Filosofía del Lenguaje
Prof. Jaime Nubiola
Universidad de Navarra

S. Kripke (1976):
"Matemática y filosofía"





Una leyenda matemática bastante conocida describe un encuentro entre el eminente philosophe Denis Diderot y el gran matemático Leonhard Euler, quienes se hallaban viviendo simultáneamente en la corte de Catalina la Grande en San Petersburgo. Algunos de los cortesanos estaban sobresaltados por el ateísmo de Diderot y, en un intento de ponerle en un aprieto, organizaron una confrontación con Euler, quien —decían— tenía una prueba matemática de la existencia de Dios. Cuando tuvo lugar la confrontación delante de toda la corte, Euler arguyó:

"Monsieur, ; donc Dieu existe. Repondez!". Diderot, que no sabía nada de álgebra, quedó perplejo para responder y cayó en desgracia en la corte.

En justicia a Diderot, debe decirse que seguramente el incidente nunca sucedió tal como he descrito. De hecho Diderot fue el autor de varios ensayos matemáticos eruditos. Sin embargo, si no andamos con cuidado, algunas de nuestras discusiones filosóficas corren el peligro de llegar a parecerse a la confrontación legendaria. He visto casos en los que un truco técnico simplicísimo, casi trivial matemáticamente, ha captado la imaginación de un filósofo y ha sido utilizado como si fuera la llave que fácil y mecánicamente abriera puertas que habían estado siempre cerradas a la investigación filosófica ordinaria. Más de una vez he escuchado argumentos filosóficos en los que se ha invocado un resultado técnico —revestido una veces matemáticamente, o técnicamente significativo otras— como si condujera directamente a una conclusión filosófica sin necesidad de otras premisas. Incluso no siempre está claro si el proponente considera su argumento como entimemático o no. Con todo, cuando el argumento es interesante, lo son a menudo tanto las premisas filosóficas suprimidas como lo es el resultado matemático que debería ser el foco de la disputa. Y, desde luego, los lectores deben cuidar no amilanarse por un argumento simbólico significativamente complicado al modo del Diderot de la leyenda.

 

Foto de Neldo Cantanti (2005)

Deseo insistir de nuevo en que ninguna de mis observaciones metodológicas generales puede usarse como sustituto de los argumentos en casos particulares. No se puede, por ejemplo, descartar un criterio técnico propuesto, fundándose en que "los criterios técnicos deben ser considerados con recelo"; deben examinarse los argumentos particulares que se presentan en su favor. Solamente deseo argüir que los argumentos deben presentarse de veras y deben ser examinados; no se debe tener un respeto exagerado por un criterio técnico meramente porque sea un criterio técnico.

En tiempos recientes pero pasados, se ha dicho de algunos círculos de filosofía en lengua inglesa, especialmente en Gran Bretaña, que habían subestimado mucho la aplicabilidad de la técnicas formales y lógicas a las cuestiones filosóficas. Supongo que esa actitud es compartida por muy pocos de los lectores del presente volumen, de modo que apenas necesito defender aquí la genuina contribución filosófica hecha por la lógica moderna. Hasta cierto punto parece que el péndulo ha oscilado de nuevo en la otra dirección, y se requieren precauciones de distinta clase. Obviamente las investigaciones lógicas pueden ser un instrumento útil para la filosofía. Sin embargo, deben estar informadas por una sensibilidad hacia la significación filosófica del formalismo y por una generosa aceptación del sentido común, así como de una completa comprensión de los conceptos básicos y de los detalles técnicos del material formal utilizado. No debe suponerse que el formalismo pueda producir resultado filosófico de modo superior al de la capacidad ordinaria de razonar filosóficamente. No hay un sustituto matemático para la filosofía.

[Extracto de S. Kripke: "Is There a Problem about Substitutional Quantification?", en G. Evans y J. McDowell (eds.), Truth and Meaning, Clarendon Press, Oxford, 1976, pp. 415-16 (Traducción de J. Nubiola, 1988)]





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Ultima actualización: 17 de agosto 2017