II Jornadas "Peirce en Argentina"
7-8 de septiembre del 2006

El problema de la unidad de la noción peirceana de verdad


Catalina Hynes
catyhynes@gmail.com



Introducción

La variedad de interpretaciones existentes en torno a la noción peirceana de verdad parece erigirse como un serio obstáculo para quien intente comprenderla. Podría ser, en efecto, una tarea inútil pretender asir la idea peirceana de verdad cuando puede encontrarse insoslayable evidencia textual en apoyo de opiniones altamente divergentes. Peirce ha desgranado sus provocativas ideas respecto a la verdad a lo largo de varias décadas en una obra ingente, a menudo focalizada en otros temas más concretos que éste que nos ocupa; sus textos relevantes, desperdigados como escombros de una teoría que hay que reconstruir, desafían al más paciente ensamblador y suscitan un enjambre de problemas interesantísimos.

Algunos investigadores han llegado a sostener lisa y llanamente que la teoría peirceana de la verdad es contradictoria pues pretende vanamente conciliar verdad entendida como coherencia y verdad como correspondencia, entre otras tendencias opuestas presentes en su pensamiento1. Robert Almeder2, por su parte, contabilizó, en un minucioso trabajo, trece teorías distintas acerca de la verdad peirceana. Y podrían sumarse ahora al menos un par más. Así las cosas, el primer desafío que hay que enfrentar es el del carácter unitario, real o no, de las ideas de Peirce en torno a la verdad. Paul Forster ha señalado que éste es un problema importante puesto que tiene profundas repercusiones tanto en la formulación de los problemas centrales de la epistemología como en las disputas acerca del realismo. Por lo tanto, "determinar qué teoría de la verdad sostiene Peirce guiará la interpretación de su filosofía entera"3. Este trabajo pretende: mostrar el origen del problema, examinar críticamente dos soluciones posibles y señalar hacia dónde podríamos encaminar nuestra búsqueda de una teoría unitaria de la verdad en Peirce.

1. La raíz del problema

Almeder sostiene4 que podríamos dividir las preferencias de los intérpretes de Peirce en tres grandes grupos: las versiones correspondentistas, las anti-correspondentistas y otras versiones que, a falta de un nombre mejor, denomina "híbridas"5. No detallaremos aquí todas las variedades que él señala, sólo diremos que van desde interpretaciones simplemente correspondentistas, como las de Wilfrid Sellars, Nicholas Rescher y Susan Haack, por citar sólo algunos, hasta versiones coherentistas fuertes según las cuales la verdad peirceana nada tiene que ver con el mundo extra-lingüístico, por la sencilla razón de que este mundo no existe.

Me interesa remarcar el diagnóstico que realiza Almeder sobre el origen de tan extensa gama interpretativa; es el siguiente: existen en Peirce textos claramente correspondentistas, tanto en su obra temprana como en la última, que no pueden ser ignorados; sin embargo, hay otros en los que define la verdad sólo en términos del producto de la investigación científica o bien en los que niega lo que es mínimamente necesario para cualquier teoría de la correspondencia, a saber, la distinción entre la mente y cosas independientes de ella tanto causal como lógicamente6. Una interpretación aceptable sería, para Almeder, una que integrase ambas series de textos sin omisiones tendenciosas. Algunas de las versiones "híbridas" intentan armonizar las visiones correspondentista y coherentista de Peirce, por ejemplo la de Apel, mientras que otras declaran que nuestro filósofo estaba profundamente confundido en relación a la verdad. Comencemos nuestro análisis reseñando algunos de los párrafos que es menester integrar.

1. a) Los textos correspondentistas

Veamos cinco textos, claramente correspondentistas, de una larga antología que podría prepararse, pertenecientes a diferentes épocas. Dice Peirce en "La fijación de la creencia"7:

Para satisfacer nuestras dudas es necesario, por tanto, encontrar un método mediante el cual nuestras creencias puedan determinarse no por algo humano, sino por algo permanente externo, por algo en lo que nuestro pensamiento no tenga efecto alguno. (CP 5.384, 1878).

