Anuario Filosófico
XL/2 (2007), pp. 435-450

El pragmatismo de Unamuno

Izaskun Martínez*
imartin2@alumni.unav.es



Apart from being one of the main and early receptors of Pragmatism, Miguel de Unamuno (1864-1936) was particularly influenced by William James (1842-1910). The four books of the American philosopher that Unamuno read, Principles of Psychology (1890), The Will to Believe (1897), The Varieties of Religious Experience (1902) and Pragmatism (1907), were a source of inspiration and influence in the development of Miguel de Unamuno’s thought.

Keywords: William James, Miguel de Unamuno, pragmatism, Spanish thought.

 

1. INTRODUCCIÓN

Durante la segunda mitad del siglo XX, ha predominado la idea de que los rasgos pragmatistas de algunos autores españoles, como Eugenio d’Ors (1881-1954), José Ortega y Gasset (1883-1955) y Miguel de Unamuno (1864-1936) eran independientes del pragmatismo norteamericano. Sin embargo, puede sostenerse que algunas de las ideas del pensamiento de Unamuno tienen su fuente en la lectura directa de cuatro de las más importantes obras de William James (1842-1910) que Unamuno leyó: Principles of Psychology (1890), The Will to Believe (1897), The Varieties of Religious Experience (1902) y Pragmatism (1907). Estas cuatro obras influyeron de forma efectiva en el desarrollo del pensamiento de Miguel de Unamuno.

Unamuno conoció de primera mano las obras de James que llegaron a Europa. Además, Unamuno comparte con James algunos temas centrales en su pensamiento. En efecto, existe una convergencia temática entre ambos que es patente en las referencias explícitas que pueden encontrarse en los ensayos unamunianos más filosóficos, así como en algunas de sus novelas, en las que pueden encontrarse ideas pragmatistas. En este sentido, el estudio del pragmatismo de Unamuno supone un enriquecimiento de las distintas interpretaciones de su filosofía ofrecidas a lo largo de los últimos cincuenta años. Frente a estudios que han reducido su pensamiento, este artículo se sitúa frente a uno de los más relevantes entre ellos, a saber, la obra publicada en 1961 por Pelayo H. Fernández titulada Miguel de Unamuno y William James. Un paralelo pragmático. La hipótesis que se sostiene en esa obra es que, de hecho, sí pueden encontrarse ideas pragmatistas en la obra de Unamuno, pero, al mismo tiempo, se defiende que, en ningún caso, éstas fueron tomadas de James del que Unamuno, según Fernández, sólo tomó aspectos complementarios que no afectaron de ningún modo a la esencia de su pensamiento. En otras palabras, defiende la originalidad del pragmatismo de Unamuno respecto a las teorías pragmatistas de James a pesar de la lectura y el interés que mostró Unamuno por las ideas de aquél. Con el objeto de mostrar la efectiva influencia de James en Unamuno se hará un recorrido detenido por la obra de Fernández mencionada, confrontando algunas de las ideas que aparecen en ella para poner en evidencia el pragmatismo de Unamuno.

2. LA PRESENCIA DE WILLIAM JAMES EN EL PENSAMIENTO DE MIGUEL DE UNAMUNO

Fernández comienza su trabajo explicando las razones que le llevaron a hacer esta investigación, a saber, su propio interés personal por los dos autores, la cantidad de referencias a James que pueden encontrarse en las obras de Unamuno, y "las afirmaciones de la crítica unamuniana, que han venido atribuyendo casi unánimemente la faceta pragmatista de Don Miguel a la influencia directa de William James"1.

