Eugenio d'Ors
GLOSARIO INÉDITO    
(ABC, 12-XII-1928, pp. 3 y 4)

COROS.— Todavía soy asaz pitagórico. A hora de alta noche, abro los ojos, miro el cielo y me parece percibir la música suspirada por todas las esferas del Cosmos.
Pero soy, igualmente, harto moderno… Y, a horas de media tarde, suspendo mi tarea, escucho a mi alrededor y me parece percibir la música percutida por todas las máquinas de escribir de la Tierra.

EL «NAPOLEÓN» DE LUDWIG.— Una palabra de Emil Ludwig, en su libro sobre Napoleón: "Los unos lo tomaban por un matemático; los otros, por un iluminado. ¿Y si hubiese sido lo uno y lo otro, y a esta combinación debiera, justamente, su genio?"
Ni siquiera me parece que haya por qué preguntarlo. No sólo el de Napoleón, sino cualquier genio, se explica por esta síntesis entre matemática e iluminación. Mucho suele hablarse de inspiración en las mentes geniales. Pero lo que caracteriza la inspiración, en el auténtico genio, es el tratarse de una inspiración administrada.
Pero no son únicamente reflexiones de este orden las que nos da el Napoleón, de Ludwig. Que es, ciertamente, un gran libro.

«THE RIGHT PLACE».— Esta otra reflexión me viene, y particularmente, de un poeta. "¿Ha advertido usted —me dice, de pronto— que, aparte de las montañas, pocas cosas del mundo están en su verdadero lugar?
Ni las montañas siquiera, amigo mío. Ni las montañas siempre. ¿Conoce usted una especie de complanta, que todavía entonan alguna vez los pastores, a uno y a otro lado del Pirineo?… Aquella que reza:

Estas montañas,—que tan altas están,
me privan de ver—mis amores dónde están.
Estas montañas,—que se agacharán,
cuando mis amores,—aparecerán…

¡Qué lástima el tener que traducir! Esto se canta, auténticamente, en una deliciosa habla intermedia, que escapa a la regulación de las gramáticas, como escapa, a la de las guías de un reloj de sol, el tiempo comprendido entre la caída de las medias horas.
Y esta habla intermedia, sí que está allí en su lugar… Una de las pocas cosas del mundo que están en su lugar.

EL HISTORIADOR IMPARCIAL.— Me propongo —declaró solemnemente el historiador— ser en absoluto imparcial. No ceder al prejuicio político ni religioso, etcétera, etcétera, etcétera..
Para esto empezó por sacrificar muchas cosas buenas. Quiso no tener ni sentimiento ni imaginación. Se vacunó contra teorías e ideales. Se esterilizó, igualmente, de cualquier afán constructivo. Alguien afirmó que la ablación de Orígenes se había repetido aquí.
Documento, y documento a secas. Una lista de documentos y unos guarismos de cronología al margen.
Escribió, pues: "En 1228…"
—¡Alto! —le interrumpió su demonio familiar, que aquel día, al fin compadecido de él, se había propuesto desengañarle— ¿A qué año 1228 te refieres? Porque yo conozco dos, por lo menos.
—Me refiero al 1228 de nuestra Era.
—¿Nuestra? A fe de buen demonio, que no sabía yo tener Era.
—Los hombres tenemos la del nacimiento de Jesucristo.
—¡Cuidado! Esto ya es un punto de vista religioso.
—Se trata de una manera convencional de contar, que nada prejuzga.
—¿Cómo te atreves a sostener que una tan grave arbitrariedad nada prejuzga…? Prejuzga, desde luego, la calificación cultural de dos series de siglos: los unos, los de numeración ordinal descendente en el tiempo, implícitamente considerados como siglos de expectación. Los otros, los de numeración ascendente, como siglos de secuencia. ¿Te parece poco, cliente mío? ¿Te parece poco dar así de barato la orientación de cada siglo, tú, que todavía no te has hecho construir una casa, por llevar un lustro examinando la cuestión de si es el comedor o el dormitorio lo que ha de estar orientado al Levante?
—Lo mismo que he aceptado este sistema cronológico hubiera podido adoptar otro cualquiera.
—Pero este "otro cualquiera'' no dejaría por ello de ser sistema; y, quien dice sistema, dice generalización; y, quien dice generalización, dice prejuicio; y, quien dice prejuicio, dice parcialidad. ¡Escogieses el acontecimiento que escogieses, siempre encontrarías, en relación de valor con el mismo, un antes y un después, adverbios que decidirían, en sus zonas de respectiva vigencia, la posición y, por consiguiente, la entidad de los acontecimientos.
E1 diálogo se termina aquí. No sabemos si el imprudente vanaglorioso llegó a resignarse a ser, aun en las faenas de Historia, íntegramente humano, o si tiró la pluma, en homenaje al inasequible ideal.

TERROR ASTRONÓMICO, TERROR GEOLÓGICO.— No callemos que la tragedia del volcán siciliano ha encontrado en torno, en el ambiente universal, una humanidad bastante insensible… En otras ocasiones, la consternación pública ante una catástrofe de esta índole, llega, siquiera en ráfagas, hasta los más apartados países y hasta el más escondido rincón de cada uno. No parece que esto se haya producido ahora. Dejemos para otro instante el comentario moral del fenómeno y limitémonos a registrar, impasibles también, su verificación.
Registremos, igualmente, una paradoja; por lo menos, tal se me figura… Si prescindimos de cualquier rebusca en el departamento psicológico de la piedad y nos limitamos, por un instante, al del egoísmo y sus pasiones de aprensión, alarma, etc., tendremos derecho a asombrarnos de que, dentro siempre de un relativo escepticismo, el anuncio de lo astronómico suele producir, entre las gentes, mayor emoción que la experiencia, casi inmediata, de lo geológico. Así concédense honores de mayor escalofrío al paso de un cometa que a la erupción de un volcán.
Y es que siempre, después de todo, lo más espantable no es el peligro, sino el misterio. Y en el secreto de nuestra sangre, más que la perspectiva de perder la cabeza, nos aterroriza la de perder la razón.

LA GESTACIÓN DE LA GLORIA.— Conviene gestar una gloria, como una vida. Y entre muerte y necrología debieran mediar nueve meses, como entre concepción y nacimiento.
Cada día leemos necrologías abortadas, por no haberse publicado a término.
¿Y en cuestión de monumentos y estatuas? Podríamos señalar, en las calles y en los jardines de cada ciudad que visitamos los monumentos sietemesinos: éste, ése, aquél…


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Última actualización: 5 de junio de 2008