Lecciones de Harvard sobre el pragmatismo

LECCIÓN I: "PRAGMATISMO: LAS CIENCIAS NORMATIVAS"


Charles S. Peirce (1903)


Traducción castellana de Uxía Rivas (2003)


MS 301. [Publicado en CP 5.14-40, de donde se ha tomado el texto para esta traducción, en HL 104-21 y en EP 2, 133-144 con el título "The Maxim of Pragmatism". Esta lección, dictada el 26 de marzo de 1903, no llevaba originalmente título]. Esta es la primera de una serie de siete conferencias dictada en Harvard desde marzo hasta mayo de 1903 en las que Peirce trató de construir argumentos para el pragmatismo mediante el examen de sus pros y sus contras. Quería también distinguir su pragmatismo de otras versiones más populares. Estas son las conferencias que William James caracterizó como "destellos de brillante luz contra la oscuridad tenebrosa" En la lección I, Peirce considera la utilidad de la máxima pragmática y afirma que su utilidad no constituye una prueba de su verdad -ha de pasar por el fuego del análisis drástico. Peirce esboza los pasos que dará para apoyar su versión del pragmatismo.*




§ 1. DOS AFIRMACIONES DE LA MÁXIMA PRAGMÁTICA

14. Una cierta máxima de la Lógica que he llamado Pragmatismo se me ha recomendado a sí misma por diversas razones y variadas consideraciones. Habiéndola tomado como mi guía en la mayor parte de mi pensamiento, encuentro que a medida que se prolongan los años de mi conocimiento sobre ella, el sentido de su importancia se me impone más y más. Si fuera verdad, sería ciertamente un instrumento maravillosamente eficiente. No es únicamente aplicable a la filosofía. La he encontrado de notable utilidad en cada rama de la ciencia que he estudiado. Mi falta de habilidad en asuntos prácticos no me impide percibir la ventaja de estar bien empapado de pragmatismo en la conducta vital.

15. A pesar de todo me siento libre para confesar que las objeciones a esta manera de pensar se me han impuesto por sí mismas y las he encontrado más formidables cuanto más lejos he caído a plomo en el abismo de la filosofía, y cuanto más se han acercado mis preguntas a cada nuevo intento de desentrañar sus profundidades.

Propongo, pues, someter a su juicio, en media docena de conferencias, un examen de los pros y los contras del pragmatismo por medio del cual espero mostrarles el resultado de conceder a ambos, pros y contras, sus completos valores legítimos. Con más tiempo seguiría gustosamente el hilo conductor puesto así al día y continuaría averiguando cuales son las conclusiones verdaderas, o por lo menos los géneros de conclusiones verdaderas a las que un pragmatismo cuidadosamente rectificado llevará verdaderamente. Si encuentran aceptable lo que yo digo, habrán aprendido algo que les habrá valido la pena. Si me pueden refutar, la ganancia estará sobre todo de mi parte; pero incluso en esto yo anticipo su reconocimiento, cuando me despida de ustedes, de que la discusión no habrá sido sin beneficio, y en años futuros estoy seguro de que recurrirán a esos pensamientos y se darán cuenta de que tendrán más que agradecerme de lo que podían pensar al principio.

16. Supongo que podría dar por supuesto que todos ustedes saben lo que es el pragmatismo. Me he encontrado con un número de definiciones de él recientemente, contra ninguna de las cuales estoy muy dispuesto a alzar ninguna protesta violenta. Sin embargo decir exactamente qué es el pragmatismo describe bastante bien lo que usted y yo tenemos que resolver conjuntamente.

Debemos comenzar con alguna aproximación burda de él, y me inclino a pensar que la forma en que yo lo afirmé por primera vez será la más útil para adoptarla como materia sobre la que trabajar, principalmente porque es la forma más personal para su conferenciante, y por esa razón sobre la que él puede disertar de manera más inteligente. Además pragmatismo y personalidad son más o menos de la misma índole.

17. Yo lancé mi afirmación en enero de 1878; y durante cerca de veinte años nunca volví a oír hablar de ella. Dejé volar mi paloma; y esa paloma nunca ha regresado a mí hasta este mismo día. Pero últimamente toda una prole de jóvenes ha estado revoloteando a mi alrededor, y por sus plumas puedo imaginarme que las mías han encontrado una prole. Para decirlo claramente, un considerable número de filósofos han escrito hace poco como habrían estado escribiendo en caso de que hubieran leído o bien lo que yo escribí pero se avergonzaran de confesarlo, o bien hubieran leído algo que algún lector mío había leído. Pues parecen bastante dispuestos a adoptar mi término pragmatismo. No debería asombrarme si ellos se avergonzaran de mí. ¿Que podría ser más humillante que confesar que uno ha aprendido algo de un lógico? Pero por mi parte estoy encantado de encontrarme a mí mismo compartiendo las opiniones de una compañía tan brillante. Los nuevos pragmatistas parecen distinguirse por su estilo de expresión terso, vívido y concreto junto con un cierto tono optimista, como si fueran conscientes de llevar consigo la llave maestra para todos los secretos de la metafísica.

