KARL POPPER, UN FILÓSOFO 'CON LOS PIES EN EL SUELO'


Jaume Navarro


Karl Popper always claimed himself to be a realist. However, his constant denial to give definitions to the philosophical concepts, makes it difficult to understand what exactly he means by realism. This article focuses the attention on three meanings of Popper's realism: a metaphysical, an epistemological and a sensible realism. The later sense can be rooted in the new studies on the ethical roots of all Popper's philosophy.




'Siempre he sido un realista'. Esta frase está escrita por Karl Popper en 1974, en la introducción a Replies to my Critics1, para dejar clara su postura en el debate acerca del realismo. Sin embargo, si nunca es fácil delimitar el alcance exacto de los términos en el pensamiento de los filósofos, en el caso de Popper esta dificultad se ve ampliada. En numerosas ocasiones se manifiesta totalmente contrario a dar definiciones, para no encorsetar al pensamiento. Y en cierta ocasión llega a decir que, "aunque estoy abogando (...) a favor del realismo (...), no pienso definir realismo ni realidad"2. Sin embargo, en este tópico Popper no tiene la exclusiva de la vaguedad. Se podría decir que existen casi tantas definiciones de realismo como filósofos hay que traten de la cuestión. A modo de ejercicio podríamos acudir a diccionarios recientes de filosofía para comprobar que algunos de ellos prefieren no dedicar ninguna entrada al vocablo 'realismo' para centrarse en el debate entre realistas y anti-realistas3, diciendo que se trata "principalmente de direcciones, no de posturas"4, y para dejar claro que "casi todas las áreas de discurso pueden ser el foco de esta polémica: el mundo exterior, el pasado y el futuro, las otras mentes, los objetos matemáticos, la posibilidad, los universales, y las propiedades morales y estéticas son algunos ejemplos"5.

En este artículo me propongo delimitar un poco el realismo de Popper, para entender mejor el alcance de su postura. Para ello me centraré en los tres sentidos que, a mi juicio, son más relevantes: un realismo que se ha llamado 'metafísico', un realismo epistemológico y un realismo 'de sentido común'. El primero consiste en la afirmación de que existe un mundo real, independiente de que haya alguien que lo conozca o no, y cuyo modo de ser es independiente de tal conocimiento. El segundo afirma que nuestro conocimiento de las cosas está relacionado con el modo de ser de las cosas mismas; es decir, que nuestros conceptos y teorías no son meras construcciones subjetivas ajenas a la realidad del mundo exterior. Finalmente la tercera acepción, quizás menos académica, es de gran importancia para entender el planteamiento popperiano. Se trata del realismo como actitud sensata, realismo en el sentido de razonable.


1. Del realismo ingenuo al realismo metafísico

La Lógica de la Investigación Científica, el primer libro de Popper, es una obra dedicada fundamentalmente a la epistemología. No hay en él grandes planteamientos metafísicos. A pesar de ello, y del hecho de que no menciona explícitamente el realismo en ningún lugar del libro, éste aparece latente en, al menos, dos acepciones: (i) Es conocida la imagen de Popper de que "las teorías son redes que lanzamos para apresar aquello que llamamos 'mundo': para racionalizarlo, explicarlo y dominarlo. Y tratamos de que la malla sea cada vez más fina"6. Esta imagen da por supuesto que tal 'mundo', independiente de nuestras teorías y acerca del cual nos proponemos la doble tarea de explicar y dominar, existe. (ii) Hablando de la imposibilidad de 'verificar' hipótesis, Popper dice que los argumentos que utiliza para tal demostración "expresan la fe metafísica en la existencia de regularidades en nuestro mundo (fe que comparto, y sin la cual es difícil de concebir la actuación práctica)"7. De este modo, la convicción de la existencia del 'mundo' va acompañada de una 'fe' en su carácter estructurado. Es decir, el mundo no es totalmente caótico, sino que tiene unas determinadas regularidades que la ciencia aspira a explicar de la mejor manera posible. La actividad científica supone, pues, el realismo, entendido como la convicción de que existe un 'mundo' y de que éste tiene una determinada organización que la ciencia trata de conocer.

Sin embargo, el calificativo de 'metafísico' que Popper da al realismo supone un freno para su defensa. "Conforme a mi actitud con respecto a otras cuestiones metafísicas -dice- me abstendré de argumentar a favor o en contra de la fe en la existencia de regularidades en nuestro mundo"8. Esta tercera idea que aparece en la Lógica de la Investigación Científica es, quizás, la más problemática para el desarrollo posterior de su pensamiento. Porque no queda del todo claro si su negativa a tratar la cuestión del realismo procede de una falta de convicción o de la imposibilidad de 'demostrar' una 'fe' que él tiene pero que se le aparece injustificable. De hecho, en algunas notas previas a la publicación de este primer libro, Popper señala que "la contraposición idealismo-realismo es un ejemplo más de antinomias indecidibles"9. El problema de si es o no defendible el realismo metafísico será una constante en el pensamiento de Popper, que poco a poco irá tornándose hacia una posición más clara a favor del realismo y, con ello, a la búsqueda de nuevos argumentos que le sirvan para sostener esta idea.

