Curso Filosofía del Lenguaje II
Prof. Jaime Nubiola
Universidad de Navarra

El falibilismo ¿Utopía o esperanza?

Borja Valcarce
fvalcarce@alumni.unav.es




Las personas a veces no sabemos cómo describir una idea que cruza de manera fugaz nuestra mente, pero nunca nos vamos a la cama sin haber aprendido algo nuevo, y hace poco me dí cuenta de que había aprendido una palabra nueva. Así, un día como otro cualquiera me enseñaron el significado de la palabra "falibilismo". Parece ser que todos sabemos que el conocimiento humano no es perfecto y que nunca llegaremos a pensar todo aquello que podríamos pensar en una existencia infinita.

Pues bien, la concepción más extendida en la conciencia colectiva es la subjetividad. Si nunca llegamos a pensar y realizar todo lo que podemos, lo normal es hacer todo lo que podamos para romper los límites que nos encierran en estructuras que nos impiden ejercer el "noble arte de la libertad". Curiosamente, esta conducta conlleva una paradoja, a saber, en el momento en que creemos que podemos hacer todo lo que deseamos nos dedicamos a imponer a los demás esa misma idea, lo cual nos conduce a un patrón de comportamiento. Lo que se intenta eliminar, en última instancia, lleva a lo eliminado.

Luego está la concepción objetiva que, normalmente, encuentra su fin en el fanatismo. En el instante en el que una persona se siente dueña de la verdad absoluta no puede ni debe dejar de imponerla a los demás. Al final parece connatural al ser humano imponer a los demás o que le impongan. Lo que es francamente difícil es encontrar un punto intermedio en el que se pueda dialogar, más aun, es casi imposible encontrar a dos personas que sé acepten los argumentos del otro para comenzar un diálogo enriquecedor.

Por tanto, puede verse que la búsqueda de la verdad es, en principio, ardua y difícil, lo cual no quiere decir que haya que tirar la toalla y abandonar. No, más bien hay que buscar otro camino. Fijémonos en una idea interesante del pragmatismo, “no hay un camino único para llegar a la verdad”. Por tanto, se puede deducir que la verdad se defiende por sí sola. Si llegamos a ella es que ella ya estaba. El pragmatismo pluralista defiende esta postura, pero seguimos sin saber y nunca sabremos qué es la verdad. Si lo supiéramos perdería la gracia vivir, no habría nada nuevo por descubrir, es esencial al ser humano poder equivocarse y aprender, es lo que nos mantiene vivos, esto es, ser falibles.

Sin embargo, parece ser que no perdemos la esperanza en encontrar la verdad, en profundizar en ella, en rascar un poquito y desenterrar esa luz que nos suma en un estado de contemplación casi perfecta, en esa idea que nos roba un suspiro. Ese relámpago que destella en nuestro intelecto y dispara los latidos de nuestro corazón por haber rozado esa totalidad tan perfecta a la que llamamos verdad…

Mientras tanto, 3.500 millones de personas se enfrentan a serios problemas por falta de agua y condiciones de vida inadecuadas, y una sexta parte de la población mundial pasa hambre y muere por diversas causas. Pero, cuidado, nosotros estamos contemplando la Verdad. No, lo que es verdad es que el 60% de la humanidad vive en la miseria y, que por si fuera poco los explotamos laboralmente. Eso es verdad. Que la población iraquí está a punto de entrar en una guerra civil que tendrá consecuencias devastadoras para el mundo islámico y el equilibrio entre religiones. Eso es verdad.

Aunque por otro lado, también hay otra verdad: es "verdad" que estamos contemplando algo de la Verdad. ¿Qué es realmente la verdad? No digo que no sea una tarea digna el dedicarse a la filosofía y a tender lazos para investigar qué es la verdad, su esencia y todo lo que se quiera. Pero, el mundo está en quiebra, y si no hemos conseguido ponernos de acuerdo en cómo ayudar, cómo solucionar o cómo intentar arreglarlo, menos podremos hacer en un tema tan abstracto, tan inmenso y tan abarcante como puede ser la verdad.

Ahora clamaréis al cielo y me llamaréis idealista. Diréis que pienso utopías. Pues no, ¡vivo de ellas! Hay personas que saben que es difícil, pero no se refugian en el débil argumento de la imposibilidad, de la utopía. Y si no mirad en vuestro interior. La persona es un ser de proyectos que nunca concluyen, de metas que nunca se alcanzan, es perfeccionable… ¡Llamadle utopía! La filosofía busca la verdad, desentrañar algo de ella… pero nunca llegará, nunca la aprehenderá conociéndola a la perfección… ¿No es una utopía? Y así toda actividad que pueda realizar el ser humano. ¡Parece ser que somos una utopía andante ¿O no?!

Por tanto, no solo el conocimiento humano es falible. Todo en el hombre es falible. Y de esto se deduce que la vida de la persona humana es una utopía, a no ser que la consideremos de otra forma, a no ser que la consideremos como esperanza…

Y si un filósofo puede albergar esperanzas en reunirse, pensar y debatir para ir desentrañando un poquito de esa verdad que nos conduce al perfeccionamiento, de romper las barreras entre el relativismo y el pluralismo para un mejor acercamiento hacia la verdad. ¿Por qué no puede decirse lo mismo de lo que siempre se ha llamado "utopía"? ¿Por qué no decir que lo que el ser humano es en toda su actividad; en toda su inmensidad y grandeza, en su eterno momento de esplendor es que, simplemente, es una pura esperanza? ¿No es esta una pequeña gran verdad?



Diseño de la página: Izaskun Martínez
Última actualización: 21 de marzo 2006

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