Se supone que todo metafísico encuentra alguna falta radical en cualquier otro metafísico, y yo no puedo encontrar ninguna falta más horrenda en los nuevos metafísicos que la de que ellos son animados. Para ser profundo es requisito ser aburrido.

18. Por su parte, una de las faltas que pienso que ellos deberían encontrar en mí es que yo hago al pragmatismo ser una mera máxima de la lógica en lugar de un principio sublime de la filosofía especulativa. Para ser admitido en una posición filosófica mejor me he esforzado por poner al pragmatismo tal y como yo lo entiendo en la forma misma de un teorema filosófico. No he tenido más éxito que éste:

El pragmatismo es el principio de que todo juicio teórico expresable en una oración en modo indicativo es una forma confusa de pensamiento cuyo único significado, si tiene alguno, radica en su tendencia a imponer una máxima práctica correspondiente expresable como oración condicional que tiene su apódosis en el modo imperativo.

Pero la Máxima del Pragmatismo, como yo la formulé originalmente, Revue philosophique VII, es como sigue:

Considérer quels sont les effects pratiques que nous pensons pouvoir être produits par l'objet de notre conception. La conception de tous ces effets est la conception complète de l'objet. [p. 48.]

Pour développer le sens d'une pensée, il faut donc simplement déterminer quelles habitudes elle produit, car le sens d'une chose consiste simplement dans les habitudes qu'elle implique. Le caractère d'une habitude dépend de la façon dont elle peut nous faire agir non pas seulement dans telle circonstance probable, mais dans toute circonstance possible, si improbable qu'elle puisse être. Ce qu'est une habitude dépend de ces deux points: quand e comment elle fait agir. Pour le premier point: quand? tout stimulant à l'action dérive d’une perception; pour le second point: comment? le but de toute action est d'amener au résultat sensible. Nous atteignons ainsi le tangible et le pratique comme base de toute différence de pensée, si subtile qu'elle puisse être. [p. 47.]1


§ 2. EL SIGNIFICADO DE LA PROBABILIDAD

19. La utilidad de la máxima, suponiendo que sea verdadera, aparece con suficiente luz en el artículo original. Añadiré aquí unos pocos ejemplos que no se dieron en ese artículo.

Hay muchos problemas conectados con probabilidades que están sujetos a duda. Uno de ellos, por ejemplo, es éste: Supongamos una compañía infinitamente grande de hombres infinitamente ricos que se sienta a jugar contra una banca infinitamente rica a un juego de azar, en el que ninguna parte tiene ninguna ventaja, apostando cada uno de ellos un franco contra un franco en cada apuesta. Supongamos que cada jugador continúa jugando hasta que obtiene una ganancia de un franco y entonces se retira, dejando su plaza a un nuevo jugador.

La oportunidad de que un jugador obtuviera al final una ganancia de un franco puede calcularse como sigue:

Sea XL la oportunidad de un jugador de obtener siempre una ganancia de 1 franco, si continuara jugando de modo indefinido.

Pero después de que ha obtenido una ganancia de 1 franco, su oportunidad de hacer lo que es X1, él no es más rico que antes, ya que es infinitamente rico. Consecuentemente su oportunidad de ganar el segundo franco, después de que haya ganado el primero, es la misma que su oportunidad de ganar el primer franco. Esto es, es X1 y su oportunidad de ganar ambos es X2 = (X1)2. Y así en general, XL = (X1)L.

Ahora su oportunidad de obtener una ganancia de 1 franco, X1, es la suma de las oportunidades de las dos maneras en las que puede suceder; a saber, ganando primero la primera apuesta de la cual la oportunidad es ½, y perdiendo primero la primera apuesta y entonces obteniendo una ganancia de 2 francos de los que la oportunidad es ½(X1)2.

Por lo tanto

  X1 = ½ + ½(X1)2
ó (X1)2 - 2X1 + 1 = 0
ó (X1 - 1)2 = 0

Pero si el cuadrado de un número es cero, el número mismo es cero. Por lo tanto

  X1 - 1 = 0
ó X1 = 1

Consecuentemente, los libros dirían que era cierto como la muerte que cualquier jugador obtendrá al final su ganancia de un franco y se retirará. Si fuera así debería ser cierto que cada jugador ganaría su franco y se retiraría.

