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Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
GLOSAS en La Vanguardia
Eugenio d'ORS, «Glosas de La Vanguardia», La Vanguardia Española, Barcelona (1-II-1940—14-IV-1940)       
El parte oficial de paz
(La Vanguardia, 31-III-1940, p. 2)
Un año cuenta ya en España la paz y todavía, empezando por nosotros, sabemos de muchos no curados de la nostalgia del tiempo de guerra. Ya se entiende que lo de entonces añorado no es la guerra misma, cuya predilección resultara tan monstruosa como estúpida. Sino cierto estado moral ambiente, por la guerra traído y mantenido, en el campo donde los ocupantes de tierra de España podían llamarse de veras españoles.
Aquel entusiasmo, aquella generosidad, aquella especie de enajenamiento divino; aquella desproblematización de las cosas mediocres y olvido casi total de las personales; aquella tensión, donde hasta los dolores desaparecían y los males físicos se curaban; aquel superamiento general de la mezquindad, aquel destierro absoluto del hastío; y la unanimidad, sobre todo, que multiplicaba para las gentes, a lo largo de cada jornada y de sus contingencias y encuentros, las comuniones magníficas, ¿quién nos los devolverá? La advertencia oficial de que, si la guerra terminó, la lucha no ha cesado; la recomendación administrada en un cotidiano alerta, no bastan, visiblemente, para ello. Se encuentra a faltar algo para dar sacramentada corporeidad a un fervor que, huérfano de suficiente expresión material, se diluye. Algo que sirva para lo que el católico obtiene de la capilla y de la imagen, y sólo imperfectamente, el protestante, del cántico y de la oración.
Cada rincón del campo o de la ciudad en que, pasadas las once de la noche, se oía, en aquel tiempo, el parte oficial de guerra dictado por la Radio Nacional, convertíase en una capilla, donde la carne de la Patria venía a cada boca. Y, a media noche, capilla volvíanse también las entrañas de hombre, de mujer, de niño en el excelso manjar sustentadas. Sobre su enriquecimiento cruzábamos manos y brazos para que de nosotros no se escapara. Para gustarlo más prolongadamente y mejor, habíamos cerrado los ojos. De las esperanzas, como de las angustias, formábamos un fondo común. No había en tales instantes separación de clase, edad, generación, partido que no arriara su bandera. Veíase en ocasiones, por calles o albergues, algún extranjero acercarse distraídamente al lugar de la audición; no entendida en su texto, acaso, no discernidos los nombres de pueblos que el parte mencionaba, ocurría que el espíritu operase aquí también; en pocos segundos, el displicente se transfiguraba; un fuego había prendido en él, y ahí estaba, echando como nosotros llamaradas de unanimidad por los ojos y con las voces…
¡Si aquellas comuniones llegasen hoy a ser renovadas! ¡Si se lograse para las informaciones sobre nuestra ardua paz y quehacer ingente un rito emocionado, como el que nos hacía vibrar, al cerrarse un día entre los días de las batallas! ¿Por qué no, después de todo? ¿Por qué —con igual solemnidad, igual laconismo, igual estoicismo, ante la fortuna como ante el contratiempo, igual dureza impávida y veracidad y precisión— algún don Francisco Martín Moreno de nuevo cuño no nos dictaría gravemente, en un «parte oficial de paz», los avances de la reconstrucción de España, en el frente de laeconomía o en el de la normalidad, en el de la justicia o en el de la cultura?... «En el día de hoy, nos diría, por ejemplo, se ha asegurado la normalidad en la provisión de aceite en nuestra zona de Levante. Nuestra ciudad de Valencia ha invitadoa la ciudad de Brujas a una conjunta glorificación  del humanista Juan Luís Vives. Se han abierto tres museos y se ha planteado la restauración del ‘Misterio’, de Elche. Ha muerto el mejor de nuestros naturalistas; el más joven de nuestros biólogos ha publicado un libro magistral. Se ha abierto el parador de turismo de tal montaña, o ha empezado la campaña de primavera contra las moscas»… Y cuando así vinieran, dadas, sinceramente, a despecho de las jaculatorias, ditirambos  y augurios de que los diarios viniesen llenos: «Sin novedades dignas de mención».

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Última actualización: 25 de marzo de 2009