Charles S. Peirce y el euskera


Jaime Nubiola y Ainhoa Marin
(jnubiola@unav.es y ainhoamarin@gmail.com)





"Basque I have dipped into otherwise"
C. S. Peirce, Letter to Lady Welby, 31 de enero de 19091



En el año 2005 vio la luz el excelente volumen Artikulu eta hitzaldien bilduma del filósofo y científico norteamericano Charles S. Peirce (1839-1914), publicado en Klasikoak con el apoyo de prestigiosas entidades académicas y económicas del País Vasco. Aquel volumen iba precedido de un prólogo de Nathan Houser, director del Peirce Edition Project de Indianapolis, en el que presentaba de manera muy acertada la figura y el pensamiento de este autor en sus líneas generales. Sin embargo, en aquella edición no se hacía ninguna referencia especial a las relaciones de Peirce con Euskal Herria y a su interesante aproximación a la lengua vasca.

El objetivo de este artículo es cubrir esa laguna facilitando la información que hemos logrado reunir sobre esta materia en los manuscritos y la obra publicada de este autor. Con esta finalidad, el trabajo está organizado de la manera siguiente: 1) El viaje de C. S. Peirce a España y su probable paso por Irun; 2) Referencias de Peirce al euskera; 3) Contextualización en las teorías lingüísticas del siglo XIX; 4) Valoración final.

1. El viaje de C. S. Peirce a España y su paso por el País Vasco

La figura de Charles S. Peirce ha adquirido una relevancia creciente en muy distintas áreas del saber2, y su influencia sigue a todas luces aumentando: en astronomía, metrología, geodesia, matemáticas, lógica, filosofía, teoría e historia de la ciencia, semiótica, lingüística, econometría y psicología. En todos estos campos Peirce ha sido considerado como un pionero, un precursor o incluso un "padre" o "fundador" (de la semiótica, del pragmatismo). Es muy común encontrar evaluaciones generales como la de Russell: "sin duda alguna (...) fue una de las mentes más originales de fines del siglo XIX y ciertamente el mayor pensador norteamericano de todos los tiempos"3, o como la de Umberto Eco: "Peirce fue el mayor filósofo americano del cambio de siglo y, sin duda alguna, uno de los más grandes pensadores de su tiempo"4. También Popper describió a Peirce como "uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos"5.

Algunos factores que aumentan el interés creciente por el pensamiento de Peirce —que atestigua la reciente edición en euskera— son su personal participación en la comunidad científica de su tiempo, su sólido conocimiento de la filosofía de Kant y de la tradición escolástica, en particular de Duns Escoto, y la notable atención que prestó a la cuestión de la metodología de la investigación científica. Resulta acertado caracterizar a Peirce —siguiendo en parte a Hookway6— como un filósofo tradicional y sistemático, pero que aborda los problemas modernos de la ciencia, la verdad y el conocimiento desde una valiosa experiencia personal como lógico e investigador experimental en el seno de una comunidad internacional de científicos y pensadores. Sin embargo, para comprender realmente a Peirce me parece indispensable tener en cuenta que, aunque fuera un filósofo y un lógico, fue sobre todo y principalmente un científico, tanto por su formación como por su carrera profesional.

Peirce nació en Cambridge, Massachusetts, en 1839, hijo del famoso astrónomo y matemático Benjamin Peirce. Después de terminar sus estudios en Harvard se incorporó al U. S. Coast Survey donde bajo la supervisión de su padre realizó su primer viaje a Europa desde junio de 1870 hasta marzo de 1871. Las circunstancias de aquel viaje expresan bien sus intereses y su perfil intelectual. En 1869 había formado parte de uno de los equipos que estudiaron en Kentucky el eclipse total de sol del 7 de agosto. "De todos los fenómenos de la naturaleza —escribirá Peirce veinticinco años más tarde (CN 2, 59)— el eclipse total de sol es incomparablemente el más sublime". La observación mediante el telescopio de la corona solar y de sus protuberancias y la detección de helio con el espectroscopio habían llevado a los astrónomos americanos a formular nuevas teorías sobre la composición del sol que fueron recibidas con cierto escepticismo entre sus colegas europeos.

