Eugenio d'Ors, La filosofía del hombre que trabaja y que juega,
Libertarias/Prodhufi, Madrid, 1995, 11-22

Presentación


Jaime Nubiola
jnubiola@unav.es


Hace menos de un año se cumplían cuarenta de la muerte de Eugenio d'Ors (1881-1954) en Villafranca del Panadés (Barcelona). Filósofo, periodista, escritor prolífico. Quien cuarenta años después de su muerte se acerca a sus escritos se siente poderosamente atraído por la vitalidad de su pensamiento, por su extraordinaria y delicada sensibilidad, por su espíritu independiente y polémico, por el vigor y raigambre de sus convicciones, por su curiosidad universal, por la calidad literaria de su escritura.

A pesar de que la figura de Eugenio d'Ors ha sido despachada en ocasiones —unas veces por motivos ideológicos, otras por simple incomprensión— como falta de consistencia o de profundidad, el interés por su pensamiento, sus obras y su vida está creciendo de modo llamativo en los últimos años. Son signos de ese interés la edición de su obra catalana completa a cargo de Josep Murgades, que se encuentra en fase avanzada de publicación, la periódica reimpresión de algunos de sus libros más conocidos (Tres horas en el Museo del Prado, Lo barroco), la completísima bibliografía orsiana cuidadosamente editada por Alicia García-Navarro1 y, por supuesto, esta edición de La filosofía del hombre que trabaja y que juega, promovida por Ediciones Libertarias/Prodhufí.

Entre las causas de la vigencia de Eugenio d'Ors se encuentra su más profunda aspiración a ser "en el fondo, y hasta en la superficie, un filósofo"2. Las circunstancias azarosas de la vida académica hicieron que no fuera un profesional de la filosofía sino del periodismo, pero puede afirmarse sin ambages que toda su actividad periodística y literaria está enraizada en un humus filosófico. El lector de La filosofía del hombre que trabaja y que juega podrá comprobar que en sus páginas resuenan una y otra vez los temas y problemas que han configurado —y siguen configurando— las claves culturales del siglo XX. Toda la obra filosófica de d'Ors —escribió López Quintás3— "está impulsada por la angustiosa pregunta típica de los años veinte ¿Cómo se integra la razón en la vida?". Pero aquella pregunta no era exclusiva de los años veinte, sino que se trata más bien de la cuestión medular que atraviesa todo nuestro siglo y que, en particular, vertebra las vidas singulares de quienes en este siglo dedicaron la suya a pensar. El horizonte vitalista y pragmatista en el que acontece la reflexión de d'Ors lo convierte —a mi entender— en un contemporáneo nuestro en sentido estricto. La difusión del deconstructivismo postmoderno y el resurgimiento del pragmatismo en las dos últimas décadas otorgan un singular aval a esta interpretación.

En estas páginas deseo ofrecer simplemente un perfil biográfico de la etapa catalana de Eugenio d'Ors y una mera presentación externa de La filosofía del hombre que trabaja y que juega que faciliten al lector la comprensión del marco biográfico y cultural en el que esta obra tuvo su origen.

Eugenio d'Ors nace en Barcelona en 1881. Al terminar la enseñanza secundaria, estudia la carrera de Derecho en la Universidad de Barcelona, que simultanea con la de Filosofía y Letras en la especialidad de estudios literarios que era la única allí existente entonces. Desde su juventud colabora activamente en revistas literarias y en iniciativas culturales y políticas catalanas. En 1903, al terminar la carrera de Derecho, inicia una intensa actividad periodística y cultural en Barcelona que cuajará a partir de 1906 en el Glosari, breves comentarios diarios con hondura reflexiva al hilo de la actualidad. En sus glosas d'Ors aspira a auscultar lo que denominaba "las palpitaciones de los tiempos" para catalizar los afanes de renovación cultural y social. El Glosari constituyó "una verdadera revolución en el panorama bastante mortecino de la prensa catalana de principios de siglo" en particular entre los jóvenes4. Puede afirmarse sin titubeos que d'Ors se sentía portavoz de un amplio movimiento de regeneración cultural de Cataluña —al que por el nuevo siglo denominó "noucentisme"— y que, a su vez, la gran mayoría de la juventud universitaria catalana "seguía a Xenius como caudillo y maestro"5.