Consecuentemente habría sido una continua pérdida de dinero de la banca. Y sin embargo, ya que el juego es un juego igualado, el banquero no obtendría ninguna pérdida. ¿Cómo puede explicarse esta paradoja?

20. La teoría de probabilidades está llena de paradojas y rompecabezas. Apliquemos, pues, la máxima del pragmatismo a su solución.

Para hacer esto, debemos preguntar ¿Qué se quiere decir al decir que la probabilidad de un evento tiene un cierto valor, p? Según la máxima del pragmatismo, pues, debemos preguntar qué diferencia práctica puede resultar si el valor es p o alguna otra cosa. En ese caso debemos preguntar cómo se aplican las probabilidades a los asuntos prácticos. La respuesta es que el gran negocio de los seguros depende de ello. La probabilidad se usa en los seguros para determinar cuánto debe pagarse por un cierto riesgo para asegurar que se pague una cierta suma si el evento contra el que se está asegurado ocurre. Entonces, debemos preguntar cómo puede ser seguro comprometerse a pagar una importante suma si un evento incierto ocurre. La respuesta es que la compañía de seguros hace un negocio muy grande y es capaz de averiguar, con bastante precisión, cuántos a partir de un millar de riesgos de una descripción dada serán pérdidas en un año serán. El problema del negocio es éste. El número de pólizas de una cierta descripción que pueden venderse en un año dependerá del precio establecido para ellas. Sea p ese precio, y sea n el número [de pólizas] que pueden venderse a ese precio, de tal manera que cuanto más grande sea p, más pequeño será n. Ahora siendo n un número grande, una cierta proporción q de esas pólizas, qn en total, serán pérdidas durante el año; y si l es la pérdida de cada una, qnl será la pérdida total. Entonces lo que la compañía de seguros tiene que hacer es establecer p como una cifra tal que pn - qln o (p - ql)n alcanzará su valor posible máximo.

La solución de esta ecuación es:

p = ql + (d p / d n) (n)

donde d p / d n es la cantidad a la que el precio se tendría que reducir para vender una póliza más. Por supuesto, si el precio aumentara en lugar de reducirse se vendería justamente una póliza menos.

Por lo tanto al reducir así el beneficio de ser

(p - ql) n

[se] cambiaría a

( p - ql - d p / d n )(n + 1)

esto es a

(p - ql)n + p - ql - (d p / d n)(n + 1)

y esto es menos que antes

ql + (d p / d n)(n + 1) > p

y al aumentarlo, el cambio sería a

(p - ql + d p / d n)(n - 1)

esto es a

(p - ql)n - p + ql + (d p / d n)(n - 1)

y esto es menos que antes

p > ql + (d p / d n)(n - 1)

así puesto que p es un intermedio entre

(ql + (d p / d n)n + d p / d n) y (ql + (d p / d n)n - d p / d n)

y d p / d n es muy pequeño, debe estar más cerca de la verdad escribir

p = ql + (d p / d n)(n).

21. Este es el problema de los seguros. Ahora para que la probabilidad pueda tener alguna consecuencia sobre este problema, es obvio que debe ser de la naturaleza de un hecho real y no un mero estado de la mente. Ya que sólo los hechos se tienen en cuenta en la solución del problema de los seguros. Y este hecho debe ser evidentemente un hecho de estadísticas.

Sin meterme ahora en ciertas razones de detalle en las que debería entrar si fuera un conferenciante sobre probabilidades, la probabilidad debe ser una ratio estadística; y además, para satisfacer condiciones todavía más especiales, es conveniente, para la clase de problemas a los que los seguros pertenecen, hacer la razón estadística del número de ocurrencias experienciales de una clase específica con respecto al número de ocurrencias experienciales de una clase genérica, a largo plazo.

Así pues, para que la probabilidad signifique algo, será requisito especificar a qué especie de evento se refiere y a qué género de evento se refiere.

También se refiere a un largo plazo, esto es, a una serie de ocurrencias indefinidamente larga tomada conjuntamente en el orden de su ocurrencia en la experiencia posible.

Desde esta perspectiva del asunto, observamos, para empezar, que una especie dada de eventos considerada como perteneciente a un género dado de eventos no tiene necesariamente ninguna probabilidad definida. Porque [podría ser el caso que] la probabilidad es la ratio de una multitud infinita con respecto a otra. Ahora bien, la infinitud dividida por la infinitud es del todo indeterminada, excepto en casos especiales.

22. Es muy fácil dar ejemplos de eventos que no tienen una probabilidad definida. Si una persona está de acuerdo en echar a cara o cruz un centavo una y otra vez para siempre, y comenzando tan pronto sale la primera cara cada vez que dos caras están separadas por un número impar de cruces en la sucesión de tiradas, pagar 2 a esa potencia en centavos2, suponiendo que cada vez que las dos caras sucesivas están separadas por un número par cualquiera de tiradas recibe 2 a esa potencia en centavos, es imposible decir cuál será la probabilidad que le haga ganador. En la mitad de los casos después de la primera cara la próxima tirada será una cara y recibirá (- 2)° = - 2 centavos. Por lo que como ocurre la mitad de las veces será a la larga una ganancia de ½ de centavo por cada vez que salga cara.