Como no iba a haber otra ocasión tan favorable en el siglo XIX, Benjamin Peirce, Superintendente entonces del Coast Survey, obtuvo una dotación del Congreso para organizar una expedición que observara el siguiente eclipse total de sol, que habría de tener lugar al mediodía del 22 de diciembre de 1870 sobre el Mediterráneo. Para asegurar el éxito de la expedición envió a su hijo Charles a Europa con seis meses de antelación para que hiciera los preparativos oportunos. Charles salió en barco de Nueva York hacia Londres el 18 de junio. En Londres se entrevistó con el matemático De Morgan y se ocupó de otras varias gestiones. Salía de Londres hacia el Este en la última semana de julio de 1870. Peirce pasó por Rotterdam, Berlín, Dresde, Praga, Viena, Pest y llegó a Constantinopla, para recorrer luego de Este a Oeste la zona de totalidad del eclipse en busca de emplazamientos adecuados como observatorios. Viaja a Turquía, Grecia, Italia y España buscando los mejores asentamientos para intentar garantizar el éxito de la expedición científica dirigida por su padre.

En Italia seleccionó un asentamiento en Sicilia y el 28 de octubre abandonaba Florencia para iniciar la que calificaría como su "correría española"7. Los datos disponibles de la estancia de Peirce en España son todavía fragmentarios: se trata de un viaje de menos de dos semanas, pues el 15 de noviembre se encuentra ya en Grenoble. Seguramente llega por barco al sur de Andalucía en los primeros días del mes de noviembre. Muy probablemente hace en tren todo el viaje por España, pues Málaga, Sevilla, Cádiz, Madrid e Irún están ya conectadas por la red de ferrocarriles de vía ancha8. El paso por Irún el 13 ó 14 de noviembre es una conjetura muy probable, pues cuando indica las dieciocho lenguas diferentes que ha oído hablar a lo largo de su prolongado viaje europeo, es precisamente el euskera la decimoctava que enumera después del gitano y del español. Como no era posible el viaje de Madrid a Viena a través de Barcelona por la epidemia de fiebre, Peirce debió de optar por hacer el viaje de regreso a Francia cruzando la frontera por Irún y de ahí seguir hasta Narbona y Grenoble. Más aún, Peirce indica expresamente que ha escuchado todas las lenguas que enumera —excepto el malayo— en lugares en los que se hablaban habitualmente:

Desde que estoy en Europa he oído hablar no menos de dieciocho lenguas totalmente distintas. 1 inglés 2 holandés 3 alemán 4 bohemio, una lengua muy extraña 5 húngaro, igualmente extraño pero sin relación con el bohemio 6 eslavo 7 valaco 8 turco 9 árabe, el más inarticulado de todos 10 persa 11 armenio 12 griego 13 malayo, el más dulce y más musical de todos 14 italiano 15 francés 16 español 17 gitano 18 euskera, una lengua que no tiene relación con ninguna otra del mundo. Con la excepción del malayo he estado en lugares donde estas lenguas se hablaban habitualmente. Los españoles hablan como si tuvieran piedras en la boca, lo que hace muy difícil captar la distinción de sus sonidos 9.

2. Referencias de Peirce al euskera

El euskera10 que oyó hablar Peirce en Irún durante su viaje de 1870 y que le pareció una lengua sin relación con ninguna otra, aparece en sus escritos en varias ocasiones, en particular a partir de 1900. Según un comentario incidental en una carta a Lady Welby parece haber estudiado el euskera de alguna manera en los últimos años de su vida. Escribe (SS 95-96, 1909):

La gramática de mi lenguaje estaba, no hace falta siquiera decirlo, modelada de manera general como la gramática latina, como son hasta el día de hoy casi todas las ideas de gramática. En particular, tenía las partes latinas de la lengua, y nunca se me ocurrió que pudieran ser de otra manera de como son en latín. Desde entonces he comprado Testamentos en lenguas tales como el zulú, dakota, hawaiano, jagalu, magiar (en el euskera he profundizado de otra manera; y aprendí un poco de árabe de Edward Palmer a quien conocí en Constantinopla y después en Cambridge). Estos estudios han hecho mucho para ensanchar mis ideas acerca del lenguaje en general, pero no me han hecho un buen escritor pues mis hábitos de pensar son muy diferentes de los de la generalidad de la gente11.

