DOS FALIBILISTAS EN BUSCA DE LA VERDAD*


Susan Haack


The article compares the work of Peirce and Popper. It focuses on issues in epistemology and philosophy of Science, especially Peirce's claims that abduction is a matter of logic, and that induction can be given a weak form of justification. Peirce’s and Popper’s accounts of the nature of truth and its role in scientific inquiry are compared, and dificulties are diagnosed in both their attempts to reconcile fallibilism with a definition of truth which allows it to be both objective and regulative.




Las semejanzas entre las epistemologías de Peirce y Popper -más notables aún porque el conocimiento que tenía Popper de la obra de Peirce era bastante escaso- son llamativas1. Mi propósito al hacer una comparación detallada, sin embargo, no es simplemente histórico sino también epistemológico; mi esperanza es que estas investigaciones arrojarán alguna luz sobre cuestiones -especialmente sobre el papel de los conceptos de verdad y creencia en la epistemología falibilista- que atañen a ambos de modo central. El esquema siguiente resume los puntos de comparación más significativos que consideraré; también hay semejanzas significativas en cuestiones metafísicas-principalmente, el realismo y el indeterminismo- pero éstas caen fuera del alcance del presente artículo.


Filosofía y ciencia

Tanto Peirce como Popper se ocupan de la teoría del conocimiento científico. Peirce recalca la importancia de su formación en química y física para sus opiniones filosóficas, al indicar que él está "empapado por los cuatro costados del espíritu de las ciencias físicas" (CP 1.3). Popper relata que él se acercó a los estudios metodológicos a través de las reflexiones sobre las teorías de Freud, Marx y Adler, e insiste en que el trabajo filosófico fructífero ha de basarse en los problemas que surgen de la historia de la ciencia más que en los problemas que surgen de la historia de la filosofía.


PeircePopper
Formación científicaLos problemas filosóficos surgen de la reflexión sobre la ciencia
El pragmatismo hace a la filosofía 'científica'
FalibilismoFalibilismo
Ataca el fundacionalismo cartesianoAtaca el justificacionalismo del positivismo lógico
'Commonsensismo crítico'Crítica
Ciencia caracterizada por los métodos más que por los resultados: enfoque dinámicoPosición oficial metodológica y dinámica -aunque amenazada por el carácter 'formal' de algunas afirmaciones del criterio de falsabilidad-
Métodos científicos:
    - Deducción
    - Abducción
    - Inducción
Métodos científicos:
    - Deducción
    - Conjetura (pero psicológica, no lógica)
    - Corroboración (no inducción)
La máxima pragmática distingue lo que tiene significado de lo que no tiene significado: la 'metafísica científica' posible, aunque la metafísica tradicional sin significadoLa falsabilidad distingue la ciencia de la pseudo-ciencia o metafísica; no un criterio de significado
La comunidad científicaExperimentos repetibles
Juicios de percepción, corregibles pero convincentesEnunciados básicos, corregibles, aceptados por decisión de los científicos
Verdad como ideal regulativo de la investigaciónVerdad como ideal regulativo de la ciencia
Verdad como correspondencia; realismo escotistaLa teoría de Tarski como teoría de la correspondencia; realismo fregeano
Probabilidad de propensiónProbabilidad de propensión
Lógica y psicología:
    (i) teorías de la investigación, la inferencia requiere nociones de duda, creencia
    (ii) Validez no-psicológica
Lógica y psicología:
    - completamente separadas;
    - 'epistemología sin un sujeto que conoce'
    - Ataca las 'filosofías de la creencia'


Falibilismo

Peirce es un falibilista. Rechaza esa aproximación a la epistemología, tipificada por Descartes, que busca fundamentos para el conocimiento, una base indubitable. No hay, argumenta, tales piezas auto-autenticantes de conocimiento, que puedan reconocerse infaliblemente como tales, tal y como requiere la epistemología fundacionalista.

El conocimiento no es un edificio en el que las creencias derivadas descansen sobre otras indudables y directas; todo conocimiento es continuo con el conocimiento anterior, y se transforma, finalmente, en hábitos instintivos e innatos. No podemos ni debemos empezar, como recomienda Descartes, intentando dudar de todas nuestras creencias con la esperanza de descubrir así su núcleo indubitable. En cambio, Peirce insta a que empecemos por donde estamos, con las creencias que tenemos; debemos, sin embargo, someter estas creencias del sentido común a la crítica, clarificándolas y comprobándolas, y estar dispuestos para modificar o rechazar aquellas que se muestran defectuosas. Debe estarse siempre preparado para abandonar una creencia apreciada, ya que "el espíritu científico requiere que un hombre esté listo a todas horas para deshacerse completamente de su carga de creencias, en el momento en que la experiencia esté en contra de ellas" (CP 1.55).

Popper es también un falibilista. Rechaza la idea de que haya unas fuentes infalibles de conocimiento, junto con la idea de que una proposición pueda ser verificada de modo concluyente. El conocimiento descansa en el "conocimiento anterior"2. El "conocimiento anterior" no es necesariamente verdadero, y no es cierto o ni siquiera probable. Sólo se acepta tentativamente, y cada parte de él está abierta a crítica3. La conjetura y la refutación sólo son posibles con referencia a una situación inicial del problema, y el regreso al infinito se evita apelando a las 'conjeturas' innatas.

Tanto Peirce como Popper presentan su falibilismo en contraste con el carácter fundacionalista de las epistemologías anteriores: Peirce con Descartes, Popper con los positivistas lógicos. Ambos toman una posición dinámica, en la que se preocupan por la ciencia como proceso de crecimiento. Peirce considera la ciencia, no como un cuerpo de conocimientos, sino como una "entidad histórica viva", como el "empeño de aquellos a quienes les consume el deseo de averiguar las cosas" (CP 1.44, CP 1.7). Popper, de forma similar, insiste en que la ciencia sea considerada, no como un conjunto de proposiciones, sino como una serie de situaciones problemáticas, soluciones tentativas, eliminaciones de errores y nuevas situaciones problemáticas4. También a este respecto cada uno contrasta con sus predecesores fundacionalistas. Parece, sin embargo, que Peirce conecta su falibilismo con su indeterminismo -ya que no hay leyes exactas y universales que podamos esperar para un conocimiento comprehensivo preciso y completo- mientras que Popper no acentúa esta conexión.


