II Jornadas "Peirce en Argentina"
7-8 de septiembre del 2006

La inferencia como Símbolo


Evelyn Vargas
vargaset@yahoo.com.ar


INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo me propongo examinar lo que podríamos denominar la concepción pragmática de la inferencia deductiva necesaria mediante el análisis comparativo de textos correspondientes a distintos períodos del pensamiento peirceano. Tempranamente Peirce había caracterizado la acción mental en términos de procesos inferenciales, los cuales a su vez remitían al hecho de que si alguien cree en las premisas, "también estará dispuesto a actuar a partir de la conclusión y a decir que es verdadera" (W2, 214). Por otro lado, había definido los argumentos en general como símbolos que determinan sus interpretantes (W2, 54). Estos dos aspectos de la inferencia, a los cuales me referiré como doxástico y semiótico respectivamente se mantienen y refinan en su pensamiento posterior. Así, por ejemplo, Peirce afirmará que un argumento "es tanto un signo racionalmente persuasivo" (EP 2:275) "como una representación simbólica" (EP 2:296; 308, entre otros), y en cuanto tal "es objeto de la lógica, entendida como una teoría de las condiciones de la verdad" (CP 2.93). Para el lector moderno estos aspectos que introducen consideraciones acerca de la relación de la lógica con el pensamiento y la acción, pueden resultar confusos o incluso erróneos. Sin embargo, sólo la integración de ambas perspectivas dará una interpretación adecuada desde el punto de vista exegético, y a la vez fructífera para la reflexión contemporánea.

En primer término presentaré la concepción temprana de la inferencia. La última sección de la New List caracteriza un argumento como un símbolo que determina su interpretante de modo independiente (sección 15), entendiendo por este último un signo que representa que el argumento representa su objeto (Ibid.). De este modo las premisas forman una representación de la conclusión; si se trata de un argumento deductivo, su conclusión se representa en las premisas como por un signo general bajo el cual está contenida (Ibid.). Es esta caracterización de los argumentos como un tipo particular de símbolo cuyo interpretante es la conclusión a la que me referiré como el aspecto semiótico de la inferencia.

En segundo término, introduciré otra perspectiva, que Peirce considera en su segundo artículo de la Cognition Series. Según ésta la inferencia válida es un proceso cognitivo que procede de la premisa a la conclusión sólo si la conclusión, es siempre o habitualmente verdadera cuando la premisa es verdadera (parágrafo 4). En el caso de la deducción su validez dependerá incondicionalmente de la relación del hecho enunciado en la conclusión con los hechos enunciados en las premisas. Pero Peirce señala también que es un hecho empírico que si S cree en las premisas, tal que actuará de acuerdo a ellas y dirá que son verdaderas, en las circunstancias adecuadas también estará dispuesto a actuar a partir de la conclusión y a decir que es verdadera (par. 5):

But it is a matter of constant experience, that if a man is made to believe in the premises, in the sense that he will act from them and will say that they are true, under favorable conditions he will also be ready to act from the conclusion and to say that that is true.

Esta caracterización de la inferencia en función de su relación con la verdad y la acción es la que denominaré el aspecto doxástico respecto de la inferencia.

Ahora bien, por una parte, desde un punto de vista psicológico todas las falacias se reducen a la aprehensión confusa de las premisas pues formalmente siempre procedemos según el modo de la inferencia válida (par. 19). Esta consideración está en conformidad con lo que reconoce como la forma general de todo razonamiento válido, esto es, la conclusión se infiere de las premisas por sustitución de términos que representen el mismo objeto (par. 15):

The conclusion is accordingly derived from either premise by substituting either a new subject for the subject of the premise, or a new predicate for the predicate of the premise, or by both substitutions. Now the substitution of one term for another can be justified only so far as the term substituted represents only what is represented in the term replaced.

