Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
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LAS OBRAS Y LOS DIAS en España
XENIUS, «Las obras y los días», España. Semanario de la vida nacional, Madrid (edición facsimil Topos Verlag, Vaduz, 1982), 29-I-1915—28-V-1915.
Serie inédita, probablemente reservada para el volumen Amigo de Platón, nunca publicado.
 
Abderhalden / "Platero y yo" / Celso Lagar
[año 1, nº 2, 5-II-1915, p. 4 (p. 16)]
(España, 5-II-1915, p. 4 (p. 16)) (recogido parcialmente en "Celso Lagar", Avante, Ciudad Rodrigo, 13-II-1915; Glosas. Páginas del Glosari de Xenius 1906-1917, 1920, pp. 240-241; Exposition Celso Lagar, Paris, Galerie Druet, 1935, s.p.)
Abderhalden
Un joven médico de los nuestros, D. Manuel Dalmau, se marchó a Halle para ver có­mo al fuerte químico-biológico Abderhalden le salía la ciencia de las manos y de la boca, en el laboratorio y en el auditorium. De vuelta nos da la versión de un libro del maestro sobre los «Fermentos digestivos en el organismo animal».
En España lo que de Abderhalden conocemos, desde 1912, es, sobre todo, el método para el diagnóstico serológico de la preñez; que el apresurado genio de nuestras gentes se va en seguida a lo práctico, y de la filosofía, pronto a la política y a la moral, y de la matemática, a la ingeniería de caminos, canales y puertos. Pero tal vez haya en la doctrina de la especificidad y de la originalidad de los fermentos con que el organismo se defiende de la intromisión de substancias extrañas una renovación entera de la Biología o, cuando menos, de su lenguaje, que ya es mucha renovación.
Así se ha dicho. Y hemos visto un movimiento universal producirse en torno del sabio y de sus descubrimientos. Movimientos de atención, de propaganda, de combate también. En un año se agotaban en Alemania tres ediciones de la obra traducida en España. A Halle, convertido en algo así como un Bayreuth de la Biología nueva, afluían nubes de estudiantes. Un verdadero ejército de colaboradores se ha aprestado a trabajar en la abierta vía; y, hay que decirlo, con grande, con excesiva impaciencia de botín. En 1913, en 1914, todo han sido hallazgos de fermentos, establecimiento de correlaciones entre órganos alterados y reacciones de la sangre, selectos banquetes ofrecidos a viles peritoneos. El efecto producido en el mundo científico por Abderhalden ha resultado, sin duda, más fuerte y más rápido que el producido en su día por Pasteur. Alguien ha comparado esta re­volución reciente a la que a la medicina ocasionó el descubrimiento de un origen microbia­no en las enfermedades infecciosas.
¿Qué parte hay transitoria, qué parte hay definitiva en todo esto? Se distinguen en los trabajos de Abderhalden una doctrina, un método, unos procedimientos de comprobación. Pero al valor de éstos va ligado el valor del método. Al valor del método va ligado el de la doctrina. Y entre los procedimientos de comprobación se cuenta alguno tan delicado que todo él pende de la finura de la sensibilidad individual. Se trata de coloraciones en tintas pálidas, débiles; tan débiles, tan pálidas, que escapan a la sensibilidad de la mayor parte de los observadores… Esto sabido, ¿cómo extrañar que algunos observadores rehúsen cualquier crédito al procedimiento y en último resultado a la doctrina misma? Michaelis, de Berlin, llega a negar en redondo la existencia de los fermentos defensivos. El doctor Partós, de Ginebra, cree que la boga científica de los mismos es un caso de sugestión viciosa. La superación del punto de vista de cada bando tal vez nos la daría Pascal. Recordemos que Pascal fue quien separó, en sendas definiciones sin tacha, el «espíritu matemático» del «espíritu de finura».
«Platero y yo»
Platero es un borrico. «Es pequeño, peludo, suave; tan blando de fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro». Tiene una oreja enhiesta para la gracia y otra oreja gacha para la mansedumbre.
Yo es un poeta. Es un poeta con tal voz de hermano que todos los que le han leído le llaman Juan Ramón. También fue hermano de Platero mientras Platero vivió y le llevaba sobre su lomo blando. Ahora que Platero ha muerto, ahora «que ya puede entender» un libro, Juan Ramón Jiménez le dedica uno y se lo manda «al cielo de Moguer».
