Seminario del Grupo de Estudios Peirceanos
Universidad de Navarra, 6 de octubre de 2005



PROCESOS COGNITIVOS EN LA CONSTRUCCIÓN
DE IDENTIDADES DE LOS MÚSICOS DEL SON JAROCHO.
UNA PROPUESTA PARA EL ANÁLISIS SEMIÓTICO DE C. S. PEIRCE


Aldara Fernández
(fuegonuevo@hotmail.com)






Introducción

El son jarocho es un género musical que se atribuye al mestizaje entre indígenas, mulatos y negros de la región del Sotavento en Veracruz, México. El término jarocho era un vocablo despectivo utilizado para designar a la mezcla de india y negro asociada a la trashumancia de los ganados. La tradición del son jarocho retoma una parte importante de coplas, sones y cantares predominantes en el Caribe durante la Colonia.

En el año de 1695 se tienen noticia en el Archivo General de la Nación de una acusación contra mulatos de San Juan Michacapa, por saber conjuro y cantar sones jarochos. Entre los primeros sones que se han descrito en las fuentes históricas se encuentra el son gatuno, el son del pan de manteca y el chuchumbé, que se cree que fueron el precedente musical del son jarocho.

Las ideas que se presentan a continuación se organizan a partir de cuatro apartados que intentan explicar la acción dinámica de los procesos cognitivos con que construyen su identidad algunos de los intérpretes del son jarocho:

I. Mecanismos de representación e intercambio simbólico del son jarocho que influyen la constitución identitaria de sus intérpretes

Una vez iniciado el proceso de colonización del Nuevo Mundo, los indígenas fueron forzados a renunciar a todos aquellos aspectos visibles que revelaban su historia como grupo étnico, sus conocimientos sobre la naturaleza y sus deidades. De este modo, ante la imposibilidad de continuar un sistema de socialización de la sabiduría popular, la tradición oral fue el medio que aseguró la transmisión de los bienes simbólicos, identitarios y culturales en un proceso amplio de adaptación y resistencia.

De este modo, comprendemos que la música tradicional tiene una tarea pedagógica y socializadora que permite tender lazos de cohesión entre las generaciones a través del tiempo, llevando en sus letras y representaciones dancísticas, un reflejo de la diversidad étnica y cultural que confluyen en la práctica musical.

Un ejemplo de este proceso, es el que sigue la música del son jarocho.

Entre algunos de los mecanismos de representación simbólica que participan en el son jarocho podemos mencionar:

El fandango

El fandango es el ritual simbólico que escenifica los acontecimientos fundadores en la práctica musical del son jarocho. A través de la música y la danza se evoca a los héroes, mitos y objetos fetichizados que organizan y transmiten el capital cultural.

La ocasión musical inscrita en el fandango, se presenta así como el espacio simbólico capaz de conceder a los sujetos la oportunidad de desplegar las diversas opciones identitarias individuales y colectivas que tienen a su disposición.

II. Elementos para el análisis del discurso folklórico del son jarocho y su capacidad de interpelación

El discurso esencialista de la modernidad promovió un imaginario centrado en conceptos como los de Estado-Nación, territorio e identidad nacional, en una suerte de esfuerzo por legitimar su carácter de unidad político-cultural como expresión de su dominación.

El Estado moderno en México se apoyó fundamentalmente en una representación social del espacio, el pasado histórico y la mítica procedencia a una etnia común basada en prototipos mestizos que en el imaginario mexicano sintetizan las vertientes hispana, africana e indígena.

La etnicidad, al igual que los nacionalismos, recurre a tres tipos de "primordializaciones" para "imaginar comunidades":

El carácter arbitrario de dichos constructos identitarios que se autoprimordializan queda restringido por la confluencia de tres factores diferentes:

Así la expresión del son jarocho se constituye en el lugar privilegiado para construir a partir del referente musical un emblema identitario que representa a un colectivo étnico donde se condensan significados que participan plenamente de los procesos modernizadores.

En México el discurso de Miguel Alemán, un político veracruzano, en la década de los cincuenta torna en emblemática a "la Bamba" al convertirla en la música de su campaña electoral para la presidencia de la República.

De este modo, la identificación y fijación de ciertos aspectos culturales, como la música, el repertorio y la forma de vestir, favorecen la constitución del proceso de folklorización jarocha.

La cultura adquiere así una dimensión política a través de la producción de sentido, las imágenes, los símbolos, íconos, conocimientos, sensibilidades, y modas se aglutinan en estereotipos que interpelan a los sujetos como si se tratase de imágenes fotográficas que se congelaran en el tiempo a través de la postal exótica del folklor.

III. Identidades emergentes en los músicos del Son Jarocho

La edad posmoderna, plagada de complejidades y contradicciones, nos obliga a desarrollar estrategias discursivas que permiten accionar mecanismos cognitivos que incorporan a un mismo tiempo elementos del pasado y el presente, poniendo en conflicto las estructuras identitarias tradicionales en el intercambio simbólico.