Creencia

Popper ataca las epistemologías tradicionales como "filosofías de la creencia", proponiendo en cambio una "epistemología sin sujeto cognoscente", que se concentra en proposiciones creídas más que en creencias. En parte, su antipatía hacia la creencia nace de su actitud hacia la inducción, que consideraré más tarde con algún detalle. En The Logic of Scientific Discovery (1959), su objeción a la filosofía de la creencia se manifiesta en su constante insistencia en que no le interesa la psicología o la sociología de la investigación científica, sino la lógica de la situación de los problemas, hipótesis y prueba que, insiste, es una cuestión completamente distinta. En Objective Knowledge (1972), las objeciones toman forma metafísica cuando Popper distingue los "mundos" de objetos físicos, estados mentales y contenidos objetivos de los estados mentales, y propone que la epistemología se desenrede de la psicología y pase del segundo al tercer mundo. Las filosofías de la creencia, teme Popper, al comprometer la epistemología con apelaciones a la psicología, conducirán a un subjetivismo y, al volver la atención a la génesis de las creencias, fomentarán la idea de que hay fuentes infalibles de conocimiento.

Peirce, como Popper, considera la ciencia como algo en crecimiento, no estático, y constituída más por sus métodos que por sus resultados; de nuevo como Popper, distingue los ámbitos de la lógica y la psicología, y sitúa la teoría del método científico en el ámbito de la primera más que de la última (CP 2.39 y siguientes, CP 8.239); y también es un realista. Sin embargo, la noción de creencia juega un importante papel en la teoría de la investigación de Peirce. Siguiendo a Bain, Peirce considera que la creencia es una clase de hábito de, o disposición a, la acción5. Sin embargo, un hábito antiguo puede mostrarse ineficaz en un ambiente nuevo, de modo que debe adquirirse un nuevo hábito para hacer frente a esa situación no familiar. Si el hábito original es una creencia, su frustración por un estímulo nuevo es la duda. La duda es por tanto un estado incómodo, para el que uno busca alivio mediante el establecimiento de un nuevo hábito o creencia. El objetivo de la investigación es, precisamente, la adquisición de creencias estables -creencias que no serán puestas en duda por la obstinación por parte del mundo; La virtud del Método Científico es simplemente, de acuerdo con Peirce, que puede producir, finalmente, creencias a salvo de ser rechazadas por la experiencia subsiguiente. La objeción de Peirce a la metodología cartesiana se basa en su concepción naturalista de la creencia. La duda de papel, duda fingida, no es posible ni deseable; no deberíamos "fingir que dudamos en filosofía lo que no dudamos en nuestros corazones".

Obviamente, la explicación de la creencia por parte de Peirce requiere ampliación, por ejemplo, respecto de las cuestiones de cuán ampliamente debe entenderse "acción" en "hábito de acción", qué papel ha de asignarse a la interacción de las creencias y los deseos en la determinación de la acción, o si puede explicarse la posibilidad de que una persona mantenga creencias inconsistentes. Pero el contraste entre la teoría de la investigación orientada hacia la creencia de Peirce y la concentración de Popper en las relaciones lógicas entre las proposiciones que forman los contenidos de las creencias es ya evidente. La posición de Peirce tiene algunas ventajas. Por ejemplo, su concepción naturalista de la duda y de la creencia se ajusta mejor con la preocupación por el crecimiento de la ciencia que la concentración de Popper en los contenidos de las creencias, y proporciona una nueva dimensión a la tesis de la continuidad del conocimiento científico con los hábitos innatos; y, su explicación de cómo los estímulos no familiares interfieren con la creencia para producir duda y nuevas creencias, ancla la epistemología de Peirce en la experiencia más firmemente que la explicación de Popper de que los enunciados básicos se adoptan por una decisión misteriosamente "motivada" de algún modo por la experiencia. Esto ilustra un punto más general. Popper está impresionado por el argumento fregeano de que las entidades del mundo 2 son esencialmente privadas y subjetivas, de modo que existe la necesidad de postular los objetos del mundo 3 para dar cuenta del carácter público y objetivo de la ciencia. Pero esta maniobra es una forma de crear una dificultad tan mala como aquella que se supone que resuelve: ahora se convierte en inexplicable cómo el mundo 2 y 3 interaccionan, cómo uno "capta" una proposición. Popper está tan ansioso por diferenciar la epistemología de la psicología6, que se encuentra en un peligro considerable de equivocarse al explicar la distinción de epistemología y lógica. Por el contrario, Peirce puede ofrecer, en su teoría de la inferencia, una explicación elegante de las relaciones entre lo que Popper llamaría los mundos segundo y tercero, o lo que él llamaría los aspectos lógicos y psicológicos de la creencia: mientras la validez es una propiedad objetiva, la inferencia es un proceso mental, que se distingue de la asociación de ideas por su dependencia de un "principio rector" implícito o explícito; una inferencia es segura sólo en caso de que su principio rector sea válido. ¿Qué hay entonces del miedo de Popper a que las "filosofías de la creencia" caigan en el subjetivismo? Parece descansar en la asunción dudosa de que lo psicológico debe ser subjetivo; y el argumento falaz de que, como el infalibilismo lleva a pensar que la investigación sobre el origen de una creencia puede establecer su verdad, en tanto que el infalibilismo es falso, las consideraciones genéticas son irrelevantes para la epistemología. (but cf. pp. 79-80 below).

Sin embargo, el ataque de Peirce al método cartesiano de la duda sugiere que la duda no es, al menos completamente, voluntaria ("dudar", observa, "no es tan fácil como mentir"); y esto conduce a una dificultad, ya que Peirce también insiste en que el carácter normativo de la metodología requiere que se aplique sólo a procesos de pensamiento que estén dentro del propio control. Un ejemplo: por un lado, Peirce afirma que no podemos seguir el mandato cartesiano de intentar dudar; aún así, por otro lado, recomienda por ejemplo, que uno debe someter a crítica las creencias del sentido común. La tensión entre esta explicación naturalista de la creencia y de la duda, y el carácter voluntario que requiere su visión de la lógica como "ética de la creencia" aparece por lo menos en otros dos lugares: las explicaciones de la abducción y de la inducción (ver pp.70-71 y 76 below).


Método científico

Peirce y Popper coinciden en que la ciencia se distingue en primer lugar por sus métodos; sin embargo, su acuerdo acerca de cuáles son esos métodos es sólo parcial.

