le-Duc, que fue profesor en esa escuela.

Poseía una imaginación fértil, inclinada al exotismo y la fantasía, que acrecentó con sus viajes; y demostró una capacidad envidiable para ingeniar ornamentos y decoraciones : en algún momento se habló de su "excesive facilité".

Entre 1842 y 1848 estudió en l'École des Beaux-Arts; durante su estancia concurrió dos veces al Prix de Rome, antes de lograr un primer premio, con un proyecto de Conservatorio Nacional de Artes y Oficios, en 1848. Así fue pensionado por cuatro años por l'Academie de France en Roma.

Entre 1848 y 1852, puso a prueba su capacidad de trabajo : sus envíos (con los que se justificaba su estancia ante la Academie) fueron numerosos y ambiciosos : entre ellos destacan las restauraciones del Foro Trajano y el Templo de Vesta en Tivoli; mientras que de su estancia en Grecia, envió 11 hojas del templo de Aphaia en Egina, cerca de Atenas, con una restauración decididamente polícroma, según sus hallazgos.

Prolongó su estancia fuera de Francia por tres años más, de 1852 a 1855; viajó por Turquía, y visitó Constantinopla con el famoso literato Theophile Gautier (1811-1872); después se asentó en el reino de Nápoles y Sicilia. Conservó toda su vida los recuerdos de esta época, y su entusiasmo por la arquitectura sículo-normanda; vivía también de su capacidad de dibujar : y dibujó para el Duque de Luynes algunos de los monumentos angevinos de Nápoles como ilustración para un libro (nunca publicado).

Regresó a Francia en 1855. Por enconces carecía de relaciones y de clientes; y se mantuvo con pequeños trabajos administrativos al tiempo que intentaba darse a conocer con sus ilustraciones arquitectónicas, como la restauración del templo de Egina, que presentó al Salon de 1857. Finalmente, en 1860, obtuvo el puesto de arquitecto en los distritos 5 y 6 de Paris, con un sueldo aceptable, que le permitiría vivir, pero que se consideraba incompatible con el trabajo particular.

El concurso para la Opera de Paris, convocado a finales de ese año, 1860, fue la gran ocasión de su vida; él pensó que la fortuna le había sonreido; hoy creemos que la fortuna sonrió a la ciudad de Paris, al contarle allí como arquitecto, en ese momento. El jurado quedó impresionado por el proyecto; aunque con el reparo de que no pudiera llevarse a efecto.

La construcción de la Nouvel Opera consumió la parte más importante de su vida : entre 1860 y 1875. Después, siguió completando el edificio en detalles menores; y se encargó de la construcción del gran depósito de decorados, que hubo de reedificar más tarde tras un incendio, con la ayuda de Gustave Eiffel.

Después de la Opera, Garnier trabajó poco como arquitecto. Y parte de su trabajo consistía en atender alumnos en l'École des Beaux-Arts, donde asesoró a varios alumnos brillantes, aunque no tuvo un nombramiento oficial como profesor: entre sus asesorados hay que destacar grandes arquitectos de fines del XIX, como Paul Nénot (arquitecto de La Sorbonne) y el teórico Julien Guadet.

Ningún otro edificio suyo alcanza la categoría de la Opera, aunque todos son buenos y algunos muy estimables, y merecen un recuerdo en la arquitectura del siglo XIX. El más interesante es el Casino de Montecarlo. La Societé de Montecarlo le encargó un nuevo edificio : el programa era sencillo. Pero la fachada era un desafío, ya que resultaba muy difícil componer una significativa : apropiada para un casino. Sin embargo, la fachada al jardín es memorable : elegante sin pesantez, con una silueta movida y graciosa, pero no frívola, con dos pequeñas torres, que acabaron siendo imprescindibles en los diseños de otros casinos. El edificio sufrió varios cambios; y una estimable ampliación, ya muerto Garnier.

El Observatorio de Niza también es muy bonito : compacto, sencillo, lleno de dignidad, y sin forzados detalles tecnológicos, al uso en este género de edificios. En la parte técnica colaboró también con Gustave Eiffel.

Para la Exposition Universelle de 1889 colaboró en la Historia de la Vivienda Humana.

El éxito universal de la Opera, orgullo para la ciudad y sus ciudadanos, y visita obligada de los forasteros, convirtió a Garnier en una persona extremadamente popular y apreciada. Hombre tranquilo y modesto, al parecer algo provinciano y un poquito ingenuo; con muchas amistades entre los artistas de su generación, se acostumbró a los honores, siendo una persona de obligada referencia en la profesión de arquitectura en Francia; pero nunca intervino con orgullo y desconsideración. Murió en Paris, el 3 de agosto de 1898.

OBRAS PRINCIPALES

  • 1861-1875. Nouvel Opera. Paris
  • 1863-1869 (y reconstrucción 1894-1895). Almacenes de la Opera. Paris.
  • 1872-1873. Villa Garnier. Bordiguera.
  • 1878-1881. Casino. Montecarlo.
  • 1880-1892. Observatorio de Mont-Gros. Niza.
  • 1883-1884, Panorama Valentino. Paris.
  • 1883-1885. Panorama Marigny. Paris.

ESCRITOS

  • A travers les arts; causeries et mélanges, Librairie Hachette, Paris, 1869. Suele suceder que un diseñador tan absolutamente brillante como Garnier no es un literato consumado ni un profundo pensador. Este primer libro recoge varios artículos de diverso calado; pero expresa perfectamente las opiniones de un arquitecto Beaux Arts. Hay dos ediciones recientes.
  • Le théatre, Librairie Hachette Paris, 1871. Es fruto de la investigación particular de Garnier sobre los teatros europeos, en especial de sus dimensiones, para recoger experiencia : lo realizó mientras se edificaba la Opera de Paris. Además de los datos puramente estadístivos, sus anotaciones, aunque poco originales, son importantes para entender el diseño de teatros en ese preciso momento (su propia ópera propició una transformación del panorama). Parte de este material pasó a la siguiente obra. Hay una reedición moderna.
  • Le Nouvel Opera, Librairie Generale de L'Architecture, Paris, 1875-1881. La obra se compone de dos volúmenes de texto, con una consideración general sobre el teatro, y una exposición del proyecto; más dos volúmenes de 76 bellísimas láminas (20 en color), donde se editan los planos del proyecto, en su conjunto y en sus principales detalles; y cuatro volúmenes con 115 fotografías (de E. Durandelle) : decoraciones pictóricas (20), esculturas (35), relieves y ornamentos (45), bronces, lámparas y apliques (15). Tan espectacular como inasequible. Los dos primeros volúmenes se han reeditado recientemente en uno solo.
  • L'habitation humaine, 1892. Recoge la serie de pequeños pabellones que representaban (un tanto ingenuamente) los estilos de vivienda de las sucesivas civilizaciones de la historia, que se expusieron en la Exposition Universelle de 1889 : la vivienda asiria, griega, etc. Aunque el libro pretendía un serio estudio, los pabellones estaban pensados más como curiosidad turística que como recreaciones arqueológicas, y resulta una colección encantadora.
 
Joaquin Lorda. CLASSICAL ARCHITECTURE

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