Mundo Cristiano
febrero 2000, pp. 32-36

El filósofo Jaime Nubiola habla
sobre la ley anti-tabaco


por Jorge M. Núñez

 

1. Algunas personas, al contemplar las medidas anti-tabaco y la poca resistencia de los sufridores han manifestado que España ha cambiado. ¿Se puede pensar que hace unos años habría sido otra la reacción?

España y todos los países están cambiando aceleradamente en el tema del tabaco. Lo que más llama la atención en todo el proceso que hemos vivido en nuestro país sobre el tabaco es el papel central que han desempeñado los medios de comunicación para concienciar a la población. Hoy en día no sólo estamos todos convencidos de que fumar es nocivo, sino que apoyamos mayoritariamente la nueva legislación que pone más limitaciones al consumo de tabaco. Tanto la televisión como la prensa han apoyado decisivamente la implantación de esta nueva ley sin que haya habido apenas voces en contra

2. Incluso los no fumadores han detectado una cierta falta de libertad al imponerse una ley así. ¿Puede así interpretarse esta normativa?

Me parece que no. Se trata de proteger el derecho de la población no fumadora a respirar aire no contaminado por el humo del tabaco. Siempre se ha dicho que mi libertad termina donde comienza la de los demás. La nueva legislación no nos habla de derechos, sino de deberes, de nuestro deber de pensar primero en los demás. Que en unos momentos en los que priva el egoísmo, la satisfacción del placer cuándo, dónde y cómo me apetezca, se reconozca que el cuidado de los demás es más importante que la propia satisfacción, me parece muy positivo para la sociedad. Si uno aprende a cuidar a los demás respetando y protegiendo su derecho a no respirar humo, está aprendiendo algo sobre lo que es ser persona, ser libre, y la necesidad de subordinar lo que me apetece al bien de los demás. No somos Robinson Crusoe, vivimos con los demás y para los demás.

3. ¿Considera Vd. que el Estado es el más indicado para velar por nuestra salud? ¿Hasta qué punto puede hacerlo?

Por supuesto, velar por la salud pública es uno de los deberes del Estado. Puede hacerlo en la medida en que nuestros parlamentarios y nuestros gobernantes se pongan de acuerdo en los medios eficaces para velar por ella. Como se dice en la exposición de motivos de esta ley, el tabaquismo es la primera causa aislada de mortalidad y morbilidad evitable y la evidencia científica sobre los riesgos que conlleva el consumo del tabaco es concluyente. Es estúpido seguir fumando. Yo he fumado un paquete de cigarrillos diario desde los 15 años hasta los 40, y ya he visto morir al menos a tres amigos míos por cáncer de pulmón inducido por el tabaco. Esta legislación es un paso más hacia la completa eliminación del tabaco: es un veneno; y los venenos dañan independientemente de nuestra opinión acerca de ellos.

4. ¿No le parece demasiado revuelo social por un asunto que no tiene tanta importancia?

Las conductas humanas son importantes. Los hábitos sociales son importantes. Cuando voy a Estados Unidos siempre me impresiona la creciente obesidad de sus habitantes: a finales de agosto estuve en la Universidad de Indiana cuando comenzaba el curso y me horroricé al ver a los chicos y chicas de 18 ó 19 años con más de 100 ó 120 kilos de peso. No eran uno o dos, sino que eran obesos la tercera parte del curso. Es un verdadero fracaso para la sociedad. Hay muchos problemas implicados en los hábitos alimentarios, pero pienso que es urgente la adopción de medidas correctoras de este proceso que hace desgraciados a tantos chicos y chicas, además de poner en serio peligro sus vidas.

5. Como filósofo, ¿juzga coherente que se condene el tabaco y al mismo tiempo se permita su venta, y que el Estado cobre impuestos?

Sí que me parece coherente. El Estado tolera el tabaco y penaliza su venta cargando su consumo con impuestos. Con esos impuestos se compensa el enorme gasto sanitario que generan los fumadores. Quizá habría que complementar estas medidas con el apoyo sanitario a los consumidores que quieren dejarlo, la sustitución de los cultivos de tabaco por otras plantaciones y una amplia campaña nacional para disminuir efectivamente el consumo de tabaco de forma que en unos años se deje totalmente de fumar. Un mundo sin tabaco sería en mi opinión un mundo mejor que el actual. Vale la pena encaminarse hacia ese mundo.

