HACIA UNA TRANSFORMACION DE LA RESPONSABILIDAD EN EL MERCADO DEL SOFTWARE: SERVICIO FRENTE A PRODUCTO

Carlos Eslava y Jaime Nubiola

Centro Tecnología Informática
Departamento de Filosofía
Universidad de Navarra, España


Published in P. Barroso et al, eds., Ethicomp96, Proceedings of the III International Conference Values and Social Responsibilities of the Computer Science, Madrid, 1996, I, 175-180. Reprinted in Empresa y Humanismo 35, (1996), 21-26



 Abstract

The substantial losses resulting from free copy of software are leading to increasingly aggressive campaigns against it from software producers. The aim of our paper is to examine the value and nature of software and the responsibilities that developers assume. We defend the substitution of the present sale of products by a service in which responsibility is really taken for the quality of the software. If a guarantee of service between the developer and the customer is established, users would become aware of the real difference between buying software and copying it.


Resumen

Las empresas de software están endureciendo sus campañas publicitarias contra la copia libre de sus desarrollos por parte de los usuarios. El propósito de esta comunicación es examinar el valor y naturaleza del software y la responsabilidad que asumen actualmente los desarrolladores para proponer la sustitución de la venta de productos informáticos por un servicio en el que se responda realmente de la calidad. Se trataría de establecer un compromiso de servicio entre el desarrollador y los usuarios, de forma que estos adviertan efectivamente la diferencia entre comprar un programa y copiarlo.

 
 
 

1. Introducción

Las empresas que desarrollan software están haciendo un gran esfuerzo para evitar la piratería de sus programas informáticos. Con el apoyo de la mayor parte de los gobiernos, se alían entre sí para llevar a cabo campañas publicitarias, a veces particularmente agresivas, en contra de la piratería, pues estiman que sus pérdidas por esta razón superan los 15.200 millones de dólares al año [Holleyman, 1996]. Este fenómeno muestra también que la normativa de la propiedad intelectual y los derechos de autor no se adapta bien a las características típicas de los programas de ordenador: plasticidad, fácil transmisión y copia, naturaleza intangible y diversidad de usos posibles [Samuelson, 1991].

 En los últimos años ha habido una amplia discusión a favor y en contra de la copia casual de software [Nissenbaum, 1992; Johnson, 1992], y sobre todo en defensa del libre uso del software [Stallman, 1992]. Pero lo que hasta ahora no se ha analizado suficientemente —y es el aspecto que nos parece más decisivo y constituye el foco de nuestra comunicación— es el muy deficiente alcance de los compromisos de los desarrolladores acerca de la calidad de su software.

 Mientras en la compra de un ordenador, el fabricante responde con una garantía de uno a tres años según los componentes, los compromisos que adquiere el desarrollador de software para con el comprador son mínimos: se reducen a la garantía de que su software funcionará "sustancialmente de acuerdo con lo especificado en los manuales". Nuestra comunicación propone un importante cambio conceptual de la responsabilidad de las empresas desarrolladoras de software: se trataría de sustituir la actual venta de productos informáticos por un servicio efectivo en el que se responda realmente de la calidad.

 De acuerdo con este propósito, tras esta breve introducción, analizaremos los tipos de software (sección 2), el valor que la sociedad da a los programas de ordenador (sección 3), los compromisos entre el usuario y el desarrollador (sección 4), la situación actual del mercado (sección 5) y finalmente para concluir defenderemos nuestra propuesta de transformación del mercado de software (sección 6).

 

2. Tipos de software

Como es bien sabido, el software es un conjunto de instrucciones para ser utilizadas directa o indirectamente en un sistema informático (hardware y software); el software no se entiende sin la máquina en la que se ejecuta. Los programas de ordenador marcan la diferencia entre un buen sistema y una máquina inútil.

 La comercialización, los precios y los canales de distribución de los programas de ordenador se ha estructurado con arreglo a las diferencias de copyright [Sprague, 1995]. De esta forma, suelen distinguirse habitualmente cuatro tipos de software [EUIT, 1995]:

Lo que resulta más llamativo en esta clasificación es que los cuatro tipos distintos de software se establecen únicamente con base en las diferencias en los derechos sobre la explotación comercial de los programas por parte de las empresas que los han desarrollado. En ningún caso hay diferencias efectivas en los compromisos hacia los usuarios por parte de los desarrolladores de programas. Esta situación explica bien por qué los usuarios que adquieren programas comerciales frecuentemente los tratan como si fuera freeware, ya que las diferencias de responsabilidad entre unos programas y otros resultan la mayor parte de las veces irrelevantes. Incluso en algunos casos el desarrollador de software comercial tiene un compromiso menor con el usuario que el desarrollador de freeware, pues no es infrecuente que el desarrollador de freeware establezca un compromiso con sus usuarios de notificación y envío electrónico de las futuras revisiones y actualizaciones de su programa.