El euskera figura en cuatro de los listados de los nombres de los diez primeros números en diferentes lenguas (MS 1248, 1249, 1251 y 1590), y aparece en otros varios pasajes de enorme interés que vamos a relacionar. En primer lugar, todavía en relación con los números, el euskera figura entre el caucásico y el bantú en una larga lista de los pueblos que cuentan mediante decenas (NE I, 241; MS 53, c.1912?). Se refiere también a los vascos en una carta a Edward S. Holden, de 5 de enero de 1900, en la que menciona que para determinada editorial (American Book Company) hay que decir que todos los europeos son descendientes de los antiguos arios, excepto los húngaros, los finlandeses y los vascos (L 200).



Pero hay algo mucho más importante. A Peirce el estudio del euskera le ha llevado a descubrir su peculiaridad respecto de la lengua griega y las lenguas romances. Merece la pena transcribir un pasaje del Syllabus de 1902 (CP 2.328, 1903)12:

Sucede que es verdadero en una abrumadora mayoría de lenguas que no hay nombres generales de clase ni adjetivos que no sean concebidos como parte de algún verbo (incluso aunque realmente no exista ese verbo) y consecuentemente nada parecido a la cópula se requiere para formar oraciones en esas lenguas. Este autor (aun sin pretensiones de ser un lingüista) ha revisado las gramáticas de muchas lenguas en busca de una lengua construida del todo de la manera en que los lógicos se apartan de su camino para enseñar lo que todos los hombres piensan (pues incluso aunque lo hagan, eso no tiene nada que ver con la lógica). La única lengua así que he logrado encontrar es el euskera, que parece tener sólo dos o tres verbos, y todas las demás palabras principales son concebidas como nombres. Todo lenguaje ha de tener nombres propios, y no hay verbo ninguno involucrado en un nombre propio. Por consiguiente, parece haber ahí una sugerencia directa de un verdadero nombre común o un adjetivo. Sin embargo, a pesar de esta sugerencia, casi todo hombre común piensa en las palabras generales como parte de los verbos. Esto parece refutar la psicología de los lógicos.

Algo similar escribirá Peirce en otro manuscrito de ese mismo año 1903 (MS 517, NE 4, 245):

Incluso en las lenguas semíticas, que son llamativamente parecidas a la lengua aria, los nombres comunes son tratados como formas verbales y están completamente separados de los nombres propios. La concepción ordinaria de un término, sin embargo, supone que sea un nombre común en el más pleno sentido del término. Es bastante raro que de todas las lenguas que he examinado en búsqueda de algún apoyo para esta concepción ordinaria, sólo una lengua tan extraña como el euskera es la única que he encontrado que parece estar construida totalmente de la manera en que los lógicos nos enseñan que todo ser racional debe pensar.

Como es sabido, los lógicos medievales entendían las proposiciones de ordinario como una combinación de términos, el término sujeto y el término predicado, unidos por la cópula del verbo "ser", mientras que los verbos ordinarios desaparecerían integrados en un termino sustantivado. Esto es, la lógica escolástica interpreta la proposición "Juan juega" como "Juan es jugador", y en esto el euskera —sugiere Peirce— es la única lengua que se ajusta bien a la estrategia de los lógicos medievales. En la correspondencia con Lady Welby de estos años le explicará:

No considero al nombre común como una parte esencialmente necesaria de la lengua. De hecho, sólo está plenamente desarrollado como una parte separada de la lengua en las lenguas arias y en el euskera, y posiblemente en alguna de las otras lenguas de por ahí (CP 8.337, SS 33-34, 12 octubre 1904).

Y en la carta del 9 de marzo de 1906, añade:

En la mayor parte de las lenguas no inflexivas no hay nombres comunes plenamente desarrollados, y una lengua como el euskera (que tiene muy pocos verbos) es muy rara (SS 198, 1906).

