III. Géneros académicos

  1. Curriculum vitae
  2. Recensiones
  3. Proyectos y memorias de investigación
  4. Presentaciones a congresos y publicaciones
  5. Artículos en revistas académicas

Es recomendable para quien se inicia en la escritura profesional en filosofía que procure atenerse a las pautas y procedimientos más comunes en la tradición a la que pertenezca. No es sólo el tradicional "allá donde fueres haz lo que vieres". Como la filosofía sigue siendo una conversación, aunque se prosiga por escrito, hemos de adoptar el tono y las convenciones vigentes en aquel ámbito en el que queremos ser escuchados. Cfr. J. Nubiola, El taller de la filosofía, Eunsa, Pamplona, 1999, 150-151.

En esta sección se dará cuenta de las principales sugerencias y herramientas para escribir desde un curriculum vitae o una recensión, hasta la preparación de una comunicación o presentación en un congreso, un proyecto de investigación o un artículo de investigación. Para esta sección puede consultarse también el capítulo "La estructura de los principales escritos académicos en la investigación filosófica" del libro de Ignacio Izuzquiza, Guía para el estudio de la filosofía. Referencias y métodos, Anthropos, Barcelona, 1989, 249-297.

1. Curriculum vitae

1.1. Cuestiones prácticas

Un curriculum vitae define un estilo o proyecto de vida, del que cada una o cada uno ha de sentirse responsable línea a línea, de los renglones que dan cuenta de su pasado, la formación recibida y los estudios realizados, como sobre todo de las líneas que año a año con nuestro trabajo podamos añadir.

Varios puntos merecerán nuestra atención a propósito del curriculum:

1. El nombre: un profesional de la filosofía no puede llamarse María de los Remedios García de Cortazar y Fernández Heredia. Es cierto que así son los nombres y apellidos de muchos alaveses, pero la cultura dominante angloamericana y las bases de datos informáticas no permiten esos nombres tan complejos. Hace falta cierta adaptación a esa cultura y elegir un único término para el apellido, por ejemplo Cortázar, y otro para el nombre, sea María o Remedios, pero no los dos a la vez. A ellos se les puede añadir la abreviatura como middle name del otro término. El nombre del profesional alavés antes mencionado será por ejemplo María G. Cortázar, o si lo prefiere, Remedios G. Cortázar. Lo importante es que en todas sus publicaciones emplee siempre ese mismo nombre, aunque no sea exactamente el que figura en su Documento Nacional de Identidad. Hay personas que prefieren usar el guión. El resultado sería entonces María García-Cortázar. Resulta aceptable, pero probablemente con el paso de los años se persuadirá de que hubiera sido mucho más práctico haber elegido la primera opción. Tomar una decisión a tiempo sobre esta materia ahorra muchísimas confusiones y por tanto, mucho tiempo.

2. Un curriculum bien hecho lleva —sin detrimento de la verdad— a destacar los rasgos que más favorecen a nuestra candidatura ante ese posible empleador, esa ayuda o beca.

3. Tiene que informar de quiénes somos y a qué nos dedicamos profesionalmente en la fecha del curriculum; esto es, quién nos paga.

4. Convendrá destacar la experiencia profesional, el trabajo —retribuido o no—, más que los cursos a los que hemos asistido y los méritos de quienes los han dado.

5. Evitar la verbosidad y las largas exposiciones y destacar en especial las publicaciones, aunque estén todavía en prensa o incluso sólo en preparación, pues suele ser lo decisivo en el ámbito académico. En esos casos, habrá que indicar expresamente, entre paréntesis, después del título y los datos de donde vayan a publicarse, la expresión "(en prensa)", "(en preparación)", o si es en inglés "(forthcoming)", "(in progress)".

6. El curriculum abreviado debe ocupar una o a lo máximo dos páginas.

No irá firmado. Se firma la carta de presentación que acompaña el curriculum. Se enviará un original (no fotocopia) doblado por tres partes en un sobre apaisado. Se debe realizar sobre papel de calidad, blanco, tamaño folio (DIN A4).

7. Su presentación será clara y ordenada.

8. Debe llevar fecha, pues indica la actualización del documento.

9. Utilizar un lenguaje correcto y directo. Revisar el texto para detectar erratas o faltas de ortografía.

10. Habrá de ser objeto de revisión periódica y de atención permanente.




Bibliografía recomendada:






2. Recensiones


Una manera excelente de iniciarse en el ámbito de la filosofía profesional es la de escribir recensiones de libros para revistas de filosofía acreditadas. Así han hecho buena parte de los filósofos más reconocidos internacionalmente en la actualidad.

