Las relaciones de sucesos deben ser entendidas como un producto editorial con unas claras finalidades, pese a que podemos hablar de propósitos muy heterogéneos dependiendo de la temática que se aborde en cada uno de estos impresos. Así, en líneas generales, es posible encontrar relatos compuestos para:
Al margen de sus objetivos, lo que es evidente es que existió un interés del pueblo por estar informado, pero no debemos olvidar que tras estos impresos siempre hubo algún promotor. Así, más allá de impresores, libreros y autores-editores, hubo un anhelo por parte de las autoridades civiles y religiosas por difundir una serie de valores acordes con la autoridad de los monarcas o una determinada casa real, así como de la Iglesia Católica surgida del concilio tridentino. Sólo así se explica la promoción que los reyes y las altas esferas eclesiásticas prestaron a este género editorial. No se trataba únicamente de dejar a los lectores impresionados, sino que su pretendido objetivo también era ese disciplinamiento social, de ahí que en algunos de estos impresos se insista en el escarmiento individual o colectivo.
Esto quizás explique las variadas temáticas que nos encontramos en forma de relaciones durante la imprenta manual. Entre todas ellas podemos hallar:
Esto nos invita a ver las relaciones como un producto impreso destinado a informar, entretener, conmover, educar y disciplinar a sus receptores. Para ello daban cabida a un sinfín de sucesos —reales o ficticios— englobados en temáticas de muy variada índole.