Excusadme si empiezo
de nuevo mi labor con una simple copia. Tal operario flemático,
en un flojo trabajo de lunes.
Está tomada de una crónica del escritor parisién
Esteban Rey. Trata esta crónica de una cuestión muy interesante.
La de la situación de la Inteligencia dentro del mundo que se
va dibujando, a través de las luchas de nuestros días.
En un mundo donde la cultura parece progresivamente destinada a desaparecer
y que va a ser, sin duda alguna, destrozado por una lucha sin piedad
entre el capitalismo y el proletariado, no se vé muy claro cual
podrá ser el lugar del hombre de pensamiento. ¿Se exilará
de la Sociedad? ¿Irá a refugiarse, amante de la soledad
y la naturaleza, en la «maison du berger»? ¿O bien
se dirigirá, viendo perdida la causa, hacia la anarquía
y el bolchevismo? No olvidemos que en Rusia son los intelectuales quienes,
por haber sido perseguidos bajo el antiguo régimen, han hecho
la revolución.
En realidad, este desprecio del pensamiento, que reina hoy en todas
las clases, constituye un grave peligro social. Un país, todavía
más que un individuo, necesita de un cerebro sano y bien equilibrado.
La atropellada marcha del dinero, la orientación de todas las
fuerzas de un país hacia la producción industrial y comercial,
la preocupación exclusiva del desarrollo económico, conducen
siempre a catástrofes. Las grandes épocas de nuestra historia
han sido aquellas en que el pensamiento era franco, poderoso, honrado,
soberano. Si Francia, mañana, no tiene ya aristocracia intelectual,
no tendrá más que intelectuales anarquistas.