"Mi persona cubre un área de posibilidades bastante extensa", decía Octavio de Roméu. "Pero yo tengo mis límites y los conozco". Añadía que, en Delfos, ya con anterioridad al templo en cuyo frontón se leía: "Conócete a ti mismo", había existido otro con la inscripción: "Dibújate a ti mismo"…
—En las grandes festividades del Santuario, proseguía, era ritual la prescripción de no pasar a aquel templo antes de haber visitado éste. Lo que, en cierto modo, no podría yo dibujar, no lo conozco.
Después de esto pasaba a delinear su propio contorno. Lo hacía a la manera de un delineante que estableciera un mapa geográfico.
—Yo limito, al Norte, con la Erudición; al Sur, con la Mecánica; al Éste, con la Música; al Oeste, con la Niñez.

Autogeografía (Arriba, 24-IV-1946; recogida en "Helvecia y los lobos").