Al llevar a cabo una lectura comparada de las obras de James y Unamuno, Fernández advirtió, según sus palabras, que "existía una gran analogía de temas, de postulados y de preocupaciones entre ambos"2, pero que, además, les separaban diferencias radicales. Esto se convirtió en el punto de partida del estudio de Fernández; punto de partida que no debe considerarse algo extraordinario, esto es, que existan diferencias radicales entre el pensamiento de estos dos autores no resulta especialmente llamativo si se tienen en cuenta las diferencias de otro género que les separaban. Si se tienen en cuenta, en efecto, sus diferentes países de origen y sus claras diferencias culturales. También hay que advertir la diferente generación a la que ambos pertenecían (James era veintidós años mayor que Unamuno), su diversa formación académica (James era un científico de formación, Unamuno siempre estuvo dedicado a las letras), la formación religiosa (católica en el caso de Unamuno, protestante en el caso de James), incluso, podrían aducirse razones de personalidad, de carácter y de educación, ya que James pasó su infancia y su adolescencia rodeado de grandes pensadores e intelectuales de su tiempo, como Ralph Waldo Emerson; además, James viajó mucho, conoció otras maneras de entender el mundo, de filosofar, de hacer ciencia. Unamuno, aunque fue un pensador bastante actualizado en sus lecturas, que conocía bien otras formas de pensamiento, no viajó tanto como James, que estuvo en numerosas ocasiones en Europa; Unamuno, en cambio, nunca viajó a América.

Sin embargo, todas estas diferencias no pueden emplearse como razones suficientes que apoyen taxativamente una de las tesis principales que defiende Fernández, a saber, que Unamuno "ha absorbido de James tan sólo aspectos complementarios y, por lo tanto, [su pragmatismo] le corresponde por derecho propio”3. Todas las diferencias radicales que va exponiendo Fernández en su trabajo no resultan, a mi parecer, tan radicales porque son fruto, en cierta medida, de todas las diferencias anteriores. Además de que ambos autores tratan de los temas universales y comunes de la filosofía: la verdad, la creencia, la fe, Dios, la vida, el hombre, entre otros. Y en esto sí, James y Unamuno no están tan alejados. Los temas de la fe, la verdad, la creencia, y, concretamente la inmortalidad humana, no pueden calificarse precisamente de complementarios en la temática unamuniana pues son temas capitales en el desarrollo de su pensamiento filosófico, y, éste en numerosas ocasiones gira en torno a ellos. En definitiva, frente a la tesis de Fernández, puede decirse que los aspectos que absorbe Unamuno de James no son tan complementarios sino, al contrario, centrales e imprescindibles para llegar a entender en toda su amplitud el pensamiento filosófico de Miguel de Unamuno.

Otra de las tesis que defiende Fernández es que "el pragmatismo o pseudo pragmatismo de Unamuno es original con respecto al de James"4. Quizá el empeño de Fernández por defender la originalidad de Unamuno no sea tan importante si atendemos, al menos, a dos razones. La primera de ellas es que James afirma que el pragmatismo no es un método tan original pues ya el mismo subtítulo de su obra Pragmatism reza así: Un nuevo nombre para algunas antiguas formas de pensar. Y la segunda razón es que este empeño por defender, sobre todas las cosas, la originalidad del pragmatismo unamuniano responde, entre otros motivos y según Fernández, al "deseo de aclarar el pensamiento unamuniano"5, pero, al contrario, a mi juicio, la defensa a ultranza de su originalidad no hace justicia a su pensamiento, al mismo Don Miguel como un pensador en contacto con las ideas de su tiempo, atento a las nuevas ideas que surgían por todo el continente europeo, en Estados Unidos y en Hispanoamérica.

La vasta cultura y la erudición que demuestra Unamuno en cada uno de sus ensayos es un hecho importante que muestra cómo Don Miguel no es un autor encerrado en su país, en sus ideas, y esto aún otorga más importancia al papel de Unamuno como pensador en España, como pionero de la recepción de muchas de las ideas que se estaban formando en el resto del mundo. En el caso que nos ocupa, el del pragmatismo norteamericano, Unamuno habla con admiración de James, y en un sentido más general, elogia a escritores americanos como Whitman o Emerson. Además, aunque Unamuno expresó su deseo de no ser encasillado en ninguna corriente de pensamiento, e incluso, aunque se resistió a que sus ideas fueran calificadas de filosóficas, es inevitable encontrar, una y otra vez, en sus escritos numerosas referencias a otros pensadores, ideas asimiladas de otros filósofos o citas de obras de Kant, Hegel, Spencer, y, claro está, del mismo William James.