3. Valor que la sociedad da al software

La sociedad otorga al software un valor muy escaso. Dos son probablemente las causas principales de esta baja valoración: por una parte, el carácter intangible —que no se puede ver ni tocar— de los programas y, por otra, la total dependencia que el software tiene respecto del hardware. El software no es una mercancía que tenga valor por sí misma. En una estantería en la tienda tiene muy poco valor; sólo cuando actúa sobre el hardware adquiere verdadero valor.

 En este sentido, si se comparan los programas de ordenador con las cintas de audio o los discos compactos se advierte enseguida que hay entre ellos al menos dos diferencias muy llamativas. En primer lugar, el software interactúa con la máquina que interpreta sus instrucciones, incluso en algunos casos puede decirse que gobierna a la máquina. En contraste con esto los reproductores de señales de audio no interactúan con el sistema, sino que simplemente se limitan a leer los registros que contienen a través de sus cabezas lectoras. En segundo lugar, nuestra sociedad considera tangibles los discos y las cintas que almacenan audio y como tales se comercializan. Un usuario puede tener en CD todas las sinfonías de Beethoven, incluso en distintas versiones, pero ningún usuario coleccionará jamás las sucesivas versiones de Word de Microsoft.

 Con la comercialización de los CD desapareció buena parte de la copia de discos LPs en cintas de audio. El CD incorporaba la ventaja de la cinta en cuanto al pequeño tamaño tanto del disco como del reproductor y la del acceso aleatorio del LP, pero su gran ventaja ha sido sobre todo la calidad muy superior de la reproducción del sonido gracias a la tecnología digital. En contraste con ello, el software que vende el fabricante no puede ofrecer una calidad superior al de quien lo copia, pues la copia es simplemente un duplicado de la misma información. Tampoco puede ofrecer ninguna ventaja por el tipo o el tamaño del soporte, ni por el método de acceso. Por eso resulta indispensable prestar una atención más detenida a la peculiar naturaleza del software y a la relación singular que establece entre el desarrollador y los usuarios.
 

4. Relación usuario-desarrollador: compromisos

En la adquisición de los componentes físicos de un ordenador (hardware), el fabricante suele asumir un contrato de garantía de entre uno a tres años. En el caso de los llamados ordenadores clónicos —sin un control de calidad exhaustivo y sin marca y por ello sensiblemente más baratos— la garantía es como máximo de un año, y en ocasiones para el procesador o motor principal del ordenador es tan sólo de tres meses.

 Los programas de ordenador se adquieren normalmente a través de un distribuidor. Dentro de la caja en que se vende hay una licencia que autoriza el uso del software y una tarjeta de registro con el fin de formar parte —si el comprador lo desea— de un conjunto de usuarios que emplean ese programa. La licencia no es nominal, sino numérica, pues el desarrollador del producto asigna un número a cada copia que será requerido en algunos casos para la instalación. De hecho el comprador no adquiere compromiso efectivo alguno con el vendedor, salvo el de abonar el precio convenido.

 La licencia autoriza a utilizar el software, pero no garantiza su funcionamiento correcto en el ordenador [Forrester y Morrison, 1994]. El desarrollador garantiza que el software funcionará sustancialmente de acuerdo con lo especificado en los manuales que lo acompañan, es decir, garantiza que en los discos está lo que debe estar, pero excluye positivamente cualquier garantía implícita. De hecho el compromiso del desarrollador con el usuario es mínimo.