Según Peirce, el Método Científico consiste en:

Aunque Peirce habla de la abducción ('retroducción', 'hipótesis') como la primera etapa de la investigación científica7, recalca que los datos sólo resultarán problemáticos, necesitados de explicación, en oposición a los antecedentes de una teoría previamente sostenida, o quizás de una expectativa instintiva. No exige que una hipótesis explicativa sea probable; puede ser completamente "fantástica", y debería, de cualquier modo, ser tan falsable como sea posible:

"Es un gran error suponer que la mente del científico activo está llena de proposiciones que, si no probadas más allá de todo reparo razonable, son al menos extremadamente probables. Por el contrario, acaricia hipótesis que son casi insensatamente improbables y las trata con respeto mientras... porque una proposición científica cualquiera siempre puede ser refutada y derribada a corto plazo... la mejor hipótesis... es aquella que puede ser más rápidamente refutada si es falsa. Esto pesa mucho más que el insignificante mérito de ser probable" (CP 1.120).

El llamativo carácter "falsificacionista" de este pasaje dirige la atención hacia las importantes semejanzas entre las concepciones del método científico de Peirce y Popper. De acuerdo con Popper los científicos proceden mediante:

Como Peirce, Popper recalca que nuestras teorías son en el mejor de los casos conjeturales, y que deberíamos aspirar a las hipótesis que pueden someterse más a prueba que a las más altamente probables.

Para ambos, el poder ser sometidas a prueba es una restricción de la clase de hipótesis apropiadas para la ciencia. De acuerdo con Popper, una hipótesis, incluso para ser candidata a conjetura científica, debe ser falsable, esto es, capaz de inconsistencia con enunciados básicos. De acuerdo con Peirce, una hipótesis, para ser incluso candidata a conjetura, debe satisfacer la máxima pragmática, según la cual sólo son significativos aquellos conceptos cuya afirmación o negación tiene consecuencias "prácticas" o "experimentales" concebibles. [Aunque a veces dice que las hipótesis deben ser verificables, (por ejemplo, CP 5.197), otros pasajes (por ejemplo, CP 2.787 y la crítica a Comte en CP 5.597, 7.89) dejan claro que debe entenderse como "verificable o falsable"]. Se da la diferencia, sin embargo, de que la máxima de Peirce es para distinguir lo que tiene significado de lo que no lo tiene, mientras que el criterio de Popper es de lo científico, a diferencia de lo pseudo-científico o metafísico, y no un criterio de significatividad. A pesar de esa diferencia, sin embargo, ambos manifiestan una actitud algo ambigua hacia la metafísica. Popper no tiene una objeción oficial hacia la metafísica excepto cuando pretende una condición científica a la que no tiene derecho, pero cuando recomienda que se empleen los métodos que llama científicos8, su neutralidad oficial se ve de algún modo comprometida. Peirce considera oficialmente la metafísica como el "París del intelecto", que será reformada sólo mediante el estricto confinamiento dentro de los límites de la "metafísica científica", pero sus propias teorías metafísicas, por ejemplo el tijismo, el agapismo, están en peligro de extraviarse más allá de esos límites.

Sin embargo, hay dos puntos mayores de desacuerdo acerca del método científico:

(i) Popper (a pesar de su título, ¡La lógica del descubrimiento científico!) niega que la conjetura sea una cuestión de lógica; es más bien, "psicológica". En general, Popper insiste en la distinción entre lo sociológico/psicológico de los asuntos epistemológicos lógicos, aunque la cuestión es algo confusa por su tendencia a identificar esta distinción con aquella entre las cuestiones acerca de cómo se inventan las teorías científicas y las cuestiones acerca de cómo son probadas, que, sin embargo, en ambos casos pertenecen presumiblemente al campo de la sociología del conocimiento. Pero la presente cuestión es clara: ¿puede darse alguna explicación lógica de lo que constituye el buen proceso de descubrimiento (como acepta Popper, puede darse una explicación lógica de lo que constituye un buen procedimiento de prueba)?

Peirce no niega que el proceso de inventar hipótesis sea susceptible de estudio sociológico (véase por ejemplo, CP 2.107, 5.172); sin embargo, afirma también que ese proceso es susceptible de valoración lógica. Obviamente estas afirmaciones son compatibles; por ejemplo, uno sabe que algunas condiciones psicológicas favorecen más que otras la habilidad y la precisión en el uso de técnicas deductivas. Cuando Peirce afirma que la abducción es una clase de lógica, quiere decir (a) que la abducción es inferencial. La inferencia, de acuerdo con Peirce, se distingue de la mera asociación de ideas por su carácter voluntario y por su generalidad implícita o explícita (el "principio rector"). Quiere decir, también, (b) que la inferencia abductiva tiene por lo menos un tipo débil de validez. La validez, según Peirce, es una propiedad objetiva del principio rector de una inferencia.

(a) Parte de la razón de la hostilidad de Popper hacia la idea de que hay una "lógica" del descubrimiento es su insistencia en que las hipótesis no pueden ser "inferidas" de los "datos". Pero el objeto de esta negación es, primero, enfatizar que lo que provoca la conjetura no es la observación sin propósito ("datos") sino las observaciones anómalas a la luz de las expectativas previas; y, segundo, enfatizar que las conjeturas no se derivan inductivamente de las observaciones -como Popper cree que afirman algunos inductivistas. Pero Peirce, por supuesto, también sostiene que la conjetura es provocada por la anomalía, y también niega que las hipótesis se infieran inductivamente. De modo que, en tanto que la negación de Popper de que la conjetura es lógica descansa en estas consideraciones, no hay incompatibilidad con nada de lo que Peirce mantiene.

Algunos de los propios comentarios de Peirce, sin embargo, han levantado dudas acerca de si la abducción es suficientemente voluntaria para ser, como él afirma, inferencial. (Recuérdese la tensión entre la explicación naturalista de la duda y el carácter normativo de la metodología, que ya hemos encontrado en la p. 68). Al tratar sobre la abducción, Peirce dice a veces que es una clase de "adivinación", algo "instintivo" (véase por ejemplo, CP 1.630, 5.591, 6.649). En el contexto de la inferencia deductiva, Peirce traza una distinción entre la logica utens, los procedimientos sobre los que procede el razonamiento reflexivo, y la logica docens, la mejorada teoría de la lógica con la reflexión sobre los productos aceptados razonablemente de forma no reflexiva. Burks sugiere que esta distinción sea aplicada al razonamiento abductivo10, de modo que lo que Peirce llama instinto del hombre para adivinar correctamente sea la logica utens de la que la abducción propiamente es la logica docens. Pero esto no ajustaría el carácter instintivo de la abducción con su supuesto carácter inferencial, ya que incluso la logica utens se supone que es inferencial. Ayim ofrece otro tipo de reconciliación11, argumentando que la idea de instinto de Peirce permite que sea voluntario, crítico, controlado y, por lo tanto, inferencial12.

