Eugenio d'Ors
GLOSARIO INÉDITO
volver
MODAS
(La Veu de Catalunya, 9 - VII -1910; La Cataluña, 30 - VII - 1910)
Sospecho que jamás en tiempo ni en lugar alguno la moda ha vestido a las mujeres con tanta gracia, con tanta cuidado de la higiene y, a la vez, con tanta picardía como lo hace ahora. Atravesamos, en este punto, dichoso período. Porque, además, parece resultar que las formas que hoy son las predilectas, las del dernier cri, pueden en rigor llegar a obtenerse con tanta economía como se quiera; puesto que todo en ellas es sacrificado a la línea, la cual desconoce y menosprecia adornos. De manera que tales formas están, gracias a Dios, al alcance de todas las fortunas. El chic natural puede de este modo llegar a vencer, aun sin la complicidad injusta del vil metal. —Diríamos, pues, de la hora actual, la napoleonización de la elegancia femenina. El gran principio vivo de la obra napoleónica fue, como es sabido, éste: La carrera abierta al talento. —El principio de la moda de 1910 sería éste: La elegancia femenina abierta al «chic» natural. Nada tan instructivo, nada tan encantador como rehacer la historia de la indumentaria femenina al través de una colección de grabados de modas… No quisiéramos, por nada en el mundo, ser tenidos por malos hijos; pero, hemos de confesarlo, la generación que aparece más desprovista de gusto, en parecido asunto, es la de nuestros padres. Las modas de 1880 a 1890 constituyeron una pura abominación. Tal decadencia de instinto artístico representan las dominantes veinticinco años atrás, que uno no llega a explicárselo.

Podrá discutirse sobre la estética de la crisolina. Pero, cuán superior es todavía a lo otro, a lo que vino después, al horrible aparejo que los pueblos latinos nombraron graciosamente polisson, los anglo-sajones pudorosamente unspeakable, y los germánicos, llanamente Kul!… ¡Y los sombreros! ¡Y las mangas!… Realmente las elegancias de entonces se prestaban a ser reroducidas por un lápiz de la índole del de José Luis Pellicer…

¡Ay, más de un crimen de lesa beldad debe pesar sobre la conciencia de esta generación! Ella fue la que malvendió los muebles Imperio y Restauración, legado de sus abuelos, a cambio de muebles horribles de bazar, figurándose ganar en el cambio; ella fue la que convirtió los antiguos chales armoniosos —¡que tanta falta nos hacen ahora!— en tapetes de velador, cuando no en trapos de limpieza; ella fue la que desterró los deliciosos cobertores de tela estampada, las decoraciones de chinos o de pavos reales, sustituyéndolas por algodones adamascados, y por sedas de las más espantosa vulgaridad, ella, ella, fue la que…

En fin, perdonémosla, perdonémosla para que Dios nos perdone.

Diseño y mantenimiento de la página: Pía d'Ors
Última actualización: 30 de noviembre de 2006