La música y el folklor constituyen elementos de cohesión que dotan de sentido a las identidades emergentes en la actualidad, y al mismo tiempo coadyuvan a la estabilidad social a través de la incorporación de formas inéditas de reapropiación del material sonoro. Sin embargo, dichos elementos no están exentos de las fuerzas hegemónicas del poder político, cultural y económico, y se hallan activamente imbricadas en un discurso que alude a muy diversos intereses para interpelar a los sujetos sociales a través de la performance musical.

En los últimos años la extensión creciente de los flujos globalizadores acarreó reacciones de resistencia y hemos vivido un movimiento amplio de revivificación del son jarocho que resignifica la fiesta del fandango, la memoria de los viejos y los sones que habían quedado en el olvido. Estos cambios suponen un proceso de dislocación de las relaciones sociales en todos sus ámbitos.

La globalización trajo consigo la reconversión del material simbólico impuesto por la modernidad en tres aspectos esencializadores que definían históricamente la adscripción identitaria de la práctica musical del son jarocho: el territorio, la temporalidad y la etnia.

Veamos ahora cómo se han expresado los cambios:

1. La reorganización simbólica del espacio (territorio).

Con el creciente efecto de la globalización económica y tecnológica el desarrollo del mercado musical en el son jarocho ha tenido un fuerte impacto en los medios de comunicación, el Internet, la radio, la industria discográfica, la televisión y el cine. Así la expresión musical se desterritorializa compartiendo texturas con otros géneros, expresando su apertura sin fronteras territoriales, y colocando a la música como un objeto de consumo en la reinterpretación de la práctica musical de lo local a lo transnacional.

El son jarocho se traslada así, de las comunidades de origen a cualquier parte del mundo permitiendo con ello la inserción al mercado musical internacional sin fronteras.

2. La reorganización simbólica del tiempo

La ocasión musical más determinante en el nuevo movimiento jaranero es el fandango, que se traslada a todos los contextos y escenarios. El fandango se instituye como una propuesta de reorganización de las fiestas comunitarias y lleva implícita la defensa de la estructura familiar tradicional.

Talleres y encuentros constituyen los casos paradigmáticos de ocasión musical en la expresión del son jarocho. Un ejemplo es el que ha seguido la fiesta de la Virgen de la Candelaria en Tlacotalpan, Veracruz; según la cual se desplazan las tradiciones viejas a una nueva tradición inscrita en el Encuentro de Jaraneros que desde hace 25 años concentra al mayor número de intérpretes nacionales y extranjeros de son jarocho para una ocasión musical que genera recursos económicos al pueblo y constituye la máxima plataforma musical ante los ojos de turistas, estudiantes, investigadores, artistas, medios y productores de arte.

3. La reorganización simbólica de las relaciones étnicas.

La noción de identidad en los músicos jarochos nos permite analizar la construcción de identidades sociales y el establecimiento de lo real en sus aspectos objetivos y subjetivos respondiendo a la aparición de movimientos emergentes y nuevos actores sociales que participan en la música tradicional del son jarocho: tales como culturas urbanas, movimientos migratorios, globalización, resistencia, ciudadanía, género, etc., configurando nuevos procesos donde los rasgos étnicos ya no ocupan el papel central.

El ejecutante de la música jarocha requiere de un buen conjunto de capacidades y habilidades para subsistir en el mercado.

Muchos de estos conocimientos los músicos jarochos los adquirieron fuera de su contexto de origen, en la mayoría de los casos la educación escolar o extraescolar ha influido. También los viajes y los intercambios han contribuido y propiciando el establecimiento de un verdadero oficio que va más allá de los lazos de parentesco.

Aunado a estos mecanismos de cambio social, se encuentran los procesos de etnogénesis que nos remiten a la formulación, modificación y negociación de nuevas identidades por todos los actores implicados. Dichos procesos se vuelven tangibles en las nuevas relaciones de género al reformularse la participación femenina en la música del son jarocho y en el derrumbamiento de la mitología del parentesco biológico del que cada día somos testigos con una participación creciente de migrantes y emigrantes que se unen a las filas del son jarocho en el mundo entero.

Actualmente, la diversidad existente es tan basta que no podemos pensar más que el son jarocho sigue siendo atributo exclusivo de una etnia.

IV. La semiótica de Peirce como una propuesta para abordar la complejidad dinámica de la identidad en los músicos del son jarocho

La semiótica pragmática de Peirce al abordar los signos sociales y su proceso de transformación no esencialista, llamado semiosis1, nos ayuda a comprender los interfaces que emergen entre el plano musical y la noción de identidad cultural.

La Identidad se aprehende de la diversidad de identidades y de rasgos comunes que suscitan abstracciones y generalizaciones.

La identidad es a la vez afectiva, cognitiva y activa en complejas relaciones.

Ahora bien, la noción de identidad contiene dos dimensiones: la personal o individual y la social o colectiva. Estas dimensiones no son excluyentes, sino que están interrelacionadas.