 Es experiencia común que los seres humanos estamos de continuo comparándonos unos con otros. Suele decirse —y parece cierto— que los problemas salariales no surgen tanto porque se considere insuficiente la retribución, como porque se piensa que se gana lo mismo o menos que otras personas que se estima trabajan menos u ocupan puestos de menor responsabilidad [Pérez López, 1988]. Este fenómeno, que a todos resulta tan familiar, es muy ilustrativo para comprender mejor el de la piratería de programas. [questiondown]. ¿Qué diferencia hay entre un software comprado y otro copiado? No hay diferencia intrínseca alguna. Un número de licencia no es nada, una revista cada tres meses con las novedades es muy poco y un teléfono para consultas —que ni siquiera es un número gratuito y suele estar comunicando— soluciona poco. Esto es todo lo que diferencia al software comprado del software copiado sin respetar los derechos del desarrollador: en la práctica nada. Si no hay diferencias efectivas de calidad entre comprar un programa o simplemente copiarlo, resulta cuando menos ingenuo invertir cantidades importantes de dinero para comprar algo que puede conseguirse de modo gratuito.

5. Situación actual del mercado del software

Aunque resulta bien conocido por todos, la configuración actual del mercado del software presenta al menos seis inconvenientes de cierta entidad para los usuarios:

Frente a todos estos inconvenientes son muchos los que piensan que no pasará mucho tiempo sin que alguna empresa multinacional comience a regalar como estrategia de marketing para sus productos un software de tratamiento de textos desarrollado por Microsoft. En ese caso, la fórmula mejor sería convertir ese desarrollo en freeware, que es la fórmula de libre distribución de software que está resultando un mayor acierto incluso en términos económicos en los últimos tiempos. Como los medios de comunicación no dejan de airear, Netscape Communications, Qualcomm con Eudora, Sun con Java, obtienen muchos beneficios con los servicios que rodean a sus aplicaciones freeware, esto es que distribuyen gratuitamente. Netscape vende sus servidores de WWW, correo electrónico y proxies gracias al éxito que tiene su navegador para internet. Por su parte, Qualcomm vende sus servidores de correo electrónico y clientes de correo gracias al éxito de Eudora Light y, de modo semejante, la implantación de desarrollos en Java para internet ha hecho que los administradores de sistemas confíen en las plataformas y sistemas de seguridad de Sun para la configuración de sus redes. Todo hace pensar que esta opción irá creciendo conforme el mercado de desarrollo de software comience a estar saturado.

 

6. Hacia una transformación del mercado del software

La situación actual del mercado de software es realmente desafortunada: falta un compromiso efectivo por parte del desarrollador, muchos usuarios atropellan impunemente los derechos de los autores y fabricantes, pero sobre todo hay una relación desequilibrada entre precio y valor efectivo para un producto que se vende en la estantería del distribuidor. Para cambiar esta situación, no basta con una simple mejora de la oferta de servicios postventa, sino que es necesario abordar una profunda transformación de la estructura del mercado de software, en la que éste deje de ser considerado un producto y pase a ser considerado un servicio.

 Esta propuesta aspira a un importante cambio conceptual de la responsabilidad de las empresas de software: se trata de sustituir la actual venta de productos informáticos por un verdadero servicio en el que los fabricantes respondan realmente de la calidad de sus productos a lo largo del tiempo. Sólo así desaparecerá la piratería. El mal funcionamiento ocasional de los programas puede reducirse si se aumentan los controles de calidad, pero para reducir la piratería —o incluso eliminarla del todo— hace falta una completa transformación de la relación entre el desarrollador y el usuario: el usuario está dispuesto a pagar por un servicio y una atención que realmente necesita, pero no —como pasa ahora— por un producto que puede copiar de modo gratuito sin una diferencia efectiva de la calidad.

 Mientras se llega a esa situación, el software podría ser tratado como un producto en la tienda, pero desde el momento en que se instala debería ser considerado como un efectivo servicio de programación. Un servicio así entendido incluiría los siguientes aspectos:

Si a los desarrolladores actuales de software no les interesa prestar un servicio así, podrían otorgar la comercialización a otras empresas que lo comercializaran efectivamente. La desafortunada situación actual resulta difícilmente sostenible por más tiempo. Los desarrolladores de software, mediante la transformación del alcance de su responsabilidad, lograrían efectivamente que los usuarios advirtieran la diferencia entre copiar un programa y comprarlo. Pero no lograrán ese resultado simplemente con campañas agresivas de publicidad contra la piratería como las que hasta ahora han venido llevando a cabo.
 
 

Agradecimientos

Los autores agradecen a Josep Corcó y a Ignacio Coupeau por sus sugerencias y comentarios. Jaime Nubiola agradece la hospitalidad del CSLI, Stanford University, durante el verano de 1996, que le permitió trabajar en esta comunicación.

Referencias



Fecha del documento: 8 noviembre 1996
Última actualización: 27 de agosto 2009

 

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