Pero el problema resulta ser más complicado. La dificultad fundamental estriba en que Peirce es poco claro acerca de a qué es exactamente a lo que corresponde la abducción en el proceso de inventar una hipótesis. En particular, me temo, la consideración de Peirce de la abducción va unida a las cuestiones (1) cómo el hecho de que, si fuera verdadera explicaría algunos datos, apoya una hipótesis, y (2) cómo decidir entre hipótesis rivales que, cualquiera de ellas, si fuera verdadera, explicaría los datos. Se dice que la forma de una inferencia abductiva es:

(Pienso que aquí uno puede caritativamente elegir la interpretación de acuerdo con la cual "hay alguna razón para creer" no es parte de la conclusión, sino una caracterización de la relación entre las premisas y la conclusión. La misma cuestión surge en el tratamiento de Peirce de la inferencia probable13). Ahora, esto presenta la abducción como claramente concerniente a la cuestión (1). Pero la consideración de Peirce del instinto del hombre para adivinar correctamente apela a su éxito sorprendente al selecccionar entre las infinitamente muchas hipótesis que explicarían los datos, y por lo tanto concierne a la cuestión (2). De modo que la abducción, no es, después de todo, lo mismo que el instinto de adivinar.

(b)Peirce sólo hace afirmaciones más modestas acerca del estatuto lógico de la abducción: es mayor en "productividad" (introduce nuevas ideas, y por eso es por lo que es clasificada, con la inducción, como "ampliativa"), pero careciendo igualmente de conclusividad, menor en lo que Peirce llama "riqueza" [uberty]. Peirce admite que la abducción produce más respuestas equivocadas que correctas (CP 5.173) (es verdad que él también observa que la abducción es "prácticamente infalible" (CP 1.663); pero esto puede explicarse quizá por el hábito de Peirce de usar "infalible" e "indubitable" para significar "no dudado realmente").

Podría objetarse, en este punto, que la única relación lógica envuelta en el esquema abductivo es que A sigue a B deductivamente. (Esto no es en realidad del todo correcto; Peirce sólo exige que A siga a B deductivamente o por lo menos con un alto grado de probabilidad, y la salvedad no es insignificante a la vista de su tijismo. Pero para los propósitos actuales esta salvedad puede ignorarse sin riesgo). Uno debe, por supuesto, tener cuidado de no hacer una petición de principio contra Peirce asumiendo que las únicas conexiones lógicas son conexiones deductivamente válidas; aún así, la objeción es digna de consideración.

En primer lugar, ¿hay algo más para la lógica "abductiva de Peirce" que el requisito de que la hipótesis suponga los datos? Burks señala que Peirce parece imponer algunos requisitos más14: que la hipótesis satisfaga la máxima pragmática, que lo más simple sea probado por hipótesis más complejas, que la hipótesis menos plausible sea probada primero si su estatuto de verdad es fácil de determinar. Pero de estos, el primero equivale sólo al requisito mínimo de que una hipótesis sea significativa, y los otros se refieren a la elección entre hipótesis explicativas15, una cuestión, como he explicado arriba, distinta de la lógica de la abducción. Y el mismo Peirce admite que la razón fundamental de la abducción reside en las relaciones deductivas entre la hipótesis y los datos16.

Hanson ha sostenido que hay incluso una diferencia más que psicológica entre razonar desde una hipótesis a sus consecuencias deductivas y razonar hacia una hipótesis de la que puede deducirse un fenómeno conocido; ya que mientras una hipótesis consistente no puede tener consecuencias incompatibles, un fenómeno dado puede ser derivable de hipótesis incompatibles. Peirce sostiene que debe haber, no sólo una relación de deducibilidad de A desde B, sino también la relación de apoyo abductivo de B por A. Sin embargo, precisamente a causa del hecho al que Hanson dirige la atención, que A pudiera seguirse de hipótesis diferentes e incompatibles, digamos B y C, que A y que si B entonces A, sólo puede ser una débil razón despreciable para creer B, ya que existe el mismo apoyo abductivo para C, y del mismo modo para otras muchas hipótesis alternativas indefinidas.

Peirce se da cuenta de que habrá muchas hipótesis que expliquen los datos dados, pero debido a que él junta el esquema abductivo y la elección de hipótesis entre aquellas que satisfacen el esquema abductivo, y debido a que cree que debe haber una explicación del éxito del hombre en ésta última (de acuerdo con la teoría de la evolución y finalmente con la tesis del panpsiquismo), tiende a exagerar el grado de apoyo que proporciona la conformidad al esquema abductivo.

¿Qué diferencia real permanece ahora entre la consideración de Peirce y la de Popper del proceso de inventar hipótesis explicativas? Ellos coinciden 1) en que es provocada por anomalías más que por la observación sin propósito, 2) en que no es inductiva, 3) en que algunas condiciones psicológicas/sociológicas favorecen más el éxito que otras. Están de acuerdo, además, en que el que una hipótesis explique una anomalía es, en cierta medida, algo, aunque no mucho, en su favor: es alguna razón para aceptar la hipótesis como una conjetura a ser probada. Peirce podría decir, y Popper no lo negaría sin duda, que hay alguna razón para creer la hipótesis; pero ya que, para Peirce, creer una hipótesis es justamente tener una disposición a actuar como si fuese verdadera, y ya que también insistiría en que la hipótesis fuese sujeta a prueba, y abandonada si fuera falsada, esto apenas significa nada que Popper necesitara seriamente disputar. Aunque Peirce enfatiza los elementos racionales del descubrimiento científico, y Popper los irracionales, sorprendentemente resulta haber muy poca diferencia sustancial.

(ii) Mientras que Peirce y Popper coinciden en que la ciencia procede mediante la invención y prueba de conjeturas explicativas, Peirce deja un lugar para la confirmación de las hipótesis por la inducción, mientras que Popper niega tanto que la inducción tenga algún tipo de justificación, como que tenga algún papel en el método científico. Una vez más, sin embargo, la cuestión de qué desacuerdo real existe resulta ser más complicada -y más interesante- de lo que parece a primera vista.