En la dimensión social, la identidad actúa sobre la base de la inclusión y la exclusión del grupo. Esto nos hace pensar que la identidad es un fenómeno situado en diferentes niveles de realización. El nivel individual y el nivel colectivo, plano en el que la identidad social se instaura.

Estos dos tipos de identidades están indisolublemente unidas a la cultura. La cultura, a su vez, es otro proceso identificatorio, diferenciador de los individuos, los grupos sociales y la comunidad.

Por otro lado, lo que conocemos como identidad cultural se definiría a partir de rasgos que se señalan como propios de individuos que pertenecen a una determinada cultura.

Los esquemas y sus clasificaciones son admitidos por la identidad y la cultura como mecanismos de diferenciación que les permiten identificarse a los sujetos.

Desafortunadamente, los sistemas más usuales de clasificación y jerarquización del conocimiento han sido construidos desde la perspectiva de los grupos dominantes. Así pues, esta manera de organizar la información tiene una función ideológica que se basa fundamentalmente en la construcción de la diferencia.

La semiosis implica un tipo de encadenamiento en el cual el interpretante, en un estado temporal distante, se convierte en el signo de la etapa siguiente del proceso semiótico produciendo una creencia o una conclusión.

Las definiciones de identidad, cultura y música y sus diferenciaciones sociales, son productos de este proceso. La música del son jarocho construye su identidad en torno a una categoría étnica (el jarocho) de diferenciación social, cuyo rasgo principal —elemento diacrítico— es la música, el baile, la región geográfica (localizada al sureste del estado de Veracruz, México), la indumentaria y el modo de comportamiento.

De este modo, la relación entre diferenciación y cognición social tienen que ver con la semiosis. La teoría de la semiosis podría explicar el proceso mediante el cual se generan representaciones, interpretaciones y atribuciones diversas de los músicos del son jarocho que a su vez, al encontrarse con otras similares, se constituyen en representaciones, interpretaciones y atribuciones colectivas que de alguna manera influyen e interpelan a los sujetos para constituirse en identidades "imaginadas" de la "jarochidad".

Ese encadenamiento, producto del ordenamiento convergente de las categorías permite que las representaciones coincidan en el tiempo y en el espacio dando origen a la construcción de la memoria selectiva, que también se constituye como un proceso de semiosis. Así, la homogeneidad de la cultura se da a través de los intentos clasificatorios que tienen por objeto un propósito o un discurso particular, sea éste la etnicidad, el nacionalismo o cualquier otra estrategia ideológica que interpele a los sujetos a través de una oferta identitaria manifiesta en signos audibles, emblemas y representaciones que los sujetos se hacen sobre sí mismos en relación con el discurso que les haya ganado.

Pero esta forma de organizar el conocimiento no significa que las identidades dentro de una cultura sean homogéneas, sino que sólo revela una manera en que el "sentido común" opera para clasificar elementos culturales sin establecer relaciones más amplias; buscando reducir la información que se tiene al simplificar ciertos aspectos, privilegiando unos en detrimento de otros, haciendo que aparezcan y difuminen categorías. Peirce lo explica en su tricotomía como un proceso sin fin, en el que emergen nuevas formas y en el que nuevos análisis son requeridos.

Todo ello, debido a que el sujeto pertenece a una o varias comunidades, a uno o varios grupos, a una o varias culturas; y su identidad en parte, ha sido y sigue siendo conformada y alimentada por ese entorno. Así, comunidad, grupo social, cultura e identidad, crean nuevos lazos con otros entornos, nuevas relaciones que se construyen, recrean, renuevan en un proceso siempre dinámico de transformación.

El objetivo de mi investigación es desarrollar y/o adaptar un modelo de análisis semiótico basado en la semiótica de Peirce, que nos ayude a identificar los procesos cognitivos de construcción identitaria en los intérpretes del son jarocho y su semiosis de transformación.

Suponemos que este tipo de análisis nos permitirá inferir los esquemas cognitivos que subyacen al discurso musical (discursos ideológicos, políticos, sociales) describiendo algunas de las fuentes de donde procede la información que los nutre.

¿Cómo uso la teoría de Peirce?

La propuesta de trabajo es desarrollar cinco historias de vida de músicos de son jarocho.

Operaciones analíticas:

Estoy convencida que al abordar la teoría de los signos sociales de Peirce podemos aproximarnos a nuevos tratamientos de los fenómenos sociales en constante cambio e interacción. Desde luego, esta tarea no será sencilla, la complejidad de la teoría de Peirce requiere de estudio y dedicación aunada a la dificultad que entraña trabajar con diversos campos disciplinarios.




Notas

1. La semiosis es la actividad de los signos. Porta una especie de proceso en cadena en el cual uno de los elementos en un estado temporal se vuelve el otro elemento en el siguiente estado de la semiosis.



Fecha del documento: 18 de octubre 2005
Ultima actualización: 18 de octubre 2005

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