En su autobiografía de 1974 Popper justifica su postura de los años 30. Hablando del Postscript, dice que ahí "subrayé que la Lógica de la Investigación Científica era el libro de un realista, aunque por aquel tiempo no hubiese pretendido decir gran cosa sobre el realismo. La razón estaba en que entonces no me había percatado de que una posición metafísica, aunque no fuese contrastable, podía ser racionalmente criticable o argüible. Yo había confesado ser realista, pero pensando que esto no pasaba de ser una confesión de fe"10. Leyendo el conjunto de su obra, es bastante evidente que, como dice A. Miller, "el entusiasmo de Popper por el realismo y el objetivismo ya es patente en La Lógica de la Investigación Científica (...); pero estas doctrinas (...) no fueron expuestas en profundidad hasta mediados de los años sesenta"11.

El realismo 'metafísico' de Popper es del todo coherente con su peculiar teoría del conocimiento científico que sostiene que las teorías nunca pueden ser tomadas como verdades definitivas acerca del mundo. Esto no significa, sin embargo, que las teorías científicas puedan ser sostenidas (o, en su caso refutadas) al margen de la realidad, porque es precisamente la posibilidad de entrar en conflicto con la realidad lo que les confiere la condición de 'científicas'. Este argumento, que ya se intuía en la Lógica de la Investigación Científica, empieza a formularse como tal argumento a favor del realismo, después del establecimiento definitivo de Popper en Londres, a su regreso de Nueva Zelanda. En 1948 escribe que "si estamos decididos, en principio, a defender nuestros enunciados frente a refutaciones, no estamos hablando de la realidad. Sólo si estamos dispuestos a aceptar las refutaciones hablamos de la realidad"12. Y un año más tarde escribirá: "Entramos efectivamente en contacto con la 'realidad' mediante la falsación de nuestras suposiciones. La única experiencia 'positiva' que sacamos de la realidad es el descubrimiento y eliminación de nuestros errores"13. Por tanto, la realidad es la que hace que las teorías conjeturales que se hacen en ciencia sean falsables. Sólo es posible la ciencia, tal como la entiende Popper, si hay una realidad contra la cual se pueden contrastar las predicciones teóricas.

Pero será en El Realismo y el Objetivo de la Ciencia, primero de los tres volúmenes del Postscript, donde Popper desarrollará más sus razones a favor del realismo. El argumento central que desarrolla en este libro sigue siendo el del carácter explicativo y falible, a la vez, de la ciencia, que hace que se entre en contacto con la realidad. Apoyado en su epistemología dice que "la discusión racional, esto es, la discusión crítica en el interés por acercarse a la verdad, sería un sin-sentido sin una realidad objetiva, sin un mundo que nos proponemos descubrir: desconocido, o ampliamente desconocido: un desafío a nuestro ingenio, coraje e integridad intelectual"14. La novedad de este libro no sólo estriba en la formulación de nuevos argumentos a favor del realismo, sino en el modo de defender esta postura. Se percibe un claro giro hacia formas más definidas y más contundentes que las que había adoptado en su primera época. En un determinado momento dice que "hay una diferencia de fundamental importancia [entre el idealismo y el realismo]. El idealismo metafísico es falso, y el realismo metafísico es verdadero. Evidentemente esto no lo 'sabemos' en el sentido en el que sabemos que 2 + 3 = 5; es decir, no lo sabemos en el sentido de conocimiento demostrable. Tampoco lo sabemos en el sentido de 'conocimiento científico' comprobable. Pero esto no significa que nuestro conocimiento no esté razonado, o no sea razonable. Al contrario, no hay conocimiento fáctico que esté apoyado con más o con más fuertes argumentos (aunque no sean conclyentes)"15. Aquí Popper defiende el realismo con gran ahínco frente a las otras alternativas16, que él engloba bajo la etiqueta de idealismo.

El texto aporta varios argumentos nuevos, pero hay uno que sorprende especialmente. Haciendo uso de la teoría del conocimiento desarrollada en la Lógica de la Investigación Científica, Popper intentará aplicar algunos de los criterios de 'cientificidad' al realismo. Lógicamente no es aplicable el falsacionismo ni al realismo ni al idealismo, por lo que ambas teorías son 'metafísicas', según su modo de decir. Pero en su epistemología Popper discutió el problema de qué sucedía cuando se disponía de dos o más teorías válidas. Para ese caso propuso una serie de criterios para poder escoger la mejor teoría, entre los cuales estaba el carácter restrictivo. Es decir, entre dos teorías rivales, la mejor sería aquella que fuese más restrictiva, aquella cuyas predicciones fueran más arriesgadas. Porque en caso de verificarse tales predicciones, la teoría saldría más reforzada que aquella cuyas predicciones fueran vagas o poco arriesgadas. Aplicando este criterio para escoger entre realismo e idealismo es evidente que el realismo es mucho más restrictivo que el idealismo. "El realismo nos explica por qué nuestra situación de conocimiento es necesariamente precaria. Si, por otro lado, alguna forma de idealismo es cierta, entonces cualquier cosa puede pasar -y, por tanto, posiblemente también aquello que sucede. Con esto el realismo es, de las dos teorías metafísicas, la más fuerte lógicamente. Es preferible por razones lógicas: el idealismo metafísico resulta estar vacío de todo poder explicativo"17.