La mayoría de los autores que han estudiado el pensamiento de Unamuno reconocen esta influencia jamesiana y Fernández se empeña artificialmente en negarla, y aunque reconoce en ocasiones esta influencia, la niega enseguida, afirmando por ejemplo que las anotaciones que hizo Unamuno en los libros de James "reflejan el efecto de las ideas en el lector [en Unamuno]"6, ¿por qué entonces, aun llegando a afirmar que James tuvo efecto sobre Unamuno, que fue uno de los catalizadores del cambio en el pensamiento de Don Miguel, Fernández trata siempre de restarle importancia a la influencia jamesiana en Unamuno? Es como si considerara este hecho carente de importancia, como si desde el principio supusiera aquello que quiere negar. Veamos las razones más importantes que aduce Fernández para defender sus tesis.

En primer lugar, Fernández afirma que las mayores lecturas que llevó a cabo Miguel de Unamuno están comprendidas entre 1880 y 1893, y parte de esta afirmación para concluir que entonces Unamuno no pudo aprender nada del pragmatismo porque la formulación sistemática de éste por parte de James se da sólo en su obra de 1907 Pragmatism. Pero en este argumento Fernández no tiene en cuenta un dato que es verosímil aunque no puede ser comprobado fehacientemente. Esto es, James publica en 1890 Principles of Psychology, aunque el libro no se conserva en la biblioteca personal de Unamuno, nada nos obliga a pensar que Unamuno no lo leyera en esos tres primeros años que van desde la publicación de Principles hasta que acaba la época en la que Fernández sitúa sus mayores lecturas que es el año 1893. Además hay que decir que el pragmatismo jamesiano no es algo que surja exclusivamente en 1907 con la publicación de Pragmatism, sino que a lo largo de sus obras, desde el primer artículo que publica en 1878, se gesta su pragmatismo y pueden identificarse ideas en germen de aquello que al final será la formulación sistemática del método pragmatista de James.

Por lo tanto, Fernández no aporta ninguna prueba concluyente que permita negar que Unamuno pudiera leer algún artículo anterior de James, como por ejemplo, el que publicó en Critique Philosophique en 1878 titulado "Quelques considérations sur la méthode subjective", o el artículo titulado "Remarks on Spencer's Definition of Mind as Correspondence" publicado el mismo año en Journal of Speculative Philosophy. O el artículo publicado en Mind en 1879 titulado "The Sentiment of Rationality" que luego formará parte de la obra The Will to Believe —obra en la que se encuentran ya parte de las ideas pragmatistas que James expondrá en 1907—, o incluso el artículo titulado "Great Men, Great Thoughts and the Environment" publicado en Atlantic Monthly en 1880 y que también será incluido en The Will to Believe. Es posible que Unamuno leyera algo publicado anteriormente a Principles, pues como dice el mismo Fernández, "en cuanto a Francia, camino por el que se introducían las obras extranjeras, Unamuno pudo tener a su alcance la Revue Philosophique, en la que suelen aparecer síntesis de los artículos publicados por James en los Estados Unidos desde el año 1878"7.