En el álgebra universal de la lógica de Peirce no hay nombres comunes, sino rema, que es cualquier signo que no sea verdadero ni falso. En un texto de 1905 explica:

Pero ni el inglés ni ninguna de las lenguas modernas habladas al oeste del Posen [?] (el euskera menos que todas), ni el latín están en absoluto adaptadas para expresar claramente la naturaleza del rema. El recurso al antiguo egipcio podría extraviar al lector; y este escritor, que no se ha dedicado a las lenguas, podría no ser capaz de aprender chino a tiempo para el próximo número [de una revista?]. Pero está el sistema de los "Gráficos existenciales" … (MS 280, 20, 1905)

En cierto sentido, Peirce adopta como pauta para sus gráficos existenciales la concepción estructural del antiguo egipcio, que es un contraejemplo del euskera. En tres de los borradores que se conservan del capítulo II de su Minute Logic 1902-1903 desarrolla una comparación entre el euskera y otras lenguas: se asemeja al chino y al malayo en que, aun teniendo pocos verbos, estos verbos tienen tiempos; afirma que hay "media docena de puntos de semejanza entre el euskera y la lengua de Adelaida o el tibetano" (MS 247, II 256), y después de poner en relación el ablativo vasco con el genitivo celta, añade13:

Puede advertirse que, junto con su lengua, la más difícil y la más fáctica del mundo, los vascos parecen haber heredado otra característica del tibetano o del chino, que es la de ser intensamente celosos de cualquier influencia extranjera, lo que ha preservado su lengua pura milenio tras milenio. Es verdad que algo así se ve en los húngaros, los escoceses, y otros pueblos del norte y de Asia superior. Quizás sea sólo mi prejuicio el que me hace ver un espíritu marcadamente diferente en los vascos. El príncipe Louis Lucien Bonaparte, cuyos conocimientos en lenguas eran formidables y que era, en particular, una gran autoridad, si no la mayor, en vasco, puso esta lengua dentro de la misma clase que el finés, el samoyed, el turco, el manchú, el mongol, el yukat, junto con el tamil, el georgiano, el lesghian, y otros que él no nombra.

Sin duda, impresiona la atención que Peirce prestó a la clasificación genética de las lenguas y en particular lo que llama su prejuicio a favor de la peculiaridad del euskera. El último texto en el que Peirce lo menciona es del año 1911, tres antes de su muerte, y en él vuelve a llamar la atención acerca de la fuerte sustantivación del euskera en contraste con la lengua semítica. Se trata del manuscrito inédito "A Logical Critique of Essential Articles of Religious Faith" (MS 852, 1911), que termina así:

En las mentes de los viejos metafísicos, tales como Spinoza, está la idea de que la Sustancia es más independiente de sus accidentes de lo que el accidente lo es de la Sustancia. Pero cuando reflexiono acerca de que no podamos concebir una Sustancia separada de todos sus accidentes más de lo que podemos concebir un accidente que no esté en ninguna Sustancia, incluso aunque esto último no sea lo más concebible, me lleva a pensar que la idea de Sustancia es una idea indistinta conectada de alguna manera con la distinción entre el nombre común en singular y el verbo. Pero sobre esto recuerdo que hay lenguas, tales como el semítico, en las que la gran mayoría de los nombres comunes son meramente partes de verbos, y así son pensados por aquellos para quienes tales lenguas son vernáculas; mientras que hay otras lenguas que tienen muy pocos verbos, -el vasco, creo, sólo tres- yo [se interrumpe el MS]

Finalmente, para concluir esta anotaciones de los textos de Peirce, puede reseñarse un pasaje de 1903 en el que el euskera figura en un ejemplo de silogismo. Se trata de un ejemplo para estudiar el contraste entre el modo de la primera figura del silogismo, denominado Frisesomorum por los escolásticos, y la forma común de razonar (MS 693, 312, 1904; HP I, 847):

En la hipótesis de que

Algunos juglares conozcan la lengua vasca y de que
Entre los adoradores del fuego no haya ningún juglar;
Cómo llegas a estar seguro de que
Alguien que conozca la lengua vasca no es un adorador del fuego?
Me aventuraré a adivinar que, en la medida en que puedas lograrlo, descubres la conclusión imaginando un juglar que supiera euskera y considerando que la ausencia de juglares entre los adoradores del fuego excluiría a este vascoparlante de ser un juglar, esto es, recurres a una imagen y no llevas a cabo tu razonamiento en los términos generales como prescribe la silogística.

Con este ejemplo Peirce ilustra que nuestra manera de razonar no requiere muchas veces el recurso a los términos generales típicos del razonamiento silogístico, sino que de hecho con la ayuda de la imaginación basta con el recurso a los casos individuales.