Hasta ahora parece que el realismo de Popper no pasa de ser una cierta creencia -fe metafísica- en la existencia de un mundo exterior al sujeto cognoscente. Sin embargo, poco a poco fueron apareciendo algunas implicaciones de tal realismo que muestran un Popper más 'dogmático' (usando su terminología) de lo que en otros ámbitos hubiese permitido. Su teoría de los tres mundos, su oposición a algunas interpretaciones de la flecha del tiempo, la crítica a la interpretación de Copenhague y la consiguiente teoría de las propensiones, son los cuatro campos en los que me centraré brevemente.

(i) En 1967, y previa reiteración de sus reticencias a dar definiciones, Popper escribe que, en conjunto, considera "excelente la sugerencia de Landé de que llamemos físicamente real a lo que sea 'susceptible de recibir patadas' (y capaz de devolver la patada cuando se le da una). Sin embargo hay, me inclino a pensar, grados de pateabilidad: no podemos dar patadas a los quasars"18. Es evidente que esta frase no puede ser tomada como una definición rigurosa de realismo, pero plantea la pregunta de si su realismo no será una nueva variante del materialismo más estricto. La respuesta no se hace esperar, porque contemporáneamente a esta 'definición' aparece el desarrollo de su conocida teoría de los 'tres mundos'. "El mundo consta de tres sub-mundos ontológicamente distintos: el primero, es el mundo físico o de los estados físicos; el segundo, es el mundo mental o de los estados mentales; el tercero, es el de los inteligibles o de las ideas en sentido objetivo, el mundo de los objetos de pensamiento posibles: el mundo de las teorías en sí mismas y sus relaciones lógicas, de los argumentos y de las situaciones problemáticas tomados en sí mismos"19. A estos mundos llamará Mundo 1, Mundo 2 y Mundo 3, respectivamente.

Lo que interesa en este momento es subrayar el carácter 'real' de los tres mundos, no sólo del primero. "Hay muchos tipos de realidades. El tipo más obvio es el de los alimentos (supongo que suministran las bases del sentimiento de realidad) o bien el de los objetos más resistentes (...) como piedras, árboles o personas humanas. Pero hay otros tipos de realidad muy distintos como la descodificación subjetiva de nuestras experiencias sobre los alimentos, piedras, árboles y cuerpos humanos. El sabor y peso de los alimentos es también otro tipo de realidad, al igual que las propiedades de los árboles y los cuerpos humanos. Hay ejemplos de otros tipos en este universo tan variado como son, un dolor de muelas, una palabra, el lenguaje, un código de circulación, una novela o una decisión gubernamental; una demostración válida o inválida; tal vez, fuerzas, un campo de fuerzas, tendencias, estructuras y también regularidades"20. No hay, pues, ninguna duda de que no sólo los objetos materiales son reales.

(ii) Lo que Popper llama 'la tragedia de Boltzmann' consiste en la adopción de una postura subjetivista con relación a la flecha del tiempo. Una vez Boltzmann obtuvo su relación entre el aumento de la entropía y la dirección del tiempo, esta segunda pasó a definirse en función del primero. La flecha del tiempo se convirtió en una mera consecuencia del segundo principio de la termodinámica. Pero este principio resultó tener sólo validez estadística, es decir, sólo aplicable a sistemas y no a elementos singulares. Con lo cual la flecha del tiempo se convirtió en una cuestión también estadística. "Boltzmann renunció a su teoría de una flecha del tiempo objetiva, y también a su teoría de que la entropía tiende al incremento en la dirección de esta flecha"21. Según la nueva interpretación de Boltzmann, "en el universo como totalidad son indistinguibles las dos direcciones del tiempo, tal como en el espacio no hay un arriba o un abajo. Pienso que es bastante insostenible, al menos para un realista. Califica como una ilusión al cambio unidireccional. Lo cual convierte en ilusión a la catástrofe de Hiroshima. Y así hace de nuestro mundo una ilusión, y con ello todos nuestros intentos de averiguar más sobre nuestro mundo"22.

Éste es, pues, el motivo fundamental por el cual Popper se negó a aceptar la interpretación habitual según la cual la dirección del tiempo no es más que una consecuencia del segundo principio de la termodinámica. Desde el momento en el que tal principio no se cumple siempre en los casos individuales, la flecha del tiempo se convierte en algo subjetivo, en una ilusión, en una imposición humana al mundo exterior. Llama la atención la convicción con la que Popper defiende la objetividad de la flecha del tiempo, después de reiterar el carácter conjetural de toda teoría científica. Parece que el realismo se impone por encima de la conjetura subjetivista del tiempo. El realismo aparece por encima de esta posible interpretación hasta el punto de vetarla, con lo cual se puede desprender que, contra lo dicho en otras partes de su magna obra, en ciencia sí deben asumirse unos presupuestos, entre los cuales el realismo ocupa un lugar central.

(iii) Entre los puntos centrales de la interpretación de Copenhague está el de considerar el principio de indeterminación de Heisenberg como una propiedad de las partículas individuales. De este modo este principio se erige en un fundamento que pone límite no sólo a nuestro conocimiento de la realidad, sino también a la determinación de la realidad misma. La dualidad onda-corpúsculo, según la cual la nueva física trasciende las categorías de partícula y de energía, sería otra de las consecuencias del principio de Heisenberg. Lógicamente no es éste el lugar más indicado para presentar la evolución histórica de las ideas de la mecánica cuántica. Interesa, eso sí, la crítica que Popper hace a la interpretación de Copenhague para ver un poco mejor en qué consiste su realismo. En esta crítica, que se inicia ya con La Lógica de la Investigación Científica, y que perdurará toda su vida, es importante señalar que nunca pretende poner en duda la nueva física, sino la interpretación habitual, por no decir 'oficial'. "Quizás podrían caracterizarse las páginas que siguen -escribe en 1934- como una investigación acerca de los fundamentos de la teoría cuántica. En su desarrollo (...) no voy a poner en cuestión si es correcto el sistema de las fórmulas matemáticas de dicha teoría, sino que me ocuparé exclusivamente de las consecuencias lógicas de su interpretación"23.