Pero en la mitad de la otra mitad de los casos, esto es en ¼ de todos los casos, saldrá una cruz y tendrá que recibir (- 2)1 = - 2 centavos, esto es, tendrá que pagar 2 centavos, que como ocurre ¼ de las veces hará una pérdida media de ½ de centavo por cada vez que salga cara.

Pero en la mitad del cuarto de los casos restante, esto es, de todos los casos, saldrán dos cruces y recibirá (- 2)2 = 4 centavos que como ocurre una vez cada ocho veces valdrán ½ de centavo por cada vez que salga cara, y así sucesivamente; de tal manera que su cantidad a la larga será ½ - ½ + ½ - ½ + ½ - ½ + ½ - ½ ad infinitum, cuya suma puede ser ½ o puede ser cero. Mejor dicho es bastante indeterminada.

Si en lugar de pagarle (- 2)n cuando n es el número de cruces que salen, le pagaran (- 2)n2 el resultado sería que probablemente o ganaría o perdería enormemente sin que hubiera ninguna probabilidad definida de que estuviera ganando más bien que perdiendo.

Pienso que puedo recomendar con confianza este juego a los jugadores como la más horrible ruina hasta ahora inventada; y con un poco de trampas se haría cualquier cosa.

23. Volvamos ahora a nuestro problema original y consideremos el estado de cosas después de cualquier otra apuesta. Después de la segunda, ¼ de los jugadores habrá ganado, habrá salido y habrá sido reemplazado por jugadores que habrán ganado y habrán salido, de tal manera que un número de francos igual a la mitad del número de asientos habrá sido pagado por la banca, ¼ de los jugadores habrá ganado y habrá salido y habrá sido reemplazado por jugadores que habrán perdido, haciendo que la banca esté a la par; ¼ de los jugadores habrá perdido y después ganado, haciendo que la banca y ellos estén a la par; ¼ de los jugadores habrá perdido dos veces, haciendo que la banca gane la mitad de tantos francos como asientos haya en la mesa. La banca estará entonces donde estaba. Los jugadores hasta el número de tres cuartos de los asientos habrán ganado cada uno su franco; pero los jugadores hasta el número de un cuarto de los asientos habrán perdido dos francos cada uno y otro número igual un franco cada uno, simplemente pagando por las ganancias de los que se han retirado.

Ésta es la manera en que ocurrirá siempre.

Justo antes de la quinta apuesta de los jugadores de la mesa, 3/8 no habrán perdido nada, ¼ habrá perdido un franco, ¼ dos francos, 1/16 tres francos y 1/16 cuatro francos. Los que se sientan en la mesa siempre habrán pagado entre ellos exactamente lo que se han llevado los que se han ido.

24. Pero se preguntará: ¿cómo puede ser entonces que todos ganen? Contesto que yo nunca dije que todos ganarían, sólo dije que la probabilidad de que cualquiera al final ganara su franco era 1. ¿Pero la probabilidad de 1 no significa certeza? No, en absoluto, sólo quiere decir que la ratio del número de los que ganan al final con respecto al número total es 1. Ya que el número de asientos en la mesa es infinito la ratio del número de los que nunca ganan con respecto al número de asientos puede ser cero y aún así podría ser infinitamente numeroso. De tal modo que las probabilidades uno y cero están muy lejos de corresponder a la certeza a favor y en contra.


§ 3. EL SIGNIFICADO DE LAS CONSECUENCIAS "PRÁCTICAS"

25. Si tuviera que entrar en asuntos prácticos, la ventaja del pragmatismo de considerar la cuestión práctica sustancial sería aún más evidente. Pero aquí el pragmatismo lo practican generalmente hombres que tienen éxito. En realidad, el género de los hombres eficientes [se] distingue principalmente del de los ineficientes precisamente por esto.

26. No hay duda, pues, que el pragmatismo abre un camino muy fácil a la solución de una inmensa variedad de preguntas. Pero de esto no se sigue en absoluto que sea verdadero. Al contrario, se puede muy apropiadamente abrigar la sospecha sobre cualquier método que resuelva de este modo las preguntas más difíciles convirtiéndolas en problemas fáciles. Sin duda alguna la navaja de Ockham está lógicamente bien fundada. Una hipótesis debería ser despojada de todo rasgo que no sea de ningún modo necesario para proporcionar una explicación de los hechos observados. Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem; sólo que podemos muy bien dudar de que una hipótesis muy simple pueda contener todos los elementos que sean necesarios. Es cierto que la mayoría de las hipótesis que al principio parecen unir una gran simplicidad con una completa suficiencia han tenido que complicarse mucho en el subsiguiente progreso de la ciencia.