3. Contextualización en las teorías lingüísticas del siglo XIX

Las ideas de gramática que tenía Peirce estaban moldeadas de acuerdo a la gramática latina (SS 95-96, 1909). Los escolásticos medievales ya dijeron que de algún modo todas las lenguas se basaban en la misma gramática, y ésta a su vez en la forma del pensamiento humano. Pero no fue hasta el siglo XVII cuando, a partir de la publicación de Grammaire générale et raisonnée (Arnauld & Lancelot 1660)14, la idea de la gramática universal fue extendida. En el contexto de esta gramática universal o general surgió la llamada "Teoría del verbo único"15, según la cual el único verbo sustantivo es la cópula, el verbo ser, que expresa la afirmación o la existencia; mientras que todos los demás, siendo atributos de una idea, no son verdaderos verbos.

Los verbos analíticos vascos, en los que es fácil tomar por nombre o adjetivo la primera parte de la perífrasis no conjugada, ya que ésta se encuentra distinguida, se adaptarán fácilmente a la teoría del verbo único. De este modo, la mayoría de los filólogos vascos del siglo XIX, siguiendo la corriente de la gramática general, defenderán que el euskera solo posee el verbo izan; para ello desarrollaron modelos de pensar logicistas, para expresar la riqueza, la regularidad y el carácter filosófico del euskera. "Las obras que aceptaron el verbo único propusieron diferentes análisis del verbo vasco; sin embargo, tenían ciertos aspectos en comun: (a) solo hay un verbo verdadero; (b) los demás verbos no son verdaderos, sino, nombres + izan ( o *edun); por tanto, aquellos verbos a los que llamamos no conjugados, son adjetivos o nombres; y (c) los verbos sintéticos surgieron de estas formas nominales y del verdadero verbo"16.

Hubo sin embargo cierta oposición a supeditar el lenguaje a esta estructura lógico- filosófica, que en contra de la teoría del verbo único, argumentó que en euskera -añadiendo el sufijo –tzea o –tu- cualquier palabra puede convertirse en verbo. La mayoría sin embargo, de un modo u otro siguieron la teoría gramático-filosófica del verbo único. Algunos defendían que el euskera tenía dos verbos, o un único verbo que a su vez tenía dos partes, izan y *edun17.

En la gramática vasca publicada por Darrigol (1827) por ejemplo se dice que solo existen los verbos, n(a)iz y dut; que a su vez pueden también considerarse como un único verbo dividido en dos: expresando la existencia del sujeto o afirmando la unión con el atributo. "En la mayoría de los dialectos vascos, los dos auxiliares (izan y *edun) tenían una única forma no conjugada (izan o izaitia), por lo visto tenían una única base léxica, y esto daba mucha fuerza a la investigación funcional […] Precisamente las investigaciones de Abbadie y Chao superaran esta contradicción, basándose en que el único verbo auxiliar es izan […] Más adelante los gramáticos de mitad de siglo tomaran nuevamente esta idea, como Inchauspe (1858), quien comenzaría así su sólida obra sobre el verbo vasco: La langue basque n´a qu´un verbe. Ce verbe a deux voices: la voie transitive et la voie intransitive" (Inchauspe 1858:1)18.

Una lengua perfecta basada en principios lógico-filosóficos no necesitaría más que el verbo izan y esto es lo que Darrigol encuentra en el euskera, porque no hay realmente infinitivos, sino nombres o adjetivos. Más adelante, entre quienes se mostraron partidarios de que la "afirmación" o la "existencia" fuera expresada por el único verbo izan se encuentran Abbadie (1810-1897), Chao (1811-1858) y Azkue (1864-1951). Abbadie cree que en todas las formas verbales se encuentra el izan, tomando esta característica por la principal en el euskera. También Azcue, quien con su Euskal Izendea (1891) empezó la costumbre de hacer análisis logicistas, consideraba que el verbo izan era necesario para conjugar todos los verbos.

Antes que ellos, ya Astarloa (1752-1806) en sus Discursos filosóficos había analizado las características que tendría que tener una lengua perfecta, y cómo estas deberían de cumplirse en la hipotética primera lengua universal, concluyendo que sólo en euskera se cumplían plenamente, por tanto, el euskera era para Astarloa la lengua primera y más "perfecta"19. También Inchasupe (1857) se expresó suponiendo que entre las características del verbo vasco se encontraban "perfecciones" y señalando que éste ha conservado algunas características de la presunta primera lengua que en otras lenguas se habrían perdido20.