Hay un elemento que me parece de gran importancia para la cuestión del realismo, que es la distinción que introduce Popper entre conceptos básicos y teorías científicas. Su epistemología tiene el falibilismo de las teorías como uno de sus ejes centrales; y éstas nos hablan acerca de los hechos. Sin embargo, los conceptos que se utilizan en la ciencia no son susceptibles de revisión en el mismo grado que las teorías. Conceptos elementales como el de partícula o el de trayectoria, que la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica califica de inobservables -y, por tanto, sin sentido- no son cuestionables para Popper. A esta distinción se refiere su conocido artículo "las dos caras del sentido común" que, con frase acertada de R.J. Ackermann, nos presenta un Popper para quien el sentido común es, a la vez, "héroe y villano"24. Héroe, porque es la fuente de nuestros conceptos primarios; villano, porque nos presenta teorías de las que debemos desconfiar hasta el final.

(iv) Con las propensiones Popper pretende simultanear la existencia de magnitudes probabilistas (innegables en la nueva física), con el carácter objetivo de éstas. La indeterminación que aportan tales magnitudes no es atribuida a la naturaleza de los objetos físicos (las partículas), sino a las situaciones. De este modo la indeterminación se traslada a los hechos posibles; ni a las cosas mismas, ni a nuestro conocimiento de ellas. Y así, el indeterminismo no aparece como fruto de nuestra ignorancia (caso de la mecánica estadística clásica), pero tampoco fruto del carácter difuso de las estructuras básicas del mundo físico (propio de la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica). Con esta interpretación de la probabilidad Popper pretende conjugar el formalismo de la mecánica cuántica con su visión de lo que debe ser una física realista u objetivista. Con las propensiones ya no es necesario, por ejemplo, considerar que un electrón singular no existe y que su ser se reduce a una densidad de probabilidad de presencia. Para Popper el electrón singular sigue existiendo como corpúsculo perfectamente delimitado en el espacio; lo que sucede es que un electrón en su situación concreta tiene distintas posibilidades de manifestarse. Y esto serían las propensiones25.

Hay dos aspectos muy llamativos de esta interpretación: en primer lugar su defensa del carácter real de las propensiones y en segundo lugar lo que parece una nueva caída en el subjetivismo que tanto ha atacado en otros lugares, y que es como la roca sobre la que descansa gran parte de su defensa del realismo. Acerca del primer aspecto, Popper subraya en muchos lugares que él "conjetura que estas propensiones son físicamente reales en el sentido en el que, por ejemplo, son físicamente reales las fuerzas atractivas o repulsivas"26. En otras palabras, si un fenómeno concreto tiene una determinada probabilidad de darse, no es por puro azar sino porque en la situación física hay algo que da esa probabilidad al fenómeno. El ejemplo que pone en algunos lugares para introducir su idea de las propensiones es el del dado cargado27. Hay algo (una inhomogeneidad en la masa del dado) que hace que al lanzar el dado trucado, la probabilidad de que salga una determinada cara sea distinta de 1/6.

Pero más sorprendente es la introducción de un cierto subjetivismo cuando confiere carácter real a las propensiones. Popper pretende huir tanto de la interpretación de la probabilidad como fruto de nuestra ignorancia, como de la interpretación de Copenhague que niega realidad a las partículas y las trayectorias, entre otras cosas. Al quedarse a mitad de camino, en nombre de un 'realismo de las cosas', Popper acaba identificando nuestro conocimiento estadístico o frecuencial de las situaciones físicas como plasmación de disposiciones reales, propensivistas, en la naturaleza. Nuestro conocimiento, frecuencial e indeterminista, acaba siendo identificado con el modo de ser real, objetivo, del mundo. Y esta es, precisamente, una de las ideas contra las que ha luchado toda su vida: la postura de los que identifican totalmente nuestro conocimiento de las cosas con su realidad. Además, la teoría propensivista en su conjunto (que R. Queraltó28 califica, con razón, de teoría metafísica), al igual que muchas propensiones particulares, no pueden ser contrastadas, perdiendo así la posibilidad de ser científicas.


2. Verdad y realidad

A menudo se ha acusado al racionalismo crítico de Popper de ser una postura muy próxima -cuando no identificable- al instrumentalismo y al escepticismo. Sin ir más lejos, D. Miller, en un reciente artículo29, sostiene que la filosofía popperiana es radicalmente escéptica, aunque no relativista. También P. Manganaro30 defiende el carácter escéptico de la teoría del conocimiento de Popper. Con Popper se podría decir que "parece casi milagroso que hayamos aprendido tanto sobre el mundo, aunque todo este conocimiento sea conjetural y esté plagado de problemas sin resolver que continuamente nos recuerdan cuán poco sabemos"31. Y sin embargo, no faltan lugares en los que se manifiesta explícitamente contrario tanto al instrumentalismo como al escepticismo. La opinión de los estudiosos de Popper acerca de su éxito o no en la tarea de desarrollar una epistemología realista es muy diversa. No faltan quienes, como G. Zanotti32 creen que este empeño es totalmente fructífero. Pero también hay numerosas voces en contra del supuesto realismo de la epistemología popperiana. J. Naydler33, por ejemplo, sostiene que el conocimiento en Popper no deja de ser una versión más de conocimiento intracavernario. V. Possenti34, por su parte, sostiene que Popper no consigue poner en relación su aparente realismo con su teoría del conocimiento. Y D. Papineau35 dice que la epistemología popperiana es claramente anti-realista.

