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Las huestes castellanas de vanguardia, dirigidas por Diego López
de Haro, tomaron la iniciativa, bajando de la Mesa del Rey. Apenas encontraron
resistencia en la línea de vanguardia y en los núcleos de
los altozanos contiguos, si bien al chocar con el grueso central del ejército
almohade ante el cerro de los Olivares, comenzaron los apuros.
El rey de Aragón acudió en su socorro con las milicias concejiles,
que al parecer no estuvieron a la altura. Por ello, el rey castellano
decidió movilizar sus tropas, en la retaguardia y lanzar un nuevo
ataque, al que se sumó el de los monarcas aragonés y navarro.
Esta fuerza de choque no pudo ser contenida por los musulmanes, cuyo califa
al-Nasir huyó provocando la desbandada y la toma del palenque por
parte de los cristianos. Al caer la tarde, las tropas cristianas se instalaron
sobre el campamento enemigo.
Es difícil calcular el monto total del contingente de cada bando,
pero dejando de lado las propuestas numéricas de los distintos
cronistas, y estudiando el terreno y su orografía, Carlos Vara
ha calculado que los cristianos debieron reunir un máximo de cuatro
mil caballeros armados y ocho mil peones. Y en cuanto a las mesnadas musulmanas,
hay un consenso en considerar que fueron superiores, si bien es difícil
hacer una estimación aproximada de cuantas gentes formaron las
líneas andalusíes y magrebíes. Lo mismo ocurre, por
extenso, en el caso de la evaluación de las víctimas mortales.