Fue en este contexto, en el que el príncipe Bonaparte (1813-1891) estableció una jerarquía entre los verbos. Entre ellos vio el verbo sin raíz, lo que más llamó su atención fue este verbo compuesto exclusivamente de elementos de conjugación, el verbo sin verbo, en el que entre los elementos del mismo "crean" un verbo. Para explicarlo acude al lenguaje metafísico: El Verbo puro es para nosotros algo inasequible, que se manifieste no obstante en medio de elementos materiales muy embargables y que, lejos de ser el producto, los domina en toda su potencia vivificándolos. El Verbo es la Vida21.

4. Valoración final

Como hemos visto, antes que Peirce numerosos autores han creído ver en el euskera la perfección del lenguaje lógico propuesto por filósofos y gramáticos. Peirce consideró que la lengua vasca "parece estar construida totalmente de la manera en la que los lógicos nos enseñan que todo ser racional debe pensar" (MS 517, NE 4, 245). Seguramente fue la logicidad del sistema del verbo -que se basa en esos dos o tres- a lo que presto más atención. Peirce se dio cuenta de que los verbos vascos tienen la inusual particularidad -como el chino y el malayo- de tener tiempos aún siendo pocos (Minute Logic, 1902-1903). Además, es razonable pensar que Peirce, en su análisis observara la llamativa cantidad de información que alberga cada una de las conjugaciones que tiene el verbo vasco para expresar sus posibles significados. Sin embargo, más allá de su inmediata complejidad, debió ver también la sencillez del verbo debida a su casi absoluta regularidad, ya que la variedad de sus conjugaciones son formadas por un pequeño número de elementos fijos.

Por otro lado, cuando al alistar las lenguas Peirce menciona al euskera como "una lengua que no tiene relación con ninguna otra del mundo", aunque luego señalara que tiene media docena de elementos en común con la lengua Adelaida o el tibetano (Minute Logic, 1902-1903), se manifiesta que intentó, contrastándola con el conocimiento de lenguas que poseía hasta el momento, buscar una relación. No obstante, había estudiado la clasificación hecha por el príncipe Bonaparte y expone que éste la había clasificado con otras lenguas (EI 247, II 256).

Es posible que Peirce conociera las teorías que se estaban gestando entre los lingüistas de la época, sobre todo entre pensadores del País Vasco-Francés, pues allí, de la mano de la tradición francesa, fue extendida la teoría del verbo único. También según esta escuela, se consideraba que aquellas palabras a las que los vascos en general llamaban verbos, en realidad no eran verbos; del mismo modo que Peirce pensó que se trataba de sustantivos. Por lo tanto, conociendo esa teoría y dando un profundo repaso a la gramática vasca, sería viable ver una adecuación de su estructura real con las teorías de la Gramática General.

Por lo visto, en primer lugar debió de intuir que en euskera no hay verbos infinitivos, pues lo que se toma normalmente por tal es en realidad un participio. En segundo lugar, consideró el verbo principal no conjugado de la forma perifrástica (que expresa el significado y el aspecto del verbo) como nombre, y de ahí la "fuerte sustantivación" del euskera. Así lo expresa: "parece tener sólo dos o tres verbos, y todas las demás palabras principales son concebidas como nombres" (CP 2.328, 1903). En tercer lugar, tampoco tomó por verbos los sintéticos en los que toda la información del verbo se encuentra unificad en una única palabra conjugada.

Históricamente ha sido muy discutida la superioridad de una forma verbal sobre la otra. Desde el siglo XVIII se ha discutido cuál era la más antigua y genuina; hasta el XIX la mayoría de los filólogos vascos –comenzando por Larramendi (1729)– han considerado que, debido a la mayor riqueza y regularidad que ofrecen, las formas analíticas, son más auténticas, y las sintéticas posteriores, irregulares y peores. Sin embargo, a partir del siglo XX, la mayoría sostiene lo contrario, que la forma sintética es "la más antigua y genuina sin duda alguna" (Wilhem Humboldt 1817 [1933-34: 98]). A este respecto, Darrigol propuso que los sintéticos pudieran ser en el fondo analíticos, albergando en su interior las formas naiz o dut y un verbo no conjugado22. Quizá fuera la observación de esta disputa lo que llevó a Peirce a considerar que los vascos tiene la característica de "ser intensamente celosos de cualquier influencia extranjera" (Logic II 258).