En las revistas de filosofía suelen distinguirse entre reseñas muy breves, de tres o cuatro líneas, que simplemente dan noticia de un libro o de su índice y no suelen ir firmadas, las recensiones (review) y las notas críticas (critical review). De ordinario suelen agruparse en secciones distintas dentro de una misma revista. Las notas críticas, como su nombre sugiere, consisten en la discusión a fondo de un libro, de ordinario para expresar un parecer opuesto, y pueden ser tan largas como un artículo. En cambio, las recensiones oscilan entre las quinientas y las ochocientas o mil palabras; sólo a ellas se les prestará aquí atención.

2.1. Cómo se hace una recensión.

Una recensión es una exposición personal y crítica de un libro de cierto interés. Los elementos de una recensión son tres: presentación del libro y del autor, descripción del contenido y valoración personal. A continuación se sugieren algunos pasos a seguir para la redacción de una recensión.

1. Lectura del libro:

En primer lugar ha de realizarse una lectura detenida de la obra. Esta lectura ha de tener un carácter activo, de modo que puedan obtenerse de ella los datos necesarios sobre el autor y su obra, y también sobre el significado de ambos.

2. Redacción de la recensión:

—Debe proporcionar en primer lugar la referencia bibliográfica completa, incluyendo el nombre de la editorial, el año de la publicación y el número de páginas.

—Información sobre el autor. Es conveniente presentarlo de forma breve al público lector. Pueden ser de interés algunos datos como la formación del autor, su inclusión dentro de alguna corriente si es el caso, nombrar algunas otras obras suyas, etc.

—Resumen objetivo y analítico del contenido. Conviene proceder de lo más general a lo más concreto. Para ello puede comenzarse explicando el campo temático en el que se sitúa la obra y el punto de vista desde el que el autor lo ha enfocado. Pueden proporcionarse rasgos generales, fines que el autor se propone (suelen encontrarse en el prólogo o en la introducción), la tesis fundamental de la obra, etc. También puede darse a veces una presentación general por capítulos. En algún caso puede darse una división del libro que no coincida con la del autor. En ese caso, es necesario dar la razón por la que se emplea esa división.

La descripción del contenido ha de ser el elemento central de la recensión y por tanto el más extenso. De ordinario convendrá seguir el índice del libro, destacando los aspectos que parecen más novedosos o interesantes para el lector de la revista. Es muy práctico introducir entre comillas breves citas textuales del libro, indicando la página al final de las comillas, pues las recensiones no llevan notas a pie de página.

—Valoración crítica. Al valorar una obra, conviene hacer referencia a determinados pasajes de ella. A veces pueden incluirse observaciones acerca de algunos detalles como manejo y utilización de las fuentes y documentación por el autor, bibliografía utilizada, presentación material del libro, etc.

—Conclusión orientativa. Debe informarse al lector de modo preciso acerca del valor, interés y utilidad del trabajo recensionado. Por ejemplo, si es útil para un público general o sólo para un público especializado. Puede también emitirse un juicio sobre el estilo, la facilidad de comprensión, etc. En ocasiones se harán observaciones que puedan mejorar en algo la obra reseñada o indicaciones prácticas que faciliten su lectura. Estas orientaciones son normalmente un buen modo de concluir una recensión.

Además de tratarse de una obra de reciente aparición, para que la valoración tenga interés tiene que haber cierta congruencia entre la formación personal y el libro recensionado. Es una ingenuidad escribir una recensión en contra de un libro: es mucho mejor no hacerla. En ocasiones habrá que escribir una recensión positiva de un colega o un amigo que no logra que las revistas profesionales se hagan eco de su libro, pero en cambio, no resulta acertado escribir uno mismo una recensión de un libro propio y pedirle a un colega o amigo que la firme.

(Documento de trabajo. S. Barrena (4.11.94) y J. Nubiola, El taller de la filosofía, Eunsa, Pamplona, 155-156).

Además puede consultarse el apartado "6.3 La recensión bibliográfica" del libro de I. Izuzquiza, Guía para el estudio de la filosofía. Referencias y métodos, Anthopos, Barcelona, 1986, 283-286.