En el caso de la obra Principles, publicada en 1890, Fernández afirma que que Unamuno leyó Principles al poco de publicarse pero no sabe cómo lo consiguió. Esta afirmación es muy relevante porque Fernández a lo largo de su estudio resta importancia a la lectura de Principles basándose en la idea de que esta obra no ha podido influir en el pragmatismo unamuniano pues parece estar convencido de que solamente puede encontrase el pragmatismo en la obra Pragmatism y, en cierta medida, en The Will to Believe y en The Varieties of Religious Experience. Pero esto no es del todo cierto porque si se lleva a cabo una lectura cuidadosa de Principles no puede afirmarse tan rotundamente que no sea una obra pragmatista. Muchos pasajes de esta obra de psicología contienen ideas pragmatistas, algunas en ciernes, algunas con más claridad. Por ejemplo, cuando James trata en Principles el tema de la creencia puede leerse: "Desde un punto de vista psicológico, los verdaderos contrarios de la creencia son la duda y la indagación, no la no creencia. En estos dos estados nuestra mente está inquieta, y la emoción que esto engendra en ella es, como la emoción de la creencia en sí, perfectamente distinta, pero perfectamente indes¬criptible en palabras"8. Compárese esto con lo que C. S. Peirce afirma en su artículo "The Fixation of Belief" de 1877: "La duda es un estado de inquietud e insatisfacción del que luchamos por liberarnos y pasar a un estado de creencia; mientras que este último es un estado de tranquilidad y satisfacción que no deseamos eludir o cambiar por una creencia en otra cosa; (...) La irritación de la duda causa una lucha por alcanzar un estado de creencia. Llamaré a esta lucha indagación"9.

Con esta referencia, tomada como ejemplo, pretende mostrarse cómo el pragmatismo no es algo que James alcance solamente a partir de la publicación de su Pragmatism sino que el pragmatismo jamesiano es algo que viene gestándose ya desde sus primeros escritos. No en vano, el pragmatismo se remonta a la época de universitario de William James, en aquellas reuniones informales del Metaphysical Club en Harvard, a las que era asiduo también Charles S. Peirce. En resumen, no puede afirmarse con absoluta seguridad que el pragmatismo de Unamuno sea algo original porque se encuentre en Don Miguel en 1900, o incluso desde 1896, y, por entonces, no había leído ni The Will to Believe, ni The Varieties of Religious Experience ni mucho menos aún Pragmatism; pero si se da importancia a la lectura de Principles, no quedaría tan clara la originalidad del pragmatismo unamuniano por razón de sus fechas de lectura.

Otro de los puntos en los que Fernández ha dejado de tratar algo importante es cuando afirma que se ha concentrado "principalmente en la etapa más temprana de los escritos unamunianos"10 y que "como los géneros que abarca la obra de Unamuno son diversos, conviene señalar aquí que todas las citas [que él analiza] pertenecen exclusivamente a los ensayos"11. Ambos puntos de partida son insuficientes. En primer lugar, porque limitarse a los ensayos de Unamuno en la investigación de su pensamiento o sus influencias, no es un método suficiente, pues precisamente en Unamuno los géneros, aunque sean variados, no pueden separarse radicalmente, como si trataran temas diversos y albergaran ideas diferentes. La obra de Unamuno, tal y como ocurre con su pensamiento, es un todo inseparable. Don Miguel habla de inmortalidad, de fe, de Dios, de religión, etc. en sus ensayos, en sus obras de ficción, en su poesía, en su teatro. El estudio del pensamiento de Unamuno requiere el estudio de todos los géneros que cultivó, la falta de sistematicidad de su pensamiento lo hace imprescindible: las preocupaciones filosóficas y vitales de Unamuno impregnan toda su producción escrita. En palabras del mismo Unamuno refiriéndose a San Manuel Bueno Mártir, "(...) esta novelita, ha de ser una de mis obras más leídas y gustadas en adelante como una de las más características de mi producción toda novelesca. Y quien dice novelesca —agrego yo— dice filosófica y teológica"12.

En segundo lugar, San Manuel Bueno, Mártir que es una de las obras más importantes de Unamuno, hace también insuficiente el punto de partida de la investigación de Fernández, a saber, el de centrarse principalmente en sus escritos más tempranos. En esta novela —el género ya no es el ensayo—, a través de una lectura atenta, puede encontrarse claramente un fondo pragmatista. San Manuel, alter ego de Unamuno, adopta una postura vital propiamente pragmatista: a pesar de haber perdido su fe, el sacerdote se propone hacer más llevadera la vida de sus feligreses, pues si la fe en Dios y en la inmortalidad del alma humana es buena para ellos entonces, ¿quién es Don Manuel para hacer que dejen de creer, que pierdan su fe como la ha perdido él? Parece que Don Manuel, el cura de Valverde de Lucerna, haya leído The Varieties of Religious Experience cuando dice que "todas las religiones son verdaderas en cuanto hacen vivir espiritualmente a los pueblos que las profesan, en cuanto les consuelan de haber tenido que nacer para morir, y para cada pueblo la religión más verdadera es la suya"13.