27. ¿Cuál es la prueba de que las posibles consecuencias prácticas de un concepto constituyan la suma total del concepto? El argumento en el que apoyé la máxima en mi artículo original era que la creencia consiste principalmente en estar deliberadamente preparada para adoptar la fórmula en la que se cree como guía para la acción. Si esto fuera en verdad la naturaleza de la creencia, entonces sin lugar a dudas la proposición en la que se cree no puede ser nada más que una máxima de conducta. Yo creo que eso es bastante evidente.

28. ¿Pero cómo sabemos que la creencia no es nada más que la preparación deliberada para actuar según la fórmula creída?

Mi artículo original retrotraía esto a un principio psicológico. La concepción de la verdad, en mi opinión, se desarrollaba a partir de un impulso original para actuar consistentemente, para tener una intención determinada. Pero en primer lugar, esto no se explicó muy claramente, y en segundo lugar, no pienso que sea satisfactorio reducir cosas tan fundamentales a hechos de la psicología, ya que el hombre puede alterar su naturaleza, o su medio la alteraría si él no lo hiciera voluntariamente, si el impulso no fuera lo que es ventajoso o conveniente. ¿Por qué la evolución ha hecho que la mente del hombre sea construida de este modo? Esta es la pregunta que debemos hacernos hoy en día, y todos los intentos de establecer los fundamentos de la lógica en la psicología son vistos como esencialmente superficiales.

29. La pregunta sobre la naturaleza de la creencia, o en otras palabras la pregunta sobre lo que es el verdadero análisis lógico del acto del juicio, es la pregunta en la que los lógicos de los últimos años han concentrado principalmente sus energías. ¿Es la respuesta pragmatista satisfactoria?

¿No percibimos todos nosotros que el juicio es algo estrechamente relacionado con la aserción? Este es el punto de vista que mantiene el discurso corriente. A un hombre o a una mujer se le oirá usar la oración "Yo me digo a mí mismo". Esto es, se mantiene que el juicio es o nada más que una aserción a uno mismo, o de todas formas algo muy parecido a eso.

30. Ahora bien, es un problema bastante fácil analizar la naturaleza de la aserción. Para encontrar un ejemplo que se pueda analizar fácilmente, tomaremos naturalmente un caso donde el elemento asertivo esté magnificado - una aserción muy formal, tal como una declaración jurada. He aquí un hombre que va ante un notario o un magistrado y toma una medida tal que si lo que él dice no es verdad, horribles consecuencias caerán sobre el, y esto lo hace así con el propósito de provocar que otros hombres sean afectados tal y como lo serían si la proposición jurada se les hubiera presentado como un hecho perceptivo.

Vemos de este modo que el acto de la aserción es un acto de una naturaleza totalmente diferente de la del acto de aprehender el significado de una proposición y no podemos esperar que ningún análisis de lo que es la aserción (o ningún análisis de lo que es el juicio o la creencia, si es que ese acto está relacionado de alguna manera con la aserción), vaya a arrojar alguna luz en absoluto sobre la pregunta generalmente diferente de lo que es la aprehensión del significado de una proposición.

31. ¿Cuál es la diferencia entre hacer una aserción y hacer una apuesta? Ambos son actos por los cuales el agente deliberadamente se somete a sí mismo a horribles consecuencias si una cierta proposición no es verdadera. Cuando él se ofrece a apostar sólo espera que el otro hombre se haga a sí mismo responsable de la misma manera de la verdad de la proposición contraria; mientras que cuando hace una aserción siempre (o casi siempre) desea que lleve al hombre al que se la hace a hacer lo que él hace. De acuerdo con nuestra lengua vernácula "apostaré" tal y tal, es la frase que expresa una opinión privada que no se espera que los otros compartan, mientras que "ya lo creo" es una forma de aserción que pretende causar que otro siga la petición.