3. Proyectos y memorias de investigación

"Uno de los documentos que debe redactar con cierta frecuencia un investigador es un "proyecto" o "memoria" de investigación, en los que se informa del estado y evolución de una investigación determinada. Por ello, parece conveniente que se conozcan las convenciones y normas que rigen su elaboración ya desde el inicio de la carrera. De su correcta elaboración depende, en algunas ocasiones, la obtención de ayudas, becas y subvenciones para la investigación.

El conjunto de trabajos —"memoria", "proyecto", "informe"—, tiene como denominador común la referencia pormenorizada a la investigacción o estudio que va a iniciarse o a la descripción de las etapas de su realización en diferentes etapas y periodos de la misma.

Algunas veces, las instituciones y organismos que solicitan memorias y proyectos de investigación suelen indicar la estructura a la que éstos deben ajustarse. Pero cuando no existen estas normas, las sugerencias que aportamos pueden constituir una guía para la confección de estos documentos:

A. Proyecto de investigación:

En él se escribe el esquema según el que va a desarrollarse la investigación. Es un esquema provisional, ya que puede modificarse en el caso de que lo exija el progresivo avance de la investigación. Ordinariamente, incluye los siguientes elementos:

1. Datos precisos del autor o autores del proyecto.

2. Título del trabajo, que es importante precisar del modo más riguroso posible.

3. Esquema ordenado (con indicación de secciones y parágrafos, como si se tratara de un índice), que estructurará la investigación que quiere realizarse. Este esquema debe encontrarse debidamente fundamentado, y suele ser importante incluir algunas indicaciones bibliográficas que vayan a utilizarse en la investigación.

4. Plazos de realización de la investigación, con la mayor precisión posible. Puede ser interesante hacer coincidir estos plazos con determinadas partes del esquema de investigación anteriormente incluido.

5. Medios materiales necesarios para la realización del trabajo, como son: adquisición de libros, visitas a bibliotecas, consultas con expertos, asistencia a congresos, etc.

6. Juicio general propio acerca de la significación e importancia del trabajo que se quiere emprender, así como de la aportación que éste puede suponer una vez concluido.


B. Memoria de investigación:

Una memoria de investigación es una descripción simplificada del estado en que se encuentra nuestra investigación en el momento en que se escribe la memoria. Ordinariamente, debe incluir las siguientes referencias:

1. Datos precisos del autor o autores del proyecto.

2. Descripción objetiva de la parte de la investigación que ha sido concluida, de acuerdo al esquema completo que estructura el trabajo (y que, ordinariamente, ha sido presentado con anterioridad). En el caso, frecuente, de que haya habido modificaciones de ese esquema inicial, conviene indicarlo, señalando, si es posible, las causas de la modificación.

3. Precisión de las dificultades encontradas en el proceso de investigación, que no se esperaban, con un comentario acerca de su importancia.

4. Juicio personal del valor del trabajo realizado hasta el momento; conviene que se haga una referencia al conjunto del proyecto.

5. Indicar cualquier modificación respecto a los plazos temporales de realización del proyecto, los medios necesarios para llevarlo a cabo, etc.

Puede ocurrir que la "memoria" se presente al término de la investigación, como una descripción de la misma. En este caso, suele recibir el nombre de "informe de investigación". En este "informe" debe describire el desarrollo completo de la investigación realizada. Ordinariamente, suele incluir un resumen de la investigación indicando los diferentes pasos y etapas de su realización, así como un juicio valorativo de la importancia que tiene. En muchas ocasiones, el "informe final" suele acompañar los resultados, ya redactados, de la investigación, en cuyo caso, el informe no es sino una presentación de la misma".

I. Izuzquiza, Guía para el estudio de la filosofía. Referencias y métodos, Anthropos, Barcelona, 1989, 293-295.

4. Presentaciones a congresos y publicaciones

El valor de una publicación dependerá por supuesto del tipo de congreso de que se trate y de que nuestra comunicación sea incluida efectivamente en las actas. Los resúmenes de las intervenciones "abstracts", incluidas en el folleto de mano o similar que se distribuye al inicio del congreso, y que en muchos casos es lo único que se publica, no son aceptados ya como publicaciones científicas por los organismos que evalúan la actividad investigadora.