Peirce distingue tres tipos de inducción:

A pesar de sus diferencias, estas clases de inducción son todas razonamientos basados en muestras; gran parte del tratamiento que hace Peirce de la inducción se refiere a las restricciones para lograr una muestra apropiada. Peirce afirma que de las tres clases de inducción, la (1) es la menos segura y la menos importante en el método científico; la (2) es la más segura, pero es menos importante para el científico que la (3).

Peirce considera y rechaza tanto la regla de sucesion de Laplace, como el principio de la uniformidad de la naturaleza de Mill, ninguno de los cuales, argumenta, proporciona una justificación aceptable del razonamiento inductivo. Al principio, Peirce trató de justificar la inducción mostrando que un argumento inductivo puede ser reducido a uno deductivo reorganizando las premisas y la conclusión. Más tarde, sin embargo, vino a sostener que la justificación de la inducción reside, más bien, en su carácter autocorrectivo:

"...si se persistiera en ella lo suficiente, [la inducción] corregiría sin duda cualquier error concerniente a la experiencia futura al que pueda conducirnos temporalmente...porque es manifiestamente adecuada...para descubrir cualquier regularidad que pueda haber entre las experiencias" (CP 2.769; cfr. 5.575 y siguientes).

Peirce parece considerar las tres clases de inducción como autocorrectivas de este modo, ya que todas se basan en muestras al azar. Parece sin embargo que hay dos versiones del argumento: la versión más específica, aplicada a la inducción cuantitativa, que, sostiene Peirce, debe proporcionar finalmente (en un plazo infinitamente largo) la probabilidad verdadera, la frecuencia limitada, si hay alguna; y una versión menos específica, que caracteriza al Método Científico (en contraste con los métodos de Tenacidad, Autoridad y recurso a la Razón; véase CP 5.358-77), como autocorrectivo en el sentido de que, siendo crítico, deseando siempre abandonar las conjeturas que son falsadas, debe finalmente aproximarse a la verdad. Reichenbach reconoce a Peirce como el precursor de su "justificación pragmática" de la inducción17; la explicación de Peirce de la base de la inducción cuantitativa parece anticiparse ciertamente, en lo esencial, a la justificación de Reichenbach de la "regla directa".

Madden, sin embargo, afirma que esta interpretación de Peirce es insostenible18, porque representa a Peirce como reaccionando al problema humeano de la inducción; y la idea peirceana de duda, sostiene Madden, implica que ésta no es su genuino problema. Peirce se opone enérgicamente a la asunción cartesiana de que la posibilidad lógica de error sea base alguna para la duda; sin embargo, la duda humeana acerca de la justificabilidad de la inducción surge justamente de la posibilidad lógica de que la naturaleza pueda cambiar su curso. La afirmación de Madden de que Peirce no se tomó interés en el problema humeano, y de que no ofreció nada en absoluto parecido a la respuesta "reichenbachiana" a él, no resistirá, pienso, el examen; y él sólo hace su interpretación plausible juntando las consideraciones de Peirce de la inducción y de la abducción. Sin embargo, aunque su resolución sea insatisfactoria, Madden reacciona a una tensión genuina en Peirce; la tensión entre su insistencia en que sólo la duda real, y no la duda conscientemente supuesta sea tomada en serio, y el carácter normativo de su metodología, al que ya me he referido anteriormente (p. 68).

Popper niega que la inducción tenga alguna justificación, y no deja lugar para la confirmación inductiva de las hipótesis. Sin embargo, da un lugar a la corroboración; una hipótesis es corroborada si ha sido sometida a prueba pero no ha sido falsada. Cada vez que se prueba una hipótesis, y se falla en encontrar un caso contrario a ella, se encuentra un caso positivo de ella; la corroboración se distingue de la confirmación porque varía, no con el número de casos positivos, sino con la severidad de la prueba a la que la hipótesis es sometida.

Popper parece suponer que un inductivista debe mantener que todos los casos positivos confirman igualmente una hipótesis; pero ¿por qué el inductivista no debería admitir que más allá de un cierto punto la mera acumulación de casos positivos tenga un efecto confirmatorio despreciable? Varios comentaristas19 han afirmado que el mismo Popper debió acudir a las consideraciones inductivas; en concreto, se ha sugerido que esto es esencial para explicar por qué realizar repetidamente el mismo experimento no constituye una prueba severa, aunque el experimento original pueda haberlo sido. Ayer y Putnam señalan algo relativo a esto: Popper asume algo bastante inductivista ya incluso al dar por sentado que los experimentos de corroboración resultarán ser repetibles. Esto es: Popper tiene una perspectiva estrecha de qué métodos se consideran como inductivos, mientras que, en una explicación más amplia pero aún plausible, su propia concepción de corroboración no está libre de elementos inductivos.

Y Peirce sólo hace afirmaciones bastante modestas para la inducción. Se opone tanto como Popper a la confianza en la simple acumulación de casos (véase el ataque a Bacon en CP 2.755; de manera interesante, es dudoso que Bacon mantuviera la cándida consideración inductivista con la que tanto Peirce como Popper le desacreditan). Peirce sostiene que la verificación es sólo la más débil de las recomendaciones de una teoría (CP 2.776) y no necesita elevar su probabilidad (CP 5.168); subraya que la ciencia consiste en conjeturas tentativas más que en teorías bien fundamentadas, que sus hipótesis deben ser experimentables (CP 2.787, CP 6.216), que la falsación es más informativa que la verificación (CP 5.168). El científico debe "permanecer alerta hacia las excepciones" (CP 8.236).

De modo que hay un claro acuerdo entre Peirce y Popper acerca de la importancia de la crítica y prueba de las hipótesis. Respecto a la cuestión posterior de qué debería hacer uno si su hipótesis falla en una prueba, hay qué decir algo más. Aunque Peirce subraya que uno nunca debe agarrarse dogmáticamente a una hipótesis que falla, recomienda también que no debe abandonarse una hipótesis demasiado fácilmente ante una refutación aparente, si una modificación menor pudiera rescatarla (CP 7.83). La antipatía que Popper manifiesta en La lógica de la investigación científia hacia las "estratagemas convencionalistas" (maniobras "ad hoc", como son descritas peyorativamente, para "proteger una teoría de la falsación") da la impresión de que él creía que las hipótesis refutadas deberían ser siempre completamente rechazadas; más tarde, sin embargo, sugiere que una hipótesis sea abandonada sólo si existen alternativas disponibles; y ha resultado una fructífera discusión de la distinción entre las modificaciones que aumentan el contenido o disminuyen el contenido de las hipótesis refutadas20.

