Eugenio d'Ors
GLOSARIO INÉDITO
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GRAN ECONOMISTA, GRAN BURGUÉS
(La Libertad, Madrid, 2-VII-1922, p. 1)

Rathenau

Juntas amanecieron, en la historia de las ideas y de las instituciones, Burguesía y Economía política. Se completaban. Así, juntas siguieron. Unidas prosperaron, unidas triunfaron y unidas decaen. Desde Colbert, la primera gran figura inteligente de la finanza burguesa, hasta Rathenau, la última, una edad de oro se desarrolla. Hacia la mitad está Thiers. Thiers y el "enrichissez vous!" que tanta sangre nos cuesta, que tanto espíritu nos cuesta.

¡Cuánta lucidez, cuánto saber, cuánto trabajo perdidos! En lucha contra la ceguera de los egoísmos, Colbert advertía, Rathenau seguía advirtiendo. Ayer, codicia de los antiguos nobles; hoy, codicia de los nuevos ricos (y en España —¡todavía!— de los antiguos nobles); ¿qué más da? Estos economistas quisieron combatir el egoísmo con las propias armas del egoísmo. "¡Corréis a la ruina!", clamaba Colbert ayer. "Si el mundo industrial no sabe organizarse, vendrá la catástrofe", avisaba incansablemente Rathenau. No se le escuchó, no se le ha escuchado. La locura de la reacción inutilizó a Colbert y ha hecho caer a Rathenau bañado en sangre.

Los dos y los que entre los dos ha conocido la Historia, tenían razón. Les ha faltado otra cosa. Les ha faltado la intuición de los imponderables, de las razones del corazón, que la razón no conoce… Vamos, para decirlo claro, un poco de bondad. Tal vez, un poco de locura. Eso, indispensable para persuadir y mover.

En los últimos tiempos, Rathenau llegaba ya a convencer a Gobiernos y a diplomáticos. A quien no ha convencido, a quien no hubiera podido convencer nunca, es a las muchedumbres. Ningún pecador de particularismo industrial lanzó unas cuantas acciones, unos cuantos bonos, unos cuantos documentos al portador, a las hogueras de este Savonarola. Ni el pueblo, ávido, le seguía por las calles.


Organización y revolución


Hay una sed muy grande en el mundo. Rathenau, como tantos otros reformadores avisados, quiere construir una economía nueva, para defensa del mundo viejo. Sustituye el vaso antiguo y su estrechez por otro más amplio y elaborado mejor. Da, incluso, al vaso posibilidad de servir limpiamente para muchas bocas, así como hizo el famoso Wallace con el ingenioso sistema de fuentes públicas que lleva su nombre… Bien; pero el anhelo de la Humanidad no pedía precisamente un vaso mejor ni más equitativo; pedía agua viva, agua fresca para beber.

Organización, organización! Se pretende salvar al mundo ajustando las fuerzas productoras del mundo como las piezas de una máquinaria. La fórmula de Rathenau era sencilla: conservar en la paz el mecanismo coactivo y regulador de la gran industria, creado para las necesidades de la guerra. Como suprema ley, la salud del pueblo. Mejor dicho, la salud de la nación.

Esto puede dar grandes resultados. Puede, acaso, hacer que una nación prospere. Salvar el mundo, ni siquiera salvar Europa, no. Colbert lo hacía todo con sus finanzas; todo, menos dar pan. Rathenau, muchas y grandes cosas; muchas y grandes; pero no calmar la gran sed. ¿Dónde hambre y sed buscarán inevitablemente el reparo, el consuelo? En la Revolución. La Revolución hubiera sido para Rathenau, como para Colbert fue, no sólo el fracaso, sino la sentencia.

¿Qué es una revolución? Siempre, esto: una carcajada, una siniestra, épica carcajada a las narices, ante las gafas de la Economía política.


El monstruo

Espíritu libre, filosófico, despreocupado, lleno de luces, este gran burgués que ha caído. Pero supersticioso todavía, sacerdote de la nación, dios pagano. La economía de Rathenau no quería salvar el mundo, sino, en realidad, en la proporción en que el interés del mundo coincide con el interés de Alemania. Su economía política sigue significando una economía nacional.
Sin embargo, el nacionalismo le ha asesinado. El culto a la nación ha exigido como víctima a este heterodoxo servidor suyo… La nación es un monstruo que nunca dice bastante.

Simple observación

Notadlo. Ya se cuentan en la historia roja de los últimos tiempos más crímenes nacionalistas que crímenes anarquistas.
Crímenes individuales, quiero decir. No hablo ahora de la guerra.


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Última actualización: 2 de noviembre de 2006