32. Entonces, tal parece ser una explicación satisfactoria de la aserción, al menos en una mirada preliminar al asunto. Pasemos ahora al juicio y a la creencia. Por supuesto no puede cuestionarse que un hombre actuará de acuerdo con su creencia en tanto su creencia tenga algunas consecuencias prácticas. La única duda es si esto es todo lo que es la creencia, si la creencia es una mera nulidad en tanto que no influencie la conducta. ¿Qué posibles efectos sobre la conducta puede tener, por ejemplo, creer que la diagonal de un cuadrado es inconmensurable con el lado? Llama a una diferencia e, no importa qué pequeña sea, y la diagonal diferirá de una cantidad racional mucho menos que eso. El profesor Newcomb en su cálculo y todos los matemáticos de su estilo bastante anticuado piensan que han probado que dos cantidades son iguales cuando han probado que difieren por menos de alguna cantidad señalable. Yo una vez me esforcé por hacer que Newcomb dijera si la diagonal del cuadrado difería de una fracción racional del lado o no; pero él vio a dónde iba yo y no quiso contestar. La proposición de que la diagonal es inconmensurable ha perdurado en los libros de texto desde tiempo inmemorial sin ser nunca atacada y estoy seguro de que el tipo más moderno de matemático la sostiene de la manera más decidida. Sin embargo me parece bastante absurdo decir que hay alguna diferencia práctica objetiva entre conmensurable e inconmensurable.

33. Por supuesto pueden decir si quieren que el acto de expresar una cantidad como una fracción racional es una muestra de conducta y que una clase de cantidad pueda ser así expresada y la otra no es en sí misma una diferencia práctica. Pero un pensador debe ser superficial, en efecto, si no ve que admitir una especie de practicidad, que consiste en la conducta de uno sobre las palabras y los modos de expresión, es romper inmediatamente todas las barreras contra el sinsentido para cuya exclusión el pragmatismo fue diseñado.

El pragmatista tiene el pragmatismo para ser capaz de decir: aquí está una definición y no difiere en absoluto de la concepción confusamente aprehendida porque no hay diferencia práctica. Pero ¿qué es lo que impide a su oponente replicar que hay una diferencia práctica que consiste en su reconocer una, y no la otra, como su concepción? Esto es, una es expresable de una manera en la que la otra no es expresable.

El pragmatismo se volatiliza completamente si usted admite esta clase de practicidad.


§ 4. LAS RELACIONES DE LAS CIENCIAS NORMATIVAS

34. Debe entenderse que todo lo que estoy tratando de mostrar ahora es que el Pragmatismo es al parecer un asunto de tan gran y probable interés, y al mismo tiempo tanta duda pende sobre su legitimidad, que bien valdrá la pena desde nuestro punto de vista hacer un examen metódico, científico y cuidadoso de todo el asunto, para asegurarnos de nuestra base, y para obtener algún método seguro para tal filtración preliminar de preguntas como el pragmatista afirma proporcionar.

Empecemos, pues, esta investigación. Pero antes de hacerla señalemos la trayectoria propuesta. Eso debería hacerse siempre en tales casos, incluso si las circunstancias subsecuentes exigen modificar el plan, como normalmente exigen.

Aunque nuestra investigación ha de ser una investigación sobre la verdad, sea lo que sea lo que resulte ser la verdad, y por lo tanto, obviamente, no ha de estar influida por ninguna simpatía por el pragmatismo o por ningún enorgullecimiento de él como una doctrina americana, con todo aún no llegamos a esta investigación, no más de lo que cualquiera llega en cualquier investigación, en este estado en blanco que los juristas fingen insistir como deseable, aunque los creo con suficiente sentido común como para saber mejor lo que conviene.

35. Tenemos ya algunas razones para pensar que hay algo de verdad en el pragmatismo, aunque también tenemos algunas razones para pensar que hay algo erróneo en él. Pues a menos que ambas ramas de esta afirmación sean verdaderas, haríamos mal perdiendo tiempo y energía en la investigación que estamos emprendiendo.

Supongo, por lo tanto, que hay suficiente verdad en él como para hacer deseable un vistazo preliminar a la ética. Ya que si, como el pragmatismo nos enseña, lo que pensamos se interpreta en términos de lo que estamos preparados para hacer, entonces seguramente la lógica, o la doctrina de lo que debemos pensar, tiene que ser una aplicación de la doctrina de lo que deliberadamente elegimos hacer, que es la ética.

