Vivimos hoy probablemente un momento de historia muy parecido a aquel en que un día floreciera en Europa la obra de Abelardo. De nuevo, entre las ruinas morales acumula­das por la impiedad de la guerra, las Universidades parecen llamadas a constituir el refugio de la pura idealidad para la reeducación del mundo. Cuanto les concierne, cuanto les exalta, adquiere así una significación especial. Muy alta la tiene, para cualquier hombre de cultura, el centenario que hoy celebra la Universidad de Buenos Aires. Permita, señor rector, a un profesor español, a quien deberes contraídos con la Universidad de Córdoba, impiden encontrarse hoy entre ustedes, asociarse al fausto suceso y presentarle de corazón los votos mejores para lo porvenir.