6. ¿Puede llegar a dividirse la sociedad por este tema?

El pluralismo es muy bueno para la sociedad. Con el tabaco no hay desacuerdos teóricos, sino en todo caso prácticos, o sea, acerca de la mejor manera de organizar la convivencia de fumadores y no fumadores. Sabemos que el consumo de tabaco durante el embarazo, puede perjudicar al feto. De manera semejante a como la legislación no deja a una mujer llevar a su hijo en brazos en el coche, las mujeres gestantes deberían tener prohibido fumar independientemente de sus opiniones o preferencias al respecto. Las leyes tienen un gran valor educativo. El mensaje es: no pueden poner en riesgo a la criatura que viene. A propósito de esto, me viene a la memoria el comentario de una profesora extranjera de visita en nuestro país. Muchas jóvenes madres españolas llevan a su hijo a la guardería o al colegio cogido de la mano izquierda y fumando el primer cigarrillo del día con la derecha. Por cuidar al hijo valdría la pena esperar a fumar ese primer cigarrillo en el camino de vuelta, me dijo, y me parece que acertaba.

7. La intolerancia que se ha creado con el tabaco, ¿es un reflejo de que en nuestra sociedad nos aguantamos poco entre nosotros?

Me parece que la cuestión no puede plantearse en estos términos. Aguantarse tiene un doble sentido, el de soportarse y el de apoyarse. Me gusta más este segundo. Pienso que nos aguantamos los unos a los otros a base de cariño, de diálogo, de ejemplo, de colaboración, de pasarnos por alto unos a otros excesos y defectos a fin de cuentas sin mayor importancia. Nos resulta más fácil vivir la solidaridad en situaciones extraordinarias y lo hacemos muy bien en esos casos. En cambio, nos cuesta quizás un poco más pensar en los demás a la hora de poner el volumen de la televisión, a la hora de acoger con una sonrisa a quien nos interrumpe, a la hora de distribuir tareas en una comunidad de vecinos o en una familia. La nueva legislación de medidas sanitarias frente al tabaquismo me parece una ocasión formidable para aprender a ser más solidario en las pequeñas cosas de la convivencia diaria.

8. Se ha hablado de la posibilidad de llegar incluso a denunciar a aquel fumador que no tiene tu simpatía. ¿No puede llegarse a un régimen de sospecha?

Efectivamente es indeseable un sistema de denuncias por la desconfianza que genera. Es mucho más eficaz la política positiva y los ejemplos constructivos: se trata de ayudar a cambiar los hábitos dañinos o malos hábitos de las personas. Hay que desaprender unas costumbres y cambiarlas por otras nuevas: no se logra esto mediante denuncias, sino contagiando convicciones, estilos de vida.

9. Adicciones más peligrosas como el alcohol, el sexo o el juego son perseguidas con menos dureza que el tabaco. ¿Es significativo de algo esta actitud?

Todas las adicciones —también la adicción al trabajo— son malas en el sentido de que degradan o esclavizan al ser humano. Aunque pueden degenerar hasta la adicción, ni el alcohol, ni el sexo, ni el juego son nocivos; el tabaco sí, tanto en cantidades grandes como pequeñas. También son nocivas otras drogas como los porros o la cocaína, pero no se han distribuido nunca legalmente en nuestro país como viene haciéndose desde hace siglos con el tabaco.

10. En una universidad como en la que usted trabaja ¿cuál ha sido la reacción de los jóvenes?

En Navarra la legislación vigente desde hace algún tiempo prohibía fumar en la Universidad en todos los lugares cerrados, incluidos las cafeterías y los pasillos. Los alumnos apoyaron masivamente esa prohibición conscientes de que el humo perjudica a los demás. Ahora la dificultad está en la nube de fumadores y en la siembra de colillas a las puertas de los edificios. En algunas universidades americanas hay pintada una raya a quince metros de las puertas de los edificios para indicar que sólo se puede fumar en el exterior a partir de esa línea. El problema es la lluvia, el viento y el frío, y la necesidad de habilitar ceniceros bonitos y prácticos para las zonas exteriores. Todavía no hemos solucionado bien esto.

 


Fecha del documento: 8 de octubre 2007
Ultima actualización: 8 de octubre 2007

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