Si se toma también como ejemplo la obra de Unamuno Vida de Don Quijote y Sancho publicada en 1905, en este caso, cambia el género y el tiempo, esto es, esta vez sí es un ensayo y es relativamente temprano (como las obras que dice haber estudiado Fernández). Pues bien, Vida de Don Quijote y Sancho es otra de las obras de Unamuno en las que pueden encontrarse a lo largo de sus líneas varias ideas pragmatistas que no resultan precisamente originales, por ejemplo, cuando Unamuno habla de creencia, de fe y de verdad se advierte que Unamuno ya ha leído The Will to Believe y The Varieties of Religious Experience. Con palabras de Unamuno:

"Todo es verdad, en cuanto alimenta generosos anhelos y pare obras fecundas; todo es mentira mientras ahogue los impulsos nobles y aborte monstruos estériles. Por sus frutos conoceréis a los hombres y a las cosas14. Toda creencia que lleve a obras de vida es creencia de verdad, y lo es de mentira la que lleve a obras de muerte. La vida es el criterio de la verdad y no la concordancia lógica, que lo es sólo de la razón. Si mi fe me lleva a crear o aumentar vida, ¿para qué queréis más pruebas de mi fe? Cuando las matemáticas matan, son mentira las matemáticas. Si caminando moribundo de sed ves una visión de eso que llamamos aguas y te abalanzas a ella y bebes y aplacándote la sed te resucita, aquella visión lo era verdadera y el agua de verdad. Verdad es lo que moviéndonos a obrar de un modo o de otro haría que cubriese nuestro resultado a nuestro propósito"15.

Otro argumento que ofrece Fernández para probar la originalidad de Unamuno es su "escasa relación" con los Estados Unidos porque algunos fragmentos de Principles aparecieron en algunas revistas norteamericanas antes de 1890 pero, según Fernández, esta "escasa relación" de Unamuno con Estados Unidos es la razón por la que no ha podido acceder a Principles antes de 1890. Si atendemos a dos fragmentos pertenecientes a sendos ensayos de Unamuno, surge la duda razonable de si la relación de Don Miguel con Estados Unidos era tan escasa y de si, realmente, no conocía las obras y las ideas que se estaban fraguando allí.

En un ensayo de 1902 titulado "Glosas al Quijote" Unamuno hace referencia a una tesis doctoral defendida en la Universidad de Columbia (Nueva York) presentada en 1899: "Con grandísimo acierto otro norteamericano, Frank Wadleigh Chandler, en una tesis de doctorado acerca de nuestras novelas picarescas (Romances of Roguery), tesis que presentó a la Universidad de Columbia en 1899 (...)"16. Si Unamuno tiene conocimiento de una tesis doctoral, ¿no es posible que también conozca muchas de las obras publicadas en Estados Unidos habida cuenta de que la proyección pública de estas obras es más amplia que la de las tesis doctorales? Es más, consta que Unamuno no sólo conoce a algunos intelectuales estadounidenses por haber leído sus obras, como es el caso de Withman, Emerson o "el unitariano Channing"—como Don Miguel le llama17—, sino que además como hecho significativo de su relación con Estados Unidos, conoce la revista The Nation (fundada en Nueva York en 1865) que cita en Del sentimiento trágico de la vida informándonos también de que la lee por aquel entonces: "Hoy precisamente acabo de leer en The Nation (número de julio 6, 1912) un editorial titulado "Un infierno dramático" (A dramatic Inferno), referente a una traducción inglesa de obras de Strindberg (...)”18. Si tiene acceso a la revista estadounidense The Nation —en la que Charles S. Peirce publicó cerca de tres centenares de recensiones entre 1869 y 1908— puede ser posible que haya conocido otras revistas en las que publicaron los autores pragmatistas como, por ejemplo, la británica Mind19 .

