volver
Eugenio d'Ors
presentación | vida | obra | pseudónimos | retratos y caricaturas | galeria fotográfica |dibujos |entrevistas| enlaces    
SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
GLOSAS en La Vanguardia
Eugenio d'ORS, «Glosas de La Vanguardia», La Vanguardia Española, Barcelona (1-II-1940—14-IV-1940)       
Palmas y Misterios
(La Vanguardia, 14-IV-1940, p. 1)
Siempre he defendido la tesis de que la gran tarea de la recuperación, artística no se cifraba únicamente en devolver las obras de arte a sus dueños, antes debía defender las obras contra sus mismos dueños. Por esto, al servicio oficial a ello dedicado, le bauticé, «Servicio de DEFENSA y Recuperación del Patrimonio Artístico Nacional»… Entendiendo, por otra parte, que aquel quehacer se extendía—más allá del cuadro convencional de las artes que se pueden contar con los dedos de la mano— a otras regiones arbitradas por el humano ingenio y regadas por su vena de poesía, es decir, de creación; regiones extendidas desde el confín de las formas litúrgicas hasta el de las formas naturales, las de la fauna, flora y gea. Así hubo un día de aventurarse algún intento para la salvación de una curiosa variedad de caballitos navarros —ilustrada en la historia de la pintura por el pincel de Velázquez— y que anda hoy en peligro inminente de extinguirse.
Más interesante aún que los «ponney» navarros, son los palmeras de Elche. Y también a ellas la destrucción amenaza, con más culpa de los hombres esta vez; porque sí en el primer caso el mal se debía a un descuido zootécnico, en el segundo el riesgo es el de una tala completamente voluntaria y premeditada largamente. Tan largamente, que inclusive la autorización oficial para el sacrilegio lleva años y años de instada por primera vez y ha sido varias veces reiterada, descontando cada vez, sin duda, con el desgaste que a cada una de las negativas del Estado, múltiplemente reproducidas también, imponía el tiempo. Porque, es lo que me decía en cierta ocasión la marquesa de la R..., molesta por la imposición de no sé qué pequeño tributo sobre no sé qué acto que intentaba: «Esperaremos que PASE esta ley»… Quiere decir que, al evaporarse en ella la virulencia de la novedad, pierda el poder de la eficacia.
La mal aconsejada codicia debe de confiar ahora, en que haya PASADO cierto decreto, que tiene, no obstante, pocos años de existencia, y en que la tala de las palmeras de Elche es (yo no quiero decir «era») severamente prohibida, por considerar aquel maravilloso conjunto vegetal y paisaje único, como un importante tesoro nacional, ya que no todavía específicamente monumento. La codicia, que ya en Tenerife había perpetrado en gran escala atentado idéntico, talando palmerales y palmerales, delicia de los ojos y gracia del clima —sacrificados a una producción de plátanos, de la cual muy pronto, por lo excesiva, no se supo qué hacer— repite ahora el golpe. Aquélla se llamó, en la coyuntura, crisis platanera. Cuando lo que realmente andaba entonces en crisis era, con el sentido estético, el sentido común. Ignoro si en Elche se intenta ahora sacrificar las palmas del Domingo de Ramos a las alpargatas de cada día. Pero, no sólo de alpargatas vive el hombre, sino también de los naturales abanicos soberbios que se cimbrean dulcemente en el horizonte entre los dos azules del cielo y del mar.
Tampoco la ruina de los elementos que tradicionalmente servían en Elche para la celebración anual de su «Misterio»—, ¡«misterio» y no «auto sacramental», gracias a Dios!— en honor de la Asunción y Coronación de la Virgen, se debió al descuido, ni siquiera a una avalancha popular inconsciente; como que no ocurrió en 1936, sino dos años antes. Se debió al vandalismo iconoclasta gubernamentalizado y municipalizado, en rebeldía contra la sagrada herencia de los siglos y contra los estratos de las civilizaciones acumuladas. Premeditadamente también aquí, fríamente, fue ordenada por quien podía la destrucción del templo y la entrega de sus elementos de culto y de arte a las llamas. ¿No había entonces un servicio para defender el patrimonio artístico nacional? Lo había, pero como si no.
Por esto nos toca hoy atender con esfuerzos titánicos, desesperados muchas veces, a la otra fase de la tarea, a la obra de recuperación. Recuperación sobre el despojo o recuperación sobre la nada. Muchos tesoros nuestros, y de los mejores, no se han quedado en el extranjero, ni en escondrijos ni en el fondo de los chamariles oscuros, sino en el aire. De allí hay que sacarles, para gloria nueva de nuestros ojos, mediante lo que ya no es investigación, sino magia. Una magia a que debemos entregarnos aún quienes, por nuestra propia ley intelectual, menos vocación tendríamos para ello... ¡A ver, un exorcismo, para defender las amenazadas palmeras de Elche! ¡A ver, un ensalmo, para que vuelva a abrirse pronto, a medio aire de la cúpula de la iglesia de Santa María, aquella «magrana» aurífera, donde el Ángel desciende a decorar la muerte de María, con, dorada como su nimbo, una palma del palmeral!

Diseño y mantenimiento de la página: Pía d'Ors
Última actualización: 25 de marzo de 2009