En una nota aclaratoria de 1903 agrega a continuación de lo anterior:

Pero el cual, por otra parte, tiende sin cesar a influir en el pensamiento; o, en otras palabras, por algo real. (Nota n°28)

En un agregado de 1893 (nota n°31) sostiene:

Los cambios de opinión los provocan acontecimientos fuera del control humano. Toda la humanidad era de una tan firme opinión de que los cuerpos pesados tienden a caer más rápidos que los ligeros que cualquiera otra idea era descartada como absurda, excéntrica y probablemente falsa. Con todo, tan pronto como algunos hombres lograron inducir a algunos de los partidarios del sentido común a considerar sus experimentos -tarea no fácil- se hizo evidente que la naturaleza no seguiría a la opinión humana por muy unánime que fuese.

Otro texto posterior, de 1902, dice:

La verdad es la correspondencia de una representación con su objeto. (CP 5.553)

Y otro más, de 1906:

La verdad es la conformidad de un representamen con su objeto. (CP 5.554)

Peirce parte del concepto pre-teórico de verdad, o de lo que, siguiendo a Kant, llama la "definición nominal" (CP 5.553), esto es, parte de la explicación del significado de la palabra "verdad" tal como lo expondríamos a alguien que la escuchara por primera vez pero también afirma las tesis que podrían considerarse como notas fundamentales de una teoría de la correspondencia de la verdad en sentido fuerte8:

1) Hay algo externo a nuestro pensamiento, a saber, lo real, la naturaleza o el mundo.

2) Nuestras proposiciones9 representan ese algo real.

3) Lo real determina la verdad de nuestras proposiciones y no al revés.

Dejemos de lado en nuestras consideraciones, por el momento, qué debemos entender por "real" para notar que las dificultades de interpretación se sitúan no a nivel de la definición nominal sino en el segundo grado de claridad10, es decir, en el nivel de la definición conceptual de la verdad, si es que Peirce pretendió proporcionar tal cosa. Más adelante argumentaré que Peirce expresamente elude la vía definicional.

1. b) Los textos coherentistas

Consideremos ahora los textos que abonan la interpretación coherentista. Un parágrafo que antes citamos a favor de la tesis correspondentista (CP 5.553) termina diciendo:

Aquello a lo que la representación debería conformarse, es ello mismo, algo de la naturaleza de una representación, o un signo, algo noumenal, inteligible, concebible, y completamente distinto de una cosa en sí.

El acuerdo con esa última proposición que esperamos con ansias, el acuerdo con ella, sea lo que sea que resulte ser, es la verdad científica. (CP 7.187, c. 1901)

La verdad es esa concordancia de un enunciado abstracto con el límite ideal hacia el cual la investigación sin término tendería a llevar a la creencia científica. (CP 5.565, 1901)

Textos como estos son los que llevan a algunos a dudar que Peirce sostenga una teoría de la correspondencia en sentido clásico11 pues parecen mostrar, en cambio, que la verdad consistiría en el acuerdo entre dos creencias, una actual y otra situada en un futuro indeterminado. Este acuerdo de creencias, opiniones o proposiciones, entre sí no es otra cosa sino coherencia o bien una variante de la coherencia tal como el consensualismo. Si lo real es de la naturaleza del pensamiento, entonces cualquier verdad sería sólo la coincidencia del pensamiento consigo mismo y no hay que buscar referentes extralingüísticos para nuestras creencias.

Como vemos el problema es serio sobre todo porque muchos filósofos ven las teorías correspondentista y coherentista como mutuamente incompatibles, ¿debemos concluir entonces que hay una contradicción palmaria en el seno del pensamiento peirceano? Varios autores responden a esta pregunta negativamente e intentan exhibir la unicidad onto-lógica de la teoría peirceana de la verdad. Examinemos brevemente algunas soluciones posibles.