La ciencia nos habla de la realidad y sin ella no tiene sentido esta actividad humana. En la importante conferencia inaugural del Coloquio Internacional sobre la Filosofía de la Ciencia, el 11 de julio de 1965, Popper aprovechaba para declararse, una vez más, realista hasta el punto de que "si hubiese de abandonar el realismo creo que perdería todo interés por las ideas, ya que la única razón de mi interés es el deseo que experimento de aprender algo del mundo"36. El carácter falible de las teorías que se proponen no debe implicar necesariamente el escepticismo en ciencia. "Sería un grave error concluir que la incerteza de una teoría, es decir, su carácter hipotético o conjetural, disminuye de algún modo su aspiración implícita a describir algo real. (...) Debemos recordar ante todo que una conjetura puede ser verdadera y, por lo tanto, describir un estado de cosas real. En segundo lugar, si es falsa, entonces contradice a un estado de cosas real (descrito por su negación, que será verdadera)"37. Además, no es cierto que una teoría refutada sólo sirva para ser olvidada o despreciada. "Nuestra teoría última y mejor es siempre un intento de incorporar todas las refutaciones anteriores y de explicarlas de la manera más simple"38.

Por ello, aunque Popper defienda desde el primero de sus libros que "las teorías científicas no son nunca enteramente justificables o verificables, pero que son, no obstante, contrastables"39, esto no significa que no nos digan nada acerca de la realidad. Tanto si todavía no están refutadas, como si lo están, las teorías científicas nos dan alguna información acerca de la realidad que intentan describir. Quizás en este punto sea bueno traer a colación la distinción que hace A. Musgrave40 entre explicación real y explicación última. Cuando no se distingue entre ambas se da pie a muchas confusiones. Lo que Popper propone es que la ciencia nos da explicaciones del primer tipo, nunca del segundo.

Popper es consciente de que algunos aspectos de su propuesta epistemológica tienen su origen en la filosofía kantiana. "Kant (...) tenía razón cuando dijo que era imposible que el conocimiento fuera como una copia o impresión de la realidad. Tenía razón al creer que el conocimiento era genética o psicológicamente a priori, pero estaba bastante equivocado al suponer que algún conocimiento podría ser válido a priori. Nuestras teorías son invenciones nuestras; y pueden ser meramente suposiciones defectuosamente razonadas, conjeturas audaces, hipótesis. Con ellas creamos un mundo: no el mundo real, sino nuestras propias redes, en las cuales intentamos atrapar el mundo real"41. Es el hombre el que crea teorías que son tentativas para explicar algún aspecto de la realidad, y la mentalidad con la que trabaja el científico, en primera instancia, es la de intentar hacer una teoría lo más potencialmente falsable. Si ésta es efectivamente falsada, debe abandonarse la conjetura e ir en busca de una nueva teoría tentativa. Con este esquema del conocimiento científico enseguida surge el problema de cuál sea el valor de las teorías, y no es fácil evitar la acusación de instrumentalismo. De hecho, son numerosos los estudios de la filosofía popperiana que concluyen que la filosofía de Popper era de corte instrumentalista42.

Sin embargo no se puede pasar por alto que también en innumerables ocasiones Popper se declara a sí mismo como un anti-instrumentalista activo. "No sólo buscamos el éxito biológico o instrumental: en la ciencia buscamos la verdad"43; "las teorías son verdaderas o falsas y no meros instrumentos. Pero, naturalmente, también son instrumentos"44. Instrumentos tanto en el sentido de necesarios para la aplicación científica práctica o técnica, como también en el sentido de necesarias para el progreso de la ciencia (sin una teoría previa que refutar no se puede dar una nueva teoría que nos haga avanzar en el conocimiento científico). Evidentemente, la cuestión del supuesto instrumentalismo de Popper nos introduce en el problema de la verdad científica.

Superada su etapa inicial en la que prefirió no hablar del tema, la verdad toma un protagonismo propio en los escritos de Popper. Ya no tiene reparos en decir que el objetivo de la ciencia es la búsqueda de teorías verdaderas pero, a la vez, tal objetivo se presenta como un ideal regulador de la práctica científica más que como un objetivo conscientemente alcanzable. Es decir, existe la verdad, entendida como adecuación de un enunciado a la realidad, pero no existe un criterio de verdad; nunca el científico puede saber si ha alcanzado o no una teoría verdadera. "La tradición científica -escribe Popper en 1970- se caracteriza, o se caracterizaba hasta hace poco, por lo que se podría denominar realismo científico; es decir, se inspiraba en el ideal de encontrar soluciones verdaderas para sus problemas: soluciones correspondientes a los hechos. Este ideal regulador, consistente en dar con teorías que se corresponden con los hechos, es lo que convierte la tradición científica en una tradición realista: discrimina entre el mundo de nuestras teorías y el mundo de los hechos al que pertenecen estas teorías"45. No hay, pues, ninguna duda de que el objetivo de la ciencia es la búsqueda de la verdad, a la vez que nunca podemos atribuirnos la posesión de la verdad final.