En mayo de 1906 se traslada a París como corresponsal de La Veu de Catalunya. Se trata de una etapa decisiva en la formación del pensamiento de Eugenio d'Ors. En París descubre las ciencias experimentales, la biología, la psicología experimental, asiste a clases de los filósofos Emile Boutroux y Henri Bergson, conoce a Henri Poincaré y a Madame Curie. De todo ello —que tanto contrasta con la ciencia española de la época— da noticia en las glosas que envía desde la capital francesa. En estos años —escribe su biógrafo Enric Jardí6 — "experimentó la seducción de las doctrinas de los pragmatistas norteamericanos Peirce y James, que comenzaban a difundirse por París a principios de siglo". Así en diciembre de 1907 en una glosa titulada "Pragmatisme" se definirá a sí mismo como un pragmatista, movido por los mismos afanes de los pensadores norteamericanos, a los que aspira a superar mediante el reconocimiento de una dimensión estética de la acción humana no reductible a la meramente utilitaria7 .

En febrero de 1908, la revista La Cataluña reproducirá unas declaraciones suyas en las que expresa programáticamente la concepción que tiene de la nueva Cataluña y el horizonte intelectual de la renovación que propugna: "el programa filosófico de esta juventud se cifra en un voluntario humanismo, es decir, en una tendencia a tomar la actividad humana como medida de moralidad, de belleza y de verdad"8. En este sentido, la concepción filosófica de Eugenio d'Ors puede describirse a grandes trazos como una peculiar síntesis personal del vitalismo y el pragmatismo en ebullición entonces en París, sobre una base de pensamiento escolástico más tradicional, pero renovado éste en términos de un intelectualismo clasicista.

Un momento culminante para d'Ors es el III Congreso Internacional de Filosofía, reunido en Heidelberg en septiembre de 1908, en el que las propuestas pragmatistas se encuentran en el centro del debate internacional. El propio d'Ors presenta dos comunicaciones, "El residuo en la medida de la ciencia por la acción" y "Religio est libertas", de las que se hará eco en La filosofía del hombre que trabaja y que juega: "El intelectualismo a que aspiramos —escribirá9 — es post-pragmático y tiene en cuenta el pragmatismo. Las verdaderas adquisiciones que el pragmatismo ha traído a la Filosofía, las juzgamos incontrovertibles: sabemos por él, ya de un modo definitivo, que la imagen que nuestra razón nos da de la realidad es menos rica y menos vasta que la realidad misma... Pero la filosofía del hombre que trabaja y que juega nos trae la noción de que aquella imagen, con no ser completa y rigurosamente fiel, es lo mejor de la realidad, lo mejor para nosotros".

Cuando a finales de 1910 se establece en Barcelona la Sección de Filosofía, Eugenio d'Ors, ya famoso por sus actividades periodísticas y literarias, obtendrá el grado de Licenciado en Filosofía y en junio de 1913 el de Doctor por la Universidad de Madrid con una tesis sobre "Los argumentos de Zenón de Elea y la noción moderna del espacio-tiempo". En estos años su atención y sus publicaciones filosóficas se centran en cuestiones de psicología y de metodología de las ciencias, y en la que denomina "lógica biológica" mediante la que aspira a analizar la actividad racional en términos de fenómeno vital, incluso en términos de fenómeno biológico. En 1911 presenta en el IV Congreso Internacional de Filosofía en Bolonia su "Nota sobre la curiosidad" y escribe una parte relevante de las glosas que entrarán a formar parte de La filosofía del hombre que trabaja y que juega. En ese año es nombrado secretario del Institut d'Estudis Catalans, que gracias en buena medida al impulso creativo de d'Ors se convertirá en un foco dinamizador de la renovación cultural de Cataluña.

En enero de 1914 concurre en Madrid a unas oposiciones a la cátedra de Psicología de la Universidad de Barcelona, pero sólo contará con el voto favorable de Ortega y Gasset. Aquel fracaso en las oposiciones, que fue interpretado por algunos como un acto político de animadversión centralista, resultó compensado por su nombramiento en abril como Director de Educación Superior en el Consejo de Pedagogía de la Mancomunidad de Cataluña. En este sentido, puede decirse que la dedicación a la actividad política que este nombramiento significó desvió a d'Ors de la dedicación profesional a la filosofía hacia la que en un principio estaba orientado.

Este es el marco biográfico e intelectual en que se encuadra La filosofía del hombre que trabaja y que juega. Probablemente se trata de un libro pensado al preparar aquellas oposiciones, aunque al parecer no se publicó hasta después "a causa de algunas dificultades inherentes a la edición"10. Consiste en una antología de los escritos filosóficos publicados hasta entonces por d'Ors en forma de glosas o de trabajos académicos, precedida de una introducción de Manuel García Morente, y que incluye a modo de epílogo unos breves comentarios de Federico Clascar, Diego Ruiz y Miguel de Unamuno sobre el pensamiento de Eugenio d'Ors. La traducción y selección de los textos de d'Ors corre a cargo de José Farrán y Ramón Rucabado, dos jóvenes novecentistas discípulos de d'Ors.