2. Las vías medias

Notemos que estamos prácticamente ante una cuestión disputada en la que se averigua si la verdad peirceana es correspondentista. Disponemos de una lista de autoridades, esto es, los textos peirceanos mismos, que alegan que sí lo es y un sed contra compuesto por otros tantos textos de Peirce a favor de la tesis coherentista. Es interesante ver cómo los distintos autores apelan al conjunto de la filosofía peirceana para determinar una respuesta al problema. En los casos que consideraremos a continuación, las respuestas siguen, como en la escolástica, una vía media que permite rescatar lo correcto de ambas posiciones. Estas respuestas son las siguientes:

2.a) La tesis Savan-Rescher12:

Estos autores piensan que Peirce define la verdad en términos de correspondencia mientras que adopta la coherencia como un criterio de verdad. Este punto de vista tiene ventajas y desventajas. Su atractivo reside, según Almeder13, en que si aceptáramos la tesis, los textos se acomodan agradablemente desapareciendo así la imagen de un Peirce desesperadamente confundido o incoherente. Pero no se muestra muy satisfecho con la tesis en cuestión, insiste en que Peirce define la verdad también en términos coherentistas, lo cual invalidaría la hipótesis del criterio y deja sin resolver la importante cuestión acerca de la incompatibilidad de las dos teorías de la verdad.

El caso de Rescher merece, sin embargo, una mirada más atenta. Su pensamiento tiene confesados orígenes peirceanos en varios importantes puntos y el tema de la verdad es uno de ellos. Rescher considera que la teoría de la correspondencia está perfectamente diseñada para contestar a la pregunta por el significado del término 'verdad', pero fracasa a la hora de sus múltiples aplicaciones, es por ello que las otras teorías (tradicionalmente rivales) pueden jugar un rol importante en epistemología14. No duda en afirmar que la noción peirceana de verdad es realista o correspondentista mientras que el acuerdo con la opinión final y la predicción exitosa son el test de la verdad15.

En el mismo año en el que Almeder criticaba a Rescher el no brindar una articulación convincente de las dos teorías, éste ensayaba una posición audaz respecto a la verdad16: intenta demostrar que, si se considera a la coherencia desde una perspectiva idealizada (coherencia óptima con una base de datos perfecta), se pone de manifiesto el vínculo esencial entre la verdad y la coherencia; ambas son, incluso, lógicamente equivalentes17. Lamentablemente no podemos desarrollar aquí esa demostración pero es necesario reconocer que constituye un intento bastante logrado, o al menos uno que no se puede ignorar. Estas modificaciones convierten a la teoría rescheriana de la verdad, a mi juicio, en una respuesta plausible al problema de la unidad de la verdad en Peirce18.

2.b) La teoría cuádruple de Forster:

Otra alternativa interesante, no sólo como intento de solución sino también por el planteamiento mismo del problema, es la que ofrece Paul Forster19. Él sostiene que la teoría pragmatista de Peirce es una gran teoría unificada de la verdad que alberga cuatro teorías tradicionalmente rivales, a saber, las teorías correspondentista, coherentista, consensualista e instrumentalista. Manteniéndose siempre al nivel de una doctrina lógico-epistemológica —no metafísica— de la verdad Peirce logra, según Forster, integrar estas cuatro vertientes convirtiéndolas en cuatro aspectos interdependientes e interdefinibles de una única noción. Algo importante en esta interpretación es que ninguno de estos cuatro aspectos es más importante que los otros, ninguno de ellos es fundamental, son todos pragmáticamente equivalentes.

Forster recurre a las relaciones entre signos, significado y verdad para interrelacionar "las muchas caras de la verdad peirceana":

Peirce usa la teoría de los signos para unificar las intuiciones subyacentes de las teorías correspondencia y la coherencia de la verdad de la siguiente manera…Debido a que los signos son esencialmente interdependientes 'distinguir entre la concepción verdadera de una cosa y la cosa misma es…sólo considerar una y la misma cosa desde dos puntos de vista diferentes; pues el objeto inmediato del pensamiento en un juicio verdadero es la realidad' (8.16)20.

Para Peirce, entonces, hablar de verdad como correspondencia es examinar los signos en su capacidad representativa, hablar de verdad como coherencia es examinar los signos en tanto que medios del pensamiento21.

