Nueva Revista
109, febrero (2007), pp. 5-6.

Los problemas reales de la educación

Jaime Nubiola
jnubiola@unav.es


He leído con vivo interés el artículo de Santiago Ortigosa sobre la nueva Ley Orgánica de Educación (LOE), promulgada en el pasado mayo. He podido comprobar que esa nueva ley no le gusta a Ortigosa, pero no saco en claro ni cuál es el objetivo de esta nueva normativa ni cuáles son sus elementos positivos, al menos a juicio de sus autores y de quienes la aprobaron en el Parlamento.

Quienes ya hemos superado los 50 años y no estamos directamente implicados en la educación primaria y secundaria tenemos la impresión de que llevamos décadas de cambios legislativos de diferente signo ideológico, que no logran mejorar los resultados de nuestros estudiantes. La experta en educación, María Rosa Espot, autora de un reciente libro sobre La autoridad del profesor: qué es la autoridad y cómo se adquiere (Praxis, 2006), inicia su exposición de la nueva LOE indicando sobriamente que ésta viene a sustituir a la LOGSE de 1990, a la LOPEG de 1995 y a la LOCE de 2002, pero mantiene la LODE de 1985 con un nuevo redactado en algunos de sus artículos. La simple enumeración de esas siglas —que corresponden a "Ley de ordenación general del sistema educativo" (LOGSE), "Ley orgánica de la participación, la evaluación y el gobierno de los centros docente" (LOPEG), "Ley orgánica de la calidad de la educación" (LOCE) y "Ley orgánica reguladora del derecho a la educación" (LODE)— muestra bien que nuestra legislación educativa se encuentra en un permanente vaivén al socaire de los sucesivos cambios del partido en el gobierno.

Hace unos pocos meses asistí a la defensa de una tesis doctoral sobre la educación en México y la doctoranda, Ana Paola Romo, decía en su presentación: "En México, reformas van y reformas vienen. No obstante, la necesidad de una renovación real del sistema educativo mexicano es evidente. Los retos a los que se enfrentan los educadores, tales como la corrupción, la pobreza, la desigualdad, el autoritarismo y la escasa formación en valores cívicos, ponen de manifiesto las carencias en las que actualmente viven miles de personas en México". La situación de la educación primaria y secundaria de nuestro país es afortunadamente muy distinta a la de México, pero cada sucesiva oleada del famoso estudio PISA (Programme for International Student Assessment) que desarrolla la OCDE, nos informa con abundantes datos de que el nivel de los estudiantes españoles va deteriorándose respecto al de los demás países.

Desde el pequeño observatorio de mis clases en la Universidad puedo atestiguar que en los últimos quince años los estudiantes han dado un enorme salto adelante en el dominio de la lengua inglesa y en el manejo de los ordenadores. Pero, al mismo tiempo, cada vez escriben peor, hablan más pobremente y —al menos así me lo parece a mí— piensan menos, quizá porque son más infantiles.

Mi impresión es que los bandazos legislativos por motivos ideológicos ocultan una falta de estudio de los problemas reales de la educación en nuestro país. Hacer una nueva ley apenas incide en la realidad diaria de las escuelas, pero permite pensar a quienes gobiernan que ya han hecho al menos algo. Así como en Estados Unidos se ha reunido una comisión bi-partidista, esto es, con miembros destacados de los dos partidos, para recomendar al presidente una política para salir del embrollo de Irak, necesitamos en España un estudio serio de cuáles son las causas del deterioro del rendimiento académico de nuestros jóvenes y de los medios que deben arbitrarse para invertir esa lamentable tendencia.

 


Fecha del documento: 1 de diciembre 2007
Última actualización: 3 de marzo 2008
[Página Principal] [Sugerencias]

Universidad de Navarra