36. Pero no podemos tener ninguna pista de los secretos de la Ética - el campo de pensamiento más cautivador pero en seguida sembrado de peligros - hasta que hayamos inventado primero nuestra fórmula de qué es aquello que estamos preparados para admirar. No me preocupa que doctrina ética abracemos, siempre será así. Supongamos, por ejemplo, que nuestra máxima ética sea la de Pearson3, la de que toda nuestra acción debería estar dirigida hacia la perpetuación de la estirpe biológica a la que pertenecemos. Entonces surgirá la pregunta: ¿en base a qué principio debería juzgarse que una cosa tan buena para que esta estirpe sobreviva - o tan buena en absoluto? ¿No hay nada en el mundo o in posse que sea admirable per se excepto la copula y el enjambre? ¿Es el enjambre una cosa buena en absoluto, excepto por los resultados a los que puede llevar? El curso del pensamiento seguirá una línea paralela si consideramos la máxima ética de Marshall: Actúa para dominar los impulso que exigen una reacción inmediata, para que la orden-de-impulso determinada por la existencia de impulsos de menos fuerza, pero de mayor significación, pueda tener todo el peso en la guía de tu vida. Aunque yo no tengo una comprensión tan clara como quisiera de la filosofía de este pensador tan cercano, pero demasiado técnico, sin embargo supongo que él no estaría entre aquellos que pondrían objeciones al hacer depender a la ética de la Estética. Desde luego la máxima que acabo de leerles procedente de su último libro4 supone que es una cosa buena que un impulso se salga con la suya, pero con todo no es una cosa igualmente buena que un impulso se salga con la suya y que otro impulso se salga con la suya. Hay una preferencia que depende de la significación de los impulsos, sea lo que sea lo que eso significa. Se supone que hay algún estado de cosas ideal que, sin tener en cuenta como sería causado e independientemente de cualquier razón ulterior, se mantiene como bueno o admirable. Brevemente, la ética debe basarse en una doctrina que, sin considerar en absoluto lo que nuestra conducta tiene que ser, divide idealmente los estados de cosas posibles en dos clases, aquellos que serían admirables y aquellos que no serían admirables, y emprende la tarea de definir exactamente que es lo que constituye la admirabilidad de un ideal. Su problema es determinar por análisis que es lo que se debe admirar deliberadamente en sí mismo, per se, sin prestar atención a lo que pueda conducir y sin prestar atención a sus consecuencias sobre la conducta humana. Llamo a esta investigación Estética, porque se dice generalmente que las tres ciencias normativas son la lógica, la ética y la estética, siendo las tres doctrinas que distinguen lo bueno y lo malo; la Lógica con respecto a las representaciones de la verdad, la ética con respecto a los esfuerzos de la voluntad, y la Estética en los objetos considerados simplemente en su presentación. Ahora bien, pienso que esa tercera ciencia Normativa no puede ser otra que la que he descrito. Es evidentemente la ciencia normativa básica sobre la que, como un fundamento, debe erigirse la doctrina de la ética para ser coronada a su vez por la doctrina de la lógica.

37. Pero antes de que podamos emprenderla con alguna ciencia normativa, alguna ciencia que proponga separar las ovejas de las cabras, está claro que debe haber una investigación preliminar que justifique el intento de establecer tal dualismo. Ésta debe ser una ciencia que no establezca ninguna distinción entre lo bueno y lo malo en ningún sentido cualquiera, sino que precisamente contemple los fenómenos tal y como son, que simplemente abra sus ojos y describa lo que ve; no lo que ve en lo real como distinto de la quimera - no teniendo en cuenta tal dicotomía - sino simplemente describiendo el objeto, como un fenómeno, y exponiendo lo que encuentra en todos los fenómenos parecidos. Esta es la ciencia que Hegel convirtió en su punto de partida, bajo el nombre de Phänomenologie des Geistes [Fenomenología del Espíritu] - aunque él la consideraba desde un espíritu fatalmente estrecho, ya que se limitaba a sí mismo a lo que realmente se impone a sí mismo en la mente y así coloreó toda su filosofía con la ignorancia de la distinción de esencia y existencia, y así le dio un carácter nominalista, y podría decirse en un cierto sentido el carácter pragmatoidal en el que tienen su origen los peores errores hegelianos. Seguiré a Hegel en lo que respecta a llamar a esta ciencia Fenomenología aunque no la limitaré a la observación y al análisis de la experiencia, sino que la extenderé a la descripción de todas las características que son comunes a todo lo que es experimentado o podría concebiblemente ser experimentado o resultar objeto de estudio de cualquier modo directo o indirecto.

38. Hegel estaba en lo cierto al mantener que le corresponde a esta ciencia sacar a la luz y aclarar las Categorías o los modos fundamentales. También estaba en lo cierto al mantener que estas Categorías son de dos clases; las Categorías Universales, que se aplican todas a todo, y las series de categorías, que consisten en fases de evolución.