3. Realismo humano

No está claro cuál puede ser el nexo de unión de toda la filosofía popperiana. Se han propuesto diversas ideas: el indeterminismo, el emergentismo, el criticismo...46, pero ésta es una cuestión abierta, sobre todo teniendo en cuenta que hay muchos que prefieren ver a Popper como un pensador fragmentario hasta el extremo y, en algunos aspectos, incluso contradictorio. Sin embargo, algunos autores últimamente han destacado la raíz profundamente ética de todo el pensamiento popperiano, lo cual no deja de ser una propuesta muy sugerente47. El estudio del realismo de Popper me parece que puede arrojar un poco de luz a esta nueva línea investigadora pues, como intentaré demostrar a continuación, también impregna toda su filosofía social.

La filosofía, aunque muy distinta de la ciencia experimental, no por eso es menos importante. "Siempre he defendido la filosofía e incluso la metafísica contra el Círculo [de Viena], aun cuando tuve que admitir que los filósofos no habían estado demasiado bien. Yo pensaba que muchas personas -entre ellas, yo- tenían problemas filosóficos genuinos de diversos grados de gravedad y dificultad, y que estos problemas no eran irresolubles. En realidad, la existencia de problemas filosóficos urgentes y graves y la necesidad de analizarlos críticamente es, en mi opinión, la única defensa de lo que puede llamarse filosofía profesional o académica"48. Así, la tarea del filósofo es de una gran responsabilidad ante sí mismo y ante la sociedad. Los problemas de que trata son importantes en tanto que afectan a las preguntas más importantes que el hombre se formula en torno a sí mismo y al mundo que le rodea.

Es en esta dimensión social de la filosofía, y del conocimiento en general, en la que el presupuesto del realismo aparece con fuerza. En 1969 se pregunta: "¿Por qué es importante el problema del conocimiento? Porque plantea ciertas cuestiones que aquí llamaré las 'cuestiones importantes'. Afecta a la cuestión importante de la racionalidad, a temas importantes como son el aumento del conocimiento científico y el papel que éste desempeña en nuestra civilización, a las cuestiones importantes de la responsabilidad moral de los científicos y nuestra deuda para con la civilización, al tema de la función que desempeña la universidad y a la cuestión de la tradición frente a la crítica"49. El filósofo tiene la grave responsabilidad de tratar de los problemas reales del mundo real, y de dar soluciones realistas, sensatas, sabiendo que la aplicación de determinadas soluciones puede tener consecuencias catastróficas. En 1982 hacía balance de la cuestión del realismo en los siguientes términos: "He argüido a favor del realismo en varios lugares. Mis argumentos son en parte racionales, en parte ad hominem y en parte, incluso, éticos. Me parece que el ataque al realismo, aunque intelectualmente interesante e importante, es bastante inaceptable, sobre todo después de dos guerras mundiales y del sufrimiento real -sufrimiento evitable- que produjeron inexcusablemente; y me parece que cualquier argumento contra el realismo (...) debe ser silenciado por el recuerdo de la realidad de los acontecimientos de Hiroshima y Nagasaki"50.

De modo todavía más contundente se expresaba en 1972 en lo que concierne a la relación de la filosofía con el realismo. "En los tiempos que corren -dice- es imprescindible pedir disculpas por ocuparse de la filosofía en cualquiera de sus formas. Exceptuando tal vez algunos marxistas, la mayor parte de los filósofos profesionales parecen haber perdido contacto con la realidad (...). En mi opinión, el mayor escándalo filosófico consiste en que, mientras a nuestro alrededor el mundo natural -y no sólo el mundo natural- se hunde, los filósofos continúan debatiendo, inteligentemente o no, el problema de si tal mundo existe. (...) En estas circunstancias hay que disculparse por ser filósofo y especialmente por replantear (según pretendo) una trivialidad como el realismo, la tesis sobre la realidad del mundo. ¿Cuál es mi excusa? Hela aquí: Seamos o no conscientes de ello, todos tenemos una filosofía propia que no vale gran cosa. Sin embargo, su impacto sobre nuestras acciones y vidas puede llegar a ser devastador, lo cual hace necesario tratar de mejorarla mediante la crítica. Es la única disculpa que puedo dar de la persistente existencia de la filosofía"51.

Por lo tanto, el papel del realismo en la filosofía es doble: por un lado el filósofo tiene la obligación moral de ocuparse de los problemas reales que afectan a los hombres, y por otro, las soluciones propuestas no pueden mantenerse al margen de las consecuencias previsibles. En Popper el método crítico de conjeturas y refutaciones se extiende a toda la filosofía, no sólo a la ciencia. El método de discusión racional se puede considerar como el modo más perfecto que tienen los hombres para adaptarse al medio, en una clara imagen evolucionista52. Sin embargo, Popper distinguirá el fenómeno de la adaptación de las especies del fenómeno del conocimiento. Mientras en el primer caso los individuos perecen en las tentativas adaptativas al medio, en el conocimiento humano "podemos dejar que nuestras teorías mueran en nuestro lugar. En realidad, hacemos lo posible por eliminarlas sometiéndolas a duras pruebas antes de utilizarlas. De este modo, cualquier día pueden morir mil teorías sin que nadie resulte perjudicado"53.