Forster sostiene (contra Savan y Rescher) que la coherencia es más que un mero criterio de la verdad debido a su interdependencia e interdefinibilidad. Como puede verse en los párrafos citados, un objeto real funciona como objeto de conocimiento sólo en tanto que objeto de un signo (CP 5.554); más aún, para que el objeto pueda determinar la verdad de una proposición debe poder relacionarse apropiadamente —mediante principios racionales directivos— con las creencias previas apropiadas. Así, la factibilidad de la correspondencia de un signo a un objeto real depende de la posibilidad de ciertas relaciones lógicas entre creencias; dicho en otras palabras, las condiciones para la correspondencia máxima involucran necesariamente las condiciones de la coherencia máxima22.

Con respecto a la teoría de la verdad como consenso recordemos algunas de las formulaciones de Peirce:

La opinión que está destinada a ser finalmente acordada por todos los que investigan, es lo que significamos por verdad. (CP 5.407)

La realidad consiste en el acuerdo al que la comunidad entera eventualmente llegaría. (CP 5.331)

Podríamos acumular más citas pero es fácil mostrar la conexión entre verdad, comunidad, consenso y realidad externa. Precisamente porque Peirce ha defendido la idea de que algo externo y permanente debe entenderse como algo que nos afecta a todos y no como algo sujeto a las condiciones de afección de un solo individuo. El método científico, en base al cual se define aquí la verdad, es el reaseguro de la objetividad tanto por ser una práctica comunitaria como por su capacidad de autocorregirse con motivo de la experiencia adversa.

Peirce se opone estrictamente a cualquier intento de definir la verdad con el acuerdo de cualquier comunidad particular, lo que haría que la verdad y la realidad "varíen de comunidad en comunidad y así fallarían en proveer una norma cognitiva universal"23. Forster afirma entonces que el consenso al cual Peirce se refiere en su caracterización de la verdad es entre todos los cognoscentes racionales, actuales y posibles, o, en palabras de Peirce, involucra "una COMUNIDAD sin límites definidos y capaz un definido incremento de conocimiento" (CP 5.311). Este consenso máximo, claro está, sólo puede realizarse si se dan las condiciones de la correspondencia y la coherencia máxima. Puede mostrarse, con argumentos parecidos, que estas condiciones son también las de las predicciones exitosas que el instrumentalismo identifica con la verdad.

En el tratamiento peirceano de la noción de verdad, tendríamos —para Forster— un ejemplo de aplicación exitosa del método pragmático, esto es, el fin de una de una disputa filosófica interminable al mostrar que cuatro expresiones pretendidamente rivales son pragmáticamente equivalentes. Esta interpretación de Forster luce como la más adecuada al espíritu pragmatista pero conlleva cierta dificultad cuando afirma que ninguno de estos aspectos es más importante que el otro o que Peirce nunca habló de la verdad en sentido metafísico.

A diferencia de Forster, creo que hay aspectos de la verdad más básicos que otros. Pongamos, por ejemplo, el caso de correspondencia y consenso: la convergencia final de las opiniones en una opinión destinada, imposible de evitar, es una "gran esperanza" basada en la relación estrecha entre verdad y realidad. A modo de ejemplo Peirce cita el caso de la velocidad de la luz que es una sola pero puede ser determinada por métodos diferentes. Es un ejemplo significativo puesto que se trata de una de las constantes físicas universales: sabemos cuáles son y cuál es su valor, sabemos además que el mundo en el que vivimos sería muy diferente, o no sería en absoluto un mundo habitable para nosotros, si en ese valor se produjera una pequeñísima variación. Sin embargo, desconocemos por qué tienen precisamente el valor que tienen. Las constantes no dependen de nuestras teorías, lo que las convierte en las mejores candidatas a datos provenientes del mundo mismo. Podemos esperar que habrá consenso porque la realidad/una se impondrá a la larga gracias a nuestros métodos de investigación y, entonces, los nexos de determinación van desde la verdad/correspondencia hacia la verdad/consenso y no al revés, por lo cual no podría decirse que sean equivalentes. Otro tanto podría decirse con respecto a la verdad instrumentalista, uno puede ir fácilmente de la verdad/correspondencia hacia la predicción exitosa pero no tan fácilmente en sentido contrario.