En los congresos de humanidades se suele disponer de veinte minutos como máximo para la presentación oral de la comunicación, incluidas las preguntas o comentarios de los asistentes. Lo más importante para una comunicación de este tipo es por tanto que se atenga estrictamente al tiempo establecido. Resulta bien penoso ver a un sabio investigador tratar de meter apretujadamente en el corto espacio de veinte minutos cuarenta folios escritos a máquina y en letra pequeña hasta que la persona que modera la sesión se siente obligada a retirarle casi violentamente la palabra. Para evitar esas situaciones es indispensable haber ensayado antes la exposición oral, reloj en mano, varias veces, delante de otras personas. El texto que vayamos a leer no deberá tener más de dos mil palabras, independientemente de la extensión máxima que los organizadores hayan autorizado para el texto que vaya realmente a publicarse. Nunca se insistirá lo suficiente en la necesidad de leer despacio, sin prisa, mirando de cuando en cuando al público que nuestro título y nuestro nombre hayan podido atraer a la sala en que leemos nuestra comunicación.

Como todos los textos, habrá de tener una introducción, muy breve, que capte la atención y en la que se anuncien los objetivos y las dos o tres partes que va a tener la exposición; un contenido central, claro y articulado en las secciones anunciadas, y una conclusión, brevísima también, pero que —si es posible— invite al público al aplauso.

En los últimos años está extendiéndose cada vez más el empleo de trasparencias o el power point también entre los filósofos, quizás en particular para la lógica y áreas afines. Ese estilo de presentación tiene sus propias reglas que es necesario aprender y por supuesto ensayar en entornos cómodos hasta que se tenga la soltura necesaria para actuar ante un público desconocido como suele ser el de un congreso.

5. Artículos en revistas académicas

Quien se inicia en la escritura profesional debe necesariamente adentrarse en este ámbito para el que aquí sólo se sugerirán tres principios prácticos.

El primero de estos principios consiste en aprender que cada revista es distinta. Un artículo ha de estar escrito para una revista concreta, no sólo porque se adapte al estilo peculiar de esa revista sobre la manera de hacer las citas y demás referencias bibliográficas, sino porque habrá que tener en cuenta los artículos que sobre ese tema se hayan publicado anteriormente en ella, las publicaciones de los referees o evaluadores habituales de los artículos sobre esa materias, etc. En esta línea el libro de Eric Hoffman (ed.), Guidebook to Publishing in Philosophy, Philosophy Documentation Center, Bowling Green, OH, 1997 puede resultar muy útil para el ámbito angloamericano.

El segundo principio práctico es que lo más importante de un artículo es el título y el resumen. El título ha de ser breve y atractivo, pero ha definir con claridad el contenido y el propósito del artículo. Muchas veces no es fácil lograr todos esos objetivos en el breve espacio de un título, pero sí hay que lograrlos siempre en el resumen o abstract que suele encabezar los artículos, y que en caso de revistas acreditadas es reproducido en The Philosopher's Index y en otras bases de datos o publicaciones de resúmenes. En las cien o ciento cincuenta palabras del resumen deberán figurar todas las palabras clave y habrá de expresar con la mayor claridad posible lo que el lector encontrará desarrollado en el artículo.

El tercer principio es que un artículo es la comunicación de los resultados de la investigación filosófica que su autor ha llevado a cabo. Por tanto, un artículo no puede ser una introducción general a un autor o a un tema, ni debe ser meramente expositivo. El trabajo ha de abordar un tema concreto, con los límites bien definidos y ello debe estar avalado siempre por un buen conocimiento de la bibliografía reciente al respecto. Además de bien redactado, tiene que estar bien estructurado: ha de plantear un problema, ha de analizarlo en varias secciones y ha de brindar una solución o una nueva manera de enfocarlo. A veces lo más difícil del artículo es precisamente el llegar a dar con la manera correcta de organizarlo.

Como la pieza oratoria, el artículo de investigación ha de tener principio, medio y final, pero además de esa estructura ha de ser siempre congruente con la materia y con el propósito del artículo en cuestión. En la introducción han de presentarse con claridad los objetivos del trabajo y anunciar las diversas partes de que se compone, con una breve justificación de la estructura adoptada. La argumentación debe desarrollarse con orden, señalando con claridad la tesis que sustenta y las opiniones opuestas que se conocen. De ordinario es muy útil una buena conclusión como recapitulación de todo el trabajo (J. Nubiola, El taller de la filosofía, 156-161).




Fecha del documento: 17 de marzo 2004
Última actualización: 21 de julio 2010
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