Deberían hacerse aquí algunos breves comentarios acerca de las consideraciones de los "datos" de Peirce y Popper. Los "enunciados básicos", según Popper, son enunciados singulares que aseveran la ocurrencia de un evento observable; son corregibles, aceptadas por una decisión reversible de la comunidad científica. Los "juicios perceptivos", según Peirce, son respuestas a la experiencia perceptiva, y tienen un carácter compulsivo que deriva de la segundidad bruta de las percepciones; pero, en tanto que implican interpretación, son falibles. Resulta significativo que tanto Peirce como Popper extiendan su falibilismo tanto a la base experimental como a la superestructura teorética de la ciencia.

La versión más específica del argumento de Peirce para el carácter autocorrectivo del razonamiento inductivo tiene sus raíces en su consideración de la probabilidad. Su consideración temprana de la probabilidad era sencillamente frecuentista; más tarde (a medida que se volvía más antinominalista) añadió un elemento de propensión, identificando la tendencia de una proporción hacia un límite como una "posibilidad" ["would-be"], de -por ejemplo- un dado (Fisch sugiere que éste es un síntoma de la conversión de Peirce de un nominalismo inicial a un realismo maduro)21. También Popper trata las probabilidades como propensiones. Pero como las dos explicaciones de la probabilidad han sido investigadas a fondo por R. W. Miller22 no profundizaré en esta comparación.


Verdad

De acuerdo con Peirce, la verdad es aquella opinión en la que coincidirán, o quizás, en la que coincidirían si persistieran lo suficiente, aquellos que utilizan el método científico. En tanto que el método científico está constreñido por las cosas reales, la verdad es la correspondencia con la realidad. Y en tanto que el método científico lleva a la estabilidad de la creencia, la verdad es la satisfacción al creer, en el sentido de que una creencia verdadera no será arrojada a la duda por la experiencia posterior. Aunque los científicos no pueden estar nunca seguros de que han alcanzado la verdad, ni de que, cuando reemplazan viejas hipótesis por otras nuevas se están aproximando a la verdad, sin embargo, la verdad es el objetivo de la ciencia. Peirce escribe a veces como si la ciencia alcanzara finalmente la verdad; otras veces muestra menos confianza.

Popper también trata la verdad como un ideal regulativo. Acoge la teoría semántica de Tarski como una que proporciona la explicación necesaria de la teoría tradicional de la correspondencia, y que proporciona por lo tanto una explicación de la verdad que es a la vez "absoluta" y "objetiva", y por lo tanto apropiada como ideal regulativo para la ciencia. Complementa la teoría de Tarski con su propia explicación de la verosimilitud, que pretende definir el sentido en que, de dos teorías de las cuales ambas son falsas, una puede estar más cercana a la verdad que la otra, y por lo tanto el sentido en el que la ciencia puede aproximarse a la verdad incluso aunque nunca la alcance.

Por tanto, mientras que Peirce y Popper coinciden acerca del papel que juega el concepto de verdad, difieren acerca de su explicación. En efecto, Popper niega expresamente que la verdad tal y como la definen los pragmatistas pueda desempeñar el papel deseado; ya que, afirma, carece de la objetividad necesaria. Esto suscita directamente dos cuestiones, y una tercera indirectamente: (i) ¿posee la teoría de Tarski las virtudes que afirma Popper? (ii) ¿carece de ellas la teoría de Peirce? (iii) ¿cuáles son concretamente las consecuencias de la afirmación de que la verdad es un ideal regulativo de la ciencia?

(i) Como ya he tratado esta cuestión en detalle en otro lugar23 seré breve. Las afirmaciones de Popper acerca de la teoría de Tarski, aunque no completamente sin fundamento, son exageradas. La definición de verdad de Tarski tiene algún parecido con la explicación del Tractatus de Wittgenstein, que es explícitamente una teoría de la correspondencia; y es objetiva en el sentido de que no hace referencia a lo que alguien crea. Por otro lado, Tarski niega que su teoría sea aplicable a lenguajes sin formalizar: también niega que esté ofreciendo una versión de la teoría de la correspondencia. La definición de verdad de Tarski no es "absoluta", sino relativa a un lenguaje -un rasgo que Tarski considera como esencial para evitar las paradojas semánticas, y la posibilidad de que un enunciado sea verdadero en un lenguaje y falso o sin significado en otro. Y la condición esencial de adecuación de Tarski (que cualquier definición aceptable de verdad implique todos los casos del esquema T), es, como él observa, epistemológicamente neutra: no restringe las definiciones aceptables a aquellas que serían, en versión de Popper, "objetivas". Además, la extensión de Popper de las ideas de Tarski, su definición de verosimilitud, resulta tener la consecuencia de que ninguna teoría falsa es más cercana a la verdad que otra teoría falsa24.

(ii) La afirmación de Popper de que la teoría pragmatista de la verdad es subjetiva está hecha sobre la base de un enunciado completamente inadecuado de esa teoría, que "confunde la utilidad con la verdad"25. A pesar de eso, su crítica es de interés. Cualquier teoría de la verdad que identifique el significado de "verdadero" con los criterios para su aplicación, piensa Popper, tiende a caer en el subjetivismo, al rechazar la posibilidad de que alguna proposición sea verdadera aunque nadie la crea, o falsa aunque todo el mundo crea en ella. Por otra parte, la teoría de Peirce identifica el significado de "verdadero" con los criterios de verdad. (Pero esto no es, como algunos críticos han pensado una confusión de significado y criterio; es una consecuencia de la teoría criterial del significado). La teoría de Peirce no es una teoría explícitamente subjetivista; se supone que el método científico lleva a un consenso -la verdad- porque está constreñido por la realidad, de modo que Peirce coincide, como insiste Popper, en que la verdad es correspondencia con la realidad. Sin embargo, Peirce transige algo en la objetividad de la realidad. Señala que la realidad es independiente de lo que crea cualquier individuo, y a veces basa la capacidad del método científico para llevar a un acuerdo en su ser constreñido por una realidad que es totalmente independiente y objetiva; otras veces, sin embargo, parece admitir que la realidad no es independiente de lo que todos, la comunidad científica como un todo, crea. La realidad es intersubjetiva, pero puede faltarle una plena objetividad.