Otro aspecto importante es el llamado 'mito del marco común', es decir, la idea -según él muy extendida- de que es imposible el diálogo entre dos personas si no comparten un mismo marco conceptual, un mismo contexto de racionalidad. Obviamente, si tal mito fuera cierto, se estaría invalidando de raíz el racionalismo crítico. No habría posibilidad de diálogo y, mucho menos, de acuerdo. La única solución sería la eliminación de la opinión contraria y de sus defensores. La denuncia popperiana de este mito no es muy tardía. Ya en 195454 escribía que "a menudo se afirma que la discusión sólo es posible entre personas que tienen un lenguaje común y que aceptan suposiciones básicas comunes. Creo que esto es un error. Todo lo que se necesita es la disposición a aprender del interlocutor en la discusión, lo cual incluye un genuino deseo de comprender lo que éste quiere decir. Si existe esta disposición, la discusión será tanto más fructífera cuanto mayor sea la diferencia de los puntos de partida de los interlocutores. Así, el valor de una discusión depende en gran medida de la variedad de las opiniones rivales"55. El realismo se presenta, en este caso, especialmente medular en la filosofía de Popper. Porque el único 'marco común' al que hay que estar dispuesto a someterse es el de la realidad. Más allá, en las ideas y las opiniones, todo es susceptible de ser revisado y de ser criticado. Tanto en el conocimiento científico como en el filosófico la realidad se nos impone; no mostrándose tal como es, sino precisamente lo que no es, falsando teorías tentativas.


4. Conclusión

Como dice J.A. Marina, no es fácil intentar asir el pensamiento de Popper pues éste es "un pensador adversativo. Es racionalista, pero cree que sólo puede serlo por una decisión no racional. Es kantiano pero heterodoxo. Es ilustrado pero escéptico. Confía en la ciencia, pero afirma que sólo podemos estar seguros de las falsedades, no de las verdades"56. Este carácter adversativo también se traslada a algunas cuestiones relacionadas con su realismo, en cuanto constituye una de esos tópicos que llegan a la médula de toda su filosofía. Me parece innegable la sinceridad y la coherencia de Popper al declararse a sí mismo como realista, tanto en el nivel metafísico como en el epistemológico. Sin embargo, en su deseo de justificar tal postura, Popper se topa con su propio falibilismo, de cuyas redes se le hace difícil librarse. Un análisis racional de su filosofía nos podría llevar a detectar contradicciones lógicas entre su método de 'conjeturas y refutaciones' y su 'fe' en el realismo. Sin embargo, en el último apartado he querido subrayar la sensatez de muchas de las afirmaciones popperianas, para hacer ver que por encima de la coherencia lógica de su filosofía entendida como sistema, hay una serie de valores y de creencias gracias a los cuales es capaz de volver siempre a la realidad. Es lo que he pretendido expresar con el título del artículo, 'Popper, un filósofo con los pies en el suelo'.








Notas

1. Popper, K.R., Replies to my Critics, en Schlipp, P.A., The Philosophy of Karl Popper, Open Court, La Salle (Illinois) 1974, 963.

2. Cfr. Popper, K.R., Teoría cuántica y el cisma de la física, Tecnos, Madrid 1985, 67.

3. Cfr. p. ej., Blackburn, S., Oxford Dictionary of Philosophy, Oxford Univ. Press, Oxford 1994; Honderich, T. ed., The Oxford Companion to Philosophy, Oxford Univ. Press, Oxford, 1995; Audi, R. ed., The Cambridge Dictionary of Philosophy, Cambridge Univ. Press, Cambridge 1995.

4. Honderich, T., ed., o. c., 746.

5. Blackburn, S., o. c., 320.

6. Popper, K.R., La lógica de la investigación científica, Tecnos, Madrid 1977, 57.

7. Ibidem, 235.

8. Ibidem.

9. Popper, K.R., Los dos problemas fundamentales de la epistemología, Tecnos, Madrid 1998, 125.

10. Popper, K.R., Búsqueda sin término. Una autobiografía intelectual, Tecnos, Madrid 1977, 200-201.

11. Miller, A., Introducción a Popper, K.R., Popper. Escritos selectos, Fondo de Cultura Económica, México 1995, 17.

12. Popper, K.R., Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico, Paidós, Barcelona 1983, 261.

13. Popper, K.R., Conocimiento Objetivo. Un enfoque evolucionista, Tecnos, Madrid 1974, 324-325.

14. Popper, K.R., Realism and the Aim of Science, Routledge, London 1985, 81.

15. Ibidem, 82-83.

16. Estas alternativas pueden ser el empirismo, el solipsismo, el realismo gnoseológico, el instrumentalismo, el convencionalismo... Dice R.J. Ackermann que "el realismo es una postura filosófica y metafísica que Popper contrasta con el idealismo. El contraste entre estas posiciones es suficientemente indeterminado para que el realismo y el objetivismo popperiano pueda ser defendido en las distintas formas que aparecen". (Ackerman, J.R., The Philosophy of Karl Popper, The University of Massachusetts Press, Amherst 1976, 43).

