5. 1. The adaptation difficulties

Las formas puntiagudas y erizadas de las catedrales góticas son manifiestamente incompatibles con el énfasis horizontal que exige una composición clásica. Y, con el tiempo, los arquitectos tuvieron que limar todas esas rugosidades. Además, las dos torres de las fachadas se resistían a integrarse en un esquema de órdenes clásicos, y solucionar este problema supuso un verdadero desafío en la composición arquitectónica.

En lo que respecta al interior, una buena adaptación a formas clásicas parecería casi imposible. Las iglesias que llamamos góticas recurrían a pilares de cualquier esbeltez, y por tanto de cualquier proporción, siempre que no peligrara la estructura.

Pero la sustitución de pilares a columnas clásicas creaba un problema de composición y otro de estructura. La combinación de arcos sobre columnas no permite articular todo el muro, pues resulta muy difícil conectar las enjutas de los arcos con cualquier organización superior. En lo que respecta a la resistencia, en un orden clásico el grosor de las columnas está en relación con la altura; y, en muchas ocasiones, las columnas clásicas aisladas, de una altura razonable, no tienen sección suficiente para soportar bóvedas.

Estos problemas condujeron a disponer pilares más anchos, con pilastras o semicolumnas, tal y como presentarán los diseñadores italianos al menos desde Alberti. Ya entrado el siglo XVI, las iglesias así parecieron distintivas del catolicismo; pues, en el continente, fueron los católicos quienes construyeron iglesias grandes con tres naves; pues los creyentes de las distintas ramas protestantes prefierían, en general, iglesias centradas en la predicación, y más sencillas de forma. Por otra parte, la mayor parte de esos edificios se inspiró en diseños de arquitectos italianos, y preferentemente romanos.

Muchas veces estas ideas se difundieron a través de las iglesias de la Compañía de Jesús. Por eso algunos historiadores europeos de inicios del siglo pasado hablaron de arquitectura "jesuítica", abarcando lo que entendemos como barroco. El apelativo no tiene demasiado fundamento. Simplemente, la Compañía de Jesús se expandió en los siglos XVI al XVIII a todos los países europeos, y especialmente a los católicos. Los jesuitas mantenían una constante relación con Roma, donde podrían conocer las novedades arquitectónicas y proveerse de tratados y láminas. Y hubo excelentes arquitectos jesuitas, como los padres Pozzo en Roma, y Martellange o Derand, en Francia, Alonso Matías, el hermano Bautista en España y Francisco Díaz de Ribero, en España.

Brunelleschi

 

 
Joaquin Lorda. CLASSICAL ARCHITECTURE

IV. Great Churches

5. Latin cross-plan churches

5. 1. The adaptation difficulties
5. 2. San Giorgio. Venice
5. 3. Il Gesú and the Roman interior
5. 4. Saint Paul. London
5. 5. French Great churches
5. 6. Central Europe churches
 
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