Carta de Benjamin Peirce a su esposa Sarah Mills
(Londres, 3.11.1870)



Esta carta fue enviada por Benjamin Peirce desde el Hotel Fenton de Londres, contando a su esposa, Sarah Mills, las gestiones oficiales y visitas que hizo en aquella ciudad, camino de Sicilia para la observación del eclipse.

El original se conserva en la Houghton Library (
MS Am 2368) de la Universidad de Harvard. La reproducción digital de la carta ha sido hecha a partir de una fotografía del original. Para la transcripción de la carta se ha tenido en cuenta la que preparó Max Fisch [VBla(4)#3], accesible en Indianapolis.

Letter transcription

 

 

Jueves, 3 de noviembre, Hotel Fenton

Mi querida y amada esposa, ¡mi querida Sarah! Estoy de nuevo en pie temprano por la mañana, y teniendo otra charla [contigo] sin que nadie me moleste excepto Mason, quien está atendiendo el salón y le encanta hablar sobre Motley y otras personas distinguidas que ha conocido en su trabajo. Pienso que él te resultaría entretenido. Creo que no te he contado acerca de Friendly, pues ayer me levanté tan tarde (sobre las diez) que perdí completamente mi hora de la mañana y estuve todo el día ocupado con visitantes, que aquí son tan continuos como lo eran en casa, y el resto del grupo no se sorprende de que acabara cansado y tuviese una jaqueca, y me quedara hasta tarde en la cama. Creo que ese día almorcé en casa (si puede decirse que almorcé) y fui al té de Sir Charles (Wheatstone), hay otro Sir Charles (Lyell). Por favor pronuncia lentamente el Sir Charles, mi amor, slightually? Sir Charles me enseñó otra vez un montón de buenos y nuevos experimentos y algunas muestras muy elegantes de tubos de Geissler, así como algunas formas nuevas de este instrumento de energía. Dile a Lovering que Wheatstone parece tener algunos trucos nuevos que merece la pena tomar de él. Casi a las siete nos fuimos a cenar, y yo me senté en un extremo de la mesa que estaba dispuesta así:

 

 

Verás que estaba sentado al lado de una hermosa belga que hablaba inglés bastante bien y francés con gran elegancia, y que prorrumpió en una diatriba contra los prusianos a la que yo asentí. Era alta y rubia y me hubiera gustado verla más. Pero tan pronto como las señoras dejaron la mesa, yo me marché también al teatro Haymarket, al que llegué a tiempo para disfrutar

 



 

de las escenas finales de Los rivales, que fue representada a la perfección. Nos quedamos también a una pequeña pieza en la que había una actriz casi tan guapa como hayas visto nunca en escena, y tanto su parte como la del caballero [ilegible] ya hacían que mereciese la pena el coste completo de las entradas del teatro. Me gustó mucho, aunque estaba tan cansado que casi me dormí en la mitad de las escenas más brillantes. Cuando llegamos a casa, caí sobre el sofá, y en cuanto hube descansado subí a la cama y me metí en ella sintiéndome como si tuviera fiebre. Pero ya tarde por la mañana me sentía algo mejor, aunque me dolía la cabeza. Ayer hubo visitas de nuevo, Lockyer, el agente de Frodsham1 que me trajo ese nuevo cronómetro que creo que te conté que había comprado, y que es una de las maravillas del arte moderno. También Motley. Oh, extrañamente había olvidado que el martes fui con Motley a una cita con Gladstone, que a primera vista se parecía a George B. Emerson, pero cuando se acaloró ascendió a un nivel de hombre superior. Dijo que hablaría con el Ministro de Hacienda a favor de enviar una expedición al eclipse. También me contó de su propia ascensión al Etna, y la maravillosa sombra que proyectaba el Etna sobre las neblinas más bajas. Mi visita fue extremadamente interesante. ¿No es extraño que yo esté ejerciendo una importante influencia en la ciencia inglesa? Casi me parece como si dependieran más de mí aquí que en casa. Y ahora sobre ayer. De nuevo visitas (y entre ellos […] quien dijo que quería verme), y después nos fuimos a almorzar alrededor de la una y media con el Sr. Middleton, que fue muy amable



 

con nosotros y nos ofreció un elegante almuerzo, casi tan bueno como la mejor de las cenas. Habló de forma bastante abundante [¿?] a su ritmo de doble repetición. Pienso que debe aclararse la garganta con un escape de palanca patentado2. Después de almorzar nos llevó al Museo de South Kensington3, que es el lugar más interesante que hemos visto hasta ahora, lleno de toda clase de cosas maravillosas. ¡Oh! ¡Cómo lo habrías disfrutado! Merece la pena venir para ver este museo aunque no veas nada más. ¡Dibujos de Rafael! Me atrevería tanto a criticar a Shakespeare como a estas extraordinarias obras. Me quedo delante de ellas en un estado de goce extático. Vimos un cuadro de Turner, que no puedo evitar pensar que causa demasiada sensación, aunque la sensación sea de naturaleza bastante materialista4. Pero no encuentro que otros estén de acuerdo conmigo. El año que viene, quizá, vendrás y lo verás5. Quizá Bertie podría quedarse, pues parece estar muy fascinado con esos profesores de geología. Fuimos con tanta prisa por el museo por la premura de tiempo que tuvimos poca oportunidad de verlo realmente. Y todo lo que queda excepto Rafael es una masa monumental de armería, joyería y artesanía de todas clases de la que no podría intentar la menor descripción. Pero todo es atractivo y nada desmerece el lugar. Tan pronto como llegamos a casa tuvimos que vestirnos para la cena en casa de Lord Vernon6, que era un antiguo corresponsal del Dr. Parsons, y yo me había propuesto no perder una oportunidad tan buena de ver a un noble de naturaleza realmente aristocrática. Pasamos allí el tiempo más agradable posible, y eran