Don Miguel además tenía amigos en Estados Unidos como cuenta él mismo en el ensayo de 1910, "Malhumorismo" con las siguientes palabras: "Leyendo hace pocos días en la magnífica obra que mi amigo el profesor Andrew D. White, presidente que fue de la Universidad de Cornell y ministro de los Estados Unidos en Alemania y Rusia (...)"20. ¿Puede Unamuno haber accedido a obra de autores estadounidenses por personas con las que mantenía una más que cordial relación y que le hacían llegar libros desde el otro lado del océano, como los italianos, franceses, etc. le hacían llegar obras por correo? El mismo Fernández concluye que "Unamuno ha leído el libro de James [se refiere a Principles of Psychology] tal vez poco después de su publicación, solamente que no se sabe a ciencia cierta cómo llegó a sus manos"21. ¿Se la envió algún amigo o colega estadounidense? Si nos atenemos a las pruebas textuales aportadas hasta ahora, parece que la "escasa relación" que argumenta Fernández es mucho más rica de lo que podría pensarse en un principio.

La siguiente obra en la que Fernández se detiene es The Will to Believe, obra de suma importancia en el estudio de la influencia jamesiana en Unamuno. El mismo Fernández afirma que esta obra de James despertó "un interés especial" en Unamuno al menos por tres razones, a saber, "este es el libro que más cita Unamuno y el que más anotaciones contiene", Unamuno lo sigue citando hasta el mismo año de su muerte y además diez años después de haberlo leído, Don Miguel sigue recomendando su lectura. Estas tres razones le llevan a Fernández a concluir que "todo lo cual demuestra el mérito que la obra de James poseía para Unamuno". El hecho mismo de que reconozca deudas ideológicas con James es muy significativo porque Unamuno no es siempre escrupuloso citando sus deudas intelectuales. Esto hace pensar que Unamuno además de tener en alta estima la destreza literaria de James, consideraba sus ideas verdaderas y de gran importancia en el desarrollo de su propio pensamiento. El tema de la creencia es el más relevante dentro de The Will to Believe y sobre él Fernández comienza afirmando rotundamente que "Unamuno nos hace una declaración extraordinaria, y es que ha aprendido de James el siguiente criterio" y cita las palabras de Unamuno respecto a la creencia:

"¿Qué es creer una cosa? Si uno me dice que cree que hay habitantes en Saturno, le preguntaré al punto qué cosas de las que hace o pueda hacer dejaría de hacer en el caso de que no hubiese en Saturno habitantes, o qué cosas de las que no hace haría en tal caso, y si me contesta que para él todo continuaría lo mismo, le replicaré que ni eso es creer que haya habitantes en Saturno ni cosa parecida. Este criterio, que lo he aprendido del ya citado William James, me parece acertadísimo"22.

Cuando Fernández califica esta confesión de Unamuno como extraordinaria no le falta razón si tenemos a la vista nuevamente que Unamuno no era dado precisamente a reconocer sus deudas ideológicas. Unamuno no sólo toma a James como fuente de autoridad sino que con esta declaración lo convierte en una de sus influencias reconocidas, al mismo tiempo que esto goza de una gran importancia por la misma naturaleza del tema del que se trata, la creencia, tema capital en el universo unamuniano. Fernández reconoce que el criterio de creencia expuesto por Unamuno es "netamente pragmatista" pero dice que es anterior a James e incluso anterior a Peirce y como prueba en este último aporta un fragmento escrito por Peirce en el que éste reconoce a Bain como "abuelo" del pragmatismo. (CP 5.12: 7-8).