En la presente edición, preparada cuidadosamente por Angel d'Ors, se reproducen los textos de la edición original de 1914. Los únicos cambios de relieve han sido la indispensable actualización ortográfica y la adición de un útil índice de nombres y de un índice de los lugares originales de publicación de los escritos de d'Ors compilados en aquella antología. En los ochenta años que median entre su publicación original en Barcelona en la imprenta de Antonio López y la presente edición, La filosofía del hombre que trabaja y que juega ha visto sólo dos ediciones más: una mexicana en 1921, a cargo de la Editorial México Moderno, que incluía la introducción de García Morente, pero no la selección final de textos sobre d'Ors, y una segunda de la editorial Artigas de Montevideo en la que no consta el año de edición. Quizá convenga también mencionar que bajo el título genérico de L'home que treballa i juga, Octavi Fullat publicó en 1988 una selección de textos pedagógicos de d'Ors (Eumo Editorial, Vic) que contiene —como la afinidad del título sugiere— algunos de los textos en catalán de la antología de 1914.

Se trata, por tanto, de un libro poco difundido y escasamente conocido, pero que reviste un valor muy singular por tratarse del primer intento de Eugenio d'Ors de realizar una síntesis orgánica de su pensamiento. "No es todavía una filosofía, sino una introducción a la filosofía. No es un sistema, sino un índice orgánico de trabajo. Sobre todo esto, cabe aún mucha elaboración"11. Que no quedó plenamente satisfecho de aquel primer esbozo se pone de manifiesto en su permanente preocupación por esa síntesis que culminará treinta y tres años después en El secreto de la filosofía (Iberia, Barcelona, 1947). Este libro constituirá una presentación bien trabada y coherente de su concepción filosófica global, pero, en cambio, La filosofía del hombre que trabaja y que juega tiene en su favor una mayor frescura y un vigor polémico que se echan quizá de menos en la obra de madurez.

El contraste entre ambas obras de Eugenio d'Ors no es una cuestión de edad, sino sobre todo de género literario. En la mejor tradición pragmatista, la filosofía de d'Ors consiste cabalmente en una pedagogía social que como mejor se expresa es en el artículo diario, en la crítica literaria, en el comentario de prensa. Se trata —con palabras del propio d'Ors— de "una filosofía de batalla", de una "metafísica de andar por casa"12. Bajo esas expresiones, casi despectivas, se encierra una fecunda apelación a la experiencia ordinaria de la que se alimenta toda genuina reflexión filosófica: "El hecho de que la contemplación pura es imposible en el hombre (...) sirve a nuestro autor —escribirá su discípulo Jardí al presentar este libro en mayo de 1914— para formular el primer postulado de su filosofía: Filosofía no es contemplación pura, sino contemplación inscrita en la acción"13. Una filosofía que se inscribe en la acción, en la vida, descubre en la actividad periodística un campo privilegiado para su acción intelectual. Así, el filósofo que no se encierra en su torre de marfil, sino que aspira a integrar la filosofía en la vida, encuentra en la prensa su medio de expresión más connatural.

Puede decirse que d'Ors ejerció en la prensa catalana una misión pedagógica análoga a la que Ortega y Unamuno llevaron a cabo en la cultura española a través también de los periódicos. Son muchos los puntos de contacto entre los tres pensadores. En d'Ors se encuentra —ha señalado Pedro Cerezo14— la "pasión meditabunda", la "voluptuosidad de pensar" y el mismo imperativo de claridad de Ortega, que en ambos implica "una abierta recusación del temple patético, especialmente unamuniano, de hacer filosofía". Ambos piensan, —prosigue Cerezo— en contra de Unamuno, en la conexión necesaria entre la razón y la vida, pero "mientras la intención última de Ortega es sujetar la razón a la vida, la de Eugenio d'Ors es sujetar la vida a la razón"15. Frente al racionalismo cartesiano que se cree capaz mediante la ciencia de comprender la vida y frente al romanticismo que recusa tal capacidad a la ciencia, la propuesta de d'Ors en La filosofía del hombre que trabaja y que juega es un "intelectualismo restaurado" que "enaltece nuevamente la Ciencia, sin dejar de reconocer que no comprende toda la vida; pero afirmando que la misma Ciencia es vida"16.