17. Popper, K.R., Realism and the Aim of Science, Routledge, London 1985, 102.

18. Popper, K.R., Teoría cuántica y el cisma de la física, Tecnos, Madrid 1985, 67.

19. Popper, K.R., Conocimiento Objetivo. Un enfoque evolucionista, Tecnos, Madrid 1974, 148.

20. Ibidem, 45.

21. Popper, K.R., Búsqueda sin término. Una autobiografía intelectual, Tecnos, Madrid 1977, 213.

22. Ibidem, 215.

23. Popper, K.R., La lógica de la investigación científica, Tecnos, Madrid 1977, 202.

24. Ackermann, R.J., The Philosophy of Karl Popper, The University of Massachusetts Press, Amherst 1976, 43.

25. El concepto de Propensión en probabilidad no es totalmente original de Popper, sino que tiene algunos antecedentes. Uno de los más estudiados, por su interés, es el paralelismo con la interpretación de la probabilidad de Ch. S. Peirce. Ver, p. ej., White, A.R., "The Propensity Theory of Probability", Brit. J. Phil. Sci., 23 (1972), 35-43; Miller, R.W., "Propensity: Popper or Peirce?", Brit. J. Phil. Sci., 26 (1975), 123-132.

26. Popper, K.R., Realism and the Aim of Science, Routledge, London 1985, 286-287.

27. Cfr. Popper, K.R., Un mundo de propensiones, Tecnos, Madrid 1996, 26 y ss.

28. Queraltó, R., "Teoría metafísica de las propensiones y universo abierto en la filosofía de Popper", Pensamiento, 50 (1994), 235-252.

29. Miller, D., "Sokal & Bricmont: Back to the Frying Pan", The Warwick Journal of Philosophy, 9 (2000), 156-173.

30. Manganaro, P., Il realismo filosofico. Nuove perspective nel pensiero anglo-americano, Aracne, Roma 1996, 96-97.

31. Popper, K.R., El mundo de Parménides. Ensayos sobre la ilustración presocrática, Paidós, Barcelona 1999, 204.

32. Zanotti, G., Popper: Búsqueda con esperanza, Editorial de Belgrano, Buenos Aires 1993, 79-81.

33. Naydler, J., "The Poverty of Popperism", Thomist, 46 (1982), 92-107.

34. Possenti, V., Razionalismo Critico e Metafisica. Quale Realismo?, Morcelliana, Brescia 1994, 21 y 60.

35. Papineau, D., "Has Popper been a good thing?", en Gavroglu, K., et al. eds., Imre Lakatos and Theories of Scientific Change, Kluwer Academic Publishers, Dordrecht 1989, 431-440.

36. Popper, K.R., El mundo de Parménides. Ensayos sobre la ilustración presocrática, Paidós, Barcelona 1999, 204.

37. Popper, K.R., Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico, Paidós, Barcelona 1983, 152.

38. Ibidem.

39. Popper, K.R., La lógica de la investigación científica, Tecnos, Madrid 1977, 43.

40. Musgrave, A., Essays on Realism and Rationalism, Rodopi, Amsterdam 1999, 14.

41. Popper, K.R., Búsqueda sin término. Una autobiografía intelectual, Tecnos, Madrid 1977, 80.

42. P. ej., Worrall, J., "Scientific Realism and Scietific Change", Philosophical Quarterly, 32 (1982), 201-231; Dinis, A., "Popper on Metaphysics and Induction", Epistemologia, X (1987), 285-302; O'Hear, A. Karl Popper, Routledge & Keagan Paul, London 1980, 90; Stokes, G., Popper. Philosophy, Politics and Scientific Method, Polity Press, Cambridge 1998, 101-105.

43. Popper, K.R., Conocimiento Objetivo. Un enfoque evolucionista, Tecnos, Madrid 1974, 73.

44. Ibidem, 82.

45. Ibidem, 264.

46. Cfr. Artigas, M., Lógica y ética en Karl Popper, Eunsa, Pamplona 1998, 154.

47. Ver, p. ej. Artigas, M., op. cit.; Kiesewetter, H., "Ethical Foundations of Popper's Philosophy", en O'Hear, A. ed., Karl Popper: Philosophy and Problems, Cambridge Univ. Press, New York 1995, 275-288; Orellana, I., "Presupuestos básicos de la ética de Popper", Diálogo Filosófico, 14 (1998), 359-376.

48. Popper, K.R., En busca de un mundo mejor, Paidós, Barcelona 1994, 228.

49. Popper, K.R., El cuerpo y la mente, Paidós, Barcelona 1997, 34.

50. Popper, K.R., Teoría cuántica y el cisma de la física, Tecnos, Madrid 1985, 26.

51. Popper, K.R.,Conocimiento objetivo, 41-42.

52. La adopción del paradigma evolucionista fue tardía en el pensamiento de Popper, después de una primera postura contraria a esta teoría. Una vez aceptado, pretendió dar unidad a todo su filosofía haciendo uso de este 'programa metafísico de investigación'.

53. Popper, K.R., El cuerpo y la mente, Paidós, Barcelona 1997, 44.

54. La fecha de esta cita parece importante porque es anterior en ocho años a la idea de inconmensurabilidad entre paradigmas que T. Kuhn introduciría en La estructura de las Revoluciones Científicas en 1962.

55. Popper, K.R., En busca de un mundo mejor, Paidós, Barcelona 1994, 205.

56. Marina, J.A., Introducción a Popper, K.R., El cuerpo y la mente, Paidós, Barcelona 1997, 11.