En el contexto en el que se encontraba, resulta más llamativo que Peirce no considerara que había un único verbo como lo hicieran Abbadie, Chao o Azkue. Peirce dice primeramente que no hay más que dos o tres verbos (CP 2.328, 1903) y creo, sólo tres manifestó en un manuscrito posterior (EI 852, 1911). Por lo tanto, coincide principalmente con Darrigol, quien defendería que en euskara no hay más que dos verbos: n(a)iz y dut, aunque éstos podrían llegar a considerarse como un único verbo. Para ello, tal como Peirce, tuvo que tomar por nombres las formas verbales no conjugadas y a los sintéticos por analíticos23.

Es posible que, al igual que Darrigol, los dos o tres verbos a los que se refería Peirce fueran los dos auxiliares que pueden acompañar al principal: izan y ukan/eduki (*edun). Por otro lado, la razón de la duda que expresa Peirce sobre si eran dos o tres podría quizá explicarse en que en inglés se trata dos voces, to be y to have; mientras que en castellano abarcarían tres voces, serexistir–, haber y tener; y en euskera dos o tres: izan y ukan/eduki. De algún modo, los verbos izan y ukan, además de poseer su propia conjugación como analíticos, pueden dar la forma de ser al resto; que –con excepción de los pocos y presuntamente prescindibles verbos sintéticos– por si solos no podrían ser sin el auxiliar. Pero además, en ellos se manifiesta que el euskera es una de las pocas lenguas ergativo-absolutivas del mundo, es decir, que el sujeto de las construcciones intransitivas y el objeto de las transitivas se marca con el caso absolutivo, mientras el sujeto de las transitivas lo hace con el ergativo. Probablemente una de las particularidades en las que Peirce vio la caracterización del euskera respecto de las lenguas indoeuropeas fue el sujeto ergativo del verbo ukan.

 


Notas

1. HARDWICK, C. Semiotic and Significs: The Correspondence between Charles S. Peirce and Victoria Lady Welby, Indiana University Press, Bloomington, IN, 1977, p. 96. En adelante [SS].

2. Cf. FISCH, M. "The Range of Peirce’s Relevance", The Monist 63 (1980), pp. 269-76; 64 (1981), pp. 123-41.

3. RUSSELL, Bertrand. Wisdom of the West, Garden City, Nueva York: Doubleday, 1959, p. 276.

4. ECO, Umberto. "Introduction", en C. K. Ogden y I. A. Richards, The Meaning of Meaning, 4ª ed., San Diego, CA: Harcourt, 1989, pp. x-xi.

5. POPPER, Karl. Objective Knowledge: An Evolutionary Approach, Oxford: Clarendon Press, 1972, p. 212.

6. HOOKWAY, C. Peirce, Londres: Routledge & Kegan Paul, 1985, pp. 1-3.

7. "I left Florence on this Spanish hurry-skurry October 28th" L 687, Chambéry, 16/11/70.

8. Cf. WAIS, F. Historia de los ferrocarriles españoles, Madrid: Editora Nacional, 2ª ed. 1974, p. 177.

9. Carta a su madre Sara Mills Peirce de 16 de noviembre de 1870, L 687.

10. Se emplea en este texto el termino "euskera" para traducir el "Basque" (o en ocasiones, "Bask") que utiliza Peirce de acuerdo con el uso común en el siglo XIX.