 

 

tan fáciles y sencillos en sus modales que de inmediato te sentías por completo en casa. La Sra. V. acaba de ser recluida (hace más o menos quince días), de modo que la cuñada, que es realmente muy guapa, presidía la mesa. El hermano de Lord Vernon, que es un estudioso italiano, y esposo de nuestra bella anfitriona (la que actuaba como tal) estaba presente7. Sir Frederick Pollock y Sir James –no puedo decir su nombre pues no lo retuve, aunque hablé con él [ilegible]. Pero Sir Frederick Pollock ha prometido llevarnos a ver los cuadros de Turner que están por el momento cerrados al público general. ¡Oh, mi querida esposa! Qué dulce es recibir tus encantadoras cartas. Puedo decirte que leo cada palabra de ellas, y cada palabra que no escribes es una joya perdida para la alegría de tu esposo. La pequeña y dulce Nellie no debe esperar una respuesta especial a su encantadora nota8. Dile que debería venir y arreglarse su pelo a lo Turphy; y agradécele a Jem su amable y larga carta con el excelente consejo de ir a Munich para comprar instrumentos, de modo que ese lugar debe permanecer [en el itinerario], y temo que le dedicaré demasiado poco tiempo más que demasiado mucho. Me estoy reservando a mí mismo demasiado tiempo para Viena. Pero ni siquiera su persuasión puede hacer que esté más allá del tiempo señalado. Pues está la asignación de Washington, que debe cuidarse. ¡Muy querida y dulce esposa! Dios te bendiga, Sarah mía, mía. Tu devoto,

Ben

(Al margen: espero que Mr. Clive haya tenido éxito)

 

 


Notas

1. Se refiere al fabricante de relojes y cronómetros Charles Frodsham, al que recurrirán Benjamin y Charles Peirce frecuentemente para obtener instrumentos. A título anecdótico, cabe recordar que en el famoso ejemplo de abducción acerca del culpable del hurto de un valioso reloj a un pasajero de un barco, se trata precisamente de un reloj de Charles Frodsham (Cf. Th. A. Sebeok y J. Umiker-Sebeok, Sherlock Holmes y Charles S. Peirce. El método de la investigación. Barcelona, Paidós, 1997, p. 13; Charles S. Peirce, "Guessing", Hound and Horn, abril-junio 1929, p. 273; traducción castellana "Adivinar").

En el L616 (Charles S. Peirce Papers, Houghton Library) se conserva el comprobante de la entrega a Benjamin Peirce de los dos cronómetros comprados en Londres el 2 de noviembre de 1870. El total asciende a 152 libras con 10 chelines.

2. Es el mecanismo que marca el ritmo en los relojes y es una frase irónica por su manera de hablar.

3. Se trata del museo de artes aplicadas cercano al British Museum y que en la actualidad lleva el nombre de Victoria and Albert Museum.

4. Quizá se refiera al cuadro de 1799 Warkworth Castle, Northumberland-Thunder Storm Approaching at Sun-Set que se encuentra en este museo.

5. De hecho Sarah Mills acompañará a su marido en su tercer viaje a Europa en 1874. Con seguridad le llevaría a visitar este museo.

6. Augustus Henry Vernon (1829-1883), sexto barón Vernon. Estaba casado con Lady Harriet Frances Maria Anson, que acababa de ser ingresada en una institución [Fuente: The Peerage]

7. El hermano de Lord Vernon era el Hon. William Warren Vernon (1834-1912), experto italianista, autor de numerosos libros sobre la materia y amigo también de Thomas W. Parsons. Su esposa es Agnes Lucy Boileau. Puede leerse su obituario en The Times, 14 de noviembre de 1919, p. 16.

8. Se trata del nombre familiar de su hija Helen, hermana de Charles.


Traducción de Sara Barrena (2011)
Una de las ventajas de los textos en formato electrónico respecto de los textos impresos es que pueden corregirse con gran facilidad mediante la colaboración activa de los lectores que adviertan erratas, errores o simplemente mejores traducciones. En este sentido agradeceríamos que se enviaran todas las sugerencias y correcciones a sbarrena@unav.es
Proyecto de investigación "La correspondencia europea de C. S. Peirce: creatividad y cooperación científica (Universidad de Navarra 2007-09)

Fecha del documento: 4 de noviembre 2011
Última actualización: 20 de abril 2022

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