Pero aunque el pragmatismo no es algo que surja en un momento puntual como una formulación explícita y sistemática sino que más bien es un método filosófico que va fraguándose a lo largo de varios años, no es más cierto que la formulación final, la aplicación y su desarrollo se deben a Peirce y más concretamente, a James. Con lo cual, considero que aducir la anterioridad del pragmatismo respecto a Peirce y a James, no es prueba que muestre que Unamuno no lo aprendió de ellos, y en particular de James. Fernández resulta parcial en su intento de retrotraer el nacimiento del pragmatismo a Bain, o a las reuniones del Metaphysical Club, pues este regreso al pasado le sirve como instrumento de defensa de la originalidad de Unamuno pero, al mismo tiempo, su argumentación queda huérfana de pruebas pues Fernández no demuestra que Unamuno leyera las obras de Alexander Bain y, por lo tanto, que haya conocido las ideas pragmatistas aunque sea en germen.

Merecen destacarse los argumentos que aporta Fernández para presentar las diferencias entre el concepto de fe en James y en Unamuno. Fernández explica que "James pretende una defensa de la fe o del derecho a creer (...) Con esta intención James les propone una fe de lucha, propia de quienes, como los héroes, se sienten enérgicos para imponer su deseo sin reparar en riesgos"23. Leyendo estas palabras de Fernández cuesta discernir si son palabras escritas por Unamuno o por James pues, ¿qué concepto más importante encontramos en Unamuno que el de la lucha? El pensamiento todo de Unamuno, como él repite en numerosas ocasiones, es que la vida es lucha, conflicto, contradicción, tragedia, deseo de inmortalidad, ansia de sobrevivir a la muerte: "Como que sólo vivimos de contradicciones, y por ellas; como que la vida es tragedia, y la tragedia es perpetua lucha, sin victoria ni esperanza de ella; es contradicción"24; " ¿Cómo, pues, va a abrirse la razón a la revelación de la vida? Es un trágico combate, es el fondo de la tragedia, el combate de la vida con la razón"25; "Esta otra duda es una duda de pasión, es el eterno conflicto entre la razón y el sentimiento, la ciencia y la vida, la lógica y la biótica"26.

Respecto a The Varieties of Religious Experience Fernández comienza apuntando que la edición que tiene Unamuno de este libro corresponde al año de su primera edición (1902). Esta idea nos da una prueba de cómo Unamuno estaba bien al tanto de las ideas de su tiempo, ya fueran europeas o americanas. Una de las peculiaridades de la relación de Unamuno con esta obra de James es que a pesar de que contiene treinta y dos anotaciones manuscritas de Unamuno, posteriormente sólo lo citó en cuatro ocasiones. Teniendo en cuenta este dato, Fernández pretende restarle importancia a la influencia de esta obra en Unamuno quedándose sólo en la impresión superficial que le produjo a Unamuno su lectura, y restando a su vez importancia a una de las ideas que Unamuno toma de James, a saber, la idea de Dios como productor de la inmortalidad humana.

Debe decirse que la importancia de esta idea en la temática unamuniana (ya que la inmortalidad impregna toda la producción escrita y es el centro del pensamiento de Unamuno) convierte a The Varieties of Religious Experience en una obra importante en la relación temática de ambos autores pues no sólo su lectura causó una gran impresión a Don Miguel sino que dio fuerza a muchas de las ideas que estaban fraguándose en su mente, como es esta de Dios como productor de la inmortalidad humana y que convierten nuevamente a James en una de las fuentes de autoridad a la que recurre Unamuno, que tomó esta idea pragmatista como propia, a saber, y en palabras del propio Fernández: "las consecuencias prácticas de que Dios exista o no, dice James, radican en la inmortalidad humana"27. En palabras de James "todo el interés de la cuestión sobre la existencia de Dios me parece que estriba en las consecuencias que para los particulares esa existencia pueda implicar"28.

En suma, no puede seguirse hablando de un "paralelo pragmático" entre el pensamiento de James y el de Unamuno. El pragmatismo de aquél ayudó a Don Miguel en su comprensión del mundo y de la vida a través del pensamiento y le dio nueva luz para buscar la verdad. En este sentido, el pragmatismo unamuniano no es radicalmente original sino que debe más a James de lo que hasta ahora se ha considerado. En palabras de Unamuno: "nada hay más universal que lo individual, pues lo que es de cada uno lo es de todos"29.