A pesar de las declaraciones expresas de d'Ors de haber superado el pragmatismo, acierta Manuel García Morente al señalar en la introducción que la causa de las dificultades que encuentra en la filosofía orsiana estriba en "el apego que la Filosofía del Hombre que Trabaja y que Juega manifiesta aún hacia los temas pragmatistas"17. Eugenio d'Ors mantendrá esencialmente inalterada a lo largo toda su vida esta matriz pragmatista y vitalista de su pensamiento que tan abiertamente se refleja en La filosofía del hombre que trabaja y que juega. El programa filosófico que d'Ors preconizaba en 1908 para la renovación cultural catalana, que caracterizaba entonces como el "ideal científico de que la Acción es la prueba de la Verdad, es decir, una Filosofía Pragmática, en gran relación con la que, predicada por un Peirce, por un William James, por un Schiller, agita actualmente la conciencia del mundo sajón y tiene ya su representación latina en los esfuerzos aislados de algunos grandes pensadores franceses contemporáneos, como mi maestro Bergson, y en el pequeño grupo intelectual Leonardo de Florencia..."18 viene a ser esencialmente el mismo que desarrollará en El secreto de la filosofía. Cuando en 1947 Eugenio d'Ors explique "el secreto de su filosofía" atribuirá el ensanchamiento de sus intereses filosóficos a todo lo espiritual, lo social, la vida y la historia "a quienes, hace media centuria, propugnaron el que se llamó 'Pragmatismo'"19.

El escaso conocimiento de la filosofía pragmatista americana en nuestro país explican quizá la difícil comprensión del núcleo originario del pensamiento de Eugenio d'Ors. "No soy pragmatista, en el rigor de la palabra, como parece temer V., —escribe en julio de 1909 a Giner de los Ríos20— aunque como todo hombre que trabaja hoy en cosas de entendimiento, tenga que entendérmelas constantemente con el Pragmatismo". En este sentido, la historia de la lenta y difícil recepción en España del pragmatismo americano está todavía por hacer. En los últimos años viene detectándose cada vez con más claridad las numerosas relaciones entre el pragmatismo clásico de Peirce, James, Royce y Dewey y las concepciones filosóficas de Unamuno, Ortega y d'Ors, pero, de entre ellos, quizá es d'Ors quien más abiertamente reconoce la matriz pragmatista de su pensamiento.

El carácter antológico de la obra de 1914 me exime de hacer una exposición orgánica de sus tesis centrales. Sólo quiero destacar con Joan Fuster que el "Xenius" primitivo (así solía firmar sus trabajos periodísticos desde 1906), el del Glosari, es una pieza valiosísima del Novecentismo catalán: un pedazo sustancial de la cultura de la primera mitad del siglo XX en este país21. Toda la política de d'Ors —escribió Aranguren22— se reduce en última instancia a pedagogía, y esa pedagogía es la que d'Ors desarrollará en Cataluña a lo largo de dieciséis años en la prensa diaria mediante cerca de cuatro mil glosas23. En contraste con esto, su dedicación personal a la acción política entre 1917 y 1919 como Director de Instrucción Pública de la Mancomunidad de Cataluña, generará tantas envidias, suspicacias y vanidades que d'Ors se verá forzado finalmente a retirarse.

Se abre entonces una etapa muy distinta en la vida de Eugenio d'Ors, en la que abandona el catalán como medio habitual de expresión y se traslada a vivir a Madrid. El cambio de lengua no afecta al núcleo de ideas básico de d'Ors —"después de todo, escribirá su hijo Álvaro, es lo más normal que después de los cuarenta años los hombres no cambiemos ya mucho nuestro caudal de ideas"24—, pero sí acrecienta su proyección nacional e internacional. En estos años escribirá algunas de sus obras más conocidas: Tres horas en el Museo del Prado (1922), Guillermo Tell (1926), La vida de Goya (1928). En 1927 es elegido miembro de la Real Academia Española, y en ese mismo año marcha temporalmente a París como representante de España en el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual. Los años de Francia serán también muy fecundos en publicaciones, en especial, sobre arte: Paul Cézanne (1930), Pablo Picasso (1930), Du Baroque (1935). En París le coge la Guerra Civil española, desde donde en 1937 se traslada a Pamplona para colaborar en la reorganización de las instituciones culturales del bando nacional. En 1938 será nombrado Director General de Bellas Artes. A lo largo de la década de los cuarenta desarrollará una amplia tarea de difusión cultural en España. En 1953, cercano ya al final de su vida, recibirá el nombramiento en la Universidad de Madrid como Catedrático Extraordinario de Ciencia de la Cultura, pero sólo llegará a dar unas pocas clases. El 25 de septiembre de 1954 le sobrevendrá la muerte en su casa de Villafranca del Panadés.