11. Carta de Charles S. Peirce a Lady Victoria Welby, 31 enero 1909. La cursiva del inciso es nuestra.

12. "Any symbol which may be a direct constituent of a proposition is called a term (terminus, Boëthius). The logicians usually say that a categorical proposition has "two terms," its subject and its predicate, wherein, by a carelessness of expression, or by copying Aristotle, they stumble upon the truth. Their usual doctrine is (though often not directly stated in one sentence), that such a proposition has three terms, the subject, predicate, and copula (Abelard). The correct designation of the subject and predicate, in accord with their doctrine, is the extremes, which is translated from the same Greek word as term ({horos}). The ordinary doctrine makes the copula the only verb, and all other terms to be either proper names or general class-names. The present author leaves the is as an inseparable part of the class-name; because this gives the simplest and most satisfactory account of the proposition. It happens to be true that in the overwhelming majority of languages there are no general class names and adjectives that are not conceived as parts of some verb (even when there really is no such verb) and consequently nothing like a copula is required in forming sentences in such languages. The author (though with no pretension to being a linguist), has fumbled the grammars of many languages in the search for a language constructed at all in the way in which the logicians go out of their way to teach that all men think (for even if they do so, that has really nothing to do with logic). The only such tongue that he has succeeded in finding is the Basque, which seems to have but two or three verbs, all the other principal words being conceived as nouns. Every language must have proper names; and there is no verb wrapped up in a proper name. Therefore, there would seem to be a direct suggestion there of a true common noun or adjective. But, notwithstanding that suggestion, almost every family of man thinks of general words as parts of verbs. This seems to refute the logicians' psychology" (CP 2.328, 1903).

13. "Putting the subject in the genetive, which came as near to the Basks ablative as any case the Celtic noun afforded. It may be noticed that along with the language, the hardest and most matter of fact in the world, the Basques seem to have derived another Thibetan and Chinese characteristic, that of an intense jealously of foreign influence, which has preserved their language pure for millenium after millenium. It is true that something like this is seen in Hungarians, Scottians, and other peoples of Northern and High Asia. Perhaps it is only my prepossession which makes me see a distinctly different spirit in the Basques. Prince Louis Lucien Bonaparte, whose acomplishments in languages were stupendous and who was, in particular, a very high if not the highest authority upon Basque, put this language into the same class as Finnish, Samoyerde, Turki, Manchu, Mongolian, Yukat, together with the Tamil, Georgian, ///Logic II 258// Lesghian, and others which he does not name." (MS 427, c.1902). En MS 1574 agrupa al euskera con el tártaro, el mongol y el chino.

14. En la escuela-convento francés de Port-Royal se desarrolló esta gramática partiendo de que, como el funcionamiento lógico del pensamiento humano es el mismo, y el lenguaje es expresión de este pensamiento, la gramática también debiera tener la misma estructura. Así, basa el análisis de la oración en las primeras acciones del pensamiento humano. En primer lugar, el concebir, que expresaría la elección de palabras que expresan objetos o las formas de los pensamientos; y en segundo lugar, el juzgar, tomar dos ideas de nuestro pensamiento unirlas y afirmarlo; siendo la cópula la única que tiene el poder y la función de unirlos.

15. Cf. GÓMEZ, Ricardo. XIX. mendeko euskal gamatikagintzari buruzko ikerketak, Tesis doctoral del Dpto. de Lingüística y Estudios Vascos, Universidad del País Vasco, Vitoria- Gateiz, 2006, pp. 255-302.

16. Ibid. p. 340.

17. *edun es la hipotética raíz de un verbo perdido en la antigüedad de donde devienen "eduki" y "ukan".

18. OYHARÇABAL, Beñat. "A. Abbadieren euskal gramatikari buruzko ideiak eta ordu arteko euskal gramatikagintza", Antoine d´Abbadie 1897-1997. Congrés International (Hendaye, 1997). Donostia: Eusko Ikaskuntza; Bibao, Euskaltzaindia, ISBN: 84-89516-71-5,1998, pp. 445-446.

19. Cf. GÓMEZ, Ricardo, XIX. mendeko euskal gamatikagintzari buruzko ikerketak, ob. cit., pp. 5-47.

20. Cf. Ibid. pp. 284-287.

21. "Le Verbe pur est pour nous quelque chose d’insaisissable, qui se manifeste toutefois au milieu d'éléments matériels fort saisissables et qui, loin d’en être le produit, les domine de toute sa puissance en les vivifiant. Le Verbe c’est la Vie" (Bonaparte 1869:159). Citado por GÓMEZ, Ricardo. XIX. mendeko euskal gamatikagintzari buruzko ikerketak, ob. cit., p. 291.

22. Cf. GÓMEZ, Ricardo, XIX. mendeko euskal gamatikagintzari buruzko ikerketak, ob. cit., pp. 266-267.

23. Cf. Ibid. pp. 75-109.




Fecha del documento: 6 de agosto 2008
Última actualización: 22 de febrero 2011


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