Producción literaria

Producción literaria: Libros autobiográficos | Obras ascéticas y místicas | Obras menores, poesías y posteridad literaria  
 
De menor interés literario son otras obras de Santa Teresa como Exclamaciones, Constituciones, Apuntaciones, Visita de descalzas, Avisos y modos de visitar conventos, Ordenanzas de una cofradía, Desafío espiritual y Vejamen. Comentó también, de forma muy libre, cuatro versículos del Cantar de los cantares, obra que circuló manuscrita y no se editó hasta 1611 (con el título de Conceptos del amor divino, en Bruselas, a cargo de su discípulo Jerónimo Gracián).
Santa Teresa tuvo fama de ser buena «trazadora de versos»; ella misma decía que, «con no ser poeta», necesitaba cantar la hermosura de Jesucristo. Esas composiciones las escribía —siempre sobre temas piadosos— para entretener a sus monjas o aliviar la monotonía y el cansancio de los viajes. Muchas le han sido atribuidas por la tradición, pero resulta difícil saber cuántas y cuáles son suyas y cuáles no. Parece que escribió siempre en metros cortos, populares, fuera de la línea iniciada por Garcilaso, a pesar de que ésta fue seguida por otros grandes escritores espirituales como fray Luis de León y San Juan de la Cruz.

El poema «Vuestra soy, para Vos nací: / ¿Qué mandáis hacer de mí?» es la mejor expresión de una vida entendida como don del amor de Dios y como ofrenda para él; aquí el yo lírico se pone por entero en las manos de Dios. Muy conocidos son estos otros versos suyos: «Nada te turbe, / nada te espante, / todo se pasa, / Dios no se muda; / la paciencia, / todo lo alcanza, / quien a Dios tiene, / nada le falta. / Sólo Dios basta». En fin, hay que recordar también su poema más famoso, «Vivo sin vivir en mí…».
No podemos recoger aquí, ni siquiera de forma sumaria, la importante huella literaria que ha dejado Santa Teresa en la posteridad. Y no me refiero tan solo a la continua publicación de sus obras (el primero en editar Los libros de la Madre Teresa de Jesús fue fray Luis de León, Salamanca, Guillermo Fuquel, 1588); a la redacción de compendios que recogen los principales puntos de sus enseñanzas espirituales; a la escritura de biografías en verso de la santa, o a la redacción de las más variadas obras panegíricas y de sermones inspirados en su figura, sino también al hecho de que Santa Teresa llegó a convertirse en personaje de ficción. Así sucede con varias obras en la tradición del teatro áureo que tienen a la santa por protagonista (Lope de Vega le dedicó dos comedias, La madre Teresa de Jesús y Vida y muerte de Santa Teresa; ya del siglo XVIII es otra comedia de José de Cañizares, A cual mejor, confesada y confesor, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús), para llegar incluso hasta nuestros días, donde aparece en varias novelas históricas contemporáneas y, de forma muy especial, en la muy reciente de Jesús Sánchez Adalid Y, de repente, Teresa (Barcelona, Ediciones B, 2014).