Curso Filosofía del Lenguaje II
Prof. Jaime Nubiola
Universidad de Navarra

Hilary Putnam: Perfil biográfico

Jaime Nubiola (1993)

(Atlántida V, p. 79)

 

 

Hilary Putnam es desde hace años uno de los más destacados filósofos del mundo académico angloamericano. Desde hace veintiocho es miembro del prestigioso Departamento de Filosofía de la Universidad de Harvard, donde ocupa la cátedra Walter Beverly Pearson de Matemática Moderna y Lógica Matemática. Antes de incorporarse a Harvard enseñó en Northwestern, Princeton y en el MIT. De él escribió Stegmüller que compendiaba en su evolución intelectual la mayor parte de la filosofía de las cuatro últimas décadas.

Su padre, Samuel Putnam, era escritor, crítico literario, vinculado al partido comunista, con el que rompería en 1944. Autoexiliado en París hasta 1933 —los años de la infancia de su hijo único—, tradujo al inglés a Rabelais y a muchos otros autores. En 1935 publicó Marguerite of Navarre, que ganó el aprecio de la crítica. En 1949 culminó su trabajo de quince años de traducción al inglés de El Quijote. Hilary Putnam atribuye a la influencia paterna su afición literaria y su notable empeño por escribir bien, infrecuente en un "filósofo científico". Obtuvo el doctorado en 1951 en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), con una tesis sobre la justificación de la inducción y el significado de la probabilidad. Estos eran temas centrales del trabajo de su thesis advisor Hans Reichenbach, miembro destacado del Círculo de Viena emigrado a Estados Unidos por la persecución nazi y la Segunda Guerra Mundial. Entre los alumnos de Reichenbach se encontraba Ruth Anna, filósofa también, que llegaría a ser su esposa.

Hilary Putnam (1998)

La producción filosófica de Putnam se concentra durante décadas en los grandes temas de la discusión contemporánea en filosofía de la ciencia y filosofía del lenguaje: Mathematics, Matter and Method, Mind, Language and Reality, y Realism and Reason son los nombres de los tres volúmenes de sus Philosophical Papers publicados hasta el momento. Se trata de artículos escritos con un rigor extraordinario, en conversación —mejor dicho, en discusión— con sus maestros Rudolf Carnap, Willard Quine, y con sus colegas de la filosofía académica angloamericana. Además de la calidad de su escritura, impresiona la delicada discriminación a la que somete los problemas más dificultosos para ganar en su comprensión. Con su manera de trabajar, Putnam enseña que la filosofía es difícil, es decir, que la reflexión filosófica —tal como sucede en las demás áreas del saber cuando se llega a las cuestiones más básicas— tiene una complejidad técnica considerable. Por supuesto que los problemas filosóficos son a fin de cuentas insolubles, pero "hay maneras mejores y peores de pensar acerca de ellos", repite Putnam con palabras de su amigo Stanley Cavell.

En la última década tres libros suyos —traducidos al castellano recientemente— han estado en el centro de la discusión filosófica: Razón, verdad e historia (Tecnos, 1988), El significado y las ciencias morales (UNAM, México, 1991) y Representación y realidad: Un balance crítico del funcionalismo (Gedisa, 1990). Otros de sus libros, The Many Faces of Realism (1987), está también en vías de traducción. En 1990 publicó con el título Realism with a Human Face (El realismo de rostro humano) una compilación de sus artículos de la última década, precedido de un excelente estudio de James Conant que explica las coordenadas intelectuales de la evolución del pensamiento de Putnam.

Para el pasado otoño estaba prevista la publicación, en la Harvard University Press, de un nuevo libro suyo Renewing Philosophy, en el que reúne las Gifford Lectures impartidas en la University of St. Andrews en 1990. Como el título sugiere, esas páginas están escritas con la convicción de que la situación actual de la filosofía reclama una revitalización, una renovación temática. Putnam concibe este nuevo libro como un diagnóstico de la situación de la filosofía como un todo y sugiere las direcciones que podría tomar esa renovación. Putnam no escribe un manifiesto, sino que muestra un estilo de hacer filosofía, de aunar el rigor y la relevancia humana, que son las propiedades que hasta ahora se han considerado como distintivas de dos modos radicalmente opuestos de hacer filosofía. En los últimos años la reflexión sobre ética y sobre religión aparece cada vez con más frecuencia en su trabajo: "Como un judío practicante —explica en las primeras páginas—, soy alguien para quien la dimensión religiosa de la vida es cada vez más importante, aunque sea una dimensión sobre la que no sé cómo filosofar, excepto indirectamente (...) Cuando empecé a enseñar filosofía, a principios de los años 50, me consideraba un filósofo de la ciencia (aunque en una interpretación generosa de la expresión "filosofía de la ciencia" incluía la filosofía del lenguaje y la filosofía de lo mental). Quienes conozcan mis escritos de aquella etapa pueden preguntarse cómo reconciliaba mi vena religiosa, que incluso entonces estaba en cierta medida detrás, con mi concepción general del mundo materialista-científica en aquel tiempo. La respuesta es que no las reconciliaba: era un concienzudo ateo y era un creyente; simplemente mantenía separadas esas dos partes de mí mismo".

 



Diseño de la página: Izaskun Martínez
Ultima actualización: 17 de agosto 2017