Esta ambivalencia no es una dificultad aislada o superficial. Peirce equipara el significado de "verdadero", como requiere la máxima pragmática, con los criterios de verdad. Como falibilista, sin embargo, cree que a nuestros criterios de verdad les falta perfección. Pero esto es como decir que alguna proposición puede ser verdadera aunque falle según nuestros criterios o falsa aunque funcione, y de este modo permite que se abra un hueco entre los criterios de verdad y el significado de "verdadero"26. La ambivalencia de Peirce acerca de qué objetiva es la realidad tiende un puente sobre ese hueco -aunque realmente no puede cerrarlo. Hay otros síntomas de la misma tensión; por ejemplo, la ambigüedad de Peirce acerca de si la verdad es aquella opinión en la que coincidirán los que usan el método científico, o en la que coincidirían en un plazo infinitamente largo. La primera opción hace que los criterios de verdad parezcan más infalibles de lo que Peirce realmente piensa que son; aunque cree que la inducción producirá la probabilidad verdadera si hay una, no hay garantía de que haya una frecuencia limitada para alcanzarla, ni, si hay una, de que la ciencia proseguirá lo suficiente para alcanzarla.

(iii) Tanto Peirce como Popper son epistemológicamente pesimistas, ninguno supone que pueda proporcionarse al conocimiento fundamentos seguros. Ambos, sin embargo, se oponen al pesimismo más severo que sostiene que no sólo no tenemos garantía de que nuestras creencias sean verdaderas, sino que, de todos modos, no hay verdad objetiva a la que podamos siquiera aspirar. Ambos reconocen la importancia de esto; así, Peirce:

"...a partir de un contrito falibilismo, combinado con una alta fe en la realidad del conocimiento... me ha parecido siempre que toda mi filosofía crecía" (CP 1.14, la cursiva es de la autora; cfr. CP 1.219)27.

Popper se llama a sí mismo un "absolutista falibilista".

La verdad, para ambos, es el objetivo de la investigación científica. Ahora bien, ¿qué condiciones impone su papel como ideal regulativo al carácter de la verdad? Brevemente y por encima, parece importante que la verdad sea, por un lado, en un cierto sentido, objetiva; y que sea, por otro lado, en un cierto sentido, accesible. La verdad necesita ser objetiva, en el sentido de que la definición de verdad no depende de nuestros criterios de verdad, porque de otro modo -como teme Popper y yo he argumentado con detalle más arriba- el falibilismo es amenazado. Pero también, si el objetivo de la verdad es ser de alguna utilidad para guiar nuestra investigación, la verdad no debe ser del todo inalcanzable o inaccesible. ¿Qué se requiere entonces en orden a la accesibilidad? Presumiblemente debe sernos posible (pero no inevitable) alcanzar la verdad; y sería agradable si pudiésemos saber, si alcanzamos la verdad, que la hemos alcanzado. Sin embargo, si eso falla, bastaría que supiéramos, cuando cambiamos nuestras creencias, que estamos acercándonos a la verdad más que alejándonos de ella; o, aunque no tuviésemos una garantía específica de que cada aplicación hiciése eso, que tuviéramos cierta seguridad de que, en general, nuestros métodos nos llevarán en la dirección correcta. Ambos requieren, por supuesto, que la idea de que una teoría esté "más cerca de la verdad" que otra tenga sentido. Para considerar de nuevo la cuestión brevemente, y de nuevo por encima, si el objetivo de la verdad no es ser sólo un ideal inaccesible, sino una guía para la investigación, se necesita cierto grado de optimismo sobre los métodos (en contraste con el optimismo fundacionalista sobre los resultados).

Ni Peirce ni Popper, pienso yo, logran el delicado equilibrio entre pesimismo y optimismo que el "absolutismo falibilista" requiere. La teoría de Peirce de los criterios de verdad compromete su falibilismo. El fallo de la teoría de la verosimilitud de Popper significa que, en tanto que "más cercana a la verdad" no tiene un sentido en el que pueda aplicarse a las teorías falsas: la esperanza de que pueda mostrarse que los métodos recomendados, la conjetura audaz y la prueba severa, puedan previsiblemente incrementar la verosimilitud, es defraudada. Una lección a aprender de la comparación entre las epistemologías de Peirce y Popper es que es difícil -más difícil de lo que ninguno de los dos se da cuenta- combinar objetivismo y falibilismo. Esto, en vista del atractivo de ambas tesis, da qué pensar28.


(Traducido del inglés por Sara F. Barrena)










NOTAS

* [Nota del Ed..]:Agradecemos a la Profesora Haack su autorización para reimprimir este valioso trabajo suyo de 1977, que fue publicado originalmente en los Proceedings of the Aristotelian Society, 51 (1977), 73-84. A pesar de los años transcurridos sigue teniendo un singular valor por su claridad y precisión. Las opiniones más recientes de Susan Haack sobre estas materias pueden encontrarse en Evidencia e investigación: Hacia la reconstrucción en epistemología, Tecnos, Madrid, 1993, especialmente en el capítulo 5; "How the Critical Common-sensist Sees Things", Histoire, épistémologie, Langage, 16/1(1994), 9-34; "Reflections of a Critical Common-sensist", Transactions of the Charles S. Peirce Society, XXXIII/3 (1996), 359-73.

1. Esas semejanzas son recogidas por Ayer en A. J. Ayer, The Origins of Pragmatism, Macmillan, 1968, y señaladas en un artículo de Freeman y Skolimowski en E. Freeman y H. Skolimowski, "The Search for Objectivity in Peirce and Popper", Schilpp, 1974. (Cfr. D. C. Phillips, "Popper and Pragmatism: A Fantasy", Educational Theory, 25, 1975; R. Handy y E. C. Harwood, "Procedures of Inquiry: Popper y Dewey-Bentley Compared", no publicado, para la discusión de las semejanzas entre Popper y otro pragmatista, Dewey). La influencia de Peirce en Popper parece haber sido insignificante. En su autobiografía intelectual (K. R. Popper, "Autobiography", Schilpp, 1974) Popper se refiere a Peirce una sola vez, como un colega-indeterminista. En "Clouds and Clocks" (1972) trata el indeterminismo de Peirce; pero, por lo demás, las referencias son escasas y distantes. Freeman y Skolimowski sugieren que Popper sólo se introdujo en la filosofía de Popper con la aparición del comentario de Gallie en 1952.

2. K. R. Popper, Conjectures and Refutations, Routledge & Kegan Paul, 1963, 28.

3. K. R. Popper, Conjectures and Refutations, 238.

4. Skolimowski (E. Freeman y H. Skolimowski, "The Search for Objectivity in Peirce and Popper", 1974) presta atención a esta semejanza, pero a veces parece, muy desafortunadamente dada la aversión de Popper por la sociología del conocimiento, asimilar esta dinámica a la aproximación psicológica o sociológica al conocimiento.