Los niños de España adorarán al poeta y su borriquillo. Adorarán Platero y yo precisamente porque no ha sido con premeditación escrito para ellos. Que en este capítulo, el de la literatura infantil, hay tal vez equívoco en que importa a todos no persistir. La publicación de libros destinados única y exclusivamente a los pequeños, ¿no constituirá un error pedagógico?
Cuenta Goethe, en Poesía y Verdad, que en tiempo de su infancia semejantes publicaciones apenas existían. Fuera del Orbis pictus, de Comenio, ninguna obra de esta índole tuvo el niño Juan Volfango en sus manos. Pero él y su hermana hojeaban a menudo una gran Biblia en folio, con grabados de Mérian. La Crónica, de Godofredo, decorada por el mismo grabador, les instruía sobre los acontecimientos máximos de la Historia Universal. La Acerva philologica añadía a ésa la narración de fábulas, mitos y maravillas de todo or­den. Y tampoco les faltó el conocimiento de Las Metamorfosis, de Ovidio, cuyos primeros libros fueron estudiados diligentemente. «Así —dice Goethe— mi joven cabeza fue pronto poblada por multitud de imágenes y de aventuras, de personajes y de acontecimientos considerables y prodigiosos, y jamás el hastío pudo apoderarse de mí, puesto que yo estaba ocupado constantemente en aprovechar este fondo de adquisiciones, en juzgarlo y reproducirlo».
Hay que confesar que, a lo menos en este caso particular, los efectos del sistema no fueron malos del todo. Pero, ¿qué dirían los pedagogos del día de una educación con base de Ovidio? No sé lo que dirían. Pero sí sé que a mí una vez, en compañía de uno de ellos, maestro agudo, se me ocurrió interrogar a los chiquillos de su escuela sobre la canción por cada uno preferida. Y la canción que resultó preferida por el mayor número no fue, ¡oh, sorpresa!, el Arroz con leche, ni el Serení, ni otra ninguna de esa familia. Fue Dios loado por la Naturaleza, uno de los mejores corales de Beethoven.
Celso Lagar, recio castellano de Salamanca, hombre del nombre castizo y agrario, ¿qué ideal, mejor, qué voluntad se te metió en el entrecejo de las dos cejas pobladas y negras, que empujado de ella te fuiste a París, y allí ahincaste hasta que la guerra te echaba, te diste a las durezas de la escultura y luego a las de una pintura que es manera de escultura también? Descastado te han de llamar los asustadizos y los que no saben de la casta más que supieron los amotinados contra Esquilache. Tú mismo te huelgas acaso en creerte en ruptura con cualquier patria tradición. Pero yo te digo que no otra cosa que tu sangre has mamado en la villa donde pudiste creer que de nuevas, raras, exquisitas papillas a la moda te alimentabas. ¿Qué más español, después de todo, que este querer que deforma las cosas, mejor que saber mirarlas en sosiego y dulce obediencia, y que las deforma, no según canon, sino por ímpetu de pasión? Fauve es rótulo inventado en París; pero en tu España, mejor y más sublimadamente que en cualquier parte, los hay que son fieras. Y si un gran cubista se puede contar en la literatura del mundo, éste fue castellano y se llamó D. Francisco de Quevedo.
Aquellos versos, que parecen de un Dante bizco; aquellos versos que dicen:
Temblaron los umbrales y las puertas
donde la majestad negra y oscura
las frías desangradas sombras muertas
oprime en ley desesperada y dura.
y lo que sigue, en ningún pintor podrían encontrar mejor biotto que en un Celso Lagar o en un Pablo Ruiz Picasso.
Celso Lagar ha abierto en Barcelona una exposición de sus pinturas, que ha picado el interés y despertaba el comentario. Hay en esta pintura una vocación de gran precio, servida por órganos que ya se adivinan poderosos. Hay una firme y muy moderna voluntad de construcción… ¡Ahora, alerta, mi Joaquín Sunyer! ¡Ahora, alerta, mediterráneos míos! Pablo Picasso es malagueño. Celso Lagar es hijo de Salamanca. Si la luz nos viene aún del Norte, el carro de la luz puede que nos llegase tirado por potros fogosos de las razas del Occidente.

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Última actualización: 1 de julio de 2010