Eugenio d'Ors
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SERIES DE PRENSA DEL GLOSARIO
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LAS OBRAS Y LOS DIAS en España
XENIUS, «Las obras y los días», España. Semanario de la vida nacional, Madrid (edición facsimil Topos Verlag, Vaduz, 1982), 29-I-1915—28-V-1915.
Serie inédita, probablemente reservada para el volumen Amigo de Platón, nunca publicado.
Síguese en hablar de la exégesis de los políticos, según «Azorín». La cuestión del fruto / Los espejos de la signorina Francia / Memento
(España, 23-IV-1915, p. 8 (p. 152))
(reproducida en La Lectura, Madrid, vol. 2, 1915, pp. 198-199)
Síguese en hablar de la exégesis de los políticos, según «Azorín». La cuestión del fruto  
Ya antes advertimos que anécdotas personales no nos importan. Tratamos del asunto aquí como de un caso particular en el problema de las relaciones entre la Política y la Inteligencia. ¿Qué beneficio general puede ser el fruto de esa tercería del intelectual que, con un difícil esfuerzo de optimismo y salvando los graves inconvenientes del vocabulario, dase a acercar la obra del político a los ambientes, profesionales o populares, de la Inteligencia?… Por de pronto, contribuir a que la Inteligencia salga del incivil indiferentismo, en el fondo del cual habrá muchas veces, más que desdén, ignorancia; y más que escrúpulos de pureza, faltas de aplicación. Luego, contribuir a que la Política salga de su habitual barbarie, la cual no únicamente suele ser, como se dice, indiferencia a las cosas del espíritu, pero odio a las cosas del espíritu. — Que tal diremos ser la ley del espíritu, que a nadie sabe dejar indiferente: quien no le ama, le odia.
Ese último fruto es de muy alto valor. A cambio de sus mayores dificultades, la exégesis optimista de los políticos lleva a la exégesis optimista de los clásicos una ventaja. El clásico está muerto; el político, en el caso que conocemos, vive. Quiere decir que la interpretación vivificadora y ennoblecedora, que no produce efecto, es claro, en la obra de aquél, puede mejorar, de rechazo, la obra de éste. Puede agravarla con el peso de responsabilidades nuevas, ante la presencia de las cuales ella deba tornarse más vigorosa; puede darle a él una visión de la propia grandeza ante la cual él sienta el imperioso deber de ha­cerse cada día más grande. — Dé un espejo al gentil quien quiera aumentar su gentileza Decidle al muchacho en quien os convenga seriedad, que «ya es un hombre». Elogiad la generosidad del generoso si desearais verla crecer. Mostrad su propia ley al pensamiento que todavía la busca. Y si os importa un héroe, comenzad proporcionándole la visión del propio heroísmo…
 
Los espejos de la signorina Francia  
Cerca de Bolonia está Imola. Cerca de Imola, Castelgüelfo. En Bolonia hay una Facultad de Medicina. En Imola, complemento de ella, un manicomio. En Castelgüelfo, complemento del manicomio, una «Colonia libre de deficientes graves y jóvenes criminales». Al frente de la Colonia, uno se encuentra —se encontraba al menos en 1911— una mujercita admirable que se llama la signorina Francia. — He aquí, ahora, una de las invenciones de la signorina Francia. Como al principio de su dirección, los jóvenes retrasados comiesen en mesas de disposición usual, ocupadas por una parte y por otra, reparó la maestra que, de vecinos sentados frente por frente, el ejemplo del menos pulcro arrastraba siempre al otro, y al levantarse de comer, el resultado de ese contagio, en caras, manos y ropas, era fatal. Entonces la signorina Francia decidió mudar el ordenamiento del refectorio. Las estrechas y largas mesas fueron arrimadas a la pared, y cada asilado de Castelgüelfo tuvo frente a sí en las comidas, no un vecino, sino un inclinado espejo, que le devolvía la propia imagen, correcta, degradada, según fuese en él la conducta. «Los resultados —nos decía la signorina Francia— son aún mejores de lo que podíamos esperar».
Castelgüelfo y los espejos de la signorina Francia nos vuelven hoy a la memoria… Y pensamos que no sólo está bien que un político de la altura de entendimiento y de intención del Sr. La Cierva encuentre su exégeta en un escritor como Azorín… Pero que aun políticos menores, figuras más vulgares, deberían encontrar frente al suyo un comentarista, un cronista, un espejo. — Tal vez de ese modo se evitaría de alguno que se abandonase demasiado…
 
Memento  
Obras recientes: «Azorín»: Un discurso de La Cierva comentado por «Azorín» (Renacimiento). — Iniciativas nacionales (Serie de folletos. Reediciones comentadas de discursos del Sr. La Cierva), Madrid. — J. M. López Picó: Poesías (S. catalana d'edicions). — C. Riba: Histories extraordinaries d'Edgar Poe (S. catalana d'edicions). — P. de Büllow: La política alemana (Gili). — Santos Rubiano: Sobre especialismo, especialidades y especialistas, Madrid. — M. de Unamuno: Niebla (Renacimiento).
 
 

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Última actualización: 29 de marzo de 2010