5. Véase A. Bain, The Emotions and the Will, Longmans, Green, 1875, y cfr. K. R. Popper, "Autobiography" y "Replies to Critics", en Schilpp, 1974, 68.

6. Dos síntomas de la fuerza causada por este divorcio son (i) la vacilación entre una versión formal del criterio de demarcación ("afirmación cuantificada universalmente incompatible al menos con un enunciado básico") y una metodológica ("evitar estratagemas convencionalistas"), y (ii) los frecuentes intentos infructuosos de extraer consecuencias epistemológicas de resultados lógicos formales, por ejemplo, la teoría de la verdad de Tarski. Para una discusión más amplia de la postura de Popper acerca de las relaciones entre epistemología y psicología, cfr. S. Haack, "The Relevance of Psychology to epistemology", Metaphilosophy, 6, 2 (1975).

7. Esto representa la posición posterior de Peirce acerca de las etapas de la investigación científica. En escritos tempranos Peirce trató la abducción como la parte teorética, y la inducción como la parte descriptiva de un proceso de prueba o evidencia. Más tarde, sin embargo, llegó a la conclusión de que no había logrado distinguir apropiadamente entre inducción y abducción. Ya que en 1910 escribió "...en casi todo lo que publiqué antes del comienzo de este siglo, mezclé más o menos hipótesis e inducción" (8.227), parece razonable concentrarse en su posición madura. (Sobre la cuestión histórica véase A. Burks, "Peirce's Theory of Abduction", Philosophy of Science, 13, 4 (1946); K. Fann, Peirce's Theory of Abduction, Nijhof, 1970.

8. K. R. Popper, The Logic of Scientific Discovery, Hutchinson, 1959, 82.

9. En este punto Peirce está en minoría. La mayor parte de los escritores modernos, incluídos los inductivistas, coinciden con Popper; véase, por ejemplo, H. Reichenbach, Experience and Prediction, Chicago University Press, 1938; R. B. Braithwaite, Scientific Explanation, Cambridge University Press, 1955; Hanson, sin embargo, apoya a Peirce en "The Logic of Discovery", Journal of Philosophy LV, 25 (1958); "Is There a Logic of Scientific discovery?", Current Issues in Philosophy of Science, 1961; "Retroductive Inference", Philosophy of Science, the Delaware Seminar, Baumrin (ed) , Interscience, 1961; "Notes Towards a Logic of Discovery", Perspectives on Peirce, R. Bernstein (ed), Yale University Press, 1965; "The Idea of a Logic of Discovery", What I do not Believe, Toulmin, Woolf, Reidel, 1971.

10. A. Burks, "Peirce's Theory of Abduction", Philosophy of Science,13 (1946), 4, y cfr. A. Burks, "Peirce's Conception of Logic as a Normative Science", Philosophical Review, LII (1943), 2.

11. M. Ayim, "Retroduction: The Rational Instinct", Transactions of the C. S. Peirce Society, X (1974), 1.

12. Cfr. Frankfurt, 1958; F. E. Reilly, Charles Peirce's Theory of Scientific Method, Fordham University Press, 1970, capítulo III.

13. Véase T. Goudge, The Thought of C. S. Peirce, Toronto University Press, 1950, 172.

14. A. Burks, "Peirce's Theory of Abduction", Philosophy of Science, 13, 4.

15. Popper ha sido acusado de olvidar consideraciones tales como la economía relativa y fácil con la que hipótesis rivales pueden ser probadas, a lo que Peirce concede alguna importancia.

16. Véase CP 1.89, 1.139, 1.170, 2.776, 5.146, 6.606; cfr. K. T. Fann, Peirce's Theory of Abduction, Nijhof, 1970, 52.

17. Véase H. Reichenbach, "Dewey's Theory of Experience", The Philosophy of John Dewey, Schillp, 1939; M. Black, Problems of Analysis, Cornell University Press, 1954; 168-73, pero cfr. L. Laudan, "Peirce and the Trivialisation of the Self-Corrective Thesis", Foundations of Scientific Method, R. Giere y R. Westfall (eds), Indiana University Press, 1973.

18. E. H. Madden, "Scientific Inquiry: Peirce vs. The Humean Tradition", Festschrift, Toronto University Press, 1976.

19. Por ejemplo A. J. Ayer en "Truth, Verification and Verosimilitude", Schilpp, 1974.

20. No creo que fuera provechoso para mí discutir, aquí, si Popper sostuvo realmente estas opiniones más sofisticadas todo el tiempo. El lector puede dirigirse a K. R. Popper, "Autobiography" y "Replies to Critics", Schilpp, 1974.

21. M. Fisch, "Peirce's Progress from Nominalism towards Realism", Monist, 11 (1967).

22. R. W. Miller, "Propensity: Popper or Peirce?", British Journal for the Philosophy of Science, 26 (1975), 2.

23. Véase Haack, S. 1976, "It is True What They Say About Tarski?", Philosophy, 51.

24. D. Miller, "Popper's Qualitative Theory of Verosimilitude", British Journal for the Philosophy of Science, 25 (1974).

25. La teoría de Peirce sostiene que es satisfactorio creer lo verdadero, pero no es desde luego una identificación crasa de verdad con utilidad. Puede ser que la explicación de Popper fuera predispuesta por la cruda exposición y críticas de Russell y Moore, o quizás por alguna de las observaciones más incautas de James sacadas de contexto. Cfr. Haack. 1976, "The Pragmatist Theory of Truth", The British Journal for the Philosophy of Science, 27.

26. Se encuentran en James diferentes síntomas de la misma tensión. En el principio pragmático de que "no puede haber diferencia que no haga diferencia", subraya la conexión entre verdad y verificabilidad. Como nominalista, sin embargo, encuentra problemática la noción de una posible verificación, y de ese modo tiende a identificar verdad con lo verificado más que con lo verificable, y a afirmar que la verdad crece. Como resultado está permanentemente desconcertado por esas creencias que, como admite con reluctancia, son verdaderas pero nunca verificadas.

27. Cfr. A. Musgrave, "The Objectivism of Popper’s Epistemology", en Schilpp, 1974.

28. Una versión primera de este artículo fue leída en el State College de Nueva York en Fredonia en abril de 1976; También me he servido de comentarios de E. H. Madden, Risto Hilpinen, y R. J. Haack; y de los estudiantes que asistían a mi curso de filosofía anglosajona contemporánea.