J. Nubiola: "Recensión de O. Sacks: Veo una voz".
Anuario Filosófico XXV/2, (1992), pp. 439


SACKS, Oliver: "Veo una voz", Viaje al mundo de los sordos, Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1991, 229 págs.

Se trata de una amena presentación de la situación actual de los sordos prelingüísticos y de los principales problemas que les afectan. El autor es médico neurólogo con notable capacidad literaria para la divulgación. El libro tiene tres partes diferentes, dos de ellas ya publicadas anteriormente. En la primera se esboza una historia de la educación de los sordos, se introduce al lector en la naturaleza de la Seña, el lenguaje por señas, que no es la transliteración del habla, sino un lenguaje visual con sintaxis propia no relacionada con el lenguaje hablado, y termina con la descripción de una visita del autor a la isla Martha's Vineyard, en la que, desde hace 250 años, una sordera hereditaria ha llevado a la existencia de comunidades enteras en las que se utiliza habitualmente el lenguaje de señas. La tercera parte es una crónica de la rebelión de los estudiantes de la Gallaudet University —la única universidad del mundo para sordos, que cuenta actualmente con unos 2.000 alumnos— en marzo de 1988 que consiguió la designación de un rector sordo.

Lo más interesante para el filósofo se encuentra quizá en la segunda parte que constituye "el núcleo del libro, o al menos el enfoque más sistemático, aunque también más personal de todo el tema" (p. 14): en ella se aborda la relación entre lenguaje y pensamiento, aportando una síntesis de los resultados de la investigación neurológica y lingüística de las afasias y del lenguaje de señas en los últimos años. Ya sólo por este motivo —dice Aronowitz en la revista médica New England (1989: 1347)— vale la pena la lectura de este libro: la afasia de la seña por lesión del hemisferio cerebral izquierdo no lleva aparejada la incapacidad de gesticular, de seguir haciendo los gestos expresivos no gramaticales que todos hacemos, que se localizan en el hemisferio derecho. Esto es, por así decir, el cerebro aborda la seña como un lenguaje, aunque éste se organice de modo espacial más que secuencialmente, y corresponde al área cerebral especializada en la función lingüística, y no al área espacio-visual, como se había pensado inicialmente (pp. 124-126).

Tiene interés también la revisión de los estudios de quienes nunca aprendieron un lenguaje, desde los famosos Kaspar Hauser y el niño salvaje de Aveyron hasta otros muy recientes. Sacks muestra que el desarrollo del pensamiento se haya en circunstancias extremas muy limitado, mientras que la enseñanza de un lenguaje —aunque sea de señas— "entraña un cambio radical y cualitativo de la naturaleza humana" (p. 66). No es posible aprender el lenguaje a solas, requiere la interacción con otros que tengan capacidad y competencia lingüísticas, y a su vez, el desarrollo cerebral y de las capacidades intelectuales está mediado por la experiencia del lenguaje.

Hubiera sido deseable una actualización de la amplia bibliografía que el libro incluye para dar noticia de las traducciones españolas disponibles.



Última actualización: 30 de octubre 2007


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