Sabemos sin embargo que la máxima pragmática habrá de introducir un tercer grado de claridad que supera la claridad y distinción de la lógica moderna tal como fue definida por Leibniz, quien, por su parte también había definido la inferencia como un proceder por sustitución de equivalentes1, doctrina que, para muchos especialistas es complementaria de la concepción del razonamiento como mero cálculo ciego. Una perspectiva tal no puede hacer justicia a la originalidad de la concepción peirceana pues hace de la función de la deducción para la formación de nuevas creencias y como guía de la acción un mero hecho empírico colateral. La superación de esta concepción implicaría entonces la necesidad de una modificación del concepto de inferencia aun cuando ello no implicara el abandono de la idea de que su rol consiste en explicar significados. Como veremos, una nueva concepción del interpretante resultará esencial en esta nueva perspectiva.

ASPECTO SEMIÓTICO

Un elemento que cobrará preeminencia en la concepción peirceana desde la década del 70 es aquel referido a la necesidad del uso de diagramas por medio de los cuales se hace evidente la conclusión. En efecto, "todo razonamiento necesario es diagramático" (EP 2:212). Para entender esta función es preciso introducir dos consideraciones adicionales. Por una parte, una deducción consiste en extraer las consecuencias experimentales de una hipótesis (EP 2:95). En segundo lugar, Peirce distingue entre dos tipos de deducción, a las que denomina respectivamente corolaria y teoremática. Es el primer tipo de deducción el que alcanza la conclusión mediante la sustitución de cada término por su definición (EP 2: 96); la deducción teoremática, en cambio, no alcanza la conclusión por el mero análisis de definiciones (Ibid.). Aun cuando también el primero involucra el uso de diagramas, es el segundo tipo el que procede a partir de la modificación del diagrama original en el que se representaban las condiciones de la conclusión, y sólo entonces, mediante la observación del diagrama modificado se afirma la verdad de la conclusión (EP 2:298).

Sin embargo, en todo razonamiento predomina el aspecto simbólico (EP 2:10). Los símbolos se distinguen de otros signos por su carácter convencional y general (EP 2:5). Un argumento es un símbolo que muestra separadamente qué interpretante se busca determinar; tal representación interpretante es precisamente la conclusión (EP 2:64; 204) Y puesto que el interpretante general buscado (intended) es el significado, el significado de un argumento es explícito, esto es, su conclusión (EP 2:220). Un argumento es un símbolo, además, porque su interpretante representa el argumento como una instancia de una clase general de argumentos que siempre tiende a la verdad, es decir, su objeto es un tipo o regla general:

The Interpretant of the Argument represents it as an instance of a general class of arguments, which class on the whole will always tend to the truth.

(...) an argument is a sign whose Interpretant represents its Object as being an ulterior sign through a law, namely, the law that the passage from all such premises to such conclusions tend to the truth. Manifestly, then, its Object must be general; that is, the argument must be a symbol. (…)

A Deduction is an argument whose Interpretant represents that it belongs to a general class of possible arguments precisely analogous which are such that in the long run of experience the greater part of those whose premises are true will have true conclusions. (…) Necessary Deductions (…) profess (or their Interpretant profess for them)that from true premises they must invariably produce true conclusions (EP 2:293; 296; 297-8).

Nótese, sin embargo, que el interpretante es aun otro signo del mismo objeto (EP 2:304), es decir, la interpretación del argumento sólo tiene lugar en el pensamiento mismo, y consecuentemente, en la conclusión en tanto pensada.

ASPECTO DOXÁSTICO

Una vez enunciados someramente los que denominamos los aspectos semióticos del concepto de inferencia, presentaré el segundo aspecto según la concepción madura de Peirce. Recordemos que un razonamiento es un proceso por el cual alcanzamos una creencia que consideramos el resultado de creencias previas (EP 2:11). Hacia el final de su vida Peirce ofrece la siguiente caracterización de inferencia:

When it happens that a new belief comes to one as consciously generated from a previous belief, an event which can only occur in consequence of a third belief (stored away in some dark closet of the mind, as a habit of thought) being in a suitable relation to that second one,- I call the event an inference, or a reasoning (EP 2:463).