 


Notas

* Agradezco a Paloma Pérez-Ilzarbe y a Jaime Nubiola su invitación para publicar este artículo que forma parte de mi investigación doctoral. Debo gratitud también al Gobierno de Navarra por la ayuda concedida para esa investigación.

1. P. H. FERNÁNDEZ, Miguel de Unamuno y William James. Un paralelo pragmático, CIADA, Salamanca, 1961, p. 13.

2. Ibidem, p. 13

3. Ibidem, p. 14.

4. Ibidem, p. 14.

5. Ibidem, p. 105.

6. Ibidem, p. 20.

7. P. H. FERNÁNDEZ, op. cit., p. 21.

8. W. JAMES, Principios de psicología, FCE, México, 1989, pp. 785-786 (The Works of William James, Burkhardt, F., Bowers, F., y Skrupskelis, I. (eds.), Cambridge, MA, Harvard University Press, 1981, VIII, p. 914).

9. C. S. PEIRCE, "La fijación de la creencia" (1877), El hombre, un signo, Crítica, Barcelona, 1988, p. 182.

10. P. H. FERNÁNDEZ, op. cit., p. 14.

11. Ibidem, p. 15.

12. M. DE UNAMUNO, "Prólogo" en San Manuel Bueno, Mártir y tres historias más, Madrid, Espasa-Calpe, 1933, p. 8.

13. M. DE UNAMUNO, San Manuel Bueno, Mártir, p. 79.

14. Esta paráfrasis evangélica se encuentra en Charles S. Peirce en diferentes ocasiones para definir el pragmatismo. Por ejemplo, en su famoso artículo de 1878 "How to Make Clear our Ideas" escribe hablando sobre la máxima pragmática: "It is only an application of the sole principle of logic which was recommended by Jesus; 'Ye may know them by their fruits'". C. S. PEIRCE, The Essential Peirce. Selected Philosophical Writings (1893-1913), N. Houser y C. Kloesel (eds.), Indiana, Indiana University Press, 1998, I, 2.402.

15. M. DE UNAMUNO, Vida de Don Quijote y Sancho, Alianza, Madrid, 1987, pp. 283-284.

16. M. DE UNAMUNO, "Glosas al Quijote" (1902) en Quijotismo y cervantismo, (OC), VII, p. 1209. Se usará la abreviatura OC para hacer referencia a las obras completas.

17. Miguel de Unamuno cita las obras completas de William Ellery Channing (1780-1842) publicadas en 1884 (M. DE UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida (Obras completas de Miguel de Unamuno), Escelicer, Madrid, 1966, VII, p. 155.

18. M. DE UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida, OC, VII, p. 264.

19. Ya en 1879, William James había publicado dos artículos en esta revista: "Are We Automata?", Mind 4 (1879), pp. 1-22 y "The Sentiment of Rationality", Mind 4 (1879), pp. 317-346. El último artículo que James publicó en Mind fue en 1904: "Humanism and Truth", Mind 13 (1904), pp. 457-475.

20. M. DE UNAMUNO, "Malhumorismo" en Soliloquios y conversaciones, OC, III, p. 420.

21. P. H. FERNÁNDEZ, op. cit., p. 21.

22. M. DE UNAMUNO, "Viejos y jóvenes", Ensayos, Aguilar, Madrid, 1954, I, p. 430.

23. P. H. FERNÁNDEZ, op. cit., p. 34.

24. M. DE UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida, OC, VII, p. 117.

25. Ibidem, p. 162.

26. Ibidem, p. 173.

27. P. H. FERNÁNDEZ, op. cit., p. 47.

28. W. JAMES, Las variedades de la experiencia religiosa, Península, Barcelona, 1986, p. 388, (The Works of William James, XIII, p. 411).

29. M. DE UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida, OC, VII, p. 136.

 



Fecha de la página: 21 de noviembre 2007
Última actualización: 9 de mayo 2008

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