A su muerte en 1954 la bibliografía orsiana contaba ya con un total de 379 publicaciones. Cuarenta años después, la publicación de algunas obras póstumas y, sobre todo, las numerosas reediciones que han visto muchas de sus obras han elevado esa cifra a 48925. La publicación ahora de La filosofía del hombre que trabaja y que juega se suma a esa serie, pero encierra quizá un encanto especial: "la Ciencia esta orientada hacia la acción, sí. Pero la acción no siempre es utilitaria: unas veces es trabajo, juego otras; es decir elemento estético, libertad. En todo conocimiento, en toda ciencia, hay una parte de Trabajo, otra de Juego"26.

Por último, para cerrar esta breve presentación, quiero expresar mi cordial gratitud a Angel d'Ors por su invitación a que escribiera estas páginas. Es un honor para mí, pero me parece, al mismo tiempo, un gustoso deber. Debo gratitud también a los hijos de Eugenio d'Ors, Juan Pablo y Álvaro, por la atención que han prestado a mis trabajos sobre su padre y las sugerencias que en diversas ocasiones me han hecho.

Jaime Nubiola,
Galway, Irlanda, 14 julio 1995

 


Notas

1. García-Navarro, A. Eugenio d'Ors. Bibliografía, Cuadernos de Anuario Filosófico, Pamplona, 1994.

2. Ferrater Mora, J. "D'Ors: Sentido de una filosofía", Obras selectas, Revista de Occidente, Madrid, 1967, I, 192.

3. López Quintás, A. El pensamiento filosófico de Ortega y d'Ors, Guadarrama, Madrid, 1972, 39.

4. Jardí, E. Eugenio d'Ors. Obra y vida, Aymá, Barcelona, 1967, 58; Capdevila, J. M. Eugeni d'Ors. Etapa barcelonina (1906-1920), Barcino, Barcelona, 1965, 46.

5. Font Puig, P. "In memoriam. Eugenio d'Ors", Diario de Barcelona, 28 septiembre 1954, 7.

6. Jardí, E. Eugenio d'Ors, 344.

7. D'Ors, E. Glosari (Selecció), Edicions 62, Barcelona, 1982, 59-60.

8. D'Ors, E. "Habla Eugenio d'Ors", La Cataluña, 8 febrero 1908, 93.

9. D'Ors, E. La filosofía del hombre que trabaja y que juega, ed. de 1921, 32-33.

10. Jardí, E. Eugenio d'Ors, 148 y n. 3.

11. D'Ors, E. La filosofía del hombre que trabaja y que juega, ed. de 1921, 159.

12. Fuster, J. Literatura catalana contemporánea, Editora Nacional, Madrid, 1975, 140.

13. Jardí, E. "La filosofía de Eugenio d'Ors", La Lectura XIV, nº 161 (1914), 6.

14. En Laín Entralgo, P. (ed.), La Edad de Plata de la cultura española (1898-1936), Espasa-Calpe, Madrid, 1993, I, 236.

15. Sobejano, G. [], 568-569; citado por P. Cerezo, 240.

16. D'Ors, E. La filosofía del hombre que trabaja y que juega, ed. de 1921, 150.

17. García Morente, M. "Introducción", ed. de 192, 18.

18. D'Ors, E. "Habla Eugenio d'Ors", La Cataluña, 8 febrero 1908, 93.

19. D'Ors, E. El secreto de la filosofía, Iberia, Barcelona, 1947, 12. "La realidad aquí no es propiamente conocida, sino pensada; es decir, creada. La actividad sigue siendo la garantía de la verdad" escribirá en la p. 199.

20. Carta del 3 de julio 1909, Fondo Giner de los Ríos, Academia de la Historia. (Cortesía del Prof. Octavio Ruiz Manjón por mediación del Prof. Vicente Cacho Viu).

21. Fuster, J. Literatura catalana contemporánea, 136.

22. Aranguren, J. L. La filosofía de Eugenio d'Ors, Espasa-Calpe, Madrid, 1981, 287 [compr]

23. Fullat, O. "Antropologia pedagògica d'Eugeni d'Ors", en D'Ors, E. L'home que treballa i juga, Eumo Editorial, Vic, 1988, xxiv.

24. D'Ors, A. "Xenius y Cataluña", en Nuevos papeles del oficio universitario, Rialp, Madrid, 1980, 445.

25. García-Navarro, A. Eugenio d'Ors. Bibliografía, 51 y 61.

26. D'Ors, E. La filosofía del hombre que trabaja y que juega, ed. de 192, 161.

 



Fecha de la página: 19 de mayo 2008
Última actualización: 27 de agosto 2009

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