3. La unidad buscada

El intento de Forster de mantener a la verdad en el plano exclusivamente lógico parece poco afortunado si tenemos en cuenta que Peirce ha estrechado las relaciones entre verdad y realidad al punto que no podemos entender una sin entender la otra. Si la verdad peirceana se dice de muchas maneras creo es que debido a la íntima conexión entre verdad y realidad que hay en ella. Una exploración de la evolución de la noción de realidad en Peirce puede darnos las variaciones de tonalidad que adquiere la verdad según desde qué punto de vista la miremos. Quizás podríamos tener una triple, o cuádruple, noción poniendo el acento, no en una plana equivalencia de todas ellas (como hace Forster) sino más bien animándonos a distinguir la profundidad relativa, lógica o metafísica, de cada una. Si lográramos comprender, por ejemplo, qué significa "pensamiento en general" en la afirmación peirceana de que la realidad es independiente del pensamiento individual pero no del pensamiento en general, creo que podríamos tener esperanzas de establecer cuál es la noción fundamental y cuál (o cuáles) la(s) derivada(s).

Sería bueno preguntarnos a estas alturas si Peirce intentó dar una definición del concepto de verdad y parece sensato responder negativamente mostrando que su interés focal era, según su método pragmático proclama, señalar las consecuencias experienciales concebibles de la noción de verdad. En este intento aclaratorio fue encontrando rasgos o perspectivas de la verdad que pueden aunarse en una caracterización siempre abierta en la que lo importante es apuntar a la diferencia que haría para una proposición ser verdadera o falsa. De esta opinión es Susan Haack cuando sostiene que la noción pragmatista de verdad hace inaceptable la distinción entre significado y criterio24. Ángel Faerna propone también cambiar el enfoque cuando dice que

el propósito último de su "definición" parece ser desviar nuestro interés de la cuestión abstracta "qué es la verdad" hacia las investigaciones empíricas concretas, ligadas a contextos definidos, en que preguntamos "cuál es la verdad", esto es, qué debemos creer a propósito de esto o aquello, cómo fijar nuestra creencia25.

Peirce mismo abona este tipo de interpretaciones, veamos lo que dice con respecto a la posibilidad de definir a la ciencia:

¿Qué es la ciencia? No podemos definir la palabra con la concisión y precisión con la que definimos círculo o ecuación, de la misma manera que no podemos definir dinero, gobierno, piedra, vida. La idea, al igual que éstas, y más que muchas de ellas, es enormemente compleja y diversificada. Personifica el desarrollo intelectual del hombre. Sólo podemos escoger algunas de sus propiedades principales, y diferentes personas las seleccionarán de modo diferente. (CP 7.49)

Creo que esta opinión de Peirce sobre la ciencia puede aplicarse también a la verdad que es su fin (o a la contracara de la verdad: lo real). Pretender someter esta noción a estándares de definibilidad estrictos, o reducirla sin más a una de las teorías tradicionales, quizás sólo indica que todavía no hemos entendido lo que significa el pragmatismo peirceano o, peor aún, que nuestras discusiones en torno a la verdad en Peirce sirven justamente para ejemplificar el tipo de filosofía estéril que él detestaba.



BIBLIOGRAFÍA




Notas

1. Quien ha defendido este punto de vista con mayor énfasis es Tomas Goudge: The Thougth of C. S. Peirce, University of Toronto Press, London, 1950, pp. 23 y ss. Bruce Altshuler, en cierta medida, también cree que hay dos polos en tensión en su pensamiento, a saber, el idealismo y el naturalismo, sin embargo, intenta una interesante solución distinguiendo entre una perspectiva "externalista" y otra "internalista" del problema del conocimiento. Cf. Altshuler, B. : "Peirce’s Theory of Truth and His Early Idealism", Transactions of the Charles S. Peirce Society 16 (1980), pp.130-131.

2. Almeder, R.: "Peirce's Thirteen Theories of Truth", Transactions of the Charles S. Peirce Society 21 (1985), pp.77-94.