Si la tercera creencia en tanto hábito en la relación adecuada con las premisas hace referencia al tercer elemento de la deducción, el juicio según el cual lo que observamos en las premisas sigue una regla, también la conclusión debe ser un hábito. Una creencia es un hábito de acción (EP 2:11). En la medida en que la inferencia consiste en la adopción deliberada y controlada de una creencia a partir de otra se asemeja a la acción moral (EP 2:247). En particular, implica la comparación con normas o patrones generales (EP 2:249-50). Ahora bien, aquellas predicciones condicionales que el sujeto que realiza la inferencia tiene la intención de hacerse responsable o negar constituyen el significado pero sólo en segundo grado, es decir, su significado distinto. El tercer grado de significación corresponde a las "consecuencias no previstas que la aceptación del signo está destinada a producir":

The meaning of a word is more fully the sum total of all the conditional predictions which the person who uses it intends to make himself responsible for or intends to deny. That conscious or quasi conscious intention in using the word is the second grade of meaning. But besides the consequences to which the person who accepts a word knowingly commits himself to, there is a vast ocean of unforeseen consequences which the acceptance of the word is destined to bring about, not merely consequences of knowing but perhaps revolutions of society (…) and the sum of those consequences makes up the third grade of meaning (EP 2: 256).

Este último grado representa, naturalmente, su significado pragmático. En su concepción madura el significado pragmático involucra todos los modos generales de conducta racional que se seguirían de la aceptación de un símbolo (EP 2:346). Pero podemos preguntarnos en qué medida puede la deducción alcanzar ese tercer grado de claridad.

En textos tardíos de Peirce hallamos que la validez de un argumento deductivo depende de la capacidad humana para explicar sus propios significados (EP 2:443). Pero en un texto de 1911 Peirce sostiene que para hacer distinto el significado del término 'razonamiento' es preciso analizar el significado de los conceptos de 'creencia' y de 'realidad' tal como son concebidos en su doctrina madura (EP 2:455). En ese mismo texto Peirce postula que el pensamiento tiene realidad aun cuando una mente no lo lleve a cabo, por ello razonar es un proceso de pensamiento que se distingue del ejercicio efectivo del pensar (Ibid.). Nuestra última sección estará dedicada a esclarecer estas afirmaciones a la luz de la complementación de los aspectos doxásticos y semánticos.

CONCLUSIÓN

Dado que nos hemos limitado a la inferencia deductiva hemos de considerar la relación entre significado y verdad sólo en tanto sirvan para esclarecer el concepto de estos argumentos. Como se señaló precedentemente un argumento deductivo se compone principalmente de símbolos, aunque también involucran íconos e índices. Por medio de su interpretante se representa como perteneciente a una clase general de argumentos análogos tales que la experiencia a largo plazo mostrará que aquellos cuyas premisas son verdaderas tendrán conclusiones verdaderas (EP 2:297), es la función del interpretante el representar su objeto por medio de la ley según la cual el paso de las premisas a la conclusión tiende a la verdad. Pero la conclusión de un razonamiento está referida al futuro, más específicamente a la conducta deliberada (EP 2:358-9) y por tanto a la creencia como hábito. Desde 1907 no es la acción sino el hábito el que debe considerarse como interpretante lógico último de un signo (EP 2:418; 431). Sólo entonces la verdad, es decir, los hechos no abstractos puede considerarse el interpretante último de un signo. Así la conclusión es el interpretante en tanto hábito o acción virtual pues actuar según fines es una forma de interpretación de signos.

 



Notas

1. Esta concepción aparece en textos de la edición de Erdman que Peirce menciona en su vocabulario filosófico, por ejemplo: Dissertatio de Ars Combinatoria; De scientia Generalis (=De Arte Característica ad perficiendas scientias ratione nitentes)


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Fecha del documento: 11 de octubre 2006
Ultima actualización: 11 de octubre 2006

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