J. Nubiola: "Recensión de W. V. Quine: Quiddities".
Anuario Filosófico XXIII/1, (1990), pp. 203-204

QUINE, W. V.: Quiddities. An Intermittently Philosophical Dictionary, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1987. 249 págs.


Fue el profesor Ángel d’Ors quien me sugirió el curioso parentesco entre el Diccionario filosófico intermitente del más conocido filósofo americano y el Léxico filosófico de nuestro compatriota Millán-Puelles. En ambos libros, sus autores, a la vuelta de los años, escriben de lo que les gusta: Millán-Puelles de metafísica y de teología natural, y Quine de lógica, filosofía de la matemática, semántica y filosofía del lenguaje, pero también de muchos otros temas "más humildes" que le atraen particularmente, curiosidades lexicográficas y filológicas (origen de los alfabetos, parentescos de palabras, etimologías, pronunciación del latín, etc.) o algunos apuntes éticos: altruismo, tolerancia, que aportan luz sobre los variados intereses de W. V. Quine.

En total, Quine reúne en su diccionario 83 voces ordenadas alfabéticamente, desde "Alphabet" hasta "Zero" (sólo dos de ellas —"Creación" y "Libertad"— coinciden con las 57 de Millán-Puelles). No figuran en la selección muchas voces "clásicas" de la obra quineana (indeterminación de la traducción, sinonimia, etc.), para dedicar festivamente su atención a la moralidad del juego ("Gambling") o a las consecuencias de las diferencias de longitud y latitud en los habitantes de los diversos husos horarios del planeta ("Longitude and Latitude"): "Piénsese en España: su longitud es la de Inglaterra, pero su horario de verano es el habitual de Leningrado, Turquía y Egipto. Esto ayuda a dar razón de las tardías horas de cenar en España: las diez en España son de hecho las ocho solares" (p. 122).

La extensión de cada unas de las voces oscila entre una y cuatro páginas. "Poca gente, además de Mr. Quine —se decía en The Economist al saludar la aparición de este libro (14. XI. 87)— podría escribir un ensayo sensato e informativo sobre 'Cosas' en dos páginas y media". Esta afirmación es excesivamente halagadora, pero alude al interés de la mayor parte de las voces. Pueden resultar más áridas las de contenido lexicográfico, en las que muestra Quine su profundo manejo de muchas lenguas contemporáneas, incluido el japonés, y todas las lenguas romances; pero también el griego y del latín, sin dudar en recurrir al indoeuropeo: "las diferencias entre el portugués y el español —explica audazmente en "Language Drift" (p. 112)— son parcialmente atribuibles quizás a diferencias de dialectos latinos entre los soldados conquistadores y los colonizadores; pero, sobre todo, a diferencias entre los lenguajes hablados anteriormente por los celtas de Iberia occidental, de un lado, y probablemente por los proto-Vascos de la mayor parte de España, de otro".

El alcance de esta obra —de un tono menor dentro de la amplia producción quineana— queda bien reflejado en su título "Quiddities": en la cultura angloamericana tiene el sentido filosófico de esencia, mientras que en su uso ordinario viene a significar sutileza o incluso sofistería. De ambos sentidos hay muestras a lo largo del libro, pero quizá predomina el segundo, la sutileza impregnada de socarronería: "Kluge hace remontar el nombre de la unidad monetaria alemana —explica en la voz "Marks"— al contraste de autenticidad marcado en la barra de plata. Es menos claro que Marx fuera movido por su nombre a sostener la determinación económica de la historia" (pp. 126-7).

Dos observaciones críticas. La primera, la frivolidad o superficialidad con la que Quine trata incidentalmente cuestiones de carácter teológico o religioso (p. e., pp. 29, 211-2). La segunda, la mención errónea de las palabras castellanas "salvaje" y "papelería" (pp. 107 y 167).



Última actualización: 30 de octubre 2007


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