3. Forster, P.: "The Unity of Peirce’s Theories of Truth", BJHP, vol. 4/N° 1 (1996), p.119.

4. Almeder, R.: "Peirce’s Thirteen Theories of Truth", Transactions of the Charles S. Peirce Society 21 (1985), pp. 77- 78.

5. Ibid., p. 83.

6. Ibid., p.80-81.

7. La traducción de los párrafos extraídos de "La fijación de la creencia" pertenecen a José Vericat: El hombre, un signo, Crítica, Barcelona, 1988. La traducción de los textos restantes me pertenece, salvo indicación en contrario.

8. Alberto Moretti ha señalado estas notas con claridad: "La idea correspondentista tradicional, que se remonta a Platón y Aristóteles (por ej. Sofista 261e5 - 263b12; Metafísica ?1011, ?1051; Categorías 4b, 14b) pasando por la escolástica y buena parte de la filosofía moderna, reúne tres componentes: la existencia de un nexo fuerte entre oraciones verdaderas y hechos específicos (el componente representacional), la dependencia de la predicación de verdad respecto de la existencia de hechos (el componente fundacional), y la naturaleza en general extramental o no epistémica de los hechos (el componente realista)". Cf. Moretti, A.: "El concepto tarskiano de la verdad" en "Filosofía de la lógica", Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, vol. 27, Ed. Trotta, Madrid, 2004, p.115.

9. Para Peirce el portador primario del predicado "verdadero" es la proposición, derivadamente puede extenderse a otros ítems, i. e. opiniones, creencias, ideas, etc.

10. Me refiero a los tres grados de claridad que Peirce distingue en "Cómo aclarar nuestras ideas".

11. Cf. por ejemplo Altshuler, B. : "Peirce’s Theory of Truth and the Revolt Against Realism", Transactions of the Charles S. Peirce Society 18 (1982), pp. 43-44.

12. Se refiere a las opiniones sostenidas por David Savan, ("Peirce's Infallibilism" en Studies in the Philosophy of Charles Peirce (Second Series), Moore y Robin (eds.), University de Massachusetts Press, Amherst, 1964) y Nicholas Rescher (Peirce's Philosophy of Science, University of Notre Dame Press, Notre Dame, Ind., 1978).

13. Cf. Almeder, R.: "Peirce's Thirteen Theories of Truth", Transactions of the Charles S. Peirce Society 21 (1985), pp. 85-86.

14. Cf. Rescher, N.: The Coherence Theory of Truth, Oxford U.P., 1973, reimpreso en 1982 por University Press of America, Washington, p. 9.

15. Cf. Rescher, N.: Peirce's Philosophy of Science, University of Notre Dame Press, Notre Dame, Ind., 1978, cap. 2.

16. Cf. Rescher, N.: "Verdad como Coherencia Ideal" (1985) en Nicolás y Frápoli (eds.): Teorías de la verdad en el Siglo XX, Tecnos, Madrid, 1997, pp. 495-508.

17. Creo que con esta posición se da también una buena respuesta a una crítica que Haack había hecho a Rescher en 1973: el no haber entendido que en la teoría pragmatista significado y criterio son equivalentes. Cf. Haack, S.: "The Pragmatist Theory of Truth" en BJPS, N° 27 (1976), p. 236.

18. Aunque su postura no sea inmune a las críticas que haremos en el punto 3.

19. Forster, P.: "The Unity of Peirce's Theories of Truth", BJHP, vol. 4/N° 1 (1996), pp. 119-147.

20. Ibid., p.134.

21. Ibid., p.135.

22. Cf. Forster, P.: "The Unity of Peirce's Theories of Truth", BJHP, vol. 4/N° 1 (1996), pp. 134-135.

23. Ibid., p. 137.

24. Cf. Haack, S.: "The Pragmatist Theory of Truth" en BJPS, N° 27 (1976), pp. 236-237.

25. Cf. Faerna, A. M.: "El Pragmatismo y la Pregunta por la Verdad" en Arenas, Muñoz y Perona (eds.), El retorno del Pragmatismo, Trotta, Madrid, 2001, p. 183.


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Fecha del documento: 11 de octubre 2006
Ultima actualización: 31 de agosto 2009

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