Con respecto a estas últimas estoy convencido de que Hegel no se aproximó a ningún catálogo correcto de ellas. Puede ser que aquí y allá, en las largas divagaciones de su Enciclopedia haya sentido un poco el calor de la verdad. Pero, en mi opinión, su catálogo está completamente equivocado en todas sus características principales. He hecho largos y arduos estudios sobre este asunto, pero no he sido capaz de hacer ningún catálogo que me satisfaga. Creo que mis estudios, si alguna vez son publicados, serán de ayuda a futuros estudiantes de este dificilísimo problema, pero en estas conferencias diré muy poco sobre este asunto. La cuestión es bastante diferente con las tres Categorías Universales, que Hegel, a propósito, no consideraba como categorías en absoluto, o por lo menos no las llamaba así, sino como tres estadios del pensamiento. Por lo que se refiere a éstos, me parece que Hegel está tan cerca de lo correcto que mi propia doctrina podría muy bien tomarse por una variedad del hegelianismo, aunque en realidad se determinó en mi mente por consideraciones completamente ajenas a Hegel, en un momento en el que mi actitud hacia el hegelianismo era de desprecio. No hubo ninguna influencia de Hegel sobre mí a menos que fuera de una clase tan oculta que escape completamente a mi comprensión; y si hubo una influencia tan oculta, creo que es casi tan buena como argumento a favor de la verdad esencial de la doctrina, como la coincidencia de que Hegel y yo llegáramos sustancialmente al mismo resultado de modos bastante independientes.

39. Esta ciencia de la Fenomenología, entonces, debe tomarse como la base sobre la que se erige la ciencia normativa, y de acuerdo con esto debe reclamar nuestra primera atención.

Esta ciencia de la Fenomenología es desde mi punto de vista la más fundamental de todas las ciencias positivas. Esto es, no se basa, por lo que se refiere a sus principios, en ninguna otra ciencia positiva. Por una ciencia positiva quiero decir una investigación que busca conocimiento positivo; esto es, un conocimiento tal que pueda ser convenientemente expresado en un proposición categórica. La lógica y las otras ciencias normativas, aunque preguntan no por lo que es sino por lo que debería ser, son sin embargo ciencias positivas ya que es por aseverar la verdad categórica, positiva por lo que son capaces de mostrar que lo que llaman bueno realmente es así; y la razón correcta, el esfuerzo correcto y el ser correcto de los que ellas tratan derivan este carácter del hecho categórico positivo.

40. Quizás me preguntarán si es posible concebir una ciencia que no aspire a afirmar que algo es positivamente o categóricamente verdadero. Contesto que no sólo es posible concebir una ciencia tal, sino que tal ciencia existe y florece, y la Fenomenología, que no depende de ninguna otra ciencia positiva, sin embargo, si va a estar correctamente fundada, debe hacerse depender de la Ciencia Hipotética o Condicional de las Matemáticas Puras, cuyo único objetivo es descubrir no cómo son las cosas realmente, sino cómo supuestamente deberían ser, si no en nuestro universo, entonces en algún otro. Una Fenomenología que no tenga en cuenta la matemática pura, una ciencia que apenas alcanzaba años de competencia cuando Hegel escribía, será la misma cosa lamentable y torcida que Hegel produjo.



Traducción castellana de Uxía Rivas (2003)




Notas

* Esta traducción se ha llevado a cabo desde el texto inglés de los CP (5. 14-40) y se han mantenido la numeración, los títulos y subtítulos de sus editores. La introducción corresponde a la versión inglesa del Essential Peirce, vol. 2, p. 133. En las notas se indica en cada caso el origen. [Nota del Editor]

1. En francés en el original.

Considerar cuáles son los efectos prácticos que pensamos pueden ser producidos por el objeto de nuestra concepción. La concepción de todos estos efectos es la concepción completa del objeto. [p. 48.].

Para desarrollar el sentido de un pensamiento es necesario pues simplemente determinar qué hábitos produce, pues el sentido de una cosa consiste simplemente en los hábitos que ella implica. El carácter de un hábito depende de la manera en la que él puede hacernos reaccionar no solamente en tal circunstancia probable, sino en toda circunstancia posible, por más improbable que pueda ser. Lo que sea un hábito depende de estos dos puntos: cuándo y cómo él hace reaccionar. Con respecto al primer punto: ¿cuándo? Estimulando totalmente a la acción derivada de una percepción; con respecto al segundo punto: ¿cómo? El fin de toda acción es el de llevar aun resultado sensible. Nos atenemos así a lo tangible y lo práctico como base de toda diferencia de pensamiento, sea todo lo sutil que ella pueda ser [p. 47.]
[Nota del T.]

2. Esto es, recibe (-2)n2 centavos si n cruces median entre dos caras sucesivas. [Nota de CP]

3. Ver su Gramática de la ciencia, Introducción, pp. 26-27, donde parece decir que la sociedad no debe permitir que una mala estirpe se perpetúe a si misma. [Nota de CP]

4. El instinto y la razón de Henry Rutgers Marshall, p. 569, Macmillan Co. (1898). [Nota de CP]




Fin de "El pragmatismo: las ciencias normativas" (Lecciones de Harvard sobre el pragmatismo, Lección I), C. S. Peirce (1903). Traducción castellana de Uxía Rivas (2003). Original en CP 5. 14-40.

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Fecha del documento: 15de abril 2003